CP XVI - Ley de fugas - Rubisco (1º Jurado)
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Re: CP XVI - Ley de fugas
Pienso que, al final, lo que cuenta es que un relato deje cierto "poso". Es decir, que sea recordado sin mucho esfuerzo. En tu caso creo que logras lo que digo al narrar una vivencia tan terrible. Si bien, en mi opinión, el relato hubiera ganado enteros si te hubieras detenido algo más en los sentimientos de tu protagonista, tal vez añadiendo mayor crudeza, creando un ambiente más descarnado incluso. Ah, pero tal vez entonces se me hubiera hecho a mí complicado leerlo, ¿verdad? Como ves, es un contrasentido lo que te señalo, pero pienso que puede ayudarte para con otros lectores.
Reitero: suerte en el concurso!
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- Iliria
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Re: CP XVI - Ley de fugas - Rubisco
Enhorabuena, Rubisco, merecidísimo primer puesto Otro de los relatos que más me han gustado del concurso (5 puntos), así que disfruta del premio, compi
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- Raúl Conesa
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Re: CP XVI - Ley de fugas - Rubisco (1º Jurado)
Mis 2 puntos, Rubisco. Reconozco que en parte me ha podido mi sesgo; es que todo el tema de la Guerra Civil y la dictadura ya me suena repetitivo a estas alturas. Son cosas mías. Eso sí, la calidad literaria no te la puedo negar.
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
famoso era su piquito de oro.
palurdo, payasil y muy pillo,
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- Jarg
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Re: CP XVI - Ley de fugas - Rubisco (1º Jurado)
Muy buen relato, @rubisco. Me pasa un poco como a Raúl, los relatos del tema GCE o dictadura me suelen resultar muy parecidos, pero este me pareció novedoso en varios aspectos y me tuvo con el corazón en un puño durante toda la huida. Te llevaste ocho puntos en mi reparto .
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
Linus Van Pelt
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Re: CP XVI - Ley de fugas - Rubisco (1º Jurado)
Qué decirte mi FD, que me encantó tu relato, pero estuve acotada con los puntos. Me emocionaste mucho con ese hombre que termina sollozando, me dieron ganas de llorar con él. Te felicito, ya sé que sos un genio de la escritura, disfrutá de tu premio súper merecido, amigo queridísimo, .
Re: CP XVI - Ley de fugas - Rubisco (1º Jurado)
Jarg escribió: ↑17 May 2021 20:36 Muy buen relato, @rubisco. Me pasa un poco como a Raúl, los relatos del tema GCE o dictadura me suelen resultar muy parecidos, pero este me pareció novedoso en varios aspectos y me tuvo con el corazón en un puño durante toda la huida. Te llevaste ocho puntos en mi reparto .
Muchas gracias a ambos, significa mucho que les haya gustado tanto que lo hayan puntuado.Raúl Conesa escribió: ↑17 May 2021 20:12 Mis 2 puntos, Rubisco. Reconozco que en parte me ha podido mi sesgo; es que todo el tema de la Guerra Civil y la dictadura ya me suena repetitivo a estas alturas. Son cosas mías. Eso sí, la calidad literaria no te la puedo negar.
Sobre el asunto de la guerra, entiendo lo que dicen y, en parte, lo comparto, pero entiendo que siga siendo un tema recurrente y que, como me ha ocurrido a mí, acabe siendo argumento para un relato. Más adelante daré mi visión sobre el tema dentro de la explicación del relato.
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Re: CP XVI - Ley de fugas - Rubisco (1º Jurado)
Muchas gracias, Megan. Sabemos lo cruel que es el sistema de puntuaciones, así que no tienes que disculparte. Lo importante es que te haya gustado, lo hayas puntuado o no.Megan escribió: ↑17 May 2021 20:43 Qué decirte mi FD, que me encantó tu relato, pero estuve acotada con los puntos. Me emocionaste mucho con ese hombre que termina sollozando, me dieron ganas de llorar con él. Te felicito, ya sé que sos un genio de la escritura, disfrutá de tu premio súper merecido, amigo queridísimo, .
Toca disfrutarlo y compartir la alegría con todos ustedes .
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Re: CP XVI - Ley de fugas - Rubisco
Muchas gracias, Iliria. Hay muchos relatos merecedores del primer puesto, eso hace que lo saboree con más gusto .
Me alegra que lo hayas disfrutado. Sin desmerecer el del jurado y el del popular, ese es el mejor premio.
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Re: CP XVI - Ley de fugas - Rubisco (1º Jurado)
¿Tú no te cansas, verdad?
