CP XV - El hombre del bombín negro - Raúl Conesa

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP XV - El hombre del bombín negro - Raúl Conesa

Mensaje por lucia »

El hombre del bombín negro

Un coyote aulló en la lejanía. Como si de un eco se tratara, un segundo aullido se alzó al otro lado del río. Cliff echó unas ramas a la hoguera, reanimando su apagado crepitar. El fuego creaba un brillante círculo naranja, un oasis en medio de un azulado páramo bañado por la pálida luz de la luna. La brisa silbaba entre los árboles como un susurro. Un soplido levantó una nube de tierra. Cliff protegió la llama con su cuerpo y calentó sus manos. A su izquierda el vientre de Lady subía y bajaba con un ronquido entrecortado. De entre todas las yeguas del señor Miller, él tenía que escoger la que roncaba. Maldita sea mi estampa, pensó. Sacó su armónica y entonó una vieja melodía que aprendió de su colega Billy. Billy había muerto dos días atrás en Kearny. Un hombre reconoció su rostro por un cartel de se busca. Ni siquiera medió palabra. Sacó su revolver y le plantó una bala en el pecho.
Así es la vida, pensaba Cliff. Solo de nuevo. Ése parecía ser su estado natural. La soledad le había seguido desde que tenía siete años, cuando la madame lo echó del burdel al morir su madre. Siempre había estado solo, y siempre lo estaría. La única ley que conocía era la ley del revolver. A sus diecinueve años, cargaba a sus espaldas con un historial que haría desfallecer a una dama. Qué sabe nadie, pensaba. El desierto nunca le había reprochado nada. Allí, entre coyotes y buitres, se sentía uno más, lejos del juicio de aquéllos que nunca le dieron una oportunidad. Al diablo con todos ellos.
Había oído que México era un buen lugar para hombres como él. Texas podía servir, si es que lo de México se iba al traste. En cualquier caso, Arizona ya nunca sería una opción, no después de lo de Dudleyville. Al día siguiente llegaría a Maley, y Agua Prieta quedaría a un tiro de piedra. Sólo tenía que atravesar un pequeño trecho de desierto, y ya no tendría que preocuparse por Tucson. Debía evitar la ciudad por todos los medios. La noticia ya se habría extendido. Cualquiera podría reconocerlo.
Rumiando estas ideas, Cliff contemplaba las llamas y hacía sonar su armónica, esperando que volviera a él el sueño que las últimas noches le habían negado. Por mucho que le pesaran los párpados, y por mucho que la tranquilidad del desierto invitara a ello, el sueño, simplemente, le eludía. Unos pasos lo sacaron de su fijación. El joven se levantó de un salto y desenfundó su revolver. El sonido había llegado desde unos arbustos a su derecha. Amartilló el revolver antes de hablar. Le temblaba la mano.
–¿Quién anda ahí?
Un hombre apareció entre los arbustos y caminó hasta a la hoguera. Vestía un traje negro con sombrero bombín a juego. Sus ojos eran atentos y penetrantes, sus rasgos pronunciados. Tenía un denso bigote gris y unos quevedos asegurados mediante una fina cadena de plata. Iba bien afeitado, como recién salido del barbero.
Cliff no salía de su asombro.
–¿Eres un cazarrecompensas?
El hombre miró a Lady. Su expresión era de absoluta calma, aun con un revolver apuntado a sus entrañas. Habló con una voz monótona e impasible.
–Robaste una yegua a Andrew Miller… pero eso no es lo único que le arrebataste. ¿No es cierto, Clifford?
Un leve temblor se apoderó de los labios de Cliff.
–…Yo no quería que acabara así.
El hombre le miró a los ojos.
–Pero así es como acabó, Clifford.
–Se descontroló, esas cosas pasan. No tengo la culpa de ello.
–¿No? ¿Y quién la tiene, Clifford? ¿Acaso alguien forzó tu mano?
Cliff alzó el revolver y le apuntó al pecho.
–No pienso entregarme.
El hombre acercó la mano al interior de su chaqueta.
–Sé que no lo harás…
Cliff no le dejó desenfundar. Apretó el gatillo y tumbó al hombre de un balazo. La detonación sacudió los oídos del joven. Lady se levantó de forma atropellada, rompiendo la rama a la que estaba amarrada, y huyó al galope por la llanura. El blanco y salado humo tardó unos segundos en disiparse. Jadeando, Cliff bajó el revolver y contempló el cuerpo de aquel hombre. Otro muerto a sus espaldas. Dos o una docena, qué importaba ya. Una vez cruzado ese umbral no había vuelta atrás. Caminó hasta el cuerpo y rebuscó en su ropa. No llevaba ningún arma encima, ni siquiera una derringer. Cliff comprobó el bolsillo interno de la chaqueta. Halló un papel plegado. Al abrirlo dejó salir una afilada exhalación. Era la fotografía de una familia: padre, hija mayor y niño pequeño. Cliff reconoció a los hijos: era la familia Miller. El padre y la chica sonreían, pero el niño tenía la mirada perdida. Su piel era pálida, sus ojos hundidos e inexpresivos. Era como si hubieran hecho posar a un cadáver. Cliff miró de cerca al hombre de la foto, y después al cuerpo. No se parecían en nada.
