HC - Cena en Cavendish House - Megan (3º Jur) (2º Pop)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
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HC - Cena en Cavendish House - Megan (3º Jur) (2º Pop)

Mensaje por lucia »

Cena en Cavendish House

Tras leer la carta no pude más que asombrarme. No tenía la menor idea de quién era su remitente. Un tal Lord Battenson, que, de manera muy amable, me invitaba a una cena formal en su inmensa mansión Cavendish House. Mi memoria no era de las mejores, e intenté recordarlo en vano. Finalmente, supuse que se trataba de un cliente a quien había arreglado un reloj hacía mucho tiempo atrás. Igualmente mandé la respuesta confirmando mi asistencia.

Cuando los relojes de la casa dieron las ocho de la noche, llegó el taxi que había contratado para llevarme a la mansión. La convocatoria era para las nueve y teníamos un recorrido de unas dieciocho millas.

Tras recorrer una vasta campiña doblamos en un recodo del camino y nos encontramos con unos portones gigantescos. El conductor del taxi fue parado por uno de los guardias que custodiaba la entrada. Se acercó a mí y me pidió la invitación, la cual observó y me devolvió, los portones se abrieron.

Después de dar varias vueltas por los jardines de la finca, llegamos a la entrada. Me temblaban las piernas, estaba muy nervioso. No sabía cómo manejarme en un sitio como ese. Me abrieron la puerta del coche y bajé.

El mayordomo, un hombre de gran tamaño y ya anciano, cuyo nombre era Max, me invitó a entrar, me pidió el sobretodo y el sombrero, se los dio a un asistente y me dijo que lo siguiera. No me alcanzaban los ojos para ver toda la belleza que había en el enorme vestíbulo por el que caminábamos: alfombras, cuadros, estatuas, mobiliario.

Cuando el mayordomo se hizo a un lado para dejarme pasar a una sala, quedé sorprendido: había allí muy pocas personas. La habitación era enorme y tenía el mismo glamour de la que había visto antes. Todos se hallaban sentados en bellísimos sillones de terciopelo verde con bordes dorados, que parecían de oro. Pero no fue eso lo que más me asombró. Lo increíble de todo era ver que no había conversaciones entre ellos. Cada cual se hallaba fumando, bebiendo o escuchando una hermosa música mientras observaba el lugar, sin dirigirse la palabra.

Max me llevó hasta uno de los sillones y, tras sentarme, me ofreció un vaso de whisky y un habano, que acepté de muy buen grado. Luego de ello, me dijo que quedaba a mis órdenes y fue a esperar cerca de la doble puerta de la habitación. Mientras disfrutaba de esos deliciosos placeres, me detuve a observar a cada uno de los invitados.

Cerca de mí se hallaba una joven que rondaría los veinte años, con unos hermosos ojos azules y melena rubia. Llevaba un vestido rojo largo y unos tacones negros. Fumaba un cigarrillo y se le notaba cierto aburrimiento, pues solo se dedicaba a mirar el humo que salía del mismo, como si no hubiera nadie a su alrededor.

A los lados de la inmensa chimenea, había dos hombres. El más joven, de unos cuarenta años, bebía y se notaba que estaba saboreando el espirituoso líquido del vaso, mientras el otro, de unos sesenta, cruzado de piernas, se distraía mirando todas las maravillas que había en el lugar.

Debajo de uno de los ventanales, una mujer ya entrada en años, diría casi en los setenta, estaba apreciando una escultura que se encontraba cerca de una mesita que estaba junto a ella. Vestía un conjunto de corsé y falda satinados, con un cuidado moño en su cabeza de cabello color gris.

Apenas a unos pasos de ella, un anciano se esmeraba en limpiar sus gafas, se las ponía y nos miraba a todos; no quedando nada conforme, se las sacaba y volvía a limpiarlas.

Por último, o al menos creía que sería la que cerraba la lista de invitados, había una dama medianamente joven, de unos treinta y tantos años, que no pasaba desapercibida de forma alguna. Estaba cerca de un ventanal al fondo del salón. Vestía de blanco y su cabello era negro y largo. Sus ojos eran de un verde esmeralda y los labios color rojo sangre eran tan seductores que no pude resistirme a mirarla varias veces.

