CP XVI - Drissa - Pmarsan (3º Jurado)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP XVI - Drissa - Pmarsan (3º Jurado)

Mensaje por lucia »

Drissa

Bougoula es una aldea del sur de Mali. Sus habitantes viven en chozas de adobe, sin luz eléctrica ni agua corriente, y se sustentan con lo poco que provee una tierra pedregosa e infértil. En el cielo azul de Bougoula luce siempre un sol de justicia; siempre menos cuando llueve, claro, pero esto apenas importa porque solo ocurre un puñado de veces al año. Los días en Bougoula transcurren despacio. No hay prisas ni preocupaciones más allá de qué llevarse a la boca, y el porvenir no le interesa a nadie porque no existe.

Drissa nació en Bougoula. Su madre murió en el parto. Se cree que su padre terminó de dejarlo huérfano poco después, cuando emigró a Francia en busca de fortuna. Si el hombre consiguió cruzar el Mediterráneo, o se quedó por el camino, eso nadie lo sabe. Lo único cierto es que jamás volvió a dar señales de vida, y así, Drissa y sus hermanos acabaron al cuidado de su abuela, una anciana apenas capaz de valerse por sí misma.

Drissa se levantaba con el canto del gallo para ir a buscar agua al pozo de Nantibougou. Eran dos horas largas de marcha cada mañana, pero no quedaba más remedio: el pozo de Bougoula llevaba años seco, y todos los intentos de excavar uno nuevo habían sido infructuosos.

Si conseguía subirse al carro de los Kanté, todo era más fácil; si, por el contrario, se retrasaba, solo le quedaba caminar con una garrafa vacía a la ida y llena de agua turbia a la vuelta. Entonces llegaba a Bougoula pasado el mediodía, con la garganta llena de polvo y los pies descalzos arrastrando por el pedregal.

El sol daba un respiro al atardecer, cuando Drissa se juntaba con los demás para dar patadas a un balón pinchado. Veinte contra veinte en un descampado lleno de socavones donde apenas se respetaban las reglas del juego: las porterías, hechas con un puñado de piedras, crecían y menguaban conforme a la picardía de atacantes y defensores, y el ancho del campo dependía de lo lejos que uno estuviese dispuesto a correr. Como nadie decía nada cuando los del equipo que iba perdiendo se pasaban al otro, casi siempre acababan treinta contra diez. Y así era mucho mejor, porque los que perdían eran solo unos pocos.

El partido terminaba al empezar el fútbol de verdad. El viejo Lamine había invertido lo ganado con la venta de su carnero sudanés en comprar una antena, un panel solar y un televisor «France, au revoir» en el mercado de Dibidá, y con ello se había convertido en la persona más querida por los niños de Bougoula. En la explanada de su choza el maravilloso circo del fútbol no se detenía jamás. Una noche tocaba fútbol inglés; otra, español; al día siguiente, italiano. Allí se sufría y se gozaba a partes iguales. La alegría de unos era la desgracia de otros, pues todos vivían cada partido como si les fuese la vida en el resultado. Solo había un consenso: cada vez que un jugador africano tocaba el balón, la chiquillada lo jaleaba como si hubiese metido un gol.

Drissa soñaba con corretear algún día sobre aquella alfombra verde. No dejaba de preguntarse cómo sería el tacto de la hierba en sus pies desnudos, y se dormía cada noche sin ser capaz de decidir si de mayor jugaría en el París Saint Germain, en la Juventus o en el Real Madrid.



Yolanda y Juan se conocieron cerca de Bougoula, durante un voluntariado que consistió en repartir cuadernos y lápices de colores en la escuela a la que Drissa nunca llegó a asistir. Entonces permanecía abierta, pero cerró poco después por falta de dinero para pagar a los profesores. Yolanda y Juan no lo saben, pero África está llena de bombas de agua rotas y escuelas vacías. Tampoco saben que, a menudo, unas y otras son vestigios de iniciativas de gente buena que puso su corazón en el qué sin pensar mucho en el cómo.

Los dos guardaban un precioso recuerdo de su tiempo en Mali porque allí surgió el amor. Meses después de la aventura, se casaron en la vetusta iglesia de un pueblo de Guadalajara, de donde eran los padres de él, y desde el principio tuvieron un matrimonio feliz. Solo una desgracia empañaba su dicha: Yolanda y Juan no podían tener hijos. Niñeros como eran, la noticia les supuso un drama al principio, pero el disgusto solo duró hasta que un día vieron en televisión un reportaje sobre parejas que adoptaban niños extranjeros. Decidieron entonces que esa sería la solución a sus males: si no podían engendrar sus propios hijos, volcarían toda su ternura en el niño de una familia desfavorecida, y harían cuanto estuviese en su mano por darle un futuro.

