CO20 - Fuego blanco - Mister Sogad

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CO20 - Fuego blanco - Mister Sogad

Mensaje por lucia »

FUEGO BLANCO
A través de los cristales podía ver cómo la nieve se iba acumulando mientras se desarrollaba la tormenta. Era noche cerrada pero la iluminación amarillenta de la mansión Tomlison proyectaba una luz tenue en el manto blanco. Le dolía la cabeza, llevaba allí casi dos días y no había logrado nada. Según la información que había reunido, en aquél lugar debería haber actividad paranormal de manera regular. Sin embargo, tan solo había podido constatar movimientos por el rabillo del ojo, ruidos procedentes de sitios vacíos y sensaciones de vértigo; todo de lo más natural en un lugar antiguo y con la predisposición psicológica que él mismo tenía.
Entonces vio algo, una figura de color claro allí abajo, sobre la nieve. Parecía una mujer ataviada con un vestido. A pesar de estar en un primer piso todo le parecía muy borroso. Trató de enfocar la visión para poder ver mejor a través de los copos que caían. Tardó un momento en recordar que debía sacar alguna imagen de aquello, aunque no saliera nítida, lo importante era constatar el hecho aunque luego lo descartara. Con rapidez buscó la Polaroid, se acercó al cristal de nuevo y enfocó al exterior. Ya no estaba. Dejó escapar una palabrota.
Era frustrante, su intención para aquél viaje era demostrar que lo paranormal no era fruto de construcciones en la mente de gente propensa a creer en fantasías, como se esforzaban en imponer en la universidad, sino algo tangible, real. Él mismo había sido testigo de la veracidad de la existencia del más allá gracias a una de las experiencias más intensas de su vida. Aún recordaba el suceso con todo detalle, cómo aquél hombre mayor aparecía de pie ante él, atravesando un enorme tonel de madera, con la cabeza gacha. El recuerdo le ponía los pelos de punta pues, tras un tiempo que le había parecido eterno, le había mirado directamente, había abierto la boca como para decirle algo, pero luego se había girado confuso y regresado por donde había venido, atravesando barril y muro de piedra. Ojalá no hubiera permanecido paralizado todo el tiempo y hubiera podido lograr alguna prueba, lo que fuera. Al menos aquello le había abierto los ojos, lo había hecho cambiar. Ahora sabía la verdad. Por eso llevaba la Polaroid y la Canon cargada siempre con un rollo, así como la grabadora, un paquete de cintas y los elementos detonantes; objetos que, en teoría, podrían hacer que un espíritu o entidad realizaran su aparición.
Volvió a sentarse frente al escritorio para repasar, una vez más, sus notas. Aquella mansión era antigua, pero no había pertenecido a la familia Tomlison hasta hacía veintitrés años. Un empresario noruego había decidido instalarse allí, en las Highlands escocesas, para complacer a su mujer que se había criado cerca. Desde el principio las cosas no habían salido del todo bien, el edificio había necesitado muchas reparaciones, así como el resto de construcciones de la propiedad, como las cuadras, los jardines, el vallado o el embarcadero que daba al lago. Había sido un gasto enorme y, según parecía, había desgastado la relación del matrimonio hasta que habían nacido sus hijas. Las niñas, gemelas, debieron haber llenado el lugar de alegría y juegos. Fruto de los cuales habría llegado la desgracia. Por lo que se decía ambas habían caído al lago en una de sus correrías, cuando contaban con diez años. El agua estaba casi congelada y costó encontrarlas, cuando las sacaron una había perecido y a la otra tuvieron que amputarle una pierna tras estar al borde de la muerte. Aquello había sumido al matrimonio en el humor más sombrío y los había alejado. El señor de la casa se centró en su trabajo y se encontraba ausente casi todo el año, viajando de un lugar a otro, mientras su mujer se quedaba encerrada empeñada en realizar tareas artísticas, ya sea pintura al óleo, escultura o ganchillo. En cuanto a la niña, se había convertido en una persona taciturna, solitaria y silenciosa.
Él no había conocido al hombre, y apenas había visto a la mujer cuando se presentó en la mansión. La niña, ahora una adolescente de dieciséis años, le había causado cierto impacto, por lo sombrío de su expresión, los ojos grises, el recio bastón y la pierna de madera. Nada más verla tuvo como una sensación, algo en su interior le decía que su hermana perdida no podía estar lejos. Y era esta última la que lo había llevado allí, por las habladurías y leyendas que rodeaban a un buen número de sucesos conectados con la aparición del espíritu de una chica.
En la casa había servicio, un ama de llaves, un par de doncellas y un chófer. Por lo que sabía antes también había jardinero y cocinera; y todos esos puestos habían cambiado de manos más a menudo de lo habitual. Una criada asustada que huía por aquí, un jardinero que desaparecía por allá, y varias muertes sin sentido, tanto entre los empleados como entre los vecinos de alrededor.
