CV9 - La cita - Jaillet
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CV9 - La cita - Jaillet
LA CITA
Está preparado.
Se aplica el aftershave. Por primera vez en muchos años no se ha cortado. Pulso firme y determinación. Se pone su camisa nueva. Está impecablemente blanca, como solo lo están durante el breve período entre la compra y la primera puesta. Ideal para un día tan especial como este. Estrenar ropa da suerte ¿no?. Se plantea ponerse corbata pero decide que no, no es una ocasión tan formal. Se trata de un asesinato, no de una comida de negocios. Comprueba su maletín, lleva todo lo necesario. Ese maletín comprado en aquel viaje a Boston pocos meses antes quizá es un detalle excesivo; le recuerda a los gánsters de películas antiguas, de noches en blanco y negro, criminares trasegando con documentos clave para chantajes y extorsión en inocentes maletines y con las armas escondidas en fundas de violín. Pero este maletín en concreto es importante para él y no va a dejarlo en casa. Mete una última cosa: el vial de veneno cuyo nombre no recuerda ni le importa que le consiguió aquel químico de apellido impronunciable que le debía un favor. Sonríe internamente al recordar el intercambio de favores. De nuevo, suena como un telefilme del hampa y no: solamente le había acercado en coche al depósito cuando al Bentley del científico se lo había llevado la grúa. Pero era un hombre agradecido que no hacía preguntas... Y probablemente pensaría en pedirle un favor mayor. En su breve conversación había entendido que tenía deudas, muchas. Por algún motivo debió de creer que él era un hombre adinerado. Pobre inocente. En poco tiempo será tarde para él, será tarde para todos. Perdido en estos pensamientos envuelve el vial con cuidado. No es el arma del crimen, en principio, pero desde el primer planteamiento había decidido que debería de tener un plan B.
Sale de casa, tuerce a la derecha y baja los escalones de la parada de metro. Aspira el olor a tabaco y café mezclado con el de limpiador industrial: esa parada no funciona por las noches y acaba de abrir. Su mirada busca a alguien. Sabe que estará ahí. Tienen una cita, aunque nunca la hayan pactado. Suficiente con que ambos lo sepan, no es necesario andarse con formalismos, entre ellos no. Mira el reloj; llega un poco pronto, pero es mejor estar preparado, elegir el ángulo perfecto. Casi se alegra de que esta estación sea pequeña, casi en desuso ante las nuevas líneas: no es cuestión de traumatizar a demasiada gente. Elige un punto y se sitúa ahí. Solo queda esperar pacientemente, sabe que llegará y lo verá perfectamente. Se entretiene observando a las cuatro personas que esperan en el andén: una señora mayor que sonríe ante la pantalla de su móvil, una mujer que rondará los treinta con un gato persa en un transportín y dos hombres calvos de mediana edad cuyas manos entrelazadas evidencian su condición de pareja. Imagina las vidas de los cuatro, teje historias en su mente y hasta se abstrae durante un rato del inminente asesinato. Pasa unos minutos así hasta que le ve llegar. Le mira de arriba a abajo: va vestido de negro riguroso a excepción de un caro cinturón de cuero marrón y la rosa blanca en su solapa. Todo el protagonismo se lo llevan sus ojos, pero no porque tengan un color especial: los tiñen el odio, la rabia y el dolor. Sus miradas se cruzan fugazmente y vuelven a su mente los recuerdos del año anterior: las calles mojadas de Boston, la parada de autobús que no vió por ir demasiado cegado por la rabia de aquel engaño que ya no importa, sus ruedas chirriando sin poder frenar, el maletín que sale volando de su descapotable alquilado para aparentar cosas que no fueron y nunca serán… Y ella, ahora ella, su cadáver en el suelo, y también él, el dolor de un anciano ante su esposa muerta, la mirada acusadora, la misma que le observa en esos momentos, la misma que le ha seguido durante estos meses, estudiando sus rutinas, buscando cómo y dónde atraparle para arrebatarle la vida que él le arrebató, porque sin su mujer, él solo era media alma.