No tiene sentido, pensó. ¿Quién era ese hombre? Confuso y nervioso, Cliff arrugó la foto y la tiró a la hoguera. Salió entonces a buscar a Lady y, tras unos minutos dando vueltas por la llanura, encontró la yegua pastando unos hierbajos junto al río. Volvió al galope hasta la hoguera y la amarró de nuevo, esta vez a una rama más gruesa. No se dio cuenta mientras ataba las riendas, pero al darse la vuelta pudo comprobar que el cuerpo no estaba allí. No quedaba ningún rastro, ni una huella, ni una gota de sangre, nada. Se ha hecho el muerto, pensó. Cual conejo asustado, el joven se quedó quieto, mirando a su alrededor sin mover la cabeza. Abrió bien los oídos y esperó así, convertido en una estatua, hasta que el ulular del viento y el crepitar de la hoguera le convencieron de que nada ni nadie se movía a su alrededor. Echó un vistazo por la zona antes de sentarse.
Lady volvió a roncar, mas él no podía dormir. Alguien le observaba. Lo sentía. En más de una ocasión creyó ver un reflejo en la oscuridad, dos diminutos puntos blancos que aparecían y desaparecían a los pocos segundos. No se atrevió a comprobar su origen. Montó guardia junto a la hoguera toda la noche.
A la mañana siguiente montó a Lady y cabalgó en dirección sureste. Minutos después tiró de las riendas y se alzó sobre los estribos. Había un hombre a unos cien metros frente a él, al borde de un precipicio de arcilla roja. Iba vestido de negro, y llevaba sombrero bombín. Cliff desenfundó su revolver y comprobó las recámaras. Al alzar la vista el hombre no estaba allí. Intrigado, el joven cabalgó hasta la cima de la colina y buscó algún rastro que seguir, mas sólo encontró una fotografía. Cliff desmontó para cogerla. Su semblante se vino abajo. Era la misma foto, sólo que ahora la chica también aparecía muerta. El niño estaba peor que antes. Su carne se había retraído, marcando la forma de su cráneo. Sus ojos se habían consumido del todo. Cliff chilló espantado y tiró la fotografía.
Con la respiración disparada, el joven montó su yegua y bajó la colina al galope. Al llegar abajo tiró de las riendas y miró confuso a su alrededor. No sabía dónde estaba. No reconocía nada, ninguna colina, ninguna montaña en el horizonte. Había recorrido el desierto docenas de veces, pero ese lugar era nuevo para él. Intentó deshacer el camino y volver a la hoguera, pero el desierto se volvía más desconocido cada paso que daba. Siguió buscando en dirección oeste, ya que el río San Pedro se desplazaba de sur a norte. Cabalgó media hora sin encontrar nada. Al sureste, pensó. Si seguía en dirección sureste terminaría por llegar a algún lugar habitado, si no Maley, a cualquier otro pueblo.
Cliff cabalgó todo el día sin encontrar río o lago alguno. El hombre del bombín negro aparecía constantemente en su camino, a veces de frente, en ocasiones a los lados, pero siempre lejos de él, observando. Cliff no volvió a acercarse. Dos veces intentó huir al galope, pero tarde o temprano el hombre volvía a aparecer. El joven espoleó a Lady. Al sur, al sur sin mirar atrás, a través de dunas y montañas desnudas, recorriendo desfiladeros y llanuras. Al bajar el sol Lady cayó fulminada, empujada más allá del límite de lo razonable. Cliff cortó un pedazo de carne y siguió corriendo hasta alcanzar una formación de inmensas rocas. Juntó unas ramas y encendió una hoguera antes de que cayera sobre él la oscuridad absoluta. Vigilando nervioso a su alrededor, arrastró unos troncos secos para formar una empalizada. Pinchó la carne en un palo y la asó sin dejar de vigilar. ¿Dónde estoy?, se preguntaba. A ese ritmo ya debería haber dejado atrás el desierto. Se había quedado sin agua horas atrás. Si no encontraba un río por la mañana, no llegaría vivo a la siguiente noche.
Engulló la carne tan rápido como pudo y se colocó en guardia con el revolver encima de los troncos. Los minutos pasaron, y dos reflejos aparecieron a lo lejos. Cliff amartilló su revolver y se levantó con un pie en la empalizada.
–¡A qué esperas, ven a por mí! ¿Crees que te tengo miedo? ¡Vamos, ven a por mí, cobarde!