Cerró su cuaderno de notas con un soplido y se masajeó las sienes. Un ruido rítmico empezó a acercarse a su dormitorio. Era un golpeteo con cierta cadencia. Debía ser Elisabeth y, por alguna razón, le entró cierto temor. La muchacha lisiada solía pasear de un lado a otro de la gran casona, a paso lento. Quizá se había desvelado. El ruido de su andar producía cierta reverberación en un lugar tan grande y espacioso. Si se prestaba atención no solo se podía escuchar el bastón con su punta de caucho sino también el leve sonido de madera de la prótesis.
Los golpes se fueron acercando poco a poco y se detuvieron a la altura de la puerta del cuarto. Manteniendo la respiración esperó una llamada que no se produjo. El tiempo pasaba y se dio cuenta que se encontraba sudando. Era una tontería, <<tal vez no se ha dirigido hacía aquí>>. Pero dudaba, creía escuchar una respiración en el pasillo, demasiado cerca. Se levantó despacio de la silla decidido a abrir la puerta, pero se quedó paralizado a medio camino. El golpeteo se había reanudado en ese instante.
Con cierta tensión sus oídos trataron de percibir el lógico alejamiento, pero no parecía que los golpes se atenuaran. Todos parecían del mismo tono, como si se hicieran en el mismo sitio. Tragó saliva. No tenía ganas de enfrentar los ojos de aquella muchacha y, mucho menos, si estaba simplemente parada golpeando el suelo frente a su dormitorio.
Al fin salió de su quietud y se acercó. Justo cuando tocó el pomo el sonido se detuvo. El vello de la nuca se le erizó esperando la respiración al otro lado. Pero solo obtuvo silencio, un silencio que lo puso aún más nervioso. Una risita a su espalda le hizo sobresaltarse. Se giró con rapidez, pero no había nadie. Se quitó las gafas y se restregó los ojos. Pensó cómo narrar aquello en sus notas. Cuando volvió a colocarse las gafas la visión sobre la silla le hizo lanzar un exabrupto.
Elisabeth se encontraba sentada frente a él, sonriendo y mirándole divertida. Sobre su regazo tenía abierto el cuaderno de notas. Un largo camisón blanco la hacía destacar y dejaba entrever sus pies descalzos. No había prótesis. No era Elisabeth.
—¿Crees que arde bien la madera noruega? —dijo la chica con voz suave.
La pregunta quedó en el aire. No podía moverse, su cuerpo era incapaz de reaccionar. Su mente, sin embargo, parecía un torbellino de ideas, de cosas sin sentido hasta que pudo aferrarse a algo. Aquella aparición era muy nítida, muy consistente, era… era perfecta, debía sacar una foto, grabar su voz. Pero siguió sin moverse del sitio.
—¿Eres Helena? —logró articular con voz ronca.
—Soy Lena, sí —contestó tratando de imitar su voz.
De inmediato la muchacha empezó a reír, quizá por su ocurrencia. De algún modo eso hizo que la atmósfera se hiciera más agradable y sintió que por fin podía moverse. Soltó un ruidoso suspiro de alivio que hizo que Lena cambiara su expresión a una de extrema seriedad. Tragó saliva, ahora se parecía mucho más a su sombría hermana. A pesar del escalofrío que eso le produjo se acercó a la cama para coger la Polaroid, no podía perder aquella oportunidad.
No dejó en ningún momento de echar vistazos rápidos al espíritu, no quería que desapareciera, todavía no. Ella, sin embargo, no hizo amago de levantarse de la silla, tan solo alargó el brazo para devolver el cuaderno al escritorio. Cuando agarró la cámara la colocó con celeridad en su posición y miró a través del visor. La silla estaba vacía. Por un segundo no supo qué hacer, pero entonces percibió algo por el rabillo del ojo. No lo pensó y girando en aquella dirección le dio al disparador. El sonido de la cámara mientras se iniciaba el proceso de plasmar la imagen lo llenó de cierto alivio.
Lena se había movido hasta colocarse junto a la ventana. Se le ocurrió que debería hacer otra foto o hacerla hablar, coger la grabadora y… La muchacha entonces tocó ligeramente el cristal, lo miró y empezó a andar hacia él. Sintió ganas de huir sin saber bien por qué, pero aguantó en la misma posición. Cuando la chica llegó a su altura no se detuvo, simplemente lo atravesó.
Le impactaron el vértigo y el frío que lo inundaron. De hecho, notó pinchazos de dolor como cuando las manos se congelaban tras tocar el hielo. Su visión también pareció oscurecerse. Todo aquello debió durar un instante, pero fue muy intenso. A su espalda la puerta se cerró con fuerza y eso lo sacó del trance. Un temblor incontrolado se apoderó de sus miembros. La Polaroid cayó de sus manos y se apresuró a recogerla.
Junto a la cámara también agarró la foto, casi la había olvidado. La imagen estaba ya casi completa, apenas quedaba rastro del típico color gris y parecía que había tenido suerte, pues la escena no era borrosa. Con la ventana de fondo se podía ver a la joven sonriendo lánguidamente, la mano derecha parecía a punto de acariciar el cristal, mientras con la izquierda agarraba un bastón. Aquella parecía “una” Elisabeth. Apretó los dientes. La prueba no serviría de nada. Él necesitaba una Lena.
Por el pasillo comenzó a oírse el rítmico golpeteo de nuevo. Enfadado abrió la puerta con gesto brusco y se asomó. La muchacha se encontraba en el otro ala del edificio, avanzaba hacia la escalera con una linterna iluminando su camino. Con largas zancadas se acercó a ella. La chica se detuvo al verlo, parecía alarmada. Cuando estuvo a un par de pasos la miró ceñudo. Seguía embargado de ira. La expresión femenina lo hizo reconsiderar su actitud, pero no detuvo su mano. Le agarró el hombro y la sorpresa le hizo abrir mucho los ojos. No la había atravesado.