Ilusionados, viajaron a Mali por segunda vez. Querían que su hijo, como su amor, tuviese raíces en Bougoula. A la abuela de Drissa le faltó tiempo para ofrecerles la custodia del pequeño. Para ella era una boca menos que alimentar. Además, poner a los niños a cargo de familias más pudientes era común entre su gente. Drissa tenía entonces cinco años.

El problema de verdad vino en Bamako, donde la joven pareja se dio de bruces con la maraña burocrática que suponía adoptar a un niño cuya existencia ni siquiera constaba en los registros. Esperas interminables, gratificaciones bajo cuerda a funcionarios, callejones sin salida… amén de un abogado local, que, al cobrar por horas, parecía más interesado en demorar el proceso que en llevarlo a buen puerto. La incertidumbre se prolongó más de dos años, durante los cuales visitaron a Drissa varias veces. Solo cuando estaban a punto de perder la esperanza, recibieron —por fin— la aprobación de las autoridades. Su odisea terminó en el aeropuerto de Barajas una mañana del mes de julio, tras un viaje más largo de lo previsto, con retraso y una escala de más.

—¿Vendréis luego a casa? —preguntó la madre de Yolanda, después de cubrirla de besos.

—Estamos cansados, mamá. Ha sido un viaje larguísimo.

—¡Venga, animaos! Vienen todos los primos a ver la final del mundial. Así conocen a Drissa…

Yolanda miró a Juan.

—¿Por qué no? —dijo este—. Al crío le encanta el fútbol. Y los primos lo atosigarán menos si están pendientes del partido.

La tarde transcurrió festiva. Luego comenzó la final y todo se puso más tenso. Yolanda y su madre, menos interesadas en lo deportivo, se retiraron a la cocina a comentar los pormenores del viaje. El resto pasó los siguientes noventa minutos en un frenesí de nervios y sobresaltos, aderezados con más de un insulto al pobre árbitro.

Tan igualada estuvo la cosa que se llegó a la prórroga con empate a cero. Los holandeses, timoratos al principio, mejoraban por momentos. Rozaron la victoria cuando Robben se escapó de la defensa española, y también con un tiro lejano a pocos minutos del final. Por unos terribles instantes, hasta el más optimista lo vio todo negro.

Entonces marcó Iniesta.

¡Qué momento! Padres, hijos y abuelos saltaron de júbilo. Tres generaciones unidas por la hazaña de once tipos vestidos de corto cuyo mérito ante la sociedad de pronto pareció ir más allá de la simple habilidad con los pies. El pitido final hizo que las lágrimas aflorasen a los ojos de alguno, tal vez más por la emoción colectiva que fruto de la pasión por el deporte rey.

Yolanda escuchó los gritos y quiso unirse a la fiesta. Entonces se dio cuenta de que Drissa no estaba con los demás. Sin decir palabra, subió al piso de arriba en su busca, pero no lo encontró. Miró en el baño y en los dormitorios. Tampoco. Preocupada, regresó al salón.

—¿Alguien ha visto a Drissa? —preguntó en voz alta.

Por las caras de sorpresa —empezando por la de su marido—, supo de inmediato que nadie más se había percatado de la ausencia del pequeño. Todos comenzaron a buscarlo como locos. Los primos salieron a la calle, llamándolo a gritos; los abuelos bajaron al garaje, por si le hubiera dado por ir a explorar; y uno de sus cuñados hizo amago de llamar a la policía.

Yolanda se asomó al jardín, el único sitio de la casa donde no había mirado aún.

Para su infinito alivio, Drissa estaba allí, solo, sentado de piernas cruzadas sobre el césped.

Con la barbilla apoyada en las palmas de sus manitas, el niño contemplaba las límpidas aguas de la piscina.



_____________________
Drissa existe; Bougoula, también, y ya tiene pozo. Esta historia está basada en hechos reales.
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Dama Luna
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Re: CP XVI - Drissa

Mensaje por Dama Luna »

A favor tiene que es un relato que trasluce amor, generosidad y entrega, tiene un mensaje bonito que no cae en lo ñoño, y eso siempre se agradece (yo lo agradezco, vaya).