El doble reflejo desapareció. El joven bajó el revolver jadeando. Ocho reflejos aparecieron cerca del anterior. Cliff sintió una punzada en el corazón. Se movían. Iban hacia él. El joven se puso a cubierto y apoyó el revolver en la empalizada. Los reflejos siguieron acercándose, hasta que, incapaz de contenerse, Cliff abrió fuego sobre ellos. Descargó tres disparos antes de darse cuenta de que era una manada de coyotes. Los animales se dispersaron espantados por el atronador ruido. Cliff se alzó y rió sin saber por qué. Las risas pronto se tornaron en sollozos, y éstos en silencio. He perdido la cabeza, pensó. No había nadie allí fuera. Se lo había imaginado.
Cliff tomó asiento con la espalda en la empalizada. Tenía que dormir. Sí, ése era el problema: demasiado tiempo sin dormir. No eran más que alucinaciones. El joven se dejó caer de costado y cerró los ojos.
–¿Crees que habrá descanso para ti, Clifford?
El joven se irguió de forma apresurada, apoyándose en la empalizada. El hombre estaba de pie al otro lado de la hoguera. Cliff echó mano de su revolver, pero no estaba en su funda. Se quedó mirando al hombre con los ojos abiertos de par en par. Le pesaba todo.
–¿Qué quieres de mí? –gimoteó.
El hombre sacó un papel plegado de su chaqueta. Se acercó entonces a Cliff y se lo ofreció. Reticente, el joven tomó el papel y lo abrió. La misma fotografía otra vez. La familia Miller al completo, todos ellos muertos y putrefactos, de pie, mirando a la cámara. El hombre volvió al otro lado de la hoguera. Cliff negó con la cabeza y alzó la vista de la fotografía.
–No maté a Andrew Miller.
–No de forma directa.
–…¿Qué?
–Tras la muerte de su esposa, sus hijos eran lo único que le quedaba en el mundo. Tú se los quitaste. Él se quitó la vida.
Cliff tomó dos profundas inspiraciones y negó con fuerza.
–Ésa fue su elección. Yo no tengo la culpa de lo que pasó. ¡Fue… fue la… la…!
–¿La chica? ¿Qué hizo ella, exactamente?
–¡Nada de esto habría pasado de no ser por ella! ¡No tenía que gritar! ¡Por su culpa apareció el crío! ¡Todo es culpa suya!
–¿De verdad crees eso, Clifford?
Cliff dejó caer la fotografía con gesto derrotado. Su revolver yacía junto a él. Con un movimiento carente de energía, cogió el arma y apuntó al hombre. Éste no hizo amago alguno de apartarse. El joven apretó el gatillo, iluminando las paredes de piedra con un ensordecedor destello. El hombre cayó de espaldas con un golpe seco. Cliff se levantó y caminó hasta él. Le descargó dos disparos en la cabeza para estar seguro.
–¿Qué importa ya lo que yo crea?
Cliff desenvainó su cuchillo y lo clavó en la tierra. Puñalada tras puñalada, ahuecó el terreno y cavó una tumba. Al terminar, el sol se alzaba ya sobre el horizonte. Le dolía todo su ser. Se giró para coger el cuerpo. No estaba allí. No había nada. De pie en el interior de la tumba, Cliff se dejó caer en el borde. Pasó así lo que le pareció una eternidad, contemplando en silencio la nada que había entre él y la ya extinta hoguera. No era real. Sólo estaba en su cabeza. Cliff se alzó e intentó envainar el cuchillo. Su mano temblaba, insensible y ensangrentada con una docena de ampollas abiertas. El cuchillo se deslizó entre sus dedos y cayó al suelo, pero ya no le importaba. Tenía que llegar a México.
Echó a andar en medio de la nada, una inmensa llanura cuyo límite los ojos no alcanzaban. Al mediodía cayó derrotado con el ardiente sol sobre su cabeza, exhausto, deshidratado, perseguido por ese hombre imaginario, que le increpaba y hostigaba sin descanso. Apareció una vez más frente a él. Cliff agarró su revolver y apuntó al hombre del bombín. Al apretar el gatillo, ya no estaba allí. Su voz sonó detrás del joven.
–No puede haber descanso para ti, Clifford.
Cliff se dio la vuelta y disparó tan rápido como pudo, pero no estaba allí.
–No puedes huir por siempre, Clifford.
Volvió a girarse y volvió a disparar, pero no estaba allí.
–Sólo existe una salida, Clifford.
Cliff cayó de rodillas. No quedaba nada en él. El desierto le había dado la espalda. El hombre apareció una vez más. Cliff alzó la vista, jadeando con la espalda encorvada.
–…Yo los maté. No quería hacerlo, pero lo hice… La culpa es mía y de nadie más.
El joven tomó una afilada inspiración de aire fresco y esgrimió una breve sonrisa. Ya no le pesaba tanto el cuerpo. El hombre inclinó el ala de su bombín negro en señal de respeto. Se desvaneció en el aire como un espejismo vaporoso. Con sus últimas fuerzas, Cliff posó el revolver en su sien, y alcanzó al fin el descanso.