Elisabeth simplemente le empujó con la linterna para que la soltara. Luego lo miró enfadada. Él no supo bien qué decir, murmuró una leve disculpa y se rascó detrás de la oreja. El sonido de alguien que parecía correr bajando las cercanas escaleras los dejó a ambos petrificados. El hueco era todo oscuridad, de hecho, las únicas luces en el interior del edificio debían ser la linterna y la luz que escapaba del vano de la puerta de su dormitorio.
No se lo pensó demasiado, regresó sobre sus pasos para agarrar la chaqueta, una linterna y la Canon, pues tenía un mejor flash que la Polaroid para fotos nocturnas, aunque no podría ver las fotos hasta su revelado. Salió de la habitación como un vendaval y bajó las escaleras con rapidez, dejando atrás a una curiosa Elisabeth.
Si el fantasma quería jugar él lo aprovecharía. Salió al exterior y el frío lo golpeó. La nevada seguía siendo copiosa. Y quizá eso pudiera favorecerle si se daba prisa, pues sobre el manto blanco pudo ver una serie de pisadas recientes. La luz de la fachada de la mansión no dejaba ver muy lejos pero parecían dirigirse a la izquierda. Encendió la linterna y se internó en la noche.
Avanzaba despacio pues sus botas se hundían varios centímetros en la nieve. Tras varios minutos estaba seguro que las pisadas describían un amplio zigzag, lo que lo alteró y le hizo refunfuñar. A punto estuvo de dar la vuelta varias veces, pero siempre que parecía decidirse percibía sonido de avance por delante de él, muy cerca, y reanudaba la marcha. Había encontrado algo, algo importante, no una simple fantasía. No lo dejaría escapar.
Tras varias horas la tormenta cesó y el alba lo sorprendió apoyado en un árbol. Estaba cansado, aterido y le dolía la cabeza. Por dos veces Lena se había dejado ver y lo había alentado a seguirla. Apenas había podido disparar la cámara un puñado de veces y estaba seguro que no había sido lo suficientemente rápido. Por otro lado, sospechaba que habían entrado y salido de la propiedad en varias ocasiones, tal vez con afán de que se perdiera. Pero ese punto no le preocupaba, había estudiado bien los alrededores y podría situarse una vez se hiciera de día y pudiera mirar alrededor.
Ahora debía estar en el bosquecillo de la zona más septentrional. Reanudó la marcha y al salir de entre los árboles se topó con el lago. Entonces había acertado con su suposición, más o menos. Decidido escudriñó en busca de la lejana mansión, pero se había levantado una bruma densa sobre la superficie del agua y lo máximo que pudo descubrir fue un pedazo del embarcadero, a una decena de metros de donde estaba. Al borde, de cara al lago, descubrió a Lena. Sentada, con las piernas colgando, chapoteaba con sus pies en el agua helada. Parecía divertirse, creyó escuchar una risa queda. Con rapidez sacó varias instantáneas antes de que lo descubriera. Pero no pareció darse cuenta, lo que le animó a acercarse. Las fotografías solo mostrarían una muchacha jugando en un lago, no se le vería bien la cara.
Sus pasos resonaron sobre la madera y la joven detuvo su juego. Por un momento temió que desapareciera, incluso se la imaginó lanzándose al agua. Pero le dejó acercarse. Sin saber bien por qué se arrodilló a su lado, a tan solo un metro. Si alargaba el brazo podría…
—Lo intentamos, ¿sabes? —se dejó oír la voz de Lena.
—¿El qué? —musitó con su mano congelada en el aire, apenas dos pulgadas la separaban de la tela del camisón femenino.
—Quemar la pierna —le dijo mirándolo fijamente.
Se sintió confuso por un momento. Dejó caer el brazo y acarició la Canon nervioso. La chica suspiró con suficiencia, se levantó y, agarrando el camisón, lo subió por encima de las rodillas. Ante sus ojos la pierna izquierda cambió de pálida piel a madera ennegrecida. Abrió mucho los ojos ante aquello y de inmediato sintió un fuerte dolor en su propia pierna.
Quiso gritar, golpear su rodilla, girar por el suelo. Pero estaba paralizado, solo pudo elevar el rostro hacia la joven. Esta no lo miraba, sus ojos se giraban hacia el lago mientras seguía hablando.
—Papá tan solo la hizo cambiar por otra. Luego la quemamos dos veces más y sucedió lo mismo. Así que pensamos que podíamos probar con la buena.
Al acabar la frase volvió los ojos hacia él y el dolor saltó a la otra pierna. Ahora la muchacha le mostraba la derecha, donde apareció una horrible cicatriz que recorría la tibia hasta más allá de la rodilla. Horrorizado cerró los ojos y pudo por fin gritar, el dolor se intensificó y creyó que lo envolvía una luz blanca que lo cegaba.
Tardó en dejar de sentir que se quemaba. Cuando abrió los ojos nada parecía haber cambiado. La muchacha lo miraba de pie, frente a él. Alargó una mano y le acarició la cabeza. Luego dejó caer el bastón y lo empujó con ambas manos por el borde del embarcadero.
Se hundió en el agua con un fuerte golpe. Sintió como si miles de alfileres lo atravesaran en cuanto el frío le caló hasta los huesos. Por un instante su mente le jugó una mala pasada, pues pensó que así las llamas que lo habían envuelto hacía tan solo un instante se apagarían. Ese pensamiento le hizo actuar con demasiada lentitud. Cuando se dio cuenta la superficie ya se había alejado un par de metros. Entró en pánico, trató de bracear pero la ropa le estorbaba, los pulmones comenzaron a dolerle y no lograba sentir las piernas. De algún modo pudo desembarazarse de la chaqueta y eso aceleró sus movimientos. Ya no le quedaba aire, tragó bastante agua pero por fin pudo salir a flote.
