CP XVI - Santateresa - Repias

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
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CP XVI - Santateresa - Repias

Mensaje por lucia »

SANTATERESA

El sol de los primeros días de verano penetra por los amplios ventanales iluminando toda la habitación. Su luz, tamizada por las finas cortinas de lino acaricia el cuerpo desnudo de Teresa, que yace sobre la inmensa cama retrasando, perezosa, el momento de levantarse. Lleva un rato despierta, pero sigue con los ojos cerrados. Se siente bien, descansada, relajada... incluso podría afirmar que está feliz. Ha dormido plácidamente a pesar de que no lo ha hecho en su cama, y no recuerda cuando fue la última vez que se despertó así, con esa sensación de paz. Atrás quedaron los interminables meses de encierro y tensión acumulada, que tan nocivos habían sido para su descanso y su sueño. No poder hacer su vida normal y tener que pasar el tiempo completamente sola en su pequeño apartamento, sin nadie a su lado con quien compartir toda aquella angustia vital, la había condenado a un estado de necesidad constante, de tensión, de nerviosismo e incluso de depresión. Desesperada por su situación, había intentado tener algún contacto esporádico por medio de alguna de las aplicaciones para el móvil, pero tampoco había salido bien. La primera vez que lo intentó, huyó antes de llegar a nada, nerviosa y enfadada consigo misma. En la segunda, dada la inmensa angustia que sentía y lo irascible de sus actos durante las semanas precedentes, intentó seguir hasta el final, pero tan solo logró aumentar su frustración y, de paso, dejar a su cita tan perplejo como iracundo, hasta el punto de tener que amenazarle para que estuviera quieto y la dejara irse sin más. Este pequeño altercado se tradujo rápidamente en una serie de comentarios y valoraciones negativas en la red, algunas de carácter bastante ofensivo, y su posterior salida voluntaria de la aplicación y, prácticamente, de la última línea de conexión con el mundo que le quedaba.
El buen ojo que tantas veces había demostrado en la vida real quedaba completamente anulado al tener que seleccionar su cita mediante algo tan frío y artificial como una foto, a veces trucada, o un perfil ficticio hecho a medida para la ocasión. Fueron meses muy duros, de frustración, necesidad y, sobre todo, de soledad.

Teresa abre sus ojos verde intenso que, con la luz de la mañana, reaccionan encogiendo las pupilas hasta que tan solo queda un pequeño punto negro entre un mar esmeralda. A la luz del día, la estancia le parece más grande y acogedora de lo que había pensado. Gira perezosamente su cuerpo hasta apoyar por completo la espalda sobre el mullido colchón y encoge ligeramente las rodillas. Respira hondo reafirmándose en la calma que siente a pesar de que, la ropa de cama junto con la suya, yace esparcida por toda la habitación como si se tratara de las víctimas de una explosión. Teresa recorre su vientre y sus caderas de piel blanca con las puntas de sus finos dedos, suave y lentamente, haciendo que su piel se estremezca y su vello se erice ante el recuerdo de los dedos que trazaron ese mismo camino y con las sensaciones que la embargaron completamente tan solo unas pocas horas antes. Se lleva las manos al pubis, y junta y aprieta los muslos, sintiendo el calor húmedo que emana su sexo. A su tez pálida aflora un ligero rubor y una incipiente sonrisa.
En la casa reina el silencio, roto solamente por su propia respiración y el leve roce de su piel con la suave tela de la cama. En un rincón del techo, observa a una pequeña araña de patas finas y largas que parece espiarla en silencio, mientras espera a que una potencial presa caiga en su fina red recién tejida. Teresa le sonríe mostrando sus dientes blancos entre los labios gruesos y rosados.