FIN
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Raúl Conesa
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Re: CP XV - El hombre del bombín negro

Mensaje por Raúl Conesa »

¡Qué hijo de puta!


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Ahora en serio, me encanta el salvaje oeste, y creo que no se usa lo suficiente en la literatura.

Entrando ya al texto, diría que peca de excesiva longitud, y tal vez demasiados adjetivos aquí y allá, pero no mucho más. Me cuesta un poco empatizar con un criminal, sobretodo una vez queda clara la naturaleza de su delito. ¿Es cosa mía, o la implicación es que estaba violando a la chica cuando apareció su hermano? Eso podría haberse establecido un poco más claro, pero oye, ya estoy entrando en minucias.

En el lado positivo de la balanza, aprecio mucho el tono, esa soledad tanto física como psicológica. El desierto da para mucho al contar una historia, y se abre con facilidad para meter elementos de fantasía. Me queda la duda de si el hombre es puramente imaginario, o si se trata de una especie de espíritu del desierto. Algo sobrenatural tiene que tener, si no no me explico cómo sabría que el padre de las víctimas se había suicidado. Si el protagonista no lo sabía, su subconsciente tampoco.

En general me gusta, sobretodo el tono y el ritmo. Una vez empieza no se detiene hasta el final.
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
famoso era su piquito de oro.
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Iliria
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Re: CP XV - El hombre del bombín negro

Mensaje por Iliria »

He leído poco sobre el Oeste (es un género que tengo pendiente), pero tu historia en concreto está muy bien narrada, con un ritmo adecuado que agiliza la lectura. Me ha recordado un poco a "El bandido adolescente", de Ramón J. Sender. Luego el elemento sobrenatural le ha añadido su puntito, con el misterio del hombre del bombín y la foto.
Buen trabajo, vaquero Imagen

Gracias por participar y suerte :hola:
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón :101:
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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Mister_Sogad
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Re: CP XV - El hombre del bombín negro

Mensaje por Mister_Sogad »

Interesante relato, autor/a. ¿Sabes? cosas de la vida, en otro relato comentaba que la Fantasía era un género que me había gustado mucho en otro tiempo; OK, pues resulta que algo antes incluso también me gustó la temática del Salvaje Oeste (el Far West!), pues "devoraba" novelitas de esas de indios, vaqueros, caravanas, saloons, sheriffs, forajidos,... Curioso!