Consulté mi reloj y no podía creer que había pasado casi una hora en mis apreciaciones sobre las personas que compartían el salón. Pero lo que más me seguía sorprendiendo era que no se iniciase una conversación. Intuí que nadie se conocía, que todos, como yo, habían sido invitados por alguna razón, que no era la misma en cada caso. Me dio gracia ese pensamiento, parecía un detective queriendo aclarar la situación.

De pronto, Max, se adelantó y nos dijo:

—La cena ya está servida, si gustan pasar al salón comedor, síganme, por favor.

Al final, como lo supuse, resultó que nosotros siete éramos los únicos invitados.
El salón comedor, estaba en combinación con las dos habitaciones que había visto, de un lujo refinado. Tenía un sector con sillones de satén rojo y unas mesitas bajas; evidentemente oficiaba de salón de té en las tardes. Sobre el medio de la estancia, una larga mesa, tan elegantemente decorada que nadie salía de su admiración. En una de las paredes un retrato de un hombre mayor, con cara seria y pelo blanco nos miraba como si nos juzgara.

La decoración abundaba en motivos egipcios, desde cuadros y fotos de las pirámides en las paredes hasta jarrones y pequeñas figuras con motivos egipcios en las mesas y repisas. Pero lo que dominaba la habitación era una enorme estatua de Anubis, sobre un gran pedestal repleto de jeroglíficos, situada en una esquina.

El respetable Max nos convocó a tomar asiento y supongo que sería muy gracioso vernos: la mesa era para dieciséis comensales. Nos fuimos acomodando, dejando lugares entre nosotros y las cabeceras vacías. En una de ellas se sentaría el famoso Lord Battenson y nos diría lo que hacíamos allí, al menos eso esperaba yo.

Después de estar ubicados, Max nos dio una inesperada noticia:

—Señores, debo informarles que, lamentablemente, Lord Battenson no estará en la gala. Ha sido informado de un incidente en su casa de Escocia y debió volar rápidamente hacia allá.

El impacto fue general, todos nos miramos. El anciano de los anteojos se paró y por fin alguien habló:
— ¿Nos está diciendo que no estará quien nos invitó? ¿Qué clase de broma es esta?

—No se trata de broma alguna, señor, ha sido una partida por algo muy importante. Les pide disculpas y que disfruten de la gala.

—Yo tengo una pregunta que me tiene muy intrigada— dijo con una voz tan sensual como su aspecto, la bella dama de blanco. — ¿Por qué fui invitada? No conozco a Lord Battenson, ni tampoco a alguna de las personas que están aquí.

—Pues yo también tengo una duda que me carcome— me animé a decir, mirando a Max. —Tampoco conozco a nuestro anfitrión ni a nadie de los invitados, ¿por qué no hemos sido al menos presentados?
Max, impertérrito ante nuestras preguntas, solo se limitó a decirnos:

—Lord Battenson, me pidió que les enviara las invitaciones a siete personas para una cena de gala y nada más. Eso fue lo que hice, los mayordomos no acostumbramos a pedir explicaciones a nuestros amos.

—Temo decirles que me voy a retirar, me parece una burla y no estoy para ello —exclamó en tono muy enojado el anciano de las gafas.

Max, que supervisaba los platos, miró al hombre:

—Lamento decirle, señor, que tengo instrucciones de no dejar salir ni entrar a nadie de la finca, ni siquiera de esta habitación hasta que se haga la medianoche. Disfruten de la cena.

Todos nos miramos. Max había cerrado la puerta con llave y se había quedado parado a un lado. La señora mayor, con el rostro desencajado, exclamó horrorizada:

— ¡Dice usted que no podemos irnos de aquí! ¿Qué pasará a medianoche?

—Desafortunadamente aún no puedo darles tal información, solo cumplo órdenes de mi amo —dijo el mayordomo.

El silencio fue sepulcral. Nadie probó un bocado ni tomó una copa de vino. Nos mirábamos como extraños que éramos y no atinábamos a decir algo coherente. A pesar del miedo que nos infundió lo que Max había dicho, además de quedar encerrados en el salón, me animé a decir todo lo que no me cuadraba sobre la bendita invitación.