No logró respirar hasta que un ataque de tos le hizo expulsar el líquido de sus pulmones. Inmediatamente dio varias bocanadas. Luego miró con desesperación alrededor, el embarcadero no estaba lejos pero se dio cuenta que no llegaría y mucho menos podría subir por él. El frío que sentía lo ahogaba, como si lo estrujara en un fuerte abrazo. La cabeza le dolía y sentía que iba a explotar. Jadeó lleno de miedo.
Entre la bruma vio aparecer varios peñascos, cerca. La orilla. La adrenalina lo inundó y nadó hacia allí lo mejor que pudo. Se hundió un par de veces tras sentir sendos calambres. Finalmente, sin saber bien cómo, pronto se vio echado sobre un suelo de barro y guijarros. El cansancio lo atrapó y cerró los ojos un momento. Tenía que descansar, solo un poco.
Cuando regresó a la realidad el pánico volvió a apoderarse de su pensamiento. Tenía que entrar en calor, secarse, tenía que… Con un tremendo esfuerzo se arrastró hasta llegar al linde del bosque, que estaba más cerca de lo que había pensado. Se detuvo nuevamente, reunió fuerzas y se levantó. Tropezando llegó hasta un enorme árbol con el tronco hueco. Tenía forma de una cueva muy pequeña pero pensó que podría resultar un lugar cálido. Se dejó caer en el interior y se acomodó sentándose de cara a la abertura del exterior. Solo podía estar allí un momento, hasta que su cuerpo reaccionara de nuevo. Solo un momento.
Abrió los ojos al sentir una presencia a su lado. Lena, con su camisón blanco, el cabello rubio y los ojos grises; se sujetaba las rodillas con ambos brazos de manera que no podía ver su boca mientras hablaba.
—A mamá no le importó lo de la pierna. Tampoco es que nos hiciera mucho caso antes —lo dijo girando tan solo las pupilas hacia él.
De nuevo se sintió confuso, notaba la mente abotagada. Pero algo se abrió paso en su pensamiento.
—¿Por qué lo has hecho? —soltó con un graznido.
—¿Yo? —la muchacha presentó entonces un rostro de pura inocencia.
—Sí, tú. Tú me…
Algo le hizo sospechar en ese instante. Levantó el brazo y dirigió su mano a la chica. Sus dedos simplemente atravesaron el cuerpo. La verdad lo golpeó. Miró hacia afuera y vio a Elisabeth con su bastón. Le sonreía. Luego se giró y se adentró en la arboleda.
—Tiene que volver o cogerá una pulmonía. Otra vez —la voz de Lena sonó dulce.
—No lo entiendo yo solo… yo…
—Nos gusta jugar. Estamos muy solas aquí, ¿sabes?
Por un momento le embargó la ira, pero luego su cabeza comenzó a dar vueltas a un puñado de ideas. Su mano buscó a tientas la grabadora, debía estar en el bolsillo de la chaqueta… Recordó que la chaqueta estaba en el lago, con la grabadora y la cámara. Resopló pero no desesperó, aún podría apuntarlo todo en el cuaderno. Solo tenía que hacer preguntas, buscar respuestas. Trató de reordenar sus pensamientos. Miró a la muchacha y se decidió.
—¿Entonces no puedes tocar nada? ¿Cómo abriste y cerraste mi puerta? ¿Cómo agarraste mi cuaderno?
—Yo no toqué la puerta. ¿Acaso me viste? —dijo con tono divertido.
—¿Y el cuaderno?
Lena levantó una mano y le enseñó que sostenía el cuaderno, luego éste desapareció poco a poco. Su mirada de estupor hizo reír a la muchacha a carcajadas. Pero ella no lo entendía, aquello era un golpe para sus convicciones. <<¿Acaso era verdad que todo era fruto de su mente? ¿Un juego psicológico?>>.
—¡No! —gritó sobresaltando a la chica—. Esto es real. ¡Tú eres real!
Entonces la imagen de Lena vaciló, pareció perder nitidez. Ante sus ojos la joven cambió su forma a la de una niña de diez u once años que llevaba un vestido azul cielo; y comenzó a sollozar.
Esta vez la sorpresa le duró poco porque en su fuero interno se dio cuenta que aquello era un pequeño triunfo. Nunca había visto imágenes de las niñas cuando les sucedió la tragedia. Así que aquella pequeña no podía ser fruto de su mente. Tal vez hubiera algo psicológico en todo aquello, pero también era real. Algunas dudas a su argumento trataron de materializarse en su cabeza pero las aplastó sin piedad.
Sin poder evitarlo una amplia sonrisa se dibujó en sus labios. Lena lo miró entre lágrimas y dejó de llorar de inmediato. Con ojos cargados de rabia le dijo:
—Ya no quiero jugar contigo. No queremos jugar contigo. Cuando vengan a por ti no los detendré.
—¿Cómo podrías? Espera, claro, ¿jugarás con ellos? ¿Con sus mentes? —la interrogaba realmente interesado.
—¿Jugar? Con ellos no puedo —lo miraba confusa.
Se hizo el silencio entre ambos. Por alguna razón él empezó a sentir temor. La niña estuvo un rato pensativa hasta que se le iluminó el rostro y volvió a cambiar a la forma de una muchacha. Luego lo miró mostrando una inquietante sonrisa.
—Tú no los conoces. No sabes nada.
En una de sus manos aparecieron las gafas de él, las miró un momento y se las ofreció. Él se tocó automáticamente la cara. No las llevaba. No se había dado cuenta. <<¿Cómo es posible?>>. Sin ellas apenas podía ver nada.
—¿Cómo? ¿Dónde están?
La chica señaló fuera del árbol, al lugar donde debía estar el lago.
—No es posible, no puedo ver sin ellas. No es…
—Ya no las necesitas —murmuró Lena antes de desaparecer ante sus ojos.

