CO20 - Los demonios de la señora Du Parr - Megan

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CO20 - Los demonios de la señora Du Parr - Megan

Mensaje por lucia »

LOS DEMONIOS DE LA SEÑORA DU PARR

“El infierno está vacío; todos los demonios están aquí”.
William Shakespeare



1.

Siendo una niña de apenas siete años, debí afrontar uno de los momentos más horrendos que la vida me tenía deparado: el suicidio de mi padre. Parada en el umbral de la puerta de su estudio, carecía de la capacidad suficiente para entender el significado de la cuerda que ataba fuertemente su cuello y que lo hacía colgar de una viga del techo. A pesar de que mi nana Sofía me tomó en brazos para alejarme de la habitación con premura, no pude olvidar jamás la atroz escena que contemplé. Tampoco conseguí sacar de mis oídos los gritos de espanto de mi madre, que retumbaron por toda nuestra enorme y lúgubre casa. Cada objeto, cada rincón, quedó marcado por el pánico que despedían sus cuerdas vocales, que a punto estuvieron de desgarrarse en su garganta.

Sofía me llevó a la casa de mis abuelos, donde me quedaría por unos días, en tanto calmaban a mi madre, se hacían las pericias policiales y, por último, las honras fúnebres. No había señales que demostraran lucha o forcejeo por parte de mi padre. Tampoco había daño alguno en las puertas o ventanas de la casa que indicaran el ingreso de intrusos. Finalmente se llegó a la causa de la muerte de Louis Du Parr: suicidio por ahorcamiento en un rapto de locura.

Cuando Sofía fue a buscarme y me llevó a casa, noté que el estudio de mi padre había sido cerrado con varios candados. Mi madre me recibió con el rostro surcado por las líneas del llanto y sus ojos hundidos sobre grandes ojeras, que mostraban su falta de sueño. Me miró sin verme y se encerró en su dormitorio.

De esa forma pavorosa comenzaron los recuerdos de mi niñez. Sin un padre que jugara conmigo, me leyera cuentos y me arropara por las noches. Con una madre, antes atenta y cariñosa, que ahora me miraba con tal desprecio que el temor que me causaba hacía que me escondiera entre los pliegues de la falda de Sofía.

De esas malvadas miradas pasó a dar rienda suelta a su ira, mediante brutales palizas que, aunque no las mereciera, a ella le daban cierto alivio a su miserable vida. El cambio tan brusco en mi infancia, mi espantoso pasar diario, era mitigado por la querida Sofía. Si bien le suplicaba a mi madre que no me hiciera daño, nunca fue escuchada. Cuando todo pasaba y yo quedaba en el suelo muy malherida, era ella quien me curaba y me abrazaba conteniendo el llanto de mi inocencia que no daba tregua a mis aterradores sentimientos.

Así pasaron terribles años de mi vida. Cuando cumplí los doce años, como en un espeluznante cuadro vuelto a contemplar luego de mucho tiempo, Sofía fue hallada muerta en su dormitorio. Esta vez no eran los gritos de mi madre los que calaban hasta los cimientos de la gran casa. Eran los míos, porque clamé y lloré como nunca antes lo había hecho, ni siquiera ante las aberraciones de mi madre. Me arrodillé frente a ella, mirando su rostro desencajado, su lengua colgando y sus ojos desorbitados. El estudio forense dictaminó la misma causa de la muerte que la de mi padre: ahorcamiento en un rapto de locura. No entendía por qué ambos habían llegado a ese extremo. Mi madre, parada en el umbral de la puerta, como yo cinco años antes, no lloró, ni se espantó, sólo la miró y pidió a Alfonso, el mayordomo, que se ocupara de todo.

Después me tomó del brazo, me llevó a su dormitorio y me acostó junto a ella. Yo temblaba de miedo, porque solía ser llevada a esa habitación para ser objeto de sus maldades. No quería estar allí, el pánico podía más que ver a mi madre presa de sus nervios destrozados. Si bien ella durmió, yo tirité y sollocé toda la noche. No imaginaba la vida sin Sofía, sin su cariño y su apoyo constante ante los padecimientos que sufría por mi perturbada madre.

Al mes de su muerte, noté en mi madre un gran cambio hacia mí, ya no me miraba con odio y dejó de torturarme. Más aún, el día de mi decimotercer cumpleaños le dijo a la cocinera que me hiciera una torta. Yo no tenía amigas, ni parientes, tampoco iba a la escuela, desde los seis años era instruida en mi casa. Con la muerte de Sofía, mi vida se volvió más solitaria aún.