Creo que lo que más le pesa es que, por lo general, hace falta algo más que las ganas de transmitir un hermoso mensaje para construir un relato. Me falta un hilo conductor más allá de un puñado de imágenes. O quizá si he hubiera apostado por un estilo que dejara más huella; tal como está lo veo correcto, sin más, y falto de un poco más de punch.

Espero que a Drissa le vaya fenomenal con su nueva familia.

Suerte.
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pmarsan
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Re: CP XVI - Drissa

Mensaje por pmarsan »

Querido autor, el tuyo es un relato de contrastes. :D Juegas con la realidad del África rural frente a la de la Europa industrializada; con lo superfluo a lo que todo el mundo tiene acceso (el fútbol), frente a lo esencial a lo que mucha gente no tiene acceso (el agua); y contrapones esa “familia bien” española, que puede conseguir cualquier cosa con dinero, con la familia africana, a la que el dinero ni siquiera le sirve de gran cosa. Nos muestras al niño que sueña con el fútbol, pero que con lo que verdaderamente flipa, aunque ni él mismo lo sepa, es con la idea de tanta agua junta en una piscina. Va bien para mi gusto, pero la prosa es una pizca aséptica y asumes riesgos narrativos de los que no es fácil salir airoso. Gracias por compartirlo y mucha suerte en el concurso. :wink:
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Iliria
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Re: CP XVI - Drissa

Mensaje por Iliria »

Relato muy actual, bonito y sencillo, que llega. Buen contraste entre el Primer Mundo y los países más necesitados, y el fútbol como nexo entre ambas realidades.
El final del relato con Drissa mirando la piscina... creo que lo entiendo, aunque no acabo de ver qué relación guarda con el tema del Mundial. Supongo que teniendo que caminar tanto para conseguir agua en su poblado, le choque que haya tanta en Occidente y tan a mano... :roll:

Gracias por participar, y suerte :60:
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón :101:
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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Gavalia
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Re: CP XVI - Drissa

Mensaje por Gavalia »

Una historia simple pero con moraleja. Nos muestra el mundo real del pequeño y aunque dicen que al personaje principal de una historia hay que hacerlo sufrir mucho para que el lector empatice con él, la verdad es que todos tenemos en la retina imágenes del tercer mundo que nos hacen sentirnos tristes por tanta desigualdad. No hace falta mucho más para querer al pequeño Drissa.
Lo importante para él era el agua y supongo que semejante cantidad de ese líquido apiñada en una piscina era lo más increible que él jamás viera, hasta el punto que ni tan siquiera el futbol que tanto gustaba en su pueblo lograra sacarle de su ensimismamiento. Lo cierto es que la historia se me queda solo en imágenes, que como decía, todos tenemos por conocidas y estoy de acuerdo con Dama Luna en que le falta cierta urdimbre para que sea un buen relato. En lo formal no le pongo pegas. Quizá el armazón de la historia no es el más adecuado para no quedarse en anécdota lacrimógena. Un saludo y suerte.
En paz descanses, amigo.
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Raúl Conesa
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Re: CP XVI - Drissa

Mensaje por Raúl Conesa »

Coincido con los compañeros: la historia, por bonita que sea, se queda más en un cuadro que en un relato. O mejor dicho, tres cuadros: hay un niño en una región pobre de África, una pareja española adopta al niño, el niño se queda ensimismado con las diferencias entre su viejo y su nuevo hogar.

De estilo lo veo muy seco, dando la información sin mucho empleo de recursos literarios; y en lo técnico está perfectamente, nada que objetar en ese sentido. Lo único que le falta es un argumento que atrape mejor, pero igualmente me ha gustado por el mensaje, así que no puedo juzgarlo severamente. Aprobado alto.
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
famoso era su piquito de oro.
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Megan
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Re: CP XVI - Drissa

Mensaje por Megan »

Autor/a, me gustó tu relato.
Como dicen mis compañeros, veo como imágenes que tienen como nexo el fútbol, lo cual no critico, porque es el deporte que mueve más personas en el mundo. Son varias imágenes: los niños pobres de África, una pareja que quiere adoptar un niño y tiene mil problemas burocráticos y por último el niño pobre de África, adoptado por esa pareja, que no mira el fútbol porque lo entusiasma uno de los peores flagelos que tienen allá: el proveerse de agua. Creo que falta más conexión entre esas imágenes, algo que las mezclara y creara una historia más consistente. Claro, si estás tratando una historia real y no quisiste darle algo de ficción, es lógico que no haya más elementos. No obstante todos los peros que te puse, creo que es un buen relato, con una prosa fluida y cuidada, que vale la pena conocer, por la parte emocional que nos deja.