Piensa en darle la espalda, en olvidar aquellos ojos. Un disparo a quemarropa y todo habrá acabado... O eso espera. No confía en el tembloroso pulso del anciano, por eso se ha llevado el veneno: si queda malherido se inyectará esa sustancia paralizante y fulminante para que se mezcle directamente con su sangre.
Pero no hace falta. La determinación y la rabia a veces son el mejor estabilizador. Un tiro certero con silenciador, el dolor que le atraviesa en un segundo, un último pensamiento a la teatralidad de su camisa blanca, que pronto se teñirá de sangre, al igual que el vestido de novia de aquella anciana recién casada con ese hombre que ahora le está asesinando. Un disparo directo al corazón, como el que él efectuó, pero en su caso atacó con un coche en vez de un arma. Su padre se cobra la muerte de la mujer que le hizo volver a creer en el amor con la vida de su hijo, el asesino involuntario en cuya inocencia nunca creyó. Y quizás no fue deliberado, pero la rabia contra su nueva y breve madrastra era real. Todo por un puñado de miles de euros de una herencia que igualmente hubiese sido suya. Ahora no. Ahora ya nunca. Y en esos últimos segundos, una extraña lucidez le hace ver que esto es justo y que, aunque su padre nunca lo sabrá, el acto que acaba de perpetrar es un suicidio asistido, para completar lo que él mismo nunca tuvo el valor de hacer.
Y, una por una, como silenciadas por suspiros invisibles, se apagaron todas las luces de su mente y todo terminó. Tal y como había planeado indirectamente. Sabía que esa mañana iba a morir y estaba preparado. Nadie vuelve a casa tras una cita con la muerte.
Está preparado.
Se aplica el aftershave. Por primera vez en muchos años no se ha cortado. Pulso firme y determinación. Se pone su camisa nueva. Está impecablemente blanca, como solo lo están durante el breve período entre la compra y la primera puesta. Ideal para un día tan especial como este. Estrenar ropa da suerte ¿no?. Se plantea ponerse corbata pero decide que no, no es una ocasión tan formal. Se trata de un asesinato, no de una comida de negocios. Comprueba su maletín, lleva todo lo necesario. Ese maletín comprado en aquel viaje a Boston pocos meses antes quizá es un detalle excesivo; le recuerda a los gánsters de películas antiguas, de noches en blanco y negro, criminares trasegando con documentos clave para chantajes y extorsión en inocentes maletines y con las armas escondidas en fundas de violín. Pero este maletín en concreto es importante para él y no va a dejarlo en casa. Mete una última cosa: el vial de veneno cuyo nombre no recuerda ni le importa que le consiguió aquel químico de apellido impronunciable que le debía un favor. Sonríe internamente al recordar el intercambio de favores. De nuevo, suena como un telefilme del hampa y no: solamente le había acercado en coche al depósito cuando al Bentley del científico se lo había llevado la grúa. Pero era un hombre agradecido que no hacía preguntas... Y probablemente pensaría en pedirle un favor mayor. En su breve conversación había entendido que tenía deudas, muchas. Por algún motivo debió de creer que él era un hombre adinerado. Pobre inocente. En poco tiempo será tarde para él, será tarde para todos. Perdido en estos pensamientos envuelve el vial con cuidado. No es el arma del crimen, en principio, pero desde el primer planteamiento había decidido que debería de tener un plan B.