Pasados los años, me convertí en una señorita que, a pesar de tenerlo todo materialmente, vestidos, zapatos, joyas y libros, era muy infeliz. La casa me causaba aprehensión, parecía que se volvía contra mí; quería atraparme entre sus encanecidas paredes y aplastarme cual asquerosa cucaracha. Solía subir rápidamente hacia mi dormitorio, dado que en la pared de la escalera se acumulaban fotos de mis antepasados. Sentía sus miradas con inmenso odio por estar viva y ellos no. Por otra parte, las lesiones lacerantes que nunca sanarían por la maldad con que habían sido provocadas, me dejaron muy temerosa.

A mis quince años, mi madre falleció. Se recostó a dormir en su cama después del almuerzo y, pasadas unas horas, comenzó a gritar desgarradoramente. Al entrar al dormitorio, junto a Alfonso y las doncellas, la vimos con los ojos desorbitados, señalando hacia el techo. Luego cayó en un sopor del que no volvió a despertar. El médico afirmó que su muerte había sido por una gran ingesta de antidepresivos. Las cajas vacías estaban esparcidas en el suelo, junto a su cama, y su lengua estaba azul.

Decidí quedarme sentada frente a su cuerpo escuálido y pálido, acostado en su enorme cama de nogal. Qué pequeña se veía, qué poca cosa era. No sentí ni un atisbo de cariño, ni de dolor, ni siquiera miedo a la absoluta soledad en la que viviría a partir de ese momento. No había quedado nada de ella en mí que me hiciera extrañarla. Sólo vivió para hacer daño y había muerto hostigada por sus propios demonios. Se iría para siempre y desaparecería de mi vida, sin dejar nada más que el odio que había sentido por ella. Me levanté, la miré por última vez y no pude superar mi ansia de escupir sobre ella. Luego, salí de la habitación.

Ahora debía enfrentar la vida sola, animarme a ser, dentro de lo posible, una persona normal. Si bien me costaba entender el final de mi padre y de Sofía, tenía claro que no quería terminar como ellos. Deseaba ser alguien digna de amar, de ser y hacer feliz a quien me acompañara en el futuro. Era lo que quería para mi vida a partir de ese día, cuando por fin me sentía liberada de la más cruel e infame persona de este mundo.

2.

Cinco años después del aquel día en que mi madre descendió al infierno, me hallaba sentada en un sillón del salón. Era invierno y la chimenea estaba encendida. Las sombras que reflejaban las llamas parecían los espectros de mis antepasados danzando a mi alrededor. En esos años, nada de lo que había deseado se cumplió. Descubrí que yo era igual a todos ellos, un ser desgraciado encerrado en una casa llena de amargura y tristeza. Estos sentimientos tan negativos me impedían amar, abrazar, ni siquiera sonreír. Tampoco salir de la casa, donde los demonios eran los dueños.

Ese pensamiento me hizo dudar sobre el amor de mi padre y de Sofía. Me di cuenta de que nadie me había querido de verdad. Sólo habían demostrado un deslucido cariño, por ser una niña pequeña. Pero la realidad era muy distinta, únicamente habían pensado en ellos, nadie se acordó de lo que yo podría sentir ante sus actos. Con los años me fui convirtiendo en una persona maldita igual que ellos. Los demonios deambulaban junto a mí, riendo sobre mi destino final cuando los acompañara hacia el último círculo del infierno. Mi fin estaba escrito. Ellos jamás me dejarían salir de allí y, al igual que mi madre, me torturarían hasta morir.

Decidí que debía hacer cosas que jamás había hecho, necesitaba cambiar mi destino. No podía ni quería terminar mi vida colgada de una soga o presa de los demonios. Me levanté del sillón y fui hasta la puerta del estudio de mi padre. Le pregunté a Alfonso dónde se encontraban las llaves de los candados y me respondió que no lo sabía, que fue mi madre quien las había guardado.

Al igual que ella decidió cerrar por completo el estudio de mi padre, supongo que para olvidar todo lo que allí pasó, yo también lo hice con su dormitorio, por ese mismo motivo.

