CN8 - Desánima-desánimo - Pulp

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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kassiopea
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CN8 - Desánima-desánimo - Pulp

Mensaje por kassiopea »

DESÁNIMA – DESÁNIMO


—No me parece bien tirarlas dentro, junto al resto de basura —me dijo Carlos ayer—.
Me parece una falta de respeto añadida: las quiero tirar, claro, pero no dentro del contenedor.

—Déjalas a un lado, las recogerán esta noche. No pasa nada.
Empezamos a visitar cementerios juntas cuando yo tenía siete años. Mi madre disfrutaba, aunque quizá disfrutar no sea el verbo que mejor defina aquello que en realidad ella sentía cuando, tras llegar a un pueblo nuevo, o a una ciudad aún por descubrir, se acercaba a la oficina de turismo y pedía al atónito empleado de la oficina:
—¿Puede decirme dónde se encuentra el cementerio?
La persona tras el mostrador tomaba un mapa, en el mejor de los casos y, mirándome a mí, la pequeña, de reojo y con curiosidad, indicaba a mamá cómo llegar al cementerio más cercano. También podía darse el caso que no tuvieran planos disponibles, entonces una hoja, un bolígrafo, un camino mal dibujado y una cruz como destino final hacían la labor.
Al llegar al cementerio miraba, extasiada, como si de un plano general con el gran angular se tratara, ese paisaje que pronto iba a recorrer, un paisaje que en algunas ocasiones semejaba un jardín botánico, otras eran excelentes miradores sobre el mar y, a menudo, eran la demostración de la riqueza y la pobreza, incluso tras la muerte, de sus ocupantes. Enseguida se hacía una composición del lugar y decidía por dónde iniciar su visita y cómo organizar el recorrido para no perderse ninguna joya. Joyas llamaba a aquellas a las que dedicaba más minutos en su marcado recorrido.
Durante los primeros años yo no me separaba de ella, tenía miedo, ella siempre hacía el mismo comentario:
—Ana, miedo de los vivos, no de los muertos.
Pero a mí el miedo me invadía, también la curiosidad, desde que cruzábamos la verja. A veces, muchas, debíamos abrir una cadena normalmente oxidada atada de cualquier manera a la puerta principal cuya idea, imagino, era entorpecer un poco el paso de los vivos al mundo de los muertos. A veces un cerrojo herrumbroso hacía esa misma función.
A los pocos años, no sé, al poco de cumplir trece, le dije a mamá que me veía capaz de visitar a los muertos por mi propio camino, que ella podía elegir su recorrido, que ya nos encontraríamos…
No sé en qué momento le hice la pregunta:
—Mamá, ¿crees que cuando una de las dos muera la otra seguirá visitando cementerios por placer, como ahora?
Me miró como si no hubiera entendido la pregunta. A veces actúa así, me mira fijamente, me taladra, y se pierde en el infinito. Entonces, como si volviera de nuevo al diálogo, me responde. O no. A veces, dándose la vuelta da la conversación por finiquitada. Y la pregunta puede así seguir planeando en el aire como una hija huérfana de padres, sin rumbo, sin antes y sin después.
Un poco como me siento yo ahora, en este presente difícil y anormal.
—Ana, todo entra dentro de la más absoluta normalidad —sentenciaba mi madre—. Todo aquello que nos ocurre ya ha ocurrido antes a miles de personas, quizá millones. No nos creas tan especiales ni, por supuesto, te creas tú especial tampoco.
Mi madre sabía ser cruel con sus azotes verbales, como si yo fuera un caballo al que domesticar con la vara por no seguir el camino que ella, en su mente, trazaba sin descanso.
No sé aún por dónde empezar a resituarme. El psicólogo me ha aconsejado escribir. «Escribir te ayudará a transitar estos momentos». A transitar, dice, estoy enfadada, rabiosa, hundida, desesperanzada y mi psicólogo en vez de darme una pastilla que acabe de una vez por todas con mi dolor me pide que transite. Así que aquí estoy, de nuevo, en este cementerio cercano a casa que tantas veces visitamos juntas, con unas flores en una mano y el odio apretadito en la otra mano.