Mucha suerte y gracias por compartirlo, :D .
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JotaArkham
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Re: CP XVI - Drissa

Mensaje por JotaArkham »

El relato es precioso, la narración vuela por sí sola y en lo técnico es algo aséptico, pero muy correcto. La analogía del pozo y la piscina está muy bien traída y la antítesis o contraste entre entretenimiento (fútbol) y realidad (miseria) queda perfectamente engarzada en la narración. ¿Se le puede pedir algo más?

Bueno, lo que comentan los compañeros: no hay una confrontación (salvo los escollos burocráticos y el susto final de la desaparición), unas expectativas que satisfacer, no hay nudo que se deshaga. En ese sentido, creo que queda perfecto como artículo de prensa escrita, para una publicación, periódico o similar. Como relato no encaja tan bien.

De todas maneras, me ha gustado mucho el cuadro que has dibujado de forma tan sencilla como tierna. Creo que dejar una huella (por pequeña que sea) en el lector es algo muy complicado de conseguir en tan poco espacio y tú lo has logrado, por lo que seguro va a estar entre mis favoritos.
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Jarg
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Re: CP XVI - Drissa

Mensaje por Jarg »

Poco puedo decir sobre este relato que no se haya dicho ya. Me ha parecido precioso, una fábula sobre el contraste entre primer y tercer mundo centrada en algo tan simple como el agua. Ni el fútbol, ni la casa, ni la comida, ni los juguetes. Lo que llama la atención al pequeño Drissa es el tener agua tan cerca.

Sobre la forma, me ha parecido muy correcto y bien presentado, un estilo directo y, en ocasiones, incisivo, pues te deja imágenes impresas en la retina. La única pega quizás sea que en algunos pasajes es demasiado explicativo, aunque eso no es un defecto en sí (hasta Victor Hugo lo hacía), es solo cuestión de gustos. Yo suelo preferir los relatos que sugieren más que los que explican, así que no veas esta parte del comentario como una crítica, autor/a.

Hay algunas frases magistrales, como:
... y el porvenir no le interesa a nadie porque no existe.
Enhorabuena por el relato, autor/a, y gracias por compartirlo :60:
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
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raumat
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Re: CP XVI - Drissa

Mensaje por raumat »

Un relato muy emotivo.
Y un tema trascendente: la pobreza en África, las penurias cotidianas, la falta de futuro, el desamparo de los niños...
Técnicamente bien escrito, a mi juicio.
Lo que no me queda claro del todo es la imagen final del relato, el mensaje que quiere enviar el autor con ese final.
Supongo que hay que interpretarlo de forma positiva:
El niño, encantado... con todo ese césped y ese agua a su disposición.
Aunque también podría interpretarse de forma menos positiva:
El niño, solo, apartado del resto... quizás añorando a su familia y amigos...
Bueno, mejor me quedo con la primera interpretación.
Gracias al autor por compartirlo y suerte en el concurso.
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rubisco
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Re: CP XVI - Drissa

Mensaje por rubisco »

Me he propuesto no repetirme, así que voy a intentar aportar cosas distintas para que no te aburras al llegar a mi comentario.

Te has fajado a escribir un relato complicado. Todo lo que tiene que ver más con emociones que con acciones siempre tiene una doble dificultad porque: 1) necesitas asegurarte de que el lector mantiene la atención en el relato, algo sencillo con mucho movimiento y no tanto cuando tiene que poner el corazón; y 2) el lector no tiene que entender las emociones, tiene que sentirlas, y ahí radica la parte compleja.

Creo que consigues ambas cosas medianamente bien. La parte de las sensaciones siempre es más subjetiva y está más sujeta a una revisión constante, pero de todos modos me parece que el resultado es muy digno y muy positivo.

Mención aparte me merece el arco narrativo, el cual me parece casi inexistente. Una historia necesita un hilo conductor que dé un par de quiebros para justificar su escritura. Quicir, en el hilo Cuéntame un cuadro, de nuestra rollingstonera Megan, los relatos no se centran en contar el cuadro, sino que construyen una historia, con sus puntos críticos y sus quiebros, de modo que existe una evolución en los personajes y en el entorno.

Esa evolución, si bien existe en el relato, se centra sobre todo en los logros de Yolanda y Juan al adoptar a Drissa. Y resulta que el muchacho cuyo nombre da título al relato acaba siendo, a mi juicio, un elemento circunstancial de la historia en lugar de un personaje cuyas acciones pueden, en algún momento, desencadenar algo. De hecho Drissa desaparece de la narración y solo lo reencontramos mirando la piscina.