Me gusta tu relato, lo que no creas es fácil a pesar de la temática, porque soy quisquilloso con los géneros y temáticas que me gustan o han gustado. Me gusta además el tema que tratas y el cómo lo tratas. No es que sea complejo pero plantas bien una serie de incógnitas para dotarlo de interés y, en cierto modo, originalidad. La idea del hombre del bombín es un acierto; en aquélla época tan "salvaje" y "desesperada" los hombres podían comportarse de modos de lo más extraños frente a lo que debía ser habitual (la violencia imperaba); y este personaje tuyo del bombín crea cierto halo de misterio entre las alucinaciones, el remordimiento o, incluso, lo sobrenatural. Y todo da que pensar , así que buen trabajo.

También he encontrado en tu relato una narración fluída y un buen uso del lenguaje. Todo un plus para leer sin problema y centrarse en lo interesante de tu historia.

Quizá, y poniéndome algo quisquilloso, hubiera preferido que los golpecitos visuales fueran más al extremo, que me transmitieran más; por ejemplo, el tema de la foto, que es una buena idea, se me ha antojado algo simple en los detalles; tal vez con una descripción más descarnada aún y una reacción del protagonista más visceral hubiera mejorado mucho, en mi humilde opinión.

Espero que saques algo constructivo de mis comentarios, que es mi intención. Mucha suerte en el concurso!! :60:
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raumat
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Re: CP XV - El hombre del bombín negro

Mensaje por raumat »

¡Qué pesado e insistente el hombre del bombín! La tabarra que le ha dado al pobre Cliff... Menos mal que al final éste ha podido descansar... :lol:
Bien escrito; la historia, entretenida hasta el final. Y con un montón de tiros (me gustan los tiros :lol: ).
Gracias al autor por compartirlo y suerte en el concurso.
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Gavalia
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Re: CP XV - El hombre del bombín negro

Mensaje por Gavalia »

Creo que es un buen trabajo, tanto por la prosa que fluye con facilidad, como por el desarrollo de la historia. Mefistófeles, espíritu, mala conciencia, o lo que sea, ataca una vez más como el personaje oscuro de "Historias para no dormir". A eso me ha recordado. Atmósfera oscura, el mal personificado en el mismo protagonista y la culpa como telón de fondo.
No es muy original, pero como punto a favor del trabajo, si he olido la pólvora y la desesperación del gañán de Cliff suicidándose en la inmensidad del desierto.
Suerte.
En paz descanses, amigo.
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rubisco
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Re: CP XV - El hombre del bombín negro

Mensaje por rubisco »

Hola, autor; hola, autora :hola: :

Nos traes un western en lo estético pero que se aleja por completo de las tramas e historias características para llevarlo a un terreno diametralmente opuesto: no hay duelos, no hay atracos, no hay persecuciones. Sólo está la angustia de Cliff, un hombre atormentado por su conciencia (que se le aparece en forma de hombre con bombín negro) hasta que su incipiente locura lo empuja a la autolisis.

La originalidad siempre da puntos y haber sabido combinar los elementos que he comentado es un buen punto de partida :eusa_clap: , sin lugar a dudas. El argumento está bien planteado, no sólo por la coherencia, sino porque mantienes el suspense de forma magistral :lista: (dudé entre si era un relato de fantasía o una ensoñación de Cliff hasta que el propio relato despeja las dudas) y acabas conduciendo al único final posible de forma que, aunque se ve venir, no deja de generar sorpresa.

Me gusta que la historia vaya al grano: no metes información innecesaria ni personajes que solo estarían de relleno, ni tampoco te lías con descripciones excesivas, recurriendo a figuras literarias muy oportunas para dotar de significado a frases bastante sencillas. Eso, la sencillez del lenguaje, también me parece muy logrado, porque el relato me ha parecido que estaba todo el tiempo narrado como si fuera una historia de acción, pero no lo era en absoluto. Y eso me parece francamente difícil de conseguir :D .

Pues no sé, es que no le encuentro nada malo :desierto: (estaba deseando poner este emoticono, coño). Y mira que tengo aquí al lado la chuleta de lo que quiero valorar, pero no se me ocurre nada. Quizás lo único es que la historia en sí no me resulta impactante, en el sentido de que no me hace pensar más allá de la cuenta en aspectos morales; pero es que eso ya hubiera sido para alcanzar matrícula de honor. (Y puedes preguntarle a mis alumnos que te dirán que el diez, conmigo, hay que ganárselo.)