Vengo cada tarde desde que murió a traerle flores. No sé a quién le puede servir esto, a mí, por lo pronto no pero sigo viniendo. Carlos no quiere acercarse; aún no ha conseguido borrar esa primera imagen. Él fue quien descubrió su cuerpo moribundo y quien lo acompañó en su agonía hasta la muerte, once días después, en el hospital. No encuentra consuelo y venir aquí tampoco le ayuda. Cuando éramos pequeños y yo visitaba con mamá los cementerios, incluso éste tantas veces recorrido, él prefería quedarse con papá controlando que, nuevamente, el águila sempiterna apareciera. No sé si era miedo, no sé tampoco si ahora sigue siendo miedo o el dolor es demasiado intenso. Con Carlos las cosas no siempre son lo que parecen.
Ayer empezamos a vaciar el piso. Me digo que es absurdo pagar el alquiler por un piso que posiblemente ya nadie va a volver a habitar en mi familia. Es de renta antigua, un piso viejo, grande, enorme, y muy agradable gracias a ese sol que entra por los ventanales con tanta alegría bañando de colores, tantos colores como los que conforman la cristalera, el salón. En él nació mamá y también tío Luís; en él vivimos con los yayos hasta que los dos murieron. Mamá lo tenía arregladito, no digo yo que papá no colaborara en ese ‘tenerlo arregladito’, pero sí es cierto que a él, como a mí, nunca le han molestado ni los cristales sucios, ni la capa de polvo que el sol evidenciaba en los muebles antiguos pero bien cuidados. Él siempre ha sido muy práctico, muy del día a día, sin tener que hacer tantos talleres, tantos cursos, sin darle el nombre dichoso de moda hoy en día, “mindfulness” de las narices, esto que tanto me cuesta a mí: vivir el día a día. Él nació sabiendo cómo hacerlo y así ha vivido.
Carlos no quiere tirar muchos de los objetos que tanto han significado en la vida con nuestros padres, yo prefiero deshacerme de todo. Me parece un absurdo, una traición, un renuncio, un apoyar un final que no tocaba. Sí, estoy llena de rabia, ni todos los psicólogos del mundo conseguirán que algún día transite, mierda para quien sepa transitar, tanta rabia. Tanto engaño, tanto miedo, tanta frustración, tanto odio...
Las peores noticias suelen venir por teléfono. Creo que por eso nunca me ha gustado contestar llamadas. Siempre he preferido hablar cara a cara. O las cartas, la cantidad de cartas que escribía de pequeña en los meses que pasábamos en el pueblo de los abuelos, los padres de papá. Mis amigos del colegio esperaban mis largas cartas, sabían que iban a recibir muchas, muchas cartas de montones de hojas escritas por delante y por detrás. No porque me aburriera en el pueblo, que no, sino porque les explicaba cosas que ellos, quizá, no vivían en su verano. Cartas en las que me gustaba explicar con todo lujo de detalle el olor del campo, en julio, tras la siega del trigo. O el placer que sentía al compartir cómo se trillaba el centeno segado semanas antes que el trigo. Relataba en ellas cómo disfrutaba acompañando a mi abuelo a regar las patatas y las alubias, qué ricas me sabían cuando tras horas y horas de fuego muy, muy lento las comíamos todos juntos. Ir al pueblo de mis abuelos, en Toledo, era toda una experiencia, y ya entonces, agradecía poder compartir mis aprenderes de verano con mis amigos. Un poco como ahora, como en estos momentos en que, por prescripción vital, parece que compartir por escrito puede aliviar un poco mi alma. Mi alma ya muerta.
Tengo 23 años, Carlos 25, y creo que ya hemos vivido demasiado. Innecesariamente demasiado. Me pregunto cuántos años más seguiré viniendo aquí a traer flores. Cuántos años más me resistiré a hacer una visita a la cárcel en la que ahora está, en esas horas de visita programada, visitas higiénicamente programadas.
¿Por qué lo hizo? ¿Se quisieron alguna vez? ¿Nos quiso alguna vez?
Se casaron en el 94, en unos meses hubieran cumplido 25 años de la boda. De pequeña sentía celos de mi madre porque yo estaba enamorada de papá: él era mi hombre ideal, mi amor eterno, mi héroe. Decía a quien quisiera escucharme que iba a casarme con él. Qué jóvenes eran en las fotos de la boda. Mamá, guapísima, estaba embarazada de Carlos pero apenas si se le notaba, siempre ha sido muy delgada, incluso ahora; un nervio, puro nervio, muy delgadita. La mala sangre, seguramente, heredada de su padre, mi abuelo, es la que le impide engordar.
Tengo frío, se ha hecho tarde, estoy cansada, estoy harta, apenas han pasado unos días de su muerte y no puedo hacerme a la idea. No consigo borrar las palabras de Carlos cuando me llamó:
—¡Ana, papá está sangrando! Anaaaaaaaaa, ¿puedes venir a casa ahora? ¡Ana, por favor, papá!