Ojo, es una escena muy emotiva, pero de un relato me gusta especialmente el cómo se llega a esa escena emotiva, no el último fotograma antes de que aparezca la palabra FIN.

Por nombrar otra cosa que me ha llamado la atención, tu relato me ha resultado como si viera un álbum de fotos. Quiero decir, no he notado movimiento en los personajes; es más como si cada escena fuera una foto y me la estuvieras contando. Esto no es malo, es una técnica narrativa, pero sí hay que tener en cuenta que si la narración es estática, la tensión rítmica tiene que venir por otro lado (y, en este caso, no la he notado).

En todo caso, creo que tienes que querer con orgullo a tu relato. Tiene muy buenas bases y habrá lectores que lo encumbren, porque al final esto tiene más que ver con gustos que con aciertos/errores.

¡Mucha suerte!
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Megan
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Re: CP XVI - Drissa

Mensaje por Megan »

rubisco escribió: 07 May 2021 11:08 ... en el hilo Cuéntame un cuadro, de nuestra rollingstonera Megan, los relatos no se centran en contar el cuadro, sino que construyen una historia, con sus puntos críticos y sus quiebros, de modo que existe una evolución en los personajes y en el entorno.

Edito: No, no puedo ser tan mala contigo, te perdono esta vez, pero no lo hagas más, :no: .
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Sinkim
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Re: CP XVI - Drissa

Mensaje por Sinkim »

Me ha gustado mucho este relato y la escena final es impactante y más aún por lo sencilla y cotidiana que es. Además me ha sorprendido mucho porque me habías engañado completamente con la escena anterior del protagonista y los otros niños viendo el fútbol en su aldea :D :D
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Mister_Sogad
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Re: CP XVI - Drissa

Mensaje por Mister_Sogad »

Tengo la impresión que tu protagonista podría tener un mayor recorrido en otro futuro relato con mayor extensión y detalle; porque creo que, con lo poco que has esbozado de él ya has logrado otorgarle cierto fondo que se puede explotar. Ojalá lo aproveches en otro relato (aunque sea en LFE).

¿Sabes? Al principio del relato se me han ido pasando varias ideas por la mente: "Anda! otro relato ligado al fútbol", "parece una historia social, con moralina", "uf, espero que no sea un dramón"... esto, al inicio hacia que mi lectura fuera algo ligera, culpa mía sin duda, pero creo debo señalarlo.

Sin embargo, todas esas ideas que estorbaban se han ido diluyendo y me he interesado por el relato... hasta casi el final, donde me ha asaltado el desconcierto. Es como si me hubiera faltado algo. Quiero pensar que, o bien has ideado un relato abierto, en el que dejas al lector que piense o acabe de construir lo necesario a su antojo, que no digo que sea mala idea; o bien, ha pasado algo mientras escribías que te ha hecho rematar de manera rápida, ya sea el límite de entrega del relato, el tiempo real que tuvieras para hacerlo, o que de pronto vieras que querías explicar algo complejo y no te "cabía" como tú hubieras querido.

Voy a inclinarme por la primera opción. Y siendo así debo decir que yo creo que, en este relato tuyo, con esa temática, es importante cerrar en cierto modo la personalidad, motivaciones y pensamientos de tu protagonista para tener un relato digamos "redondo", claro está desde mi punto de vista. Ya digo que ese final se me ha quedado algo descolgado, como si me faltara algo, y es una pena, porque te has esforzado por construir a tu protagonista, pero no ha quedado del todo dibujado, es decir, su vida antes de la adopción me queda clara, pero el después, por mucho que yo pueda entender lo que hace o pueda pensar en lo que signifique, me queda raro en comparación con el cuidado al detalle del antes. ¿Me explico?, tal vez sea una tontería mía, pero es lo que he sentido al acabar de leer el relato.

Suerte en el concurso! :60:
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Isma
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Re: CP XVI - Drissa

Mensaje por Isma »

Me ha gustado. El lenguaje aséptico está bien. Que el lector saque sus propias conclusiones. Aunque tampoco lo veo tan aséptico. El narrador se moja.

Me ha gustado también el juego con el fútbol. Los niños buscan el asombro. El futbol ya lo conoce, lo que no ha visto jamás es tanta agua limpia junta. Conduces al lector para que crea que va a ser una historia corriente (donde el fútbol sería el equivalente a Disneyworld) y luego le recuerdas que no, que la realidad no es así.

Suerte.
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