Después de quitar los candados, que trancaban la puerta del cuarto de mi madre, entré conteniendo el aliento. Sabía que no sería agradable ver ese lugar. Si bien ningún rincón de la casa resultaba acogedor, esa estancia seguía contaminada de odio y terror. Al entrar, resonaron en mis oídos los gritos de dolor ante las torturas de las que había sido objeto. A pesar de eso, sentía paz al saber que ella ya no estaba allí. Todo había quedado dispuesto igual que en su último día de vida. Comencé a buscar en el tocador, sin éxito, después en su guardarropa. Hallé hermosos tapados de piel, elegantes vestidos de fiesta, bellos zapatos de tacón alto y algunas cajas. Dos en particular llamaron mi atención. Una contenía títulos de numerosas propiedades y compras de diversos vehículos. En la otra había estados de cuentas de importantes bancos, con saldos tan elevados que jamás lo hubiera imaginado. Debajo de todos los papeles había una gran caja de metal con varios candados. Busqué las llaves y en un cajón de su mesita de noche encontré algunas. Pude abrir la caja y descubrí una enorme suma de dinero en efectivo, una bolsa de terciopelo con magníficas joyas y nuestra documentación. Toda esa información sirvió para enterarme de que tenía un excelente respaldo económico, además de los ingresos que percibía mensualmente por la gran herencia que me habían dejado mis abuelos.

Pero lo que realmente provocó mi sorpresa no fue saberme inmensamente rica. En una puerta del guardarropa, que abrí con una de las llaves, se encontraba el vestido de novia más hermoso que hubiera contemplado. No podía imaginar a mi madre ataviada así. Siempre la había visto con prendas y calzado de color negro y sin ninguna joya.

Lo extendí sobre la cama y me senté a admirarlo, era digno de una reina. No entendía cómo alguien pudo ser tan perversa y malvada después de haber lucido algo tan maravilloso. Debió sentirse la mujer más bella del mundo, o al menos, yo me hubiera sentido así… Las lágrimas brotaron de mis ojos y lloré, lloré por todo el dolor y la tristeza que había acumulado desde hacía tantos años atrás. Por primera vez, la angustia del horror sufrido, guardada tan profundamente dentro de mí, salió a la luz y pude llorar. Tanto lloré que el cansancio me agotó y me quedé dormida sobre la cama.

Al despertar, me hallaba mareada y, al mirarme, el terror se apoderó de mí. Tenía puesto el vestido de novia. No sabía cómo había sucedido, el pánico me había enmudecido y no podía llamar a las doncellas. Estaba paralizada por el espanto. Nunca me hubiera puesto ese vestido, me repelía todo lo que fuera de mi madre. Tenía que sacármelo, pero no sabía cómo hacerlo. Cada segundo que pasaba sentía una horrenda sensación: que iba a volverme loca. Sólo quería quitármelo. Comencé a palparlo desesperadamente para encontrar un botón o un cierre, hasta que toqué algo en un pliegue sobre la cintura. Era un pequeño papel doblado, lo abrí y leí:

“Este vestido fue obsequio de Louis Du Parr. Me fue arrebatado por los demonios que sirven a la señora Claire Hastings, que ahora será llamada señora Du Parr. De nuestro amor con Louis nació una niña, que también me fue arrebatada. Fdo: Sofía Delacroix, febrero de 19…”

Debí leerlo varias veces, no podía creerlo. Tal fue la pavorosa sensación, que mi voz volvió y comencé a gritar con desesperación. Las doncellas entraron y se espantaron al verme. En tanto yo, con el papel apretado en una mano y las llaves en la otra, temblaba como si hubiera visto al mismísimo diablo. Cuando me liberaron y me ayudaron a vestirme, me llevaron a mi dormitorio. Me recostaron, bebí una tisana y les dije que se quedaran conmigo hasta que me despertara, luego me dormí.

Al despertar, las hice acompañarme hasta el estudio de mi padre. Ver esa habitación después de tantos años y recordar con horror a mi padre colgando del techo, me mareó completamente. Me sujetaron entre ambas y me sentaron en un sillón lleno de polvo. Desde allí, miré cada espacio, cada mueble, cada libro de la gran biblioteca, todo estaba igual a como lo recordaba. Vino a mi mente aquella niña alegre que dibujaba trazos en hojas blancas con pinturas que su padre le regalaba, miraba los dibujos en preciosos libros de cuentos infantiles y se sentaba en su regazo para ver lo que él hacía. Momentos tan gratos que habían sido borrados por la escalofriante escena final. Recordé una agenda donde mi padre escribía cuando yo estaba con él. Me levanté y la busqué en los cajones del escritorio, finalmente la encontré. Luego de sacarle el polvo con las manos, la abrí y pude leer varias frases escritas apresuradamente. Como si se le hubieran ocurrido de repente o alguien se lo dijera en tono de recordatorio. Mi rostro palideció, intenté no pensar. Después caminé por la estancia, mirando las fotos de lo que parecía una familia feliz. Una niña sonriendo mientras su padre la hamacaba y en brazos de su madre que mostraba en su rostro la alegría de la nueva vida. Cuando sentí que iban a saltárseme las lágrimas, fui hasta la puerta, salimos y la cerré.