Tu relato toca el corazón porque transmite bien ese carrusel de emociones que tan bien dibuja tu pluma. No pude evitar emocionarme con él, y ya sabes que el chucho es un tipo duro. Bravo por eso.
Enhorabuena por ese primer puesto
Tu relato toca el corazón porque transmite bien ese carrusel de emociones que tan bien dibuja tu pluma. No pude evitar emocionarme con él, y ya sabes que el chucho es un tipo duro. Bravo por eso.
Enhorabuena por ese primer puesto
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
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Re: CP XVI - Ley de fugas - Rubisco (1º Jurado)
Perdón que me ría: jajaja, tipo duro, es un tierno cachorrito como un peluchín para jugar con él, .
Re: CP XVI - Ley de fugas - Rubisco (1º Jurado)
Gracias, chuchito.
No es fácil enfrentar los sentimientos de un personaje desconocido. Por eso, cuando yo me emociono al leer y releer tras días de reposo intuyo que, ¡ay!, ahí hay algo que puede conmover a otras personas.
No siempre acierto, pero esta vez funcionó.
Venga esa pancita, que te has ganado una rascada
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Re: CP XVI - Ley de fugas - Rubisco (1º Jurado)
Se van a reír...
Bueno, no. Realmente no hay nada de qué reírse.
Nunca me he planteado la necesidad de escribir sobre la guerra del 36, aunque es el segundo relato que escribo bajo ese contexto (el primero está, de momento, a buen recaudo). Creo, sin embargo, que es normal que forme parte del folclore español teniendo en cuenta que se trata de una etapa que sigue vigente en el imaginario colectivo de una parte de la sociedad porque la política se encargó de cerrarla en falso. Primero en 1939, con la victoria de los sublevados y la consecuente reescritura de la historia; después, en 1977, y ya en democracia, con la imposición de una ley de amnistía que indultaba los delitos de guerra y los propios de la acción represiva de la dictadura, algunos de lesa humanidad; y, a partir de 2008, tras aprobarse la Ley de Memoria Histórica, con las sucesivas resistencias a los intentos por dignificar la memoria de aquellos cuya existencia consiguieron borrar.
Todo eso tiene un trasfondo: citas no contrastadas afirman que España es el segundo país, por detrás de Camboya, con más muertos en fosas comunes. Que no sean contrastadas no significa que sean falsas. Las fosas comunes están en cunetas, en campos, en barrancos… incluso en el mar. A los chilenos les sonará especialmente de qué hablo.
Pero no quería hacer proselitismo, sino hablar de Polo. Polo realmente existió. Más bien el tío Polo, aunque no era Hipólito, sino Leopoldo.
Polo era tío de mi padre por parte paterna y tío abuelo por parte materna (sí, de esas cosas raras que sucedían a veces en las familias). Por desgracia, nunca lo conocí. Murió en un postoperatorio doce años antes de que yo naciera.
Pero lo importante de esto no es nuestra filiación, sino la historia. El tío Polo fundó la librería Goya (cerrada a comienzos de este siglo) en Santa Cruz en tiempos de la II República y sus simpatías republicanas e izquierdistas lo llevaron, tras el levantamiento militar, a la prisión instalada en los antiguos almacenes de Fyffes (españolizados como Faifes por la población local). Una noche, un amigo militar del bando sublevado lo cambió de celda y, al amanecer, todos los encarcelados en su antigua celda fueron ejecutados.
Esa es la historia real. El resto es invención mía. Bueno, también hay mucha documentación, como los caldos turbios con zapatos flotando, las epidemias de tuberculosis, los fusilamientos ante toda la prisión o la fosa común submarina en Cueva Bermeja. Todo eso está documentado por historiadores y por testimonios de presos, y es accesible a través de internet.
El tío Polo no fue sometido a la Ley de fugas. Fue liberado tiempo más tarde (desconozco el momento y el contexto), se reintegró a su actividad librera y acabó siendo una eminencia que compartió tertulia y negocios con reputados escritores como Eduardo Westerdahl, Domingo Pérez Minik o, incluso, Miguel Ángel Asturias. De su experiencia en prisión no debió aprender mucho, porque durante todo el franquismo la librería fue conocida por las tertulias de escritores izquierdistas que hablaban de política en medio de discusiones literarias. Salvo esto último, todo lo demás lo supe documentándome en internet para el relato, porque los familiares coetáneos a él nunca me llegaron a contar nada. En fin, cosas de familia que nunca llegan a entenderse.