—Señores, no conozco a Lord Battenson y no conocía esta mansión. Hace más de cincuenta años que mi familia tiene una relojería en Londres y ninguna de las personas que aquí se encuentran es de mi conocimiento. Creo que es el momento de presentarnos, aclarando a qué nos dedicamos y si alguien ha tenido alguna conexión con Lord Battenson —dicho esto, me senté mirando a cada uno. — ¿O es que todos están como yo en la absoluta ignorancia?

Todos asintieron.

—Bien, comienzo yo: me llamo Arthur Hopkins, tengo cincuenta y dos años y como ya mencioné soy relojero, soltero, sin hijos, vivo solo en un departamento en Danton Street.

—Soy Stuart Makintosh, fui cerrajero, ahora jubilado, tengo sesenta y siete años, esposa e hijos mayores que residen en otra ciudad, vivo en una casa en Euston Street —informó el anciano de las gafas.

—Mi nombre es Ángela Norris, tengo veinticinco años, soy camarera, soltera, sin hijos, vivo en un departamento en Malvet Street —manifestó la bella rubia.

—Me llamo Elizabeth Harris, tengo sesenta y nueve años, fui cocinera, viuda, con hijos mayores, vivo en una casa en Boston Street —mencionó la señora mayor.

—Mark Russell, tengo cuarenta y nueve años, soy carpintero, divorciado, sin hijos, vivo en un departamento en Nellman Street —expresó el señor que bebía cerca de la chimenea.

—Soy Robert Delvan, tengo sesenta y cinco años, fui pintor de casas, soltero, sin hijos, vivo en una pensión en Caravan Street —manifestó el hombre que sentado cerca de la chimenea admiraba el ambiente.

—Mi nombre es Norma Greig, tengo treinta y cuatro años, soy mucama, casada, con tres hijos pequeños, vivo en un departamento en Carter Street —expuso la despampanante mujer de vestido blanco y cabellos negros.

Nuevamente reinó el silencio sepulcral y, mirando lo que anoté en una servilleta, dije en voz alta:

—Todos somos trabajadores o retirados con ingresos de medios a bajos y vivimos en los suburbios de Londres. Estamos aquí por pura curiosidad, porque nunca tuvimos una ocasión como esta. Además, nadie conoce al dueño de esta propiedad. Eso está claro. Lo que no sabemos es por qué fuimos elegidos, ¿o alguien lo sabe? Que lo diga, por favor, eso puede hacer que entendamos lo que nos está pasando.

Nuevo silencio. Todos negaron con la cabeza y la bajaron, como yo, por la vergüenza de aceptar una invitación de tales características.

El reloj dio las campanadas de las once, faltaba una hora para que sucediera algo… que tampoco sabíamos que era.

Ángela comenzó a llorar desconsoladamente y yo intenté calmarla, además de preguntarle si tenía algo más que decir. Cuando se compuso, contó algo que nos dejó estupefactos:

—Cuando era una niña hubo un gran incendio en un hotel en el centro de Londres, donde mis padres eran camareros. Ellos murieron. En las afueras del hotel había un noble o algo así que se hospedaba con su esposa y sus dos pequeños hijos… Los niños también murieron. El hombre estaba como loco y su mujer debió ser llevada a un hospital por una crisis nerviosa. Dijeron que todo fue culpa de mis padres por dejar la chimenea de una habitación sin apagar.

— ¿Qué tiene que ver eso con lo que nos está sucediendo? —le pregunté ansioso.

—No sé, ese retrato me lo ha recordado de alguna forma y me ha hechor rememorar las últimas palabras que dijo antes de subirse a la ambulancia: « ¡Esto lo van a pagar, ellos murieron, algún día se hará justicia!».

— ¿Cómo se llamaba el hotel? —expresó, con miedo, Norma.

—No sé, creo que Belmont, pero no estoy segura, era muy pequeña.

— ¡Dios mío! —atinó a decir Norma, palideciendo.

— ¿Qué sabes de eso, querida? —expresé con mucha inquietud.

—Era camarera cuando ocurrió el incendio. En realidad, fui yo quien dejó esa chimenea prendida, cuando llegaron los bomberos se lo dije. Ese noble me tomó por los hombros allí afuera del hotel y me dijo que nunca olvidaría mi cara, que éramos todos unos asesinos. Yo no lo miré, no podía, sus niños habían muerto, ¿qué podía decirle?