Lo dicho. Que mi valoración hacia tu relato es beri jaig y que ojalá te pueda dar puntos. (Me he propuesto no pronunciarme al respecto por el momento.)

Gracias por compartirlo y mucha suerte :60: .
69
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Mister_Sogad
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Re: CP XV - El hombre del bombín negro

Mensaje por Mister_Sogad »

Vuelvo a tu relato, autor/a. ¿Y si hubieras jugado más con el miedo de tu protagonista? Ya que apostabas por lo sobrenatural, o incluso aunque no fuera tal y fuera solo fruto de la mente de Clifford, no he podido evitar imaginar lo interesante que sería añadir elementos que le dieran miedo pero sacados de la época del Salvaje Oeste en la que vivía; por lo que sea a mí eso me seduce y más porque me temo que, en mis relecturas, tu relato me ha parecido algo monótono en comparación con mi primera lectura. Pienso que las ideas buenas las tienes, y ya sabes que la ambientación del Far West me ha gustado, así que, tal vez con una trama más "onírica" o imaginativa me enganchara de modo más eficaz.

Por cierto, comento una tontería: en un momento dado, a media lectura, se me ha pasado por la cabeza que el hombre del bombín podía haber sido un detective de la Pinkerton, ¿sabes a qué me refiero?, y que en realidad no fuera solo uno, sino varios detectives que, si no me equivoco, solían vestir de modo similar y al estilo más del Este que del Oeste. Y que la intención de estos fuera tan solo que Cliff se entregara. Viéndolo desde esa perspectiva tan personal mía, y dejando de lado el tema sobrenatural, me gusta esta idea, debo estar algo "pa llá", pero pienso que viene al hilo de mi antigua afición a las novelitas del Salvaje Oeste, donde había poco de sobrenatural (auqnue alguna había) y más de explicaciones terrenales. No me hagas mucho caso... :cunao:

Suerte!!
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Isma
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Re: CP XV - El hombre del bombín negro

Mensaje por Isma »

Qué curioso, en el otro que he leído hoy el protagonista también estaba perseguido por la culpa. Me ha gustado. Vamos allá.

El tema es ese, la culpa que persigue al malhechor. Muy claro desde el principio hasta el fin. Tratamiento redondo.

El argumento es sencillo. El protagonista, en su huida, cree ver a alguien que le recuerda sus acciones pasadas. Podría ser su conciencia aunque yo no estoy tan seguro porque conoce cosas que él no podría conocer, como que Miller se suicida cuando descubre que sus hijos han sido asesinados. Quizás hubiera sido mejor que quedara claro si era una u otra.

La trama es muy interesante. Cada aparición del cobrador del frac descubre un aspecto más de su fechoría, en una especie de flashback donde lo único constante es esa fotografía que se degrada, de modo que al final entendemos la magnitud del daño y de la maldad, todo ello pese a la voz del protagonista, que se miente a sí mismo y se excusa. Cosa muy humana y que queda bien reflejada.

Las formas son mejorables. Sobre todo al principio, donde hay exceso de información y de adjetivos, también alguna rima suelta, pensamientos que podrían acotarse y cosas así. Nada terrible. Prevalece el flujo narrativo y me parece una buena historia.

¡Suerte!
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Megan
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Re: CP XV - El hombre del bombín negro

Mensaje por Megan »

Autor/a, me gustó tu relato.
La trama es buena, un hombre perseguido por la culpa, que se le aparece en forma de un extraño. Él lo mata, como si intentara, con ese fogonazo, olvidar lo que ha hecho. Pero no lo logra, la culpa no lo deja en paz y termina con su propia vida.
Es un texto redondo, tiene un comienzo, en que el protagonista piensa en lo que pasó en los últimos días y qué puede hacer ahora. Después la aparición de la culpa que lo sigue y por último un final que era lo único que le quedaba por hacer.
Me gusta la prosa, me parece muy bien tratado como piensa el personaje y el sacudón que le significa la aparición del extraño.
Para finalizar, no es el tipo de género que más me gusta, pero no puedo dejar de decirte, autor/a, que vas a estar alto en mis puntajes.