En mi dormitorio, miré a las doncellas con inquietud y les pregunté si habían visto cuando me puse el vestido de novia. Dijeron que no. Mencionaron, además, que sería muy difícil que me lo hubiera podido poner sola, porque era muy complicado de ajustar sin ayuda. Las miré con el miedo reflejado en mi mirada y ellas también se mostraron atemorizadas. Cerré los ojos y traté de calmarme. Después busqué el papel, que estaba sobre la mesita de noche, me senté en la cama y, luego de alisarlo y volver a leerlo, se lo di a una de ellas y le pedí que lo leyera en voz alta. A medida que lo leía, tanto su cara como la de la otra doncella no pudieron ocultar su horror. Les pregunté qué sabían sobre eso y, después de negar que supieran algo, ante mi enojo, se atrevieron a hablar.

Al parecer, Sofía había llegado una noche llorando y pidiendo hablar con mi padre. Él la recibió y dejó que trabajara allí. Cuando mi madre, que no podía tener hijos, se enteró de que Sofía estaba embarazada, la hizo atender con muchos cuidados. Pero la noche en que nací, mi madre se paró frente a ella y, con una voz que parecía venir del más allá, la maldijo y también a mi padre. Después me tomó en brazos, me levantó como dándome en ofrenda, dijo unas palabras y después me llevó a su dormitorio.

Abrí la agenda de notas de mi padre y leí una de las frases que escribió presurosamente:

”Maldigo a esta mujer, Sofía Delacroix y a Louis Du Parr, por los cuales fui engañada. Que pese sobre ellos toda la furia de Satanás y que enloquezcan hasta morir. También……….………………………………”.

Ambas doncellas gritaron de terror. Les pregunté si esa había sido la frase que escucharon decir a Claire Hastings y asintieron con la cabeza. Cuando quise saber sobre lo que faltaba, me dijeron que nadie entendió esa frase porque fue dicha en un susurro.

3.

Después de tal revelación, algo había madurado dentro de mí. No sólo porque no lloré como una niña, sino porque decidí ponerle fin a los demonios que me perseguían.

Tomé las dos cajas con valores del mueble de mi madre y solicité al municipio que demoliera la mansión. Me exigían una razón de peso para hacerlo, que yo, obviamente, no poseía. Sin embargo, el dinero ayudó a que un arquitecto dictaminara la posibilidad de un derrumbe por los cimientos tan antiguos y mal hechos que tenía la edificación.

No saqué ningún mueble, objeto, prenda o mis propias pertenencias, tampoco vendí nada. Todo lo que había quedó dentro, todo se hizo trizas entre los escombros, mientras yo observaba desde lejos. Después, mediante el abogado de la familia, cambié mi segundo apellido a Delacroix.
Despedí a mi servidumbre, remunerándoles con creces todos los años de su excelente servicio. Y por último ingresé a una universidad, donde seguí mis estudios hasta finalizarlos.

Me enamoré y me casé. A los dos años llegó nuestro primer hijo, Marcel, y enseguida la pequeña Geena. Teníamos una vida normal. Mi marido trabajaba en un despacho de contadores, los chicos iban al colegio primario y con la casa me ayudaban un ama de llaves y dos doncellas. En tanto, me dediqué a la escritura, cuya pasión comenzó en la universidad. Al fin podía decir que mi vida era hermosa. Cada vez que me asaltaba algún pensamiento sobre mi oscuro pasado, lo desechaba de mi mente tan prestamente como podía. No quería dañar a nadie con mis amarguras de antaño.