Sale de casa, tuerce a la derecha y baja los escalones de la parada de metro. Aspira el olor a tabaco y café mezclado con el de limpiador industrial: esa parada no funciona por las noches y acaba de abrir. Su mirada busca a alguien. Sabe que estará ahí. Tienen una cita, aunque nunca la hayan pactado. Suficiente con que ambos lo sepan, no es necesario andarse con formalismos, entre ellos no. Mira el reloj; llega un poco pronto, pero es mejor estar preparado, elegir el ángulo perfecto. Casi se alegra de que esta estación sea pequeña, casi en desuso ante las nuevas líneas: no es cuestión de traumatizar a demasiada gente. Elige un punto y se sitúa ahí. Solo queda esperar pacientemente, sabe que llegará y lo verá perfectamente. Se entretiene observando a las cuatro personas que esperan en el andén: una señora mayor que sonríe ante la pantalla de su móvil, una mujer que rondará los treinta con un gato persa en un transportín y dos hombres calvos de mediana edad cuyas manos entrelazadas evidencian su condición de pareja. Imagina las vidas de los cuatro, teje historias en su mente y hasta se abstrae durante un rato del inminente asesinato. Pasa unos minutos así hasta que le ve llegar. Le mira de arriba a abajo: va vestido de negro riguroso a excepción de un caro cinturón de cuero marrón y la rosa blanca en su solapa. Todo el protagonismo se lo llevan sus ojos, pero no porque tengan un color especial: los tiñen el odio, la rabia y el dolor. Sus miradas se cruzan fugazmente y vuelven a su mente los recuerdos del año anterior: las calles mojadas de Boston, la parada de autobús que no vió por ir demasiado cegado por la rabia de aquel engaño que ya no importa, sus ruedas chirriando sin poder frenar, el maletín que sale volando de su descapotable alquilado para aparentar cosas que no fueron y nunca serán… Y ella, ahora ella, su cadáver en el suelo, y también él, el dolor de un anciano ante su esposa muerta, la mirada acusadora, la misma que le observa en esos momentos, la misma que le ha seguido durante estos meses, estudiando sus rutinas, buscando cómo y dónde atraparle para arrebatarle la vida que él le arrebató, porque sin su mujer, él solo era media alma.
Piensa en darle la espalda, en olvidar aquellos ojos. Un disparo a quemarropa y todo habrá acabado... O eso espera. No confía en el tembloroso pulso del anciano, por eso se ha llevado el veneno: si queda malherido se inyectará esa sustancia paralizante y fulminante para que se mezcle directamente con su sangre.
Pero no hace falta. La determinación y la rabia a veces son el mejor estabilizador. Un tiro certero con silenciador, el dolor que le atraviesa en un segundo, un último pensamiento a la teatralidad de su camisa blanca, que pronto se teñirá de sangre, al igual que el vestido de novia de aquella anciana recién casada con ese hombre que ahora le está asesinando. Un disparo directo al corazón, como el que él efectuó, pero en su caso atacó con un coche en vez de un arma. Su padre se cobra la muerte de la mujer que le hizo volver a creer en el amor con la vida de su hijo, el asesino involuntario en cuya inocencia nunca creyó. Y quizás no fue deliberado, pero la rabia contra su nueva y breve madrastra era real. Todo por un puñado de miles de euros de una herencia que igualmente hubiese sido suya. Ahora no. Ahora ya nunca. Y en esos últimos segundos, una extraña lucidez le hace ver que esto es justo y que, aunque su padre nunca lo sabrá, el acto que acaba de perpetrar es un suicidio asistido, para completar lo que él mismo nunca tuvo el valor de hacer.
Y, una por una, como silenciadas por suspiros invisibles, se apagaron todas las luces de su mente y todo terminó. Tal y como había planeado indirectamente. Sabía que esa mañana iba a morir y estaba preparado. Nadie vuelve a casa tras una cita con la muerte.
- Yayonuevededos
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Re: CV9 - La cita
Me sobran y me faltan cosas. Me sobra toda la explicación sobre el origen del veneno. Me falta más desarrollo del protagonista.
El punto de vista flaquea, lo que produce alguna confusión. También sobra la explicación del atropello, que no se sabe bien si fue intencional o no, y el tema de la herencia, que parece traída a último momento. Hay adverbios que quitar: pacientemente - perfectamente, por ejemplo.