—Los niños no pudieron salir de su habitación porque la llave se trabó, yo había estado esa mañana arreglando las cerraduras de ese sector y obviamente me olvidé de dejar la llave correcta para esa puerta. Al otro día, me enteré de lo sucedido y creí morir de angustia —manifestó Makintosh, saltándose las lágrimas.

—Cuando el incendio comenzó a propagarse hacia la cocina, intenté salir por otra puerta y subí dos pisos, pero era imposible el humo, escuché los gritos de los niños, pero decidí huir en lugar de ir hasta la puerta de su habitación, que me quedaba a unos metros —declaró Elizabeth Harris, quien rompió a llorar.

—Cuando se hicieron reparaciones en el Belmont, me contrataron para cambiar muchas maderas de muebles que estaban en mal estado. Aunque eran de buena calidad tenían más de cien años y las cambié por maderas baratas para no cobrar mucho y que me siguieran contratando. Las maderas que tomaron fuego primero fueron las que yo cambié, había dos o tres tirantes de los míos en la habitación de los pequeños —expresó con dolor, Russell.

—Era el pintor oficial del Belmont, cada año con mi equipo, pintábamos todas las habitaciones. Usábamos una solución para sacar las manchas de pintura, era muy inflamable y cuando terminamos el trabajo nos dimos cuenta de que faltaba una botella del líquido. Quedó en el segundo piso al lado de la puerta de la habitación de los niños. Eso hizo explotar parte de la escalera y el impacto llegó hasta la puerta —dijo Delvan, secándose las lágrimas.

—Todos están relacionados con el Belmont, ¿nadie supo el apellido de ese noble o el de los niños? —pregunté mirándolos a todos con dolor y sorpresa a la vez.

— ¿Y usted no tiene nada que decirnos, señor Hopkins? —me preguntó Delvan — ¿Cuál fue su relación con el incendio?

Bajé la cabeza, cerré los ojos y con toda la vergüenza del mundo les conté:

—Estaba arreglando el reloj de la recepción, cuando bajaron gritando que había un incendio en el segundo piso. Que varias personas habían quedado atrapadas y el fuego estaba bajando. Subí al primer piso y todo era humo, al segundo piso ya no se podía llegar, el fuego lo consumía todo. Escuché gritos, pero no pude llegar a ellos. Me asusté por la fuerza y velocidad en que todo tomaba fuego, bajé corriendo y me fui a mi casa.

Se hizo un silencio sepulcral. El reloj acababa de comenzar a dar la medianoche.

Max, que seguía parado sin decir una palabra, se acercó a una de las cabeceras de la mesa y sacando una carta de su bolsillo, nos dijo:

—Lord Battenson, me dejó esta carta para ser leída a medianoche, porque a partir de este nuevo día, se cumplen quince años en que perdió a sus dos hijos en un incendio en un hotel de Londres llamado Belmont.

Nadie dijo nada, solo miramos con muchísimo miedo el sobre que el mayordomo tenía en la mano. Este lo abrió y sacó una hoja la que desdobló lentamente, mientras nos miraba a uno por uno.

«Señoras y señores:

Si todo salió como lo dispuse, los aquí presentes, son en forma directa, los involucrados en el horroroso incendio del Belmont Hotel. Suceso acontecido hace quince años, donde cada uno cometió errores imperdonables para que esa desgracia pasara y yo perdiera a mis dos hijos pequeños. No puedo, aunque lo hago, pensar en el sufrimiento espantoso por el que tuvieron que pasar esos dos niños, para terminar muriendo de una forma atroz. Además, a los pocos meses del suceso, mi esposa falleció a causa de la tristeza que le causó el horrible incidente.

Si bien mis interminables denuncias fueron aceptadas. No había suficientes pruebas para incriminarlos y los investigadores debieron desestimar mis reclamos. Creí morir de dolor y rabia.
He pasado estos años muerto en vida, solo, pensando en la familia que perdí. Hay días en que los he perdonado y otros en que los odio con toda mi alma. Lo que va a pasar lo decidí de forma totalmente consciente, uno de esos últimos días. Soy un anciano que ya no siente el respeto hacia el prójimo como me lo inculcaron mis mayores. Me es imposible hacerlo hacia los causantes de que mi vida se resquebrajara de la manera más tremenda. Y no quiero morir sin que se haya hecho justicia por ellos.