Una tarde de invierno, mientras esperaba que los chicos llegaran de la escuela, una de las doncellas me entregó una carta. Al abrirla leí:

“Estimada señora Du Parr Delacroix, por la presente le informamos que, de acuerdo a su expresa solicitud, el joven Marcel y la señorita Geena han sido retirados del colegio por su madre. Según lo que nos ha informado, vivirán con ella, mientras usted se recupera del accidente automovilístico. Esperamos su pronta mejoría y la vuelta de los niños a clase cuando la señora Claire Du Parr lo estime pertinente. Atte. La directora”.
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Raúl Conesa
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Re: CO20 - Los demonios de la señora Du Parr

Mensaje por Raúl Conesa »

Antes de entrar en materia, que se note que no voy con saña, simplemente intento ser honesto, aunque pueda sonar cruel.

Le falta sutileza, ese hilo fino que se usa para dar información sin que sea evidente o artificioso (creo que el mejor ejemplo es la nota de Sofía en el vestido de novia. ¿Qué sentido tiene escribir una nota así para dejarla en el vestido una vez éste le ha sido arrebatado?). La narración es muy directa, hay mucho contar y poco enseñar, y el tramo final sucede con mucha prisa: le falta desarrollo para que tenga el impacto que se busca. Probablemente la historia abarque demasiado para un formato de relato breve. El final, además, se me hace confuso. ¿Se lleva la madre a los hijos de la protagonista? ¿Por qué? ¿Está viva, o es algún tipo de ente demoníaco? El giro final surge así de pronto, como intentando dar una sorpresa, pero me parece que la ejecución es muy atropellada, y eso echa a perder el impacto.

El concepto no es malo per se, pero encajaría mucho mejor en un formato más largo, alrededor de 10.000 palabras, diría yo, más o menos el doble de páginas de lo permitido en el concurso. Con espacio para profundizar y desarrollar los puntos argumentales el relato podría evitar dar pasos tan atropellados para dar información a la protagonista, y por ende al lector.
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
famoso era su piquito de oro.
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Tolomew Dewhust
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Re: CO20 - Los demonios de la señora Du Parr

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Esta forma de narrar me place mucho. Va a ser uno de mis favoritos.

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Está bien contado, aunque puliría ciertos detallitos que me han resultado inocentones (lo de las brutales palizas no me convence, por ejemplo; mejor una bofetada cuando menos lo espere y tener a la cría siempre en tensión sin saber a qué madre se va a encontrar a cada rato, a la desquiciada o a la amable. Otra frasecilla que quitaría es la que dice que una persona que lleve un vestido de novia taaaan maravilloso no debería luego convertirse en un ser taaaan malvado, :qtedoy: ¿Por qué no? ¿Los vestidos de novia preciosísimos contienen una sustancia química que se introduce en el organismo de su portadora a través de su piel y le impide en el futuro ser mala persona? :mrgreen:).

A parte de estas nimiedades, y algún detallito del mismo estilo que flota por aquí y por allá, me ha convencido muchísimo. La historia tiene personalidad y está bien desarrollada.

Ejem... lo que comenta Raúl Conesa es cierto: la información que nos aportan los papelitos (el del vestido y las anotaciones del padre en su diario) habría que meterla de un modo menos "intrusivo/agresivo" para el lector.

El final es rotundo. Yo no necesito más explicaciones. Ya he dejado por ahí escrito que prefiero dejar al lector un margen para que intuya lo que ha sucedido, que se imagine lo peor o lo mejor, una explicación más sobrenatural o la que le sugiera el cuento... Está claro que los puntos suspensivos hacen alusión a los nietos de Claire, ¿verdad?
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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pmarsan
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Re: CO20 - Los demonios de la señora Du Parr

Mensaje por pmarsan »

Me gusta lo del pasado ese que creías olvidado, y que, de pronto, vuelve a por ti. Creo que tu idea está muy bien tirada. Combinada con la estructura que ya tienes, sin duda daría para una novela corta. :eusa_clap:

Para mi gusto, está bien escrito. Me ha parecido que abusas un poquitito del adjetivo en ocasiones, sobre todo en la primera parte del texto, pero el producto final se deja leer muy bien. Buen trabajo. :D

¿Qué más puedo decir? Me habría encantado tener una idea como la tuya para participar. Muchas gracias por compartirlo.
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Mario Cavara
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Re: CO20 - Los demonios de la señora Du Parr

Mensaje por Mario Cavara »