Mucha suerte y gracias por compartirlo :D
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Re: CP XV - El hombre del bombín negro

Mensaje por Jarg »

Ya sabía yo que habría una del oeste en este concurso :alegria:

Muy buen relato, autor/a. Me ha gustado mucho, y no me extraña ver que la opinión general del foro es buena.

Como estilo, perfecto, con nada o, si acaso, muy poco que cambiar. La narración y las descripciones están lo bastante cuidadas como para meterte en el contexto pero sin ser demasiado recargadas. Se nota que ha habido detrás una buena revisión y una escritura metódica. Además, los diálogos están bien hechos. Cuando se escribe un western en un idioma distinto al inglés, es difícil hacer diálogos realistas sin caer en los tópicos de las películas que hemos visto mil veces. Tú lo consigues, así que enhorabuena.

El tema en sí también está bien escogido. La culpabilidad que persigue a nuestro protagonista, y además lo hace bajo la forma de un misterioso hombre de bombín negro. Justo hoy he escrito en el comentario a otro relato que es un tema que, en mi opinión, no se trata lo suficiente en la literatura. Pues en este concurso dos veces, toma ya. Es cierto que el suicidio del final es previsible, pero aun así es un buen modo de cerrar el relato, haciendo referencia al sueño que llevaba días sin poder conciliar.

En fin, autor/a, enhorabuena de nuevo por el relato. Está entre mis preferidos de este concurso.

P.D.: Puestos a mencionar algo (ya por puro vicio), diré que me ha hecho sonreír el "Maldita sea mi estampa". Me ha parecido una expresión muy española para un western. Pero bueno, quién nos dice que Cliff no tenía como segundo apellido "Gómez" :cunao:
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ACLIAMANTA
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Re: CP XV - El hombre del bombín negro

Mensaje por ACLIAMANTA »

De acuerdo en que la historia es buena y que está muy bien contada, además de que mantiene enganchado al lector durante todo el relato. También en que hay exceso de adjetivos y agregaría que la introducción, además de larga se hace cansona con esas frases tan cortas y tanto adjetivo.

Ah! Y eso de que Cliff violó a la chica no lo vi por ninguna parte (si es porque gritó pues no sé, para mí que una chica no sólo grita porque la estén violando)

Me gustó. ¡Suerte, autor!
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XV - El hombre del bombín negro

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Un buen relato, me gusta bastante. Ocurre un poco como con el del (falso) cura: suponen un aire fresco por haber conseguido sendos autores transportarnos a los lectores al lejano oeste. Todo lo que sea sacarnos de la cotidianidad o llevarnos a mundos poco transitados suele suponer un acierto.

Coincido con los compañeros que han remarcado la sobreadjetivación (apagado crepitar, brillante círculo naranja, azulado páramo, pálida luz, ronquido entrecortado, vieja melodía...), que se da más bien al principio del relato. Cuando el autor coge confianza en el tono, parece que se olvida un poco de apellidar cada sustantivo y por tanto corrige un tanto esa tendencia.

Como es algo que he visto en otros relatos, y por si a alguien le sirve mi pobre experiencia (consejos doy que para mí no tengo), diré que es algo muuuy habitual durante los primeros renglones de los textos. Cogemos el folio en blanco y no sabemos bien dónde enfocar. La historia está en la cabeza, pero falta saber por dónde arrancar, quien es el narrador, ajustar las lentes... y empezamos a meter adjetivos y palabras rimbombantes, cuantas más mejor.

A mí me sucede siempre. Cuando llevo medio folio o veo que la historia avanza, vuelvo atrás. Al día siguiente vuelvo atrás. Por la tarde empiezo de nuevo, limo, quito, cambio, corrijo. Los adjetivos están muy bien, pero hay que medirlos para que parezcan que no están, y que, cuando estén, sea porque realmente hace falta que estén.

Ejem... mega rollo soltado. Me permito además otra licencia: con varias relecturas del propio autor, estoy convencido de que llegaría a la misma conclusión, por lo que me inclino a pensar que cuasi lo escribió del tirón (lo que por otra parte sería alucinante, porque el resultado es realmente bueno).