No sé por qué no pregunté por mamá. No entendí por qué me llamó él y no ella. No sé cuánto tardé en llegar a la que hasta hacía un año había sido mi casa. No sé qué sentí al ver tanta sangre. No sé qué siento aún ahora. No sé cómo voy a conseguir seguir viviendo.

Miro las flores, reconozco la lápida, el camino mal dibujado que me hizo Carlos tras el primer día me ha traído hasta aquí. El día del funeral, el mismo día que ella entró en la cárcel, el trankimazin me facilitó volar como las águilas que papá siempre decía ver, me permitió no ser consciente aún de cuánto había cambiado nuestra vida para siempre en apenas unos minutos.

Lloro. Por fin lloro, creo que ya nunca dejaré de hacerlo al reconocer su tumba, una tumba sin foto, una tumba que no será una joya según mamá, una tumba con su nombre en letras negras:

Pablo Gómez Escudero (Quintanar de la Orden 1967 – Orihuela 2019)
De tus decisiones dependerá tu destino.


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Jarg
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Re: CN8 - Desánima-desánimo

Mensaje por Jarg »

Muy buen relato, me gusta este modo de caracterizar a los personajes. Los recuerdos que cuenta crean una imagen de la madre que fascina e inquieta a la vez. Con este ya tengo dos relatos favoritos, de momento :)
Buena suerte :)
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
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Gavalia
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Re: CN8 - Desánima-desánimo

Mensaje por Gavalia »

Me lo he tenido que leer un par de veces para no perderme entre tanta divagación, sin embargo, el meollo de la historia parece interesante. Supongo que razones tendría para matarlo aunque no sepamos por qué, al menos yo. Planea en la atmósfera la locura de la madre y también una posible amenaza sempiterna. No lo tengo muy claro puesto que en el texto no se aclara, demasiadas dudas. El relato me deja un poco plano, la verdad. Formalmente el texto pasa el corte. Lo encuentro bien redactado con pequeños deslices formales, pero lo que es seguro, es que puedes hacerlo mejor.
Saludos y suerte.
En paz descanses, amigo.
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Casper
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Re: CN8 - Desánima-desánimo

Mensaje por Casper »

“…la que había sido hasta hace un año mi casa”…no me cuadra con el relato, con los hechos recientes.
Solo intento dar mi opinión sobre lo que me deja cada relato y no opino sobre lo que desconozco, para eso hay compañeros mucho más capacitados que yo en redacción, ortografía y esas cosas, que mi vida son los números y las ecuaciones.
No puedo ser imparcial con este relato, así que nada, aquí lo dejo…me tocaste, al igual que la protagonista estoy transitando mi propio duelo. Gracias por participar y suerte :60:
"¡YANKY GO HOME! Pero llévame contigo." - Nicanor Parra
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konchyp
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Re: CN8 - Desánima-desánimo