Esa noche todo cambió. Su buen ojo la llevó a aquel local, a aquella determinada hora, a aquel lugar concreto de la barra. En cuanto le vio apoyarse sobre el respaldo de uno de los taburetes, supo que era el elegido, y que no la defraudaría. Un par de gestos, de miradas cruzadas y una caída de ojos en el momento oportuno habían hecho el resto. Él había mordido el anzuelo sin reservas. La luz artificial e intermitente había ayudado lo suyo, disimulando los pequeños gestos nerviosos, el ansia subyacente y las ganas terribles.
- ¿Te puedo invitar a una copa? - Había dicho él con una sonrisa cálida y traviesa. Ella afirmó mientras mordía una pajita enseñando los dientes.
- ¿Qué tomas?
- Lo mismo que tú… - Respondió sonriente.
- Dos Santateresas con cola… - Dijo el chico a la camarera marcando pose, intentando mostrarse seguro de sí mismo.
A ella se le escapó una carcajada que él no comprendió en aquel momento.
- ¿No te gusta el ron? - Preguntó.
- No es eso. No te preocupes. - Disimuló ella mientras tensaba su mandíbula apretando el fino trozo de plástico.
Le costó poco más de quince minutos de charla complaciente y miradas inyectadas de lascivia mal disimuladas que el chico la invitara a salir a un lugar más tranquilo. En la calle, la luna creciente brillaba en lo alto mientras las aceras rebosaban de gente gritando exaltada, bebiendo, hablando a voces, disfrutando al fin de la ansiada libertad. A Teresa y a su acompañante, un chico llamado Mateo que no llegaba a la treintena, poco parecía importarles todo aquel despliegue de efusividad y emotividad. Caminaban en medo de aquella marabunta ajenos completamente a todo lo que no fuera ellos mismos. Como si estuvieran en una realidad paralela. Besos, miradas cómplices y alguna mano osada aventurándose por lugares ansiosos por ser descubiertos.

Teresa se levanta sin hacer ruido y camina de puntillas hasta lo que parece el baño de la habitación. Se sienta en el inodoro y vacía su vejiga ruidosamente mientras hace un barrido visual por los objetos que ocupan el cuarto. Todo está limpio y ordenado, hasta tal punto que, en su mente, empieza a rondar la idea de que su amante no vive solo. Siente un escalofrío recorriendo su espalda y afina el oído buscando sonidos en el interior de la casa. Nada. No se oye absolutamente nada excepto su propia respiración, ligeramente agitada por el repentino nerviosismo y el trino lejano de algún que otro pájaro. Se limpia con un trozo de papel y sale del baño sin tirar de la cadena para dirigirse sin hacer apenas ruido hacia la puerta de la habitación. Acerca la cabeza hasta pegar la oreja izquierda contra la madera fría. Sigue sin escuchar nada. Abre la puerta despacio y pone un pie fuera sin excesivos miramientos. Allí no hay nadie. El salón y la cocina también están vacíos y no hay rastro del paso de ningún ser humano excepto por los zapatos de ambos, que yacen todavía entremezclados frente al sofá junto con varios cojines y una manta, que antes de su llegada estaría doblada seguramente en algún lugar de las butacas.

Entraron en la casa desde el garaje, entre risas traviesas y gestos ansiosos pero, sobre el sofá, le había parado los pies un par de veces, para beber un trago, o incluso para frotarse los pies, supuestamente doloridos. Veía como los ojos del chico ardían de deseo y cómo se atropellaba en algunos movimientos con los que pretendía excitarla. No era necesario. Para ella era parte del juego. Le daba y le quitaba, le mostraba y le ocultaba, avanzaba y paraba de golpe, provocando que el calor de sus cuerpos lograra condensar el aire sobre las ventanas de la casa. Retozaron un poco, entre risas, besos, ligeros mordiscos e insinuaciones. Se descalzaron para estar más cómodos, pero ninguna pieza de ropa abandonó sus cuerpos hasta llegar a la habitación.

Vuelve a la habitación y aspira el aroma almizclado que sus cuerpos sudorosos dejaron impregnado por doquier. Entra en el baño de nuevo y abre el agua de la ducha hasta que ésta sale lo suficientemente caliente. Hay una toalla blanca y limpia doblada sobre un estante de cristal. La acerca a su boca y su nariz hasta sentir el aroma a lavanda del suavizante en la tela mullida. Se mete bajo el agua y la cascada la envuelve en una sensación plena de tranquilidad y paz. Solo se oye el ruido del agua al chocar contra el plato de resina blanco tras recorrer su cuerpo desnudo arrastrando los restos de sudor, fluidos y piel muerta. El gel huele a vainilla, aspira su aroma con los ojos cerrados atrayendo al presente la misma sensación que cuando anoche, sentada sobre él en el borde de la cama, abrió su camisa y enterró la nariz en su pecho desnudo y tenso.