Sin embargo está bien la preparación, donde parece que el protagonista fuera el asesino.
Es un buen relato, que crea un suspenso interesante.
El punto de vista flaquea, lo que produce alguna confusión. También sobra la explicación del atropello, que no se sabe bien si fue intencional o no, y el tema de la herencia, que parece traída a último momento. Hay adverbios que quitar: pacientemente - perfectamente, por ejemplo.
Sin embargo está bien la preparación, donde parece que el protagonista fuera el asesino.
Es un buen relato, que crea un suspenso interesante.
Antiguo proverbio árabe:
Si vas por el desierto y los tuaregs te invitan a jugar al ajedrez por algo que duela, acepta, pero cuida mucho tu rey.
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- Raúl Conesa
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Re: CV9 - La cita
Lo veo engañoso de una forma artificial. Jugar al engaño está bien, pero el argumento tiene que ser coherente cuando uno elimina esa capa de engaño. Aquí, sin embargo, cuando quitas el engaño (que el protagonista en realidad no es el asesino, sino la víctima) la cosa se desmorona. ¿Cómo sabía con absoluta certeza que ése iba a ser el día en que su padre lo asesinaría?
Más allá de eso, está bien montado a nivel de estructura y el estilo lo veo correcto. Al jugar al engaño el autor/a se ha visto obligado a meter mucha exposición justo al final, y eso frena el ritmo. Así que está mejorable, dentro del aprobado.
Más allá de eso, está bien montado a nivel de estructura y el estilo lo veo correcto. Al jugar al engaño el autor/a se ha visto obligado a meter mucha exposición justo al final, y eso frena el ritmo. Así que está mejorable, dentro del aprobado.
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
famoso era su piquito de oro.
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
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- Yayonuevededos
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Re: CV9 - La cita
Se me ocurre, por rizar el rizo, que el prota sabe que es vigilado. Lo que no cuadra (coincido contigo) es que sepa que ese va a ser el día de su asesinato, salvo que se trate de una fecha en especial (¿el aniversario del atropello?).Raúl Conesa escribió: ↑16 Jul 2022 22:15 Lo veo engañoso de una forma artificial. Jugar al engaño está bien, pero el argumento tiene que ser coherente cuando uno elimina esa capa de engaño. Aquí, sin embargo, cuando quitas el engaño (que el protagonista en realidad no es el asesino, sino la víctima) la cosa se desmorona. ¿Cómo sabía con absoluta certeza que ése iba a ser el día en que su padre lo asesinaría?
Más allá de eso, está bien montado a nivel de estructura y el estilo lo veo correcto. Al jugar al engaño el autor/a se ha visto obligado a meter mucha exposición justo al final, y eso frena el ritmo. Así que está mejorable, dentro del aprobado.
Jugar al engaño es bastante peliagudo, dejar indicios, desvelar poco a poco, hasta que el lector diga "ya caigo", requiere lo que mencioné en el otro post: Me falta desarrollo de algunos puntos y me sobran los de otros.
Antiguo proverbio árabe:
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- Jarg
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Re: CV9 - La cita
La premisa del relato me gusta: un hombre que planea su asesinato. No su suicidio, su asesinato. Es bastante original, y el autor/a ha jugado con ese elemento de sorpresa hasta el final del relato, lo que mantiene la atención del lector.
El problema que le veo es que hay un cambio de género literario. Empieza siendo novela negra y, a mitad, se convierte en un drama entre un padre, un hijo y un accidente de tráfico. Ahí le veo yo el fallo. Mezclar géneros es arriesgado de por sí, pero si encima se hace con una transición brusca te arriesgas a descolocar al lector en un modo poco deseado. Es como si estás viendo una película sobre un enfermo de cáncer y a mitad del argumento empiezan a aparecer zombies y vampiros. También reduciría los últimos párrafos (en los que cuenta lo de la herencia y la madrastra), porque se vuelven demasiado explicativos y chocan con el tono misterioso de la primera parte del relato.