FIN
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Raúl Conesa
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Re: CO20 - Fuego blanco

Mensaje por Raúl Conesa »

Me quedan tantas cuestiones con este relato... No termino de entender el asunto de las hermanas. ¿Murieron las dos? ¿Murió sólo Helena, y Elisabeth colabora con el fantasma de su hermana? ¿Murió sólo Helena y puede manifestarse con la forma que ella quiera? ¿Qué es lo que pasó con las piernas? ¿Por qué mata/n al reportero? ¿A quién se refiere Helena cuando dice "Cuando vengan a por ti no los detendré"? ¿Hay otros fantasmas? ¿Soy yo el que está muy denso, o le pasa a alguien más? Necesito ver otras opiniones y teorías, porque no me aclaro yo solo.
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
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raumat
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Re: CO20 - Fuego blanco

Mensaje por raumat »

Sí que parece que hay algunas cosas un pelín complicadillas de descifrar, sí... :meditando:
Yo diría que sólo muere Helena. Y su espíritu (Lena), juguetón pero malvado, es el que se encarga de atormentar y hacer tantas perrerías al protagonista.
Eso de cuando vengan a por ti no los detendré... pues no sé... :cunao:
Y el protagonista... ¿muere al final?... Es posible, sí... :meditando:
Claro que como mi capacidad detectivesca raya en el cero absoluto, seguro que no me he enterado de nada... :mrgreen:
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Raúl Conesa
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Re: CO20 - Fuego blanco

Mensaje por Raúl Conesa »

raumat escribió: 28 Oct 2020 11:42Y el protagonista... ¿muere al final?... Es posible, sí... :meditando:
Esa parte creo que está fácil: no necesita sus gafas porque ya está muerto.
Era él un pretencioso autorcillo,
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Jarg
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Re: CO20 - Fuego blanco

Mensaje por Jarg »

Autor/a, nos has traído una historia interesante que combina elementos clásicos de las historias de fantasmas con otros algo menos tradicionales, todo alrededor de un experto en lo paranormal que busca demostrar la existencia de los espíritus y de una mansión con oscuro pasado en las Highlands escocesas.

Está claro que el autor tiene ya bastante experiencia narrando historias. La estructura está cuidada y desde el primer momento nos presenta un protagonista, un objetivo y un obstáculo. El recuerdo de su primera experiencia paranormal nos hace entender lo importante que es para él conseguir una foto o grabación de un fantasma. Durante la narración he tenido algunos momentos de sensaciones encontradas, pues hay partes que me han parecido muy originales y otras que ya han sido muy usadas en los cuentos de fantasmas (sobre todo su primer encuentro con Lena). Después de eso, a partir de la persecución en el bosque y la conversación en el lago, se pone todo bastante interesante, y la descripción de la caída en el lago, con el frío y la pesadez del agua te hace meterte en la escena completamente.