Me ha parecido muy bien escrito, con una prosa fluida y clara dentro de una más que correcta sintaxis, aunque tal vez algo parca en lo que a elaboración constructiva se refiere. También he echado en falta el empleo de más figuras retóricas (metáforas, comparaciones, etcétera) que hubiesen dado algo más de brillo al texto. Pero en general me ha gustado y he disfrutado de su lectura. Es cierto que el final es un tanto ambiguo, pero no pasa nada, ya está la imaginación del lector para llenar a su gusto los huecos dejados.
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oscall
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Re: CO20 - Los demonios de la señora Du Parr

Mensaje por oscall »

Autor/a sinceramente, la idea es buena y el relato está bien escrito, pero me he encontrado con ciertas dudas durante la lectura que me han dejado insatisfecho. Una pega que le veo es ¿Cómo puede pensar nadie que alguien tiene que ser buena persona a la fuerza por lo bonito que es su vestido? ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
Luego ¿Porqué acusa la cuidadora a la mujer de haberle robado el vestido? Intentas decir que era una antigua novia del hombre , que vuelve a la mansión haciéndose pasar por criada?
Espero que no te esté sonando borde con tanta preguntita, igual soy yo que se me está escapando algo. :paranoico:
El final me ha gustado, es ambiguo y el tema de niños que desaparecen siempre me impresiona.
Buena suerte y gracias por partcipar.
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raumat
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Re: CO20 - Los demonios de la señora Du Parr

Mensaje por raumat »

Poderosa maldición la de la señora y poderosos los demonios que la sirven. :twisted:
Retorcida trama familiar que nos va deparando sorpresas y calamidades a medida que va avanzando el relato.
Pobre chica... no sé yo cómo consiguió llegar medio cuerda a la mayoría de edad... :roll:
Y cuando parece que la cosa se va encauzando... ahí están otra vez... ¡los demonios! :twisted: ¡a joder la marrana! :lol:
Bien escrito también. Me ha gustado.
Gracias al autor por compartirlo y suerte en el concurso.
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Mister_Sogad
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Re: CO20 - Los demonios de la señora Du Parr

Mensaje por Mister_Sogad »

- Dicen que hay secretos de familia que no se deben contar y que en cada una hay al menos uno de esos secretos oscuros que pocos conocen.

Tu relato me ha dejado algo confuso, no por la narración o porque no haya seguido bien su desarrollo, sino porque creo que la idea la has tratado de modo diferente al que yo hubiera imaginado. Teniendo en cuenta la temática del concurso quizá has tardado de más en exponer el tema oscuro (la maldición, los demonios) y, aunque has jugado con el miedo de tu protagonista a su madre y al hecho de enfrentarse a la soledad, estos eran temas más en la línea dramática que de terror o misterio (tal vez para esto no hubiera estado de más dejar entrever que los suicidios del padre y la nana/madre podían tener algo de sobrenatural). Has apostado por plasmar una vida amarga y violenta que al final deriva en algo que podría dar pie a que todo fuera cosa de una maldición, pero en mi caso no he visto claro que esto de como resultado terror y el misterio es demasiado corto en desarrollo, quizá porque me han faltado elementos para ello. Y ojo, pienso que si la temática del concurso no fuera la que es, tu relato sí que está bastante bien, su idea, su desarrollo... pero no logro ajustarlo a la temática requerida. Eso sí, puede que sea cosa mía y que haya errado en mi lectura, por eso veremos qué sucede en una relectura.

Narrativamente no he tenido problemas para seguir el desarrollo de la historia, aunque si debo señalar que el relato parece dividirse en dos, uno más epxlicativo y sosegado al inicio y buena parte del cuerpo del relato, y otro más "al grano" o veloz en la recta final.Esto me ha hecho pensar en que podría estar desequilibrado, pero no lo tengo claro, así que, de nuevo, veré que sucede en una relectura.

Espero que pases un concurso de miedo. Suerte!!

:60:
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Gavalia
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Re: CO20 - Los demonios de la señora Du Parr

Mensaje por Gavalia »

Para mi gusto hay demasiado texto en primera persona que produce monotonía y en consecuencia aburrimiento. En muchas fases leo un relato bastante inocente en su concepción y, miedo, miedo, pues la verdad es que poco o nada.
Veo un gran esfuerzo por parte del autor intentando crear una atmósfera victoriana, oscura y fría. En global consigue ese efecto.
Algunos pasajes son un tanto frívolos y otros apuntan a una gran intensidad narrativa. Bravo por esto último. Quizá algo más de diálogo hubiera aportado fluidez al trabajo.
Ni me convence, ni lo contrario.
Suerte.
En paz descanses, amigo.
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Tolomew Dewhust
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Re: CO20 - Los demonios de la señora Du Parr

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Se ve que en las primeras lecturas me salté el párrafo que lo explica todo:
Megan escribió:En una puerta del guardarropa se encontraba el vestido de novia más hermoso que hubiera contemplado...