En la forma, el relato me ha parecido bastante bien revisado en lo ortográfico, tildes y demás. Hay algunas comas que corregir, pero poco más. Pero le recomendaría al autor/a vigilar el exceso de adverbios terminados en -mente (impecablemente, intermanente, solamente, probablemente...). A veces hay varios en un solo párrafo, y es una pena porque ese exceso afea el estilo:
El problema que le veo es que hay un cambio de género literario. Empieza siendo novela negra y, a mitad, se convierte en un drama entre un padre, un hijo y un accidente de tráfico. Ahí le veo yo el fallo. Mezclar géneros es arriesgado de por sí, pero si encima se hace con una transición brusca te arriesgas a descolocar al lector en un modo poco deseado. Es como si estás viendo una película sobre un enfermo de cáncer y a mitad del argumento empiezan a aparecer zombies y vampiros. También reduciría los últimos párrafos (en los que cuenta lo de la herencia y la madrastra), porque se vuelven demasiado explicativos y chocan con el tono misterioso de la primera parte del relato.
En la forma, el relato me ha parecido bastante bien revisado en lo ortográfico, tildes y demás. Hay algunas comas que corregir, pero poco más. Pero le recomendaría al autor/a vigilar el exceso de adverbios terminados en -mente (impecablemente, intermanente, solamente, probablemente...). A veces hay varios en un solo párrafo, y es una pena porque ese exceso afea el estilo:
También corregiría algunas palabras que forman rimas y cacofonías (imagino que involuntarias):Sonríe internamente al recordar el intercambio de favores. De nuevo, suena como un telefilme del hampa y no: solamente le había acercado en coche al depósito cuando al Bentley del científico se lo había llevado la grúa. Pero era un hombre agradecido que no hacía preguntas... Y probablemente pensaría en pedirle un favor mayor.
Solo queda esperar pacientemente, sabe que llegará y lo verá perfectamente.
Sus miradas se cruzan fugazmente y vuelven a su mente los recuerdos del año anterior
Autor/a, esto es solo una opinión subjetiva, así que espero que no te desanime, ya que, como ves, en tu relato también hay cosas que me han gustado. Gracias por compartirlo y buena suerte...esa sustancia paralizante y fulminante para que se mezcle directamente con su sangre.
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
Linus Van Pelt
Linus Van Pelt
Re: CV9 - La cita
Pues se me ha hecho un poco complicado seguir la historia, la verdad…
Culpa sin duda de la perezosa neurona que me queda… que está ya para pocos trotes… En cuanto se pone con un relato que hay que pensar demasiado… se me va viniendo abajo la jodía…
Y mira que me suelen gustar los relatos de asesinatos, tiros, sangre y esas cosas…
Pero éste, está contando de una forma… no sé… ¿demasiado original?... ¿demasiado liosa?... no sé… el caso es que se me ha hecho difícil disfrutarlo…
Gracias por compartirlo y suerte en el concurso
Culpa sin duda de la perezosa neurona que me queda… que está ya para pocos trotes… En cuanto se pone con un relato que hay que pensar demasiado… se me va viniendo abajo la jodía…
Y mira que me suelen gustar los relatos de asesinatos, tiros, sangre y esas cosas…
Pero éste, está contando de una forma… no sé… ¿demasiado original?... ¿demasiado liosa?... no sé… el caso es que se me ha hecho difícil disfrutarlo…
Gracias por compartirlo y suerte en el concurso
Re: CV9 - La cita
No me ha gustado, lo siento. Me ha resultado un poco confuso. También poco fluido, como si la narración estuviera algo oxidada, por engrasar. Me han gustado las sugerencias que te hacen Marcelo y Jarg: no tengo nada mejor que añadir.
Suerte.
Suerte.
Re: CV9 - La cita
Creo que da lugar a confusión, no entiendo por qué de pronto cambia la escena del asesinato, a los pensamientos de un padre y su hijo. La narración me parece buena.