Quería añadir un par de cosillas más pero son anecdóticas. Creo haber leído que el prota dispara y se forma una nube salada (edito, porque he encontrado la oración: El blanco y salado humo tardó unos segundos en disiparse.) y, si te estás refiriendo al sabor de la pólvora, ciertamente no me parece la mejor definición.

La otra cosilla sin importancia era la muerte del caballo. El prota ha de tenerle un cariño especial por todo lo que llevan trotado juntos y la tiene bautizada como Lady, perfecto. Pero la matas con mucha rapidez, sin que se atisbe dolor en el prota cuando cae desplomada y, para más inri, aprovecha para cortar un trozo de carne para la cena... Al bajar el sol Lady cayó fulminada, empujada más allá del límite de lo razonable. Cliff cortó un pedazo de carne y siguió corriendo hasta alcanzar una formación de inmensas rocas. Aquí faltan lágrimas, sin duda.

Anecdótico, pero quería señalarlo porque me llamó la atención.

En cuanto al meollo, me asalta una duda: nos dices que el prota tiene un largo historial a sus espaldas porque se ha ido buscando la vida haciendo el mal pero, el hombre del bombín le recuerda una y otra vez el episodio con la familia Miller. ¿Por qué? ¿Fueron más terribles esos asesinatos que otros que hubiera cometido en otro momento? ¿Porque había niños por medio? No se nos dice que en sus otras tropelías no hubiera acabado con menores... ¿La familia Miller, desde el más allá, les manda al hombre del bombín? ¿Tienen más recursos que otros espíritus? Si luego resulta que el del bombín está solo en la imaginación de Cliff (que no lo sé, ambas cosas me valdrían), ¿por qué solo le recuerda los Miller, no tiene remordimientos de los otros asesinatos?

El relato me gusta bastante tirando a bastante-mucho: me gusta lo que me cuenta, aunque no tanto cómo lo cuentas, habría que pulirlo un poquito. Y si solucionamos el nudito argumental arriba expuesto, aún mejor.

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Tolomew Dewhust
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Re: CP XV - El hombre del bombín negro

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Aaaaahggghg... ¡se me pasaba! El final del relato:

El hombre inclinó el ala de su bombín negro en señal de respeto. Esto es de quitarse el sombrero, chino para ti, :chino:.

Con sus últimas fuerzas, Cliff posó el revolver en su sien, y alcanzó al fin el descanso.


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konchyp
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Re: CP XV - El hombre del bombín negro

Mensaje por konchyp »

Hola autor :hola:

Pues parece que el hombre del bombín se está haciendo famoso, pero no por él sino por el autor y su forma de introducirlo en un relato muy adictivo, en un entorno que me seduce bastante y con una trama que engancha. Se lee fácilmente hasta el final y deja, a pesar de todo, un buen sabor de boca.

Me gusta: la temática, no leeo mucho del Lejano Oeste, pero es algo que siempre me ha atraído. Pocos personajes, pero bien definidos. La idea de la conciencia que hace que lo lleve hasta sus limites creo que es un acierto. El hombre del bombín en principio me parecía un poco estereotipado, pero viendo algunos comentarios es verdad que gana fuerza y me trae a la mente personajes tipo el Señor Smith de Matrix, aunque desde otra perspectiva claro.

No me gusta: Que hacia el final del relato se me queda un poco repetitivo y circular y te ves venir la decadencia de Cliff con bastante antelación. Me cuesta entender ese remordimiento tan intenso por la familia Miller en particular, quizás existe alguna conexión más fuerte entre Cliff y los Miller que nos estamos perdiendo y esto hubiera explicado que pese más en su consciencia que los otros asesinatos.

Creo que el relato en sí es original, sencillo pero muy resultón. He disfrutado con la lectura y he conseguido meterme en ese desierto desolado junto con Cliff. Coincido con Tolo en que hace falta algo más de lágrimas por Lady. Ayer precisamente vi "The Revenant" con Leonardo Di Caprio y la escena del caballo muerto me trajo a la mente este relato. En la película, hay un momento en el que "Glass" (Leo Di Caprio) muestra de una forma sutil pero convincente sus respetos hacia ese caballo. Un simple gesto y eso que él también utilizó al caballo para su beneficio (protegerse del tiempo) Pequeños detalles, nada más.

Agradezco tu participación en el concurso y espero que caigan algunos puntillos por aquí. Te deseo suerte!

Gracias por compartirlo.
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