Si los encargados de hacerlo desoyeron mis pedidos, voy a tomar su lugar e impartiré justicia por mano propia. Cada uno, de una forma u otra, están sentenciados a morir. Nunca podrán salir de aquí. Quiero castigar a quienes no les importó que dos chicos gritaran terriblemente porque se estaban quemando.

Como si fuera este un juicio y yo el juez, los condeno a la pena de muerte. En una hora sabrán cuál es el castigo que les he impuesto.

Por mis hijos, mi adorada esposa y por mí mismo, hace quince años, en una helada noche de invierno, como la de hoy».

Lord Ernest Battenson de Cavendish.


En ese preciso momento, la chimenea de la estancia, que estaba prendida, comenzó a despedir brasas por toda la habitación. Cada una era el comienzo de un foco de fuego. Todos nos levantamos y fuimos como locos hacia la puerta. Estaba cerrada, Max ya no tenía la llave cuando lo registramos. Emprendimos contra ella, primero con nuestros cuerpos y luego con sillas, mesas y todo lo que teníamos a nuestro alrededor, pero no logramos abrirla o romperla. Era una verdadera pesadilla, las mujeres gritaban, mientras los hombres mirábamos los ventanales cuyas rejas eran tan gruesas que jamás nos permitirían salir por ellas. Los sillones se prendieron fuego, y de estos se propagó a los enormes cortinajes y alfombras, y comenzó a acercarse a la gran mesa y sus sillas.

Los primeros en desvanecerse por la propagación del humo fueron Delvan, el pintor y Makintosh, el cerrajero. Los siguieron, la bella Norma, Ángela y no pude ver más a causa del humo y de las llamas que ya estaban llegando cerca de la gran estatua.

A causa de lo sucedido en el pasado había dedicado mi vida a intentar compensar mi cobardía de aquel momento, por lo que hace años que me había apuntado como bombero voluntario. Tras comprobar que era imposible apagar el fuego con los medios que tenía me acerqué a la mesa, mojé una servilleta con agua y me la puse en la boca mientras me tumbaba en el suelo y me arrastraba hasta la rejilla de un conducto de ventilación que había visto en una pared a la altura del suelo. Mientras hacía eso pude vislumbrar entre el humo como Max se dirigía hacia la estatua de Anubis y abría un compartimento en el pedestal de la estatua del cual salió un hombre con una máscara de oxígeno, llevando otra para el mayordomo, además Max sacó de dentro dos extintores contra fuego. Eso fue lo último que vi antes de desmayarme sintiendo el aire fresco que salía por la rejilla.

Cuando intenté abrir los ojos no pude hacerlo, me ardían muchísimo. Me informaron que estaba tumbado en una cama de hospital, asistido por un tubo de oxígeno, casi sin cabello y con alguna zona del cuerpo quemada. Además, me dijeron que fui el único superviviente del incendio y que aún no habían podido localizar a Lord Battenson para informarle de lo sucedido.

De mis ojos cerrados, dos lágrimas comenzaron a deslizarse…
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Raúl Conesa
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Re: HC - Cena en Cavendish House

Mensaje por Raúl Conesa »

El concepto no está mal, pero el desarrollo es muy simple y predecible. En cuanto empiezan a hablar enseguida queda claro que el tal Lord Battenson es el padre de los niños muertos y que lo más probable es que la cena sea una trampa.

Hablando del misterio, me escama la facilidad con la que todos ellos admiten su parte de culpa incluso aunque nadie les pregunte. Ni uno sólo niega su responsabilidad, que es la reacción más habitual con estas cosas. El protagonista, además, sólo es responsable en la medida que uno pueda culpar a alguien por no lanzarse a un lugar en llamas para salvar a unos desconocidos. Muy pocos harían tal cosa, pero Lord Battenson le condena a muerte por no haber sido un héroe. Un tanto exigente, ¿no? ¿Haría él lo mismo para salvar a los hijos de otro?