El relato me resultó sorprendentemente fácil de escribir y lo hice a base de iteraciones: primero, el argumento en sí; después la ambientación general; luego los diálogos y, finalmente, las sensaciones (olores, sabores…).
De paso aproveché para incluir léxico canario, algo que siempre me ha apetecido hacer pero no he hecho para no descubrirme. Hablo de colchones botados (tirados por el suelo), de bubangos (calabacines), de batatas (boniatos)... hubiera puesto más como gavetas (cajones) o guaguas (autobuses) pero el argumento no me daba para más.
En lo literario, disiento con quienes hablan de comas (hay quienes las usan como pausas en la lectura, lo cual está desaconsejado) o de frases complejas. En mi fuero interno el relato las necesitaba para darle más confusión. Me gustan ese tipo de estrategias y ahora que me he acostumbrado a ellas no me van a descabalgar.
He de decir que este no era el relato que iba a enviar. Tenía un relato escrito de antes que limé para participar con él. A los pocos días se me ocurrió una historia divertida, un millón de veces más desenfadada que esta, y la escribí convencido de que sería la que enviaría. Pero entonces, por algún motivo que aún me sigo preguntando, me acordé de la historia del tío Polo y todo fluyó como la savia de un tajo en el tronco.
Por supuesto, tuve un aovillado debate conmigo mismo sobre si debía enviarlo o no. No por airear secretos familiares; eso es una menudencia. Era por el efecto que podía tener una crítica negativa sobre un relato tan personal. Sin embargo, nada más enviarlo desaparecieron las dudas y supe que había hecho lo correcto.
(Ños, quería hacer un pequeño mensaje explicativo y prácticamente podría enviarlo como un relato al próximo concurso. )
(Por cierto, “ños” es otra expresión canaria. )
En fin, gracias a todos por la lectura, gracias a quienes quisieron darle puntitos a este relato y gracias también por acercarse a este pequeño rinconcito de la historia de mi familia que descubrí hace poco y que quise compartir con todos ustedes.
PD: justo antes de enviar el relato eliminé la primera frase, que decía “Al tío Polo, al que nunca conocí”. Prefería darle un traje de ficción para no condicionar el voto de lectores de corazón sensible.
Bueno, no. Realmente no hay nada de qué reírse.
Nunca me he planteado la necesidad de escribir sobre la guerra del 36, aunque es el segundo relato que escribo bajo ese contexto (el primero está, de momento, a buen recaudo). Creo, sin embargo, que es normal que forme parte del folclore español teniendo en cuenta que se trata de una etapa que sigue vigente en el imaginario colectivo de una parte de la sociedad porque la política se encargó de cerrarla en falso. Primero en 1939, con la victoria de los sublevados y la consecuente reescritura de la historia; después, en 1977, y ya en democracia, con la imposición de una ley de amnistía que indultaba los delitos de guerra y los propios de la acción represiva de la dictadura, algunos de lesa humanidad; y, a partir de 2008, tras aprobarse la Ley de Memoria Histórica, con las sucesivas resistencias a los intentos por dignificar la memoria de aquellos cuya existencia consiguieron borrar.
Todo eso tiene un trasfondo: citas no contrastadas afirman que España es el segundo país, por detrás de Camboya, con más muertos en fosas comunes. Que no sean contrastadas no significa que sean falsas. Las fosas comunes están en cunetas, en campos, en barrancos… incluso en el mar. A los chilenos les sonará especialmente de qué hablo.
Pero no quería hacer proselitismo, sino hablar de Polo. Polo realmente existió. Más bien el tío Polo, aunque no era Hipólito, sino Leopoldo.
Polo era tío de mi padre por parte paterna y tío abuelo por parte materna (sí, de esas cosas raras que sucedían a veces en las familias). Por desgracia, nunca lo conocí. Murió en un postoperatorio doce años antes de que yo naciera.
Pero lo importante de esto no es nuestra filiación, sino la historia. El tío Polo fundó la librería Goya (cerrada a comienzos de este siglo) en Santa Cruz en tiempos de la II República y sus simpatías republicanas e izquierdistas lo llevaron, tras el levantamiento militar, a la prisión instalada en los antiguos almacenes de Fyffes (españolizados como Faifes por la población local). Una noche, un amigo militar del bando sublevado lo cambió de celda y, al amanecer, todos los encarcelados en su antigua celda fueron ejecutados.
Esa es la historia real. El resto es invención mía. Bueno, también hay mucha documentación, como los caldos turbios con zapatos flotando, las epidemias de tuberculosis, los fusilamientos ante toda la prisión o la fosa común submarina en Cueva Bermeja. Todo eso está documentado por historiadores y por testimonios de presos, y es accesible a través de internet.