El estilo me ha parecido muy correcto y fluido. Quizás un poco más de lirismo le habría venido bien para meternos más en situación, pero eso no es bueno ni malo, es sólo una elección de cada autor/a. Coincido con otros comentarios en que hay partes un tanto "ambiguas" en las que no queda claro lo que pasa, si está hablando con Elisabeth o con Lena, pero no creo que eso sea un defecto del relato, sino más bien lo contrario. Me parece muy adecuado que el desarrollo nos cree una cierta confusión, pues así nos mete más en el personaje, que a su vez no sabía bien lo que estaba ocurriendo. Lo que a mí me ha parecido entender (igual me equivoco) es que Lena y Elisabeth han seguido en contacto, la una como fantasma y la otra viva, y que se divierten jugando con los habitantes de la casa (lo que explicaría la desaparición de algún jardinero o criada). Cuando el protagonista llega al lago, encuentra a Elisabeth, que es la que lo empuja y hace que se ahogue (Lena no puede tocar o empujar). Lo único, el final se me ha hecho un poco brusco. No cambiaría el final en sí, sólo le añadiría alguna frase describiendo lo que el protagonista piensa o siente ante la revelación que le hace Lena.

En fin, que el relato se adapta muy bien al concurso y se lee igual de bien. Las únicas dos pegas que le pondría son el final un poco brusco que ya he mencionado y el no haber aprovechado más el misterioso entorno de las Highlands, que, en mi opinión, da mucho juego para este tipo de historias. De cualquier forma, se te ha quedado una historia muy redonda, autor/a, así que enhorabuena y buena suerte :60:
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Mister_Sogad
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Re: CO20 - Fuego blanco

Mensaje por Mister_Sogad »

- Dicen que las apariciones pueden ser cosa de la mente del que las ve o bien algo que existe de verdad. A mi mente viene una anécdota que de vez en cuando me cuenta mi madre sobre un hombre que se le aparecía, ella cree que era muy real, pero también es cierto que le ocurrió en un momento en que podía ser vulnerable a que fuera cosa de su mente.

Tu idea me gusta, no es muy original, pero al menos, y como voy viendo tras leer unos cuantos relatos antes que el tuyo, añades elementos que le dan cierta ambientación al texto. No sé, me ha gustado tropezarme con una Polaroid o que haya una total ausencia de teléfonos móviles. Por otro lado, me resulta atractivo lo que tu protagonista plantea, es decir, quiere demostrar que existen los fantasmas y no son cosa de algún tema psicológico; pero más atractivo me resulta que en tu relato tampoco aclaras tú si es algo real o no. Porque cuando he acabado el texto me he preguntado si la hermana viva tan solo es malvada y lo demás es cosa de la mente de tu protagonista o si realmente aparece el fantasma de la hermana muerta, y sea o no tu intención esa dicotomía me ha gustado. El que juegues con dos hermanas gemelas que a su vez parecen jugar con tu protagonista me parece también buena idea, aunque en algún punto creo que me he sentido algo confuso sobre quién era quién en cada momento, a ese respecto quizá deberías haber tenido algo más de cuidado en clarificar; aunque tampoco tengo claro cómo lo hubiera solucionado yo si lo que querías era liar a tu prota.

Narrativamente creo que, a pesar de algún punto que he tenido que releer, he logrado seguir bien el desarrollo de la historia y has logrado que me mantenga interesado en lo que iba sucediendo. Así que no tengo pegas importantes, tal vez yo hubiera acortado algún parrafo para añadir algo de agilidad, pero puede ser cosa mía.

Espero que pases un concurso de miedo. Suerte!!

:60:
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Iliria
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Re: CO20 - Fuego blanco

Mensaje por Iliria »

Quizá esté muerta toda la familia (si he leído bien, los criados acaban saliendo de ahí a todo correr...) :roll: Y las dos niñas, sobre todo Lena, son las más juguetonas :mrgreen:

Buen relato, autor/a. Recuerda a "Una vuelta de tuerca" de Henry James. Está muy bien narrado a pesar de que el final presenta algo de confusión. Pero la historia engancha y consigues mantener el suspense hasta el final. Lo de las gafas es un buen puntazo.

Gracias por participar y suerte :hola:
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-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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pmarsan
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Re: CO20 - Fuego blanco

Mensaje por pmarsan »

Me ha gustado tu relato, autor/a. :60:

Recreas con éxito una situación de terror paranormal, lo cual, en mi opinión, tiene bastante mérito. Pienso que tu historia entretiene y que encaja perfectamente con la temática, cosa que tampoco era tan fácil como pueda parecer a primera vista (para mi gusto, muchas de las historias del concurso han terminado por transmitir más otros sentimiendos, como angustia o desesperación, que terror). Por decir algo: entiendo que ibas un poco al límite de extensión, pero dejar una línea en blanco entre párrafos hace el texto mucho más legible. Los espacios en blanco son oxígeno para unos ojos cansados como los míos. :D

Muchas gracias por compartirlo y mucha suerte en las votaciones. :hola:
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rubisco
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Re: CO20 - Fuego blanco

Mensaje por rubisco »

Confuso. ¿intención del autor?