Llegaron a la habitación golpeando y restregando sus cuerpos por todas las paredes. Ella le empujó sobre la cama y se subió a horcajadas sobre él. Acercó la cara a su pecho desnudo para absorber la esencia misma de su ser. Luego, entre juegos, todo fluyó. Su facilidad para lograr el orgasmo siempre había sido una gran baza. Otorgando a su amante, en ocasiones, una idea irreal de su capacidad; en otras, la confianza necesaria para desarrollar todo su potencial. Esta vez había sido lo segundo y, tras varios momentos álgidos en los que su cuerpo le dejó de responder, llegó el final del primer acto.

Teresa sale de la ducha renovada, limpia. Abre un poco la ventana del baño para que el vaho se disipe, tras la cual un par de cuervos negros como la noche la observan inmóviles desde la rama de un viejo roble, a pocos metros de la casa. Limpia el espejo con la toalla y se observa en él. Su rostro parece más joven, más terso, más limpio de lo que lo había sentido en muchos meses. Se peina hacia atrás con el primer peine que encuentra, deshaciendo múltiples nudos en su cabello oscuro y liso. De vuelta en la habitación, busca algo de ropa en el armario. Una sudadera gris que le va muy grande es más que suficiente. Abre los ventanales dejando que el aire se renueve en la medida de lo posible, coge un cigarro del bolso y sale al balcón con barandilla metálica que une las dos ventanas. Apoya sus brazos en el metal calentado por el sol y enciende el cigarro, dejando que el sol acaricie la piel de sus piernas y pies, y la ligera brisa de la mañana le revuelva el pelo todavía húmedo. Mientras fuma en silencio, la invade la sensación de estar en comunión con la naturaleza, de estar donde debe y donde quiere. De plenitud. Con el cigarro en la comisura de los labios observa detenidamente sus manos. En ellas apenas hay señales del esfuerzo soportado. Apenas unas ligeras rojeces en los bordes de las palmas y un par de uñas que tendrá que recortar y limar a conciencia hasta devolverles parte de su forma.

El primer acto había sido lo esperado. Caricias, deseo, ansia, pasión, fluidos corporales y saliva por doquier. Apoteosis líquida, uñas, mordiscos... Pero el juego de Teresa tan solo había comenzado. Había sido buena, muy buena. Le había dejado hacerle todo lo que había querido. Él la había movido a su antojo por toda la cama y había probado todo lo que había deseado, pero ahora era su turno. Teresa siguió con su juego. Su compañero de baile, exhausto y abrumado, permanecía con la respiración agitada tumbado sobre su espalda esperando el siguiente movimiento de aquella mujer. No quería decepcionarla después de todo lo que había pasado, y eso, ella, lo sabía muy bien. Poco a poco, Teresa se fue apoderando de la situación, ofreciéndole pequeñas recompensas por cada cesión en pos del juego. Hasta que se encontraron en el punto de no retorno, otra vez. Todo había resultado sencillo, aunque no excesivamente. Si hubiera sido así, Teresa habría perdido buena parte del interés y habría acabado con todo de una forma brusca. Por el contrario, logró que su presa acabara disfrutando de su juego, y que, tan solo en el momento de eyacular por segunda vez, supiera de verdad cómo iba a acabar todo.

Teresa entra de nuevo en la habitación, recoge su ropa y sus cosas de entre la maraña de telas. Antes de salir, echa un último vistazo a su obra. Quiere retenerla en su memoria todo el tiempo que pueda. Se acerca una última vez a la cama. Los ojos castaños del chico parecen observarla. Tan solo es una ilusión. El ligero velo que los cubre demuestra lo contrario. En ellos ya no hay luz ni vida. Teresa se aparta para dejar a la naturaleza seguir su curso. Solamente se gira una última vez antes de desaparecer tras la puerta, con una sonrisa de satisfacción dibujada en los labios, y observa cómo una mosca grande y de cuerpo verdoso posa sus patas sobre el iris velado del color castaño de la tierra seca, y como los cuervos que la observaban desde la rama del árbol, aguardan pacientes a que se vaya apoyados ahora sobre el metal caliente del balcón.
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pmarsan
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Re: CP XVI - Santateresa