Suerte.
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Re: CV9 - La cita
A nivel formal poca cosa que decir, alguna coma díscola y poco más. Quizá peca de redundante con tantos adverbios pero el estilo naarrativo general me gusta. Se presta a la confusión porque aunque va dejando pistas, estas mismas se difuminan un poco al meter texto que veo innecesario, o que no ayuda en nada al global de la historia y le resta fluidez al texto.
Saludos.
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--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
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- Iliria
- Foroadicto
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Re: CV9 - La cita
Me ha pasado como a los compis: muchas explicaciones cuando quizá el relato requería más acción. Deja que sea el lector quien monte la trama en su cabeza.
Lo de los adverbios en -mente y tal, tiene fácil arreglo. Y la trama está bastante bien. Y la última frase muy chula.
Gracias por participar, y suerte
Lo de los adverbios en -mente y tal, tiene fácil arreglo. Y la trama está bastante bien. Y la última frase muy chula.
Gracias por participar, y suerte
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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- Edgardo Benitez
- No tengo vida social
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Re: CV9 - La cita
Te leo. Me gustó mucho tu interés por darme la mejor historia. Voy a valorar tu texto.
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Re: CV9 - La cita
La idea es buena pero me parece que por intentar mantener el misterio y sorprender con el giro final has enturbiado demasiado la historia y ha quedado un poco rara. Lo que tengo que reconocerte es que la última frase me ha encantado, de hecho casi podría parecer que has escrito la historia a partir de esa frase
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)
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Re: CV9 - La cita
Hola!
Hay un punto en la historia que me pierdo y no sé si volver hacia atrás, leer hacia adelante o dejarlo (hasta me he planteado dejarlo, sí).
No me enterado de quién es el narrador, qué busca, etc. Mira que empieza bien.
Tendría además que haber revisado las puntuaciones, hay alguna frase un poco larga para leerla del tirón.
Seguro que la idea es genial, de verdad y muy original, pero en mi caso creo que tendré que leerla de nuevo.
Gracias y un saludo!
Hay un punto en la historia que me pierdo y no sé si volver hacia atrás, leer hacia adelante o dejarlo (hasta me he planteado dejarlo, sí).
No me enterado de quién es el narrador, qué busca, etc. Mira que empieza bien.
Tendría además que haber revisado las puntuaciones, hay alguna frase un poco larga para leerla del tirón.
Seguro que la idea es genial, de verdad y muy original, pero en mi caso creo que tendré que leerla de nuevo.
Gracias y un saludo!
Re: CV9 - La cita
Hola,
Este es un sí y un no a la vez. Sí, por la idea y porque empieza muy bien y avanza rápido, me despierta curiosidad. Y no porque al final resulta excesivamente confuso, muchas cosas para explicar en poco tiempo, requiere demasiada atención por parte del lector, y el lector normalmente es perezoso.
En algún punto la narración pierde fluidez y suena algo artificial, se hubiera podido corregir con un repaso. A pesar de eso, creo que está bien escrito y que los aspectos que no me gustan son muy subjetivos.
Gracias por compartirlo.
Este es un sí y un no a la vez. Sí, por la idea y porque empieza muy bien y avanza rápido, me despierta curiosidad. Y no porque al final resulta excesivamente confuso, muchas cosas para explicar en poco tiempo, requiere demasiada atención por parte del lector, y el lector normalmente es perezoso.
En algún punto la narración pierde fluidez y suena algo artificial, se hubiera podido corregir con un repaso. A pesar de eso, creo que está bien escrito y que los aspectos que no me gustan son muy subjetivos.
Gracias por compartirlo.
- Iliria
- Foroadicto
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- Ubicación: En la Torada Mágica, para siempre
Re: CV9 - La cita
Relato interesante, autor/a. No quise dejarlo sin puntuar, así que mis 3 puntos para ti
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-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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