El tío Polo no fue sometido a la Ley de fugas. Fue liberado tiempo más tarde (desconozco el momento y el contexto), se reintegró a su actividad librera y acabó siendo una eminencia que compartió tertulia y negocios con reputados escritores como Eduardo Westerdahl, Domingo Pérez Minik o, incluso, Miguel Ángel Asturias. De su experiencia en prisión no debió aprender mucho, porque durante todo el franquismo la librería fue conocida por las tertulias de escritores izquierdistas que hablaban de política en medio de discusiones literarias. Salvo esto último, todo lo demás lo supe documentándome en internet para el relato, porque los familiares coetáneos a él nunca me llegaron a contar nada. En fin, cosas de familia que nunca llegan a entenderse.
El relato me resultó sorprendentemente fácil de escribir y lo hice a base de iteraciones: primero, el argumento en sí; después la ambientación general; luego los diálogos y, finalmente, las sensaciones (olores, sabores…).
De paso aproveché para incluir léxico canario, algo que siempre me ha apetecido hacer pero no he hecho para no descubrirme. Hablo de colchones botados (tirados por el suelo), de bubangos (calabacines), de batatas (boniatos)... hubiera puesto más como gavetas (cajones) o guaguas (autobuses) pero el argumento no me daba para más.
En lo literario, disiento con quienes hablan de comas (hay quienes las usan como pausas en la lectura, lo cual está desaconsejado) o de frases complejas. En mi fuero interno el relato las necesitaba para darle más confusión. Me gustan ese tipo de estrategias y ahora que me he acostumbrado a ellas no me van a descabalgar.
He de decir que este no era el relato que iba a enviar. Tenía un relato escrito de antes que limé para participar con él. A los pocos días se me ocurrió una historia divertida, un millón de veces más desenfadada que esta, y la escribí convencido de que sería la que enviaría. Pero entonces, por algún motivo que aún me sigo preguntando, me acordé de la historia del tío Polo y todo fluyó como la savia de un tajo en el tronco.
Por supuesto, tuve un aovillado debate conmigo mismo sobre si debía enviarlo o no. No por airear secretos familiares; eso es una menudencia. Era por el efecto que podía tener una crítica negativa sobre un relato tan personal. Sin embargo, nada más enviarlo desaparecieron las dudas y supe que había hecho lo correcto.
(Ños, quería hacer un pequeño mensaje explicativo y prácticamente podría enviarlo como un relato al próximo concurso. )
(Por cierto, “ños” es otra expresión canaria. )
En fin, gracias a todos por la lectura, gracias a quienes quisieron darle puntitos a este relato y gracias también por acercarse a este pequeño rinconcito de la historia de mi familia que descubrí hace poco y que quise compartir con todos ustedes.
PD: justo antes de enviar el relato eliminé la primera frase, que decía “Al tío Polo, al que nunca conocí”. Prefería darle un traje de ficción para no condicionar el voto de lectores de corazón sensible.
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Re: CP XVI - Ley de fugas - Rubisco (1º Jurado)
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
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Re: CP XVI - Ley de fugas - Rubisco (1º Jurado)
Mañana lo leo, Rubisquis, que sigo con la migraña, no me da para más seguir mirando el monitor, besos.rubisco escribió: ↑17 May 2021 21:20 Se van a reír...
Bueno, no. Realmente no hay nada de qué reírse.
Nunca me he planteado la necesidad de escribir sobre la guerra del 36, aunque es el segundo relato que escribo bajo ese contexto (el primero está, de momento, a buen recaudo). Creo, sin embargo, que es normal que forme parte del folclore español teniendo en cuenta que se trata de una etapa que sigue vigente en el imaginario colectivo de una parte de la sociedad porque la política se encargó de cerrarla en falso. Primero en 1939, con la victoria de los sublevados y la consecuente reescritura de la historia; después, en 1977, y ya en democracia, con la imposición de una ley de amnistía que indultaba los delitos de guerra y los propios de la acción represiva de la dictadura, algunos de lesa humanidad; y, a partir de 2008, tras aprobarse la Ley de Memoria Histórica, con las sucesivas resistencias a los intentos por dignificar la memoria de aquellos cuya existencia consiguieron borrar.
Todo eso tiene un trasfondo: citas no contrastadas afirman que España es el segundo país, por detrás de Camboya, con más muertos en fosas comunes. Que no sean contrastadas no significa que sean falsas. Las fosas comunes están en cunetas, en campos, en barrancos… incluso en el mar. A los chilenos les sonará especialmente de qué hablo.