Mensaje por pmarsan »

¡Madre mía, cómo están las mujeres de asesinas en este concurso…! :lol:

Muchas gracias por compartirlo, autor/a. La verdad es que el tuyo es un texto bien escrito, con algunas alegorías muy bonitas. :D También es breve, lo que siempre se agradece. El meollo es un encuentro sexual que narras sin caer en lo explícito ni en lo chabacano. Bien. A mi modo de ver, el texto se deja leer y suscita curiosidad. Solo te diría que se me queda un poco interruptus al final. ¿Pues quién es realmente Teresa? ¿Un vampiro? ¿Una asesina en serie? ¿Una loca? ¿Una simple psicópata? :o Veo que se carga a un ligue a quien apenas conoce de la noche anterior, pero no soy capaz de comprender por qué. No entiendo qué motivación la mueve a llevarse por delante la vida de una persona que, aparentemente, no tenía la culpa de nada. Tampoco comprendo esa especie de satisfacción que destila la protagonista al final, ni la complacencia con la que hace las cosas después de cometer un asesinato. ¿Pues no tendría más sentido salir corriendo de madrugada, tras cometer el crimen, que quedarse allí a dormir? :roll:

Creo que la pista para entender a Teresa está al principio, cuando hablas del sufrimiento que padece en los meses previos a su encuentro con el tal Mateo, pero me temo que algo ha resultado demasiado sutil para mi entendimiento. Con todo, pienso que es un relato entretenido y con sinceridad debo decir que he disfrutado de la lectura. ¡Mucha suerte en el concurso! :wink: :D
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Raúl Conesa
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Re: CP XVI - Santateresa

Mensaje por Raúl Conesa »

Que vaya por delante que en términos generales me gusta el relato. PERO. Odio cuando los autores le dan un giro brusco a la trama justo al final. Siempre me deja con la imagen mental del autor riéndose en mi cara con absoluta autocomplacencia, como diciendo "eso no te lo esperabas, ¿eh, pringao?". Pues no, no me lo esperaba, porque nada en el relato me ha dado a entender que ése iba a ser el final. Si el final hubiera sido que Teresa se da cuenta de lo vacío que resulta ir por la vida buscando parejas sexuales de las que desatenderse después, pues eso encajaría con el relato previo. Si Teresa termina de fumarse el cigarrillo y después hay un atentado terrorista en la calle, pues me sorprende, pero no es satisfactorio porque no conecta de ninguna manera con lo anterior. Podría haber revelado que es una alienígena púrpura que se come la araña del techo con una lengua extensible, oye, que por dar giros se puede hacer cualquier cosa. La cuestión es que si se va a dar un giro justo al final, ese giro hay que prepararlo durante el relato con pequeñas pistas, para que el lector recuerde las pistas y se diga a sí mismo "uy, pues sí que encaja, no sé cómo no lo he visto venir".

Así que en conclusión, está bien escrito a nivel de técnica (salvo por algún error minúsculo) y estilo, y es sólo a nivel de argumento que la cosa se viene abajo justo al final. Le doy un aprobado, y aprovecho para declarar una fatwa en contra de los giros argumentales mal implementados.
Última edición por Raúl Conesa el 04 May 2021 14:22, editado 1 vez en total.
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
famoso era su piquito de oro.
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Dama Luna
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Re: CP XVI - Santateresa

Mensaje por Dama Luna »

Lo que más me gusta de este relato: que está muy escrito, que tiene un estilo reposado y que juega con destreza a esa yuxtaposición de distintos momentos temporales. Esto permite que el texto cobre mucho más ritmo que si se hubiera optado por una estructura más clásica, más lineal, así que entiendo que el autor sabe lo que se hace.