Por otro lado no me explico qué pinta Ángela Norris en este plan de venganza, si ella era una niña cuando sucedió todo y su única conexión es ser la hija de dos empleados del hotel. Norma Greig admite que fue ella la que dejó la chimenea encendida y dice que lo admitió abiertamente ese mismo día (aunque de alguna forma no fue condenada). Así que, ¿por qué está Ángela aquí si Lord Battenson sabe que ni siquiera sus padres eran responsables? Dice que quiere justicia pero dos de sus víctimas tienen poco o nada que ver con la muerte de sus hijos.

En el caso de Makintosh creo que hay un fallo lógico: ¿acaso en ese hotel necesitas la llave de tu habitación para poder salir?

Concluyendo ya, creo que le quedan muchos detalles por pulir y que los diálogos no suenan naturales. Le hacía falta un buen repaso de arriba a abajo y tal vez una reescritura en alguna partes.
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
famoso era su piquito de oro.
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Topito
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Re: HC - Cena en Cavendish House

Mensaje por Topito »

Lo primero es comentar que estoy muy de acuerdo con lo que el compañero Raúl te ha comentado. Así que no me centraré en esos detalles ya dichos.

Me ha recordado a las puestas en escena de Agatha Christie, aunque entiendo que es un recurso muy utilizado en este tipo de novelas. Leerlos sería un gran aprendizaje para después lidiar con una puesta en escena similar, que es el caso de este relato. Si el autor le gusta escribir sobre este tipo de relatos, novelas, serían muy buenos maestros. En el caso contrario, yo hubiera intentado leer al menos algún pasaje para inspirarme y comprobar cómo construían la puesta en escena. Digo esto porque veo el gran fallo del relato en este aspecto. Te has centrado en presentarnos los personajes desde el punto de vista del protagonista, recorriendo con su mirada uno por uno y describiéndolos. En estos casos, para el lector, es más ameno que la presentación sea de una forma más dinámica: hacer interactuar a los personajes y realizar la presentación mezclando las apreciaciones de nuestro protagonista con detalles que nos puedan aportar los demás personajes en los diálogos entre ambos. Sobre todo por un tema de dinamismo en la lectura. Claro está que a lo mejor se nos pueden alargar el relato más allá de las seis páginas, pero se puede intentar hacer con diálogos cortos, centrarnos en los puntos importantes, no sé, es una puesta en escena complicada y con mucho trabajo para componerla. Tenemos que darnos cuenta que este tipo de escenas son muy propias del teatro, por lo que si has visto alguna obra donde se desarrolla la acción en una sola habitación también puede ayudarte en la escritura.

En cuanto al tema de la venganza, Lord Battenson puede estar cegado por el dolor y culpar a gente que sólo tuvo un descuido que pudo provocar un fatal accidente con muertos en este caso. Así que en ese aspecto, los personajes pueden ser “inocentes” ante ese hecho ante nuestros ojos y no entender a Lord Battenson, pero es lícito que él ante su dolor pienso lo contrario. Eso sí, ten en cuenta los puntos que Raúl te ha comentado, porque sí limaría un poco los detalles de los motivos que hacen que cada personaje se encuentre en esa habitación.

Por último comentarte sobre las descripciones, algo que muchos ya lo hemos escuchado mucho: intenta describir por medio de los cinco sentidos y, excepto que sea necesario o case bien, no numerar el mobiliario. Si me gusta que describas una o dos cosas de la habitación, no hace falta mucho más para hacernos una idea, pero yo daría una vuelta a las descripciones para que se diluyan en la lectura de forma fluida y dinámica, lo digo porque sólo tenías seis páginas para escribir y es cierto que no podías dedicarte a dar mil detalles de la estancia. Algo de lo que he aprendido con el foro, los concursos, leyendo y en el curso de escritura que di en su momento, es a intentar utilizar el gusto, el olfato, el tacto en nuestras descripciones, intercalar con la descripción visual y no queda nada mal, eh. Por ejemplo, seguro que esa mansión olía a cedro, es lo que he olido cuando el personaje entra en la mansión.