Pero no quería hacer proselitismo, sino hablar de Polo. Polo realmente existió. Más bien el tío Polo, aunque no era Hipólito, sino Leopoldo.
Polo era tío de mi padre por parte paterna y tío abuelo por parte materna (sí, de esas cosas raras que sucedían a veces en las familias). Por desgracia, nunca lo conocí. Murió en un postoperatorio doce años antes de que yo naciera.
Pero lo importante de esto no es nuestra filiación, sino la historia. El tío Polo fundó la librería Goya (cerrada a comienzos de este siglo) en Santa Cruz en tiempos de la II República y sus simpatías republicanas e izquierdistas lo llevaron, tras el levantamiento militar, a la prisión instalada en los antiguos almacenes de Fyffes (españolizados como Faifes por la población local). Una noche, un amigo militar del bando sublevado lo cambió de celda y, al amanecer, todos los encarcelados en su antigua celda fueron ejecutados.
Esa es la historia real. El resto es invención mía. Bueno, también hay mucha documentación, como los caldos turbios con zapatos flotando, las epidemias de tuberculosis, los fusilamientos ante toda la prisión o la fosa común submarina en Cueva Bermeja. Todo eso está documentado por historiadores y por testimonios de presos, y es accesible a través de internet.
El tío Polo no fue sometido a la Ley de fugas. Fue liberado tiempo más tarde (desconozco el momento y el contexto), se reintegró a su actividad librera y acabó siendo una eminencia que compartió tertulia y negocios con reputados escritores como Eduardo Westerdahl, Domingo Pérez Minik o, incluso, Miguel Ángel Asturias. De su experiencia en prisión no debió aprender mucho, porque durante todo el franquismo la librería fue conocida por las tertulias de escritores izquierdistas que hablaban de política en medio de discusiones literarias. Salvo esto último, todo lo demás lo supe documentándome en internet para el relato, porque los familiares coetáneos a él nunca me llegaron a contar nada. En fin, cosas de familia que nunca llegan a entenderse.
El relato me resultó sorprendentemente fácil de escribir y lo hice a base de iteraciones: primero, el argumento en sí; después la ambientación general; luego los diálogos y, finalmente, las sensaciones (olores, sabores…).
De paso aproveché para incluir léxico canario, algo que siempre me ha apetecido hacer pero no he hecho para no descubrirme. Hablo de colchones botados (tirados por el suelo), de bubangos (calabacines), de batatas (boniatos)... hubiera puesto más como gavetas (cajones) o guaguas (autobuses) pero el argumento no me daba para más.
En lo literario, disiento con quienes hablan de comas (hay quienes las usan como pausas en la lectura, lo cual está desaconsejado) o de frases complejas. En mi fuero interno el relato las necesitaba para darle más confusión. Me gustan ese tipo de estrategias y ahora que me he acostumbrado a ellas no me van a descabalgar.
He de decir que este no era el relato que iba a enviar. Tenía un relato escrito de antes que limé para participar con él. A los pocos días se me ocurrió una historia divertida, un millón de veces más desenfadada que esta, y la escribí convencido de que sería la que enviaría. Pero entonces, por algún motivo que aún me sigo preguntando, me acordé de la historia del tío Polo y todo fluyó como la savia de un tajo en el tronco.
Por supuesto, tuve un aovillado debate conmigo mismo sobre si debía enviarlo o no. No por airear secretos familiares; eso es una menudencia. Era por el efecto que podía tener una crítica negativa sobre un relato tan personal. Sin embargo, nada más enviarlo desaparecieron las dudas y supe que había hecho lo correcto.
(Ños, quería hacer un pequeño mensaje explicativo y prácticamente podría enviarlo como un relato al próximo concurso. )
(Por cierto, “ños” es otra expresión canaria. )
En fin, gracias a todos por la lectura, gracias a quienes quisieron darle puntitos a este relato y gracias también por acercarse a este pequeño rinconcito de la historia de mi familia que descubrí hace poco y que quise compartir con todos ustedes.
PD: justo antes de enviar el relato eliminé la primera frase, que decía “Al tío Polo, al que nunca conocí”. Prefería darle un traje de ficción para no condicionar el voto de lectores de corazón sensible.
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Re: CP XVI - Ley de fugas - Rubisco (1º Jurado)
Pues sin duda le has hecho un homenaje muy entrañable a tu tío Polo. Enhorabuena de nuevo
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
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