Objetos detonantes

Puede atravesar cuerpos pero deja pisadas?

Quiénes son los que vienen?


~~~~~~

Una de las claves del miedo está en la incertidumbre, en la confusión, en la falta de un suelo firme sobre el que pisar. Parece, autor, que conoces bien este factor porque te esfuerzas en volver a introducir elementos de confusión cada vez que el relato parece cobrar sentido. ¿Es esa confusión perseguida? Si es así, tu técnica es magistral, sin duda.

Me ha llamado la atención lo metódico del protagonista. Cámaras, grabadoras, blocs y... objetos detonantes. Me he quedado con las ganas de saber más sobre ellos.

La narración conduce continuamente en esa sensación de confusión, sensación que se va acrecentando a medida que la historia avanza. Llega un momento en que no sé si el protagonista sabe si está viendo a Elizabeth o a Lena, o si es incluso ua estratagema del autor para perdernos en la historia y meternos en las sensaciones del investigador.

El final, que resulta muy críptico, casa perfectamente con el resto de la historia porque, llegados a este punto, ya no sé qué creer, pero sin embargo sigo leyendo porque sé que hay algo.

También me he quedado con las ganas de saber quiénes vienen:
lucia escribió: 24 Oct 2020 17:00 —Ya no quiero jugar contigo. No queremos jugar contigo. Cuando vengan a por ti no los detendré.
Interpreto que Lena está anticipando la muerte del protagonista, y no la detendrá porque ya no quiere jugar con él.

Por último, me ha llamado la atención que Lena pudiera atravesar objetos pero sin embargo dejara huellas en la nieve. ¿O eran de Elizabeth, que estaba compinchada en el juego?

Valoro la confusión que rodea todo el relato, aunque no es mi estilo. Te valoraré mucho, según lo que otros relatos me dejen.
69
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Isma
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Re: CO20 - Fuego blanco

Mensaje por Isma »

Me ha parecido entretenido. Un poco lioso aunque se sigue bien. Quizás lo que más me ha costado ha sido seguir las direcciones alrededor de la casa. No sé si en estos casos es mejor dar indicaciones que no darlas: lo digo por esa mención al bosque en su cara septentrional, que al lector ni le va ni le viene porque no tiene punto de referencia. La trama me parece original. Eso de que las dos hermanas, una viva y otra difunta, se unan para realizar juegos macabros me parece la mejor idea que he leído hasta ahora en el concurso. El final me gusta aunque tampoco es nada del otro jueves. Me gusta también esa mención a los otros, tal y como está, sin aclarar ni avanzar más. Aunque vamos, lo mejor, esa idea de que ni la muerte pudo separar a las dos hermanas.

Me uno a los interrogantes. ¿Por qué el título de Fuego blanco? ¿Por qué los padres querían quemarle la pierna de madera a la niña? ¿Acaso no querían que... flotara? Y ya puestos, ¿por qué le quemaron la pierna buena? Un poco chaladitos sí que están todos, ¿no? Hubiera estado bien dejar ver las excentricidades de alguna manera.

Y añado una sugerencia: guillotina a todo esto
Si el fantasma quería jugar él lo aprovecharía. Salió al exterior y el frío lo golpeó. La nevada seguía siendo copiosa. Y quizá eso pudiera favorecerle si se daba prisa, pues sobre el manto blanco pudo ver una serie de pisadas recientes. La luz de la fachada de la mansión no dejaba ver muy lejos pero parecían dirigirse a la izquierda. Encendió la linterna y se internó en la noche.
Avanzaba despacio pues sus botas se hundían varios centímetros en la nieve. Tras varios minutos estaba seguro que las pisadas describían un amplio zigzag, lo que lo alteró y le hizo refunfuñar. A punto estuvo de dar la vuelta varias veces, pero siempre que parecía decidirse percibía sonido de avance por delante de él, muy cerca, y reanudaba la marcha. Había encontrado algo, algo importante, no una simple fantasía. No lo dejaría escapar.
Tras varias horas la tormenta cesó y el alba lo sorprendió apoyado en un árbol. Estaba cansado, aterido y le dolía la cabeza. Por dos veces Lena se había dejado ver y lo había alentado a seguirla. Apenas había podido disparar la cámara un puñado de veces y estaba seguro que no había sido lo suficientemente rápido. Por otro lado, sospechaba que habían entrado y salido de la propiedad en varias ocasiones, tal vez con afán de que se perdiera. Pero ese punto no le preocupaba, había estudiado bien los alrededores y podría situarse una vez se hiciera de día y pudiera mirar alrededor.
Ahora debía estar en el bosquecillo de la zona más septentrional.
En suma, entretenido y palomitero. Terror poco. Misterio un pelín.

¡Suerte!
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Tolomew Dewhust
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Re: CO20 - Fuego blanco

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Lo que queda de tu historia flotando en mi azotea me gusta: la idea es, seguramente, junto con la del relato "La última prueba", la que mejor se aferra al concepto de terror y miedo que todos tenemos en mente. Tomando cierta distancia con el texto, me quedo con eso, con el tema de las gemelas que, por lo visto, se entretienen haciendo putaditas al personal. Perfecto.