Mensaje por konchyp »

Hola :hola:
No me gusta mucho el título, pero la historia en sí está muy bien.
La historia se lee bien, poco a poco va desenvolviendo la trama hasta ese giro final que me ha sorprendido.
Tiene unas descripciones muy bonitas y evocadoras, sobretodo cuando recuerda el pasado transportando al lector con facilidad a ese momento de su vida.
Me ha gustado el factor sorpresa de encontrar la tumba del padre en vez de la madre.
A mi parecer han quedado bastantes cosas en el tintero, sobretodo cosas importantes del relato. Como por qué lo mató, pero tampoco está mal que cada uno se monte su propia película. Quizá descubrió que su propia hija estaba enamorada de su padre y actuó así por celos? Podría ser...
No sé, tiene algo este relato que me gusta.
Gracias por compartirlo y suerte.
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Berlín
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Re: CN8 - Desánima-desánimo

Mensaje por Berlín »

No me das la información necesaria. Si me dijeras que el padre era un maltratador podría pensar que la madre lo hizo en defensa propia, tal vez harta de recibir palos, pero así no sé qué sentir. La madre tenía sus hobbies que era visitar cementerios y no me atrevo a pensar que la tipa estuviera majareta porque eso es algo que a mi me encanta también y estoy razonablemente cuerda, lo juro. En fin, me describes a una familia bastante común y luego me sueltas que la madre asesinó al padre y por la sangre que había igual lo degolló como un cerdo. En fin, creo que deberías haber ido dejando garbancitos por el camino, ya me entiendes. O igual necesito leerlo de nuevo.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Ororo
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Re: CN8 - Desánima-desánimo

Mensaje por Ororo »

Pues empieza bastante bien con esa relación especial madre/hija, pero la historia se diluye. Se va por otros derroteros pasados, recuerdos de la infancia y se convierte en otro relato.
Sorprende el final, porque cabe esperar que la muerta sea la madre, pero sólo eso. Sorprende.

No me acaba. Es que en un principio tiene su gracia y, luego, sin darte cuenta, estás en plena tragedia.

En cuanto a la foto, bonito detalle no querer tirarlas dentro pero sí dejarlas fuera. Me gusta ese principio.
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Ororo
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Re: CN8 - Desánima-desánimo

Mensaje por Ororo »

En cuanto a los motivos, creo que el autor deja caer que la madre está un poco ida. No por visitar cementerios, sino por las miradas que lanza o los silencios o las frases que dejaban seca a la hija. Creo que el autor ha dejado en el aire que no estaba muy bien de la cabeza, lo cual podría haber mostrado más.

Lo de los cementerios no me parece bien. Berlín es asidua y mi madre también. A mí también me gustan, pero los antiguos. Tampoco me ha gustado que el de la oficina de turismo se sorprenda por que una señora quiera saber dónde está el cementerio del pueblo: podría querer visitar a algún conocido.
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Megan
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Re: CN8 - Desánima-desánimo

Mensaje por Megan »

Autor/a, creo que me gustó tu relato.
Está muy bien redactado, y se va llevando lo que se dice bien, entendiéndose por ello que la madre es aficionada a visitar cementerios y va con su hija a pasear por ellos. Claro que se nota que la señora está algo alejada de la realidad, con las respuestas que le da a las preguntas de su hija. Después se muestra el odio que siente la chica, el cual entiendo cuando la madre mata al padre, de quien ella estaba "enamorada". No creo que lo matara por eso. Quizá fue un acto de locura, es posible. Pero llegamos al final con ella llevando flores al padre, ¿debo suponer que la madre está en la cárcel y no muerta? Tengo un problema aquí.

Como ya llevo horas leyendo, es posible que este, por ser el último, no haya podido entenderlo y deba volver.

Suerte y gracias por compartirlo, volveré :D
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rubisco
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Re: CN8 - Desánima-desánimo

Mensaje por rubisco »

La historia tiene un algo que la hace llamativa. Hay un suspense continuo, un de-qué-me-estará-hablando que, lejos de hacerme dejar de leer, me mantiene con la incógnita esperando a ver si se revela.