Lo extendí sobre la cama y me senté a admirarlo; era digno de una reina. No entendí cómo alguien pudo ser tan malvado después de haber lucido algo tan maravilloso, más aún, sabiendo que en en Uruguay se fabrican vestidos de novia que contienen nanobots en el forrillo de las mangas, que se introducen en el torrente sanguíneo de la portadora y le impiden luego obrar mal o ser mala persona.
Ahora sí.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Iliria
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Re: CO20 - Los demonios de la señora Du Parr

Mensaje por Iliria »

El argumento me ha parecido bastante interesante, sin embargo me ha costado un poco más la forma de narrar la historia. Como bien dice Raúl, el texto dice más que muestra, y creo que un mayor equilibrio entre ambos haría más fluida la lectura.
Me ha gustado el detalle del "vestido que se pone solo" :mrgreen: aunque yo hubiera eliminado la nota y hubiese jugado más con la idea. Cosas mías :paranoico:
Bueno, aunque te haya mencionado esos detalles que, por cuestión de gustos me han llegado menos, creo que en conjunto se aprecia y se agradece el esmero que has puesto en la historia.

Gracias por participar y suerte :hola:
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón :101:
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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Jarg
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Re: CO20 - Los demonios de la señora Du Parr

Mensaje por Jarg »

Enhorabuena por este relato, autor/a, debo decir que está entre los que me han gustado del concurso. Nos has transportado hasta una mansión y una familia malditas por la enigmática señora Du Parr (hay que ver cómo se las traía esa señora...).

El argumento me ha gustado mucho. La idea de la casa y sus objetos impregnados del dolor del pasado, así como la imposibilidad que la protagonista tiene de escapar de él es algo a lo que se le puede sacar mucho jugo en la literatura, y tú lo has logrado. La resolución (que por un momento me hizo temer que acabaría como final feliz) mantiene vivo el espíritu del relato, con la señora Du Parr arrebatando los hijos de su hija/no-hija. El final hace que encaje en la temática del concurso, con la idea adicional de que la pesadilla de la protagonista no han terminado.

Quizás haya algunos aspectos del argumento que se podrían pulir o completar un poco, aunque nada serio en mi opinión. Creo que los hechos narrados y el modo en que los cuentas son acertados. Lo de la nota que encuentra en el vestido puede parecer muy explicativo, pero no es inverosímil. Yo tengo un amigo que cada vez que le regalan algo, anota en un papel la fecha, el regalo, la ocasión y alguna anécdota relacionada (dice que le gusta recordar esos detalles pasados unos años). Quizás Sofía hizo algo así. O puede que la rabia de ver a su hija criada por una extraña le hiciera querer dejar constancia de ello de alguna forma. Respecto a las notas del diario del padre con los detalles de la maldición, quizás eso sí que se podría haber contado de forma distinta (puede que a través del testimonio de un criado de la mansión).

En algunos puntos hay cierta ambigüedad, pero creo que está bien hecha, pues en estos relatos no es bueno darlo todo masticado. Por ejemplo, no se explica por qué la señora Du Parr deja de pegar a la protagonista tras la muerte de Sofía. Yo lo he interpretado como que las palizas eran sólo para que Sofía sufriera, por lo que una vez muerta ya no había necesidad de seguir pegando a la pequeña (aunque igual me equivoco).

Eso sí, hay un par de cosas que no me han quedado muy claras. Te las digo aquí, autor/a, no como crítica sino para acordarme de preguntártelas cuando se desvelen las autorías: ¿Por qué se queda Sofía en la masión todos estos años viendo cómo a su hija le dan brutales palizas? ¿No intentó escapar con la niña en ningún momento? ¿Y por qué se suicida la señora Du Parr con antidepresivos? Me hubiera gustado saber los motivos por los que Sofía se somete a tales sacrificios, ¿hizo algún tipo de pacto con la señora Du Parr?

Respecto al estilo, me ha parecido claro, fluido y que contribuye a la ambientación. Hay algunas partes en las que se vuelve más rápido que en otras, como por ejemplo cuando cuenta que va a la universidad y se casa, pero es sólo una impresión que me ha dado, no un defecto en sí. Un diez en la ambientación, has logrado describir el aire opresivo de la mansión de forma magistral. Me ha hecho pensar en novelas de Agatha Christie o en Rebecca de Daphne Du Maurier, así que si en el futuro se hace un concurso de relatos de misterio, espero que tú participes, autor/a.