Leerlo, por contra, se me ha hecho cuesta arriba. Demasiado largo y sin pausas para el lector; te ha faltado meter la :tisores: en varios fragmentos que no hacen avanzar la historia. La narración tampoco me ha seducido, sorry.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Megan
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Re: CO20 - Fuego blanco

Mensaje por Megan »

Autor/a, me gustó tu relato.
Pero debo decirte que tras leerlo dos veces, sigo con alguna confusión.
A mi parecer las hermanas se pueden convertir una en otra, si bien una está muerta y la otra no, o las dos están muertas. Otro aspecto es que parece que en la casa está el investigador paranormal y nadie más "vivo", porque todos huyeron. Lo que me pasa con tu relato es que el argumento me parece que está muy bueno, pero no conseguiste armarlo de forma que se entendiera de una. Ello lleva a leerlo más de una vez y en lugar de entenderlo, uno se confunde más. Pero a pesar de todo me gusta. Me da miedo ese ruido del bastón que se supone que es el de Elisabeth, ero finalmente es Lena quien aparece. Me encanta ese juego que le hacen al pobre hombre que no entiende qué es lo que está pasando en esa mansión. Y finalmente, la muerte, porque las hermanas están aburridas y quieren jugar. A pesar de toda esa confusión que me dejaste en la cabeza, tu relato me gustó, es el terror que realmente me asusta.

Mucha suerte y gracias por compartirlo, :D .
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Mister_Sogad
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Re: CO20 - Fuego blanco

Mensaje por Mister_Sogad »

Vuelvo a tu relato y esta vez creo no haberme liado con las hermanas, pero sí que me has hecho pensar más en el tema del más allá. A ver, está lo que planteas por medio de tu protaonista, esa lucha entre si lo de los fantasmas es psicológico o "real" pero, creo que hay que añadir lo que le pasa a tu protagonista al final, es decir, ¿se ha convertido él en un fantasma? entiendo que sí, y justo ahí se me ocurre que podías haber jugado también, en el por qué y en lo que siente, pero has acabado justo antes de que se de cuenta de que está muerto. Tal vez acortando algunas partes y alargando esto que digo el relato hubiera ganado en atractivo, en mi opinión.

Leyendo a los compañeros veo que la confusión es algo recurrente, y como a mí me pasa a menudo ultimamente en cada concurso no sé si dejar aquí mi teoría de tu relato o si voy a meter la pata. Sea como sea yo entiendo que una hermana es fantasma y puede crear ilusiones pero no tocar, mientras que la otra al estar viva es la que puede tocar. Pienso que ambas "juegan" con la gente porque su familia no es que les haga mucho caso, y lo hacen en plan malévolo quizá porque la hermana viva está amargada. Lo que no sé bien es algo que señala Isma: lo del título, ahí no sé bien por dónde tirar. También me gustaría que hubieras aclarado lo de "los otros" que vendrán a por tu protagonista, porque por mi mente han pasado varias posibilidades, pero no una clara.

Respecto a si tu relato da miedo... creo que la idea sí, pero quizá falla en que el lector empatice con tu protagonista, no sé, echo en falta más angustia por ejemplo..

(De todas formas, como ya he dicho en otros lados, a mí mi relato tampoco me da miedo).

:60:
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Jarg
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Re: CO20 - Fuego blanco

Mensaje por Jarg »

Le he dado otra lectura al relato y creo que esta vez he salido más confundido que la primera :paranoico: . Tengo mil teorías en la cabeza y puede que ninguna se acerque a la real.

Puede que sea porque esta vez estaba menos pendiente de la historia y más de los detalles, pero he echado en falta un poco más de claridad en algunos puntos. Agradezco un cierto nivel de ambigüedad, y ya dije que añadir confusión en algunas partes es un buen recurso para meternos en la piel de la protagonista, pero los últimos párrafos me han dejado como el final de Lost, con más preguntas que respuestas...

No lo digo como una crítica, autor/a, es más probable que yo no tenga las neuronas alineadas, así que tengo ganas de que se revelen las autorías para que nos aclares el misterio :hola: .
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Gavalia
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Re: CO20 - Fuego blanco

Mensaje por Gavalia »

Demasiado confuso para mi gusto, quizás es la forma de redactarlo la que me produce esa sensación. En varias ocasiones no sé quien está realizando la acción en las numerosas escenas que van teniendo lugar durante este extenso cuento, digo extenso porque creo que hay partes que no aportan nada haciéndolo demasiado denso. Necesita algo de poda. El trabajo es original, quizá el que más de los que he leído hasta ahora, bravo por eso. El asunto de las comas me ha sacado más de una vez de la lectura restándole fluidez.
Creo que es bastante cinematográfico, quiero decir que muchas de las situaciones son de detalles: muecas, miradas, apariciones, risas fantasmales... que no se aprecian bien durante la lectura y que en una pantalla podrían dar ese toque de miedo que pretende el relato y que al menos a mi no me lo ha producido.
Tiene mucho trabajo, pero lo encuentro mal desarrollado.
Suerte.
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
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