Y sólo se revela a medias. Ya te vale.

Coincido con Gava en la excesiva divagación. Creo que hay información mal estructurada, o innecesariamente profusa en detalles, o inoportuna, que provoca una confusión que exagera el efecto al que hago mención en el primer párrafo.

A nivel técnico noto algunos bailes de tiempos verbales que me han resultado extraños, pero no sabría decir si eran incorrectos o si estaban puestos aposta.

Mucha suerte :60: .
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noramu
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Re: CN8 - Desánima-desánimo

Mensaje por noramu »

Yo tengo unos pocos cementerios de culto a los que acudo siempre que puedo. Mi favorito, el de Zúrich, donde descansan Joyce y Canetti, junto a un precioso bosque y al que se llega con el tranvía no.6. Pero esto algunos ya lo sabéis.
El relato. Este relato en el que coincido con Konchyp en que el título no me parece muy afortunado. Me ha hecho pensar, me ha hecho imaginar las vidas de esos jóvenes Ana y Carlos, probablemente criados en un ambiente enrarecido por el carácter un tanto lunático de la madre. O incluso con atisbos de locura. Pero ¿a qué se debe esa locura? Venía de serie o ha sido por la convivencia con su marido y los hijos? Preguntas siempre difíciles de responder. Pero lo que está claro es que había un amor mutuo que en Carlos se representa por no querer meter los cuadros en la basura y en Ana por querer desprenderse de todo.
Gracias por compartir tu visión del "Bodegón urbano" y por dejarme un sábado noche con estas elucubraciones
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ACLIAMANTA
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Re: CN8 - Desánima-desánimo

Mensaje por ACLIAMANTA »

El relato despierta el interés desde muy temprano y logra mantenerlo a través de toda la lectura.
Está bastante bien escrito, algo demorado para llegar al meollo del asunto, bien la puntuación y con un final insospechado.
Me gustó pero me quedo una sensación rara: a lo largo de la lectura nada hace intuír la muerte del padre y tampoco se percibe tal grado de raye de la madre (no me parece que el gusto por visitar cementerios o las respuestas a los comentarios de la hija indiquen tamaño rayón), así que
no sé si es que aquí también (como en el relato de la mariposa) el autor se vale de una elipsis (esta si demasiado “elíptica”), o más bien se trata de una falla en la trama de la historia.

Y es que me quedé pensando que en esta historia además del final que nos presenta el autor, también encajaría uno donde el muerto hubiera sido el hijo, o la hija, o la madre a manos de la hija, o la madre a manos del padre…

O no sé si es que no entendí :oops:
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Sinkim
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Re: CN8 - Desánima-desánimo

Mensaje por Sinkim »

Una historia muy curiosa y original, creo que al autor le ha faltado un poco de tiempo para darle una vuelta más y dejar algunas cosas algo más claras. Aún así la historia engancha y tienes ganas de seguir a la pareja por sus paseos por los cementerios :lol: :lol:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Megan
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Re: CN8 - Desánima-desánimo

Mensaje por Megan »

Autor/a, aquí estoy de vuelta :hola:
Pero te diré que no resolví nada, sigo con incógnitas sin responder. Me da pena porque es un buen relato y me encantaría entenderlo, pero no me das información y estoy igual que antes.
Insisto, está muy bueno, bien redactado y me gustó.

Mucha suerte :D
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pmarsan
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Re: CN8 - Desánima-desánimo

Mensaje por pmarsan »

La idea de la madre loca me parece original. Creo que tú lo muestras como mandan los cánones de la literatura, es decir, a través de sus actos, no de tus descripciones. Pienso que es algo más que un detalle bonito, diría que es una muestra de oficio. Además, el relato está muy bien escrito. Me gusta esa alternancia de frases cortas con pensamientos más elaborados, que da ritmo a la lectura. Muchas gracias por compartirlo. :)
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