Entiendo que la muchacha es una especie de succuba que absorbe la juventud, o la vida en realidad, de los demás para poder continuar ella viviendo. Normal que se sienta sola y aislada. Por aquí llego a la parte que menos me ha gustado: coincido con Raúl en que el desenlace te salta de sopetón en la cara. No es que me parezca mal que nos llevemos una sorpresa al final, más bien al contrario; pero sí creo que a este tipo de soluciones les viene bien una pequeña palanquita, una cierta pista a lo largo del desarrollo para que al autor le quede esa sensación de sorpresa más que de ligera trampa.

Por lo demás, es un buen relato que -obviamente- gana en una relectura, cuando el pastel ya está descubierto. Suerte!
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Gavalia
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Re: CP XVI - Santateresa

Mensaje por Gavalia »

El título presagiaba el argumento, menos mal que no hubo antropofagia, cosas de Mantis al fin y al cabo. La hábil pluma del autor nos conduce por un clima de calma que nos prepara para un final sin sobresaltos por esperado, al menos para mi, y en el mismo tono que el de toda la narración. Se deja leer con facilidad porque no te tropiezas en ningún momento más allá de un pequeño fallo, de esos que no encuentras por más que repasas pero que ahí está (caminaban en medo -medio- de aquella marabunta) La prosa es sencilla, pero clara y precisa, para mi gusto dota de calidad el trabajo. Quizá hubiera ido bien saber algo más de la víctima, pero sobre todo, cómo muere, al fin y al cabo, para una mantis religiosa el macho es siempre prescindible. ¿Lo mató a base de polvos? jajaja... Cosas de la naturaleza. Buen relato. Un saludo y suerte.
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lucia
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Re: CP XVI - Santateresa

Mensaje por lucia »

Raúl Conesa escribió: 03 May 2021 01:40 Que vaya por delante que en términos general me gusta el relato. PERO. Odio cuando los autores le dan un giro brusco a la trama justo al final.
Dama Luna escribió: 03 May 2021 10:12 No es que me parezca mal que nos llevemos una sorpresa al final, más bien al contrario; pero sí creo que a este tipo de soluciones les viene bien una pequeña palanquita, una cierta pista
Echad un vistazo a la RAE :cunao: :cunao: Para algunos el título será todo un destripe :lol: :lol:
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Gavalia
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Re: CP XVI - Santateresa

Mensaje por Gavalia »

En mi pueblo se las llama así de toda la vida. Estos urbanitas :cunao:
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Jarg
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Re: CP XVI - Santateresa

Mensaje por Jarg »

Autor/a, nos has traído a un personaje enigmático a través del cual vas destapando la historia poco a poco, sin prisas pero con un ritmo constante y sin hacerlo demasiado explicativo, lo cual me ha gustado. Tienes buenas dotes narrativas, de eso no hay duda. No sé por qué, en algún momento de la historia me ha venido a la cabeza que Teresa había matado a su acompañante, pero no por la historia en sí, que no es previsible, sino por el modo de comportarse.

Hay algunas cosas argumentales que no he entendido muy bien. Por ejemplo:

Teresa se levanta sin hacer ruido y camina de puntillas hasta lo que parece el baño de la habitación.

Si lo había matado, ¿por qué no quería hacer ruido? Podría ser que no quiera llamar la atención de los vecinos, pero entonces, ¿por qué se fuma un cigarro en el balcón? Tampoco he entendido lo de:

Todo está limpio y ordenado, hasta tal punto que, en su mente, empieza a rondar la idea de que su amante no vive solo.

No lo he pillado, ¿es que la gente que vive sola es desordenada? :)

Respecto a la forma, veo algunas cosas que corregir. Habría que usar raya en lugar de guión para los diálogos, algunos "como" deberían ser "cómo" y en Ella afirmó mientras mordía una pajita enseñando los dientes hay que recordar que "afirmar" no es lo mismo que "asentir". No son errores serios, pero creo que corrigiéndolos tu relato pasaría de bueno a sobresaliente.