Gracias por compartirlo y buena suerte :60: .
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
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Isma
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Re: CO20 - Los demonios de la señora Du Parr

Mensaje por Isma »

Muy interesante. Ha mantenido mi atención todo el rato. Creo que en conjunto es una buena historia, bien ambientada y con un buen ritmo. En general, porque en todos esos aspectos hay algo que se puede mejorar.

Empezando por la narración y la ambientación, creo que es un acierto el estilo romántico, recargado de adjetivos. Todo es exagerado: los grandes gritos, la enorme y lúgubre casa, los múltiples candados. Ayuda a crear una sensación de opresión con todo tan vivaz, tan colorido -aunque sean colores oscuros, aunque el tema sea la muerte. Por la parte mejorable, encuentro varias cosas: primero, creo que se haría más interesante eliminando información superflua, y segundo, evitando abusar (que no eliminar) de los adjetivos antepuestos, que dan demasiada pomposidad a veces.

Sobre lo superfluo:
... y sus ojos hundidos sobre grandes ojeras, que mostraban su falta de sueño.
... a pesar de tenerlo todo materialmente, vestidos, zapatos, joyas y libros.
Sobre los adjetivos antepuestos: aterradores sentimientos, terribles años, encanecidas paredes, asquerosa cucaracha...

La historia me ha gustado. Tiene un toque de desvarío y locura, de perturbación. Aunque creo que el final desmerece un poco. Cuando he leído la nota final me he quedado pasmado: ¿ya está? ¿Cómo? Creo que no hay indicación previa de que la señora du Parr esté inquieta en su tumba. De hecho trata bien a la protagonista tras la muerte de Sofía, ¿no? ¿Cómo es que viene ahora a recoger a los niños del cole? ¿Sabe el jaleo que es eso? Hubiera estado bien como continuación, si la casa no estuviera derruida. La protagonista podría tener que adentrarse de nuevo en la odiada mansión y descubrir que sus hijos se le escurrían de los dedos... Pero así como lo has dejado no me convence. ¿A dónde se los ha llevado, a Fantasmalandia?

Por último un par de errorcitos. La casa no podía causarle aprehensión, le causaría aprensión, en todo caso. Y el mayordomo no puede llamarse Alfonso. Los mayordomos se llaman todos Ambrosio :mrgreen:.

¡Suerte!
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Megan
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Re: CO20 - Los demonios de la señora Du Parr

Mensaje por Megan »

Autor/a, me gustó tu relato.
Ese ambiente gótico lleno de demonios, la locura de los mayores y la pobre niña soportando tenazmente todo el horror que sucede en esa casa maldita, es muy interesante.
La muerte de los padres maldecidos por la madre que se rodea de demonios y muere a causa de ellos, esta muy bien plasmada. Y todas las sorpresas que nos presentan me parecen muy bien llevadas.
Me quedan dudas acerca del vestido y alguna otra cosa más.
En lo referente a la narración, creo que abusaste de los adjetivos, como bien te dijeron por allí.

Mucha suerte y gracias por compartirlo, :D .
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rubisco
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Re: CO20 - Los demonios de la señora Du Parr

Mensaje por rubisco »

Relato en sobrevuelo

Historia triste, pero no me llega

Otro enfoque?


~~~~~

Relato de un subgénero de terror que ensaya con la parte psicológica, la del qué sucedera y si estaré maldita como lo estuvo mi madre. La materia prima es muy potente, como suele suceder con el terror. La forma de plasmarlo, sin embargo, no me ha llenado.

Siento que el autor o la autora me toma de la mano y me pasea por un museo, señalando en cada vitrina una escena del relato. Está muy bien presentado, muy bien escrito, muy bien estructurado y muy bien temporalizado, pero hay algo del estilo que hace que no me haya sentido dentro de la historia.

Quizás sea el enfoque lo que no me ha ayudado. Diría que la protagonista habla mucho y no deja reposar las escenas fuertes. A lo mejor me hubiera funcionado mejor con más acción y menos narración retrospectiva. A lo mejor. Quién sabe.

Es un relato muy digno, sin duda, pero como sucede a veces, el relato no me ha escogido como lector suyo :60: .
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