Gracias por compartirlo y buena suerte :) .
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Gavalia
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Re: CP XVI - Santateresa

Mensaje por Gavalia »

Creo que lo que pretende es hacer parecerse, en la medida de lo posible, el comportamiento del insecto con el de la prota humana. Yo es que las he admirado y observado con detenimiento cuando era niño. Los pasitos delicados, la preocupación y el estado de alerta natural en el insecto, la postura en la cama señalando la prominencia de sus largas piernas. Movimientos muy sensuales y todo ello mezclado con su realidad y comportamiento humano.
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Megan
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Re: CP XVI - Santateresa

Mensaje por Megan »

Autor/a, me gustó tu relato.
Pero (odio esa palabra) me dejaste con unas dudas tremendas sobre la muerte del chico. ¿Por qué el chico debe morir? ¿Porque ella está furiosa por tener una vida frustrada y solitaria, donde tiene que conectarse a una computadora para poder acceder a un hombre, que quizá, como bien dijiste, puede tener una foto trucada o un perfil falso? ¿Es eso lo que hace que asesine a su acompañante sexual? Es lo que se me ocurre, por lo que contás al comienzo acerca de su estado de ánimo por sus citas anteriores que no tuvieron éxito. ¿Tan enojada está que mata por ello? Ya lo vas a explicar, pero es lo único que puedo pensar acerca de lo que contaste. También debo decir que es un relato muy bien escrito, con una prosa muy cuidada y bien estructurada, se lee de un tirón y se nota mucha prolijidad en la elección del léxico, que de acuerdo al tema, podría ser algo burdo.

Mucha suerte y gracias por compartirlo, :D .
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Gavalia
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Re: CP XVI - Santateresa

Mensaje por Gavalia »

Vamos a ver, señores. La Santateresa es un insecto también conocido más comunmente por Mantis religiosa. Este bichito tiene la manía de matar al macho después de copular y por norma general, una vez muerto este último, se lo termina zampando, devorando, comiendo.
Esto es lo único que no hace la protagonista. Solo mata al chico como si fuera la cosa más natural del mundo, cosa que en el día a día de este fantástico insecto es lo más normal del mundo. El relato intenta una vuelta de tuerca llevando a cabo una especie de metamorfosis mental, que no física, de la mujer confiriéndole atributos de Mantis religiosa. Hasta ese verde que señala de los ojos es propio del insecto.
Ya no digo más porque al final puede parecer que con tanta explicación el relato sea mío y ya os digo que no, ea.
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Re: CP XVI - Santateresa

Mensaje por Jarg »

Gavalia escribió: 04 May 2021 09:01 Vamos a ver, señores. La Santateresa es un insecto también conocido más comunmente por Mantis religiosa. Este bichito tiene la manía de matar al macho después de copular y por norma general, una vez muerto este último, se lo termina zampando, devorando, comiendo.
Esto es lo único que no hace la protagonista. Solo mata al chico como si fuera la cosa más natural del mundo, cosa que en el día a día de este fantástico insecto es lo más normal del mundo. El relato intenta una vuelta de tuerca llevando a cabo una especie de metamorfosis mental, que no física, de la mujer confiriéndole atributos de Mantis religiosa. Hasta ese verde que señala de los ojos es propio del insecto.
Sí, si eso más o menos lo habíamos pillado. Yo no había llegado hasta el punto de reconocer en los movimientos de las piernas una comparación con la mantis en sí, pero el resto más o menos se veía :)
Gavalia escribió: 04 May 2021 09:01 Ya no digo más porque al final puede parecer que con tanta explicación el relato sea mío y ya os digo que no, ea.
El tuyo (creo que) lo tengo medio localizado, aunque nunca se sabe :)
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Dama Luna
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Re: CP XVI - Santateresa

Mensaje por Dama Luna »

Caramba, en estos concursos hay que saber de todo, hasta de bichos... :lol: O ser de pueblo, claro.
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Gavalia
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Re: CP XVI - Santateresa

Mensaje por Gavalia »

:cunao:
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Iliria
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Re: CP XVI - Santateresa

Mensaje por Iliria »

Buena idea lo de la mujer-mantis, autor/a. En cuanto al relato en general, está bien escrito y la idea está clara. Juegas bien con las escenas de seducción. ¿Al final sólo lo mata o también se lo come? :cunao:
La temática no es la que más me apasione, pero como decía, es un buen relato. Aunque yo no hubiese mezclado la narración en presente con pasado.

Gracias por participar, y suerte :60:
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-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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