Gracias por tu tiempo y dedicación y por hacerme pasar un buen rato de lectura.
Un saludo, compañero/a
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Jarg
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Re: HC - Cena en Cavendish House

Mensaje por Jarg »

Veo en este relato (al igual que en otros) la inconfundible influencia de Agatha Christie. Está claro que fue una maestra del género y su obra dejó huella en todos nosotros. Personalmente me gustan estas historias de venganza servida fría y culpables que acaban pagando sus errores. Lo de que lord Battenson castigue a Angela no me sorprende, pues su ansia de venganza le lleva a querer castigar a los padres de la chica quitándoles a su hija (de la misma forma que él perdió a los suyos).

Es cierto que la súbita confesión de todos los invitados puede parecer un poco brusca, pero entiendo que era inevitable por el límite de seis páginas. En una novela se habría conocido cada confesión a lo largo de varios capítulos, pero el autor/a no contaba con el espacio suficiente para ello, así que ha resuelto con una conversación durante la cena.

Coincido en lo que @Topito dice sobre las descripciones con cinco sentidos, y de hecho me lo anoto como sugerencia para mí mismo, que creo tener también esa tendencia a sobreutilizar la descripción visual frente a los demás sentidos.

Gracias por compartirlo y buena suerte, autor/a.
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Megan
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Re: HC - Cena en Cavendish House

Mensaje por Megan »

Evidentemente has leído mucho a mi querida Ágatha, porque esas reuniones de alta sociedad inglesa, en una tremenda mansión, son típicas de sus novelas. Lo que noto es que apuraste mucho el asunto, ya sé que tenías solo seis páginas, pero los ingleses son lentos y vos transmitiste mucha agilidad en todo lo que pasaba. Otra cosa que te lo dijo muy bien, @Topito y me va a quedar grabado a mí también: las descripciones no solo deben tocar la vista sino todos los sentidos, está muy bien eso, tiene mucha lógica y te acerca más al personaje.

El argumento es bueno, la idea es buena, solo que me hubiera gustado que fluyera todo de modo más lento, para crear un poco de suspenso, que es lo que estaría faltando.

Muchas gracias por compartirlo, suerte, :D .
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Jaillet
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Re: HC - Cena en Cavendish House

Mensaje por Jaillet »

La idea es buena, pero creo que merece algo más que un relato corto. Obliga a forzar el ritmo, a que todos aten cabos y asuman su "culpa" inmediatamente. Esto en una novela hubiese llevado otro proceso, como en 10 Negritos. He puesto "culpa" entre comillas porque la mayoría solo pecan de omisión de socorro y ni eso, pero no voy a tenerlo demasiado en cuenta porque he leído más de un libro y más de dos en los que los motivos del criminal son totalmente desmedidos, y quién sabe lo que puede hacer tanto dolor en el razonamiento de alguien.
Daba por hecho que Max era el señor Cavendish (como nadie lo conocía, podía hacerse pasar por el mayordomo y disfrutar de su obra), me equivoqué.
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Jarg
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Re: HC - Cena en Cavendish House

Mensaje por Jarg »

#Este mensaje es de Dorian Cavendish#

Ese Lord Battenson no era de fiar, lo sabía yo. Para empezar, hay que aclarar que es un Cavendish de otra rama familiar. Nosotros somos los Cavendish de Worcestershire, mientras que Battenson pertenece a los Cavendish de Lancashire. La diferencia es evidente, ya que un Cavendish de mi rama nunca destruiría una mansión por venganza (nosotros somos más de veneno y empujones en la barrica de whisky).

Y ese Max es un incompetente como mayordomo, ni siquiera comprobó si alguno de los asistentes había sobrevivido al incendio. Lorna Rae no habría cometido un error tan grave. Espero que Battenson lo despidiera.
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Re: HC - Cena en Cavendish House

Mensaje por Ginebra »

bueno, aquí está la madre de la criatura, sólo por eso se merece podio :lol:
en cuanto al relato, me parece interesante y muy buena idea la de la venganza y la escenificación, me recuerda a las novelas de la Christie, como algunos otros relatos. Por poner peros, quizá le falte algo de agilidad, las descripciones son delicadas y más en los relatos cortos. Y lo que no acabo de entender es cómo consigue el anfitrión hacer saltar las ascuas y provocar el incendio a una hora determinada, que a ver, es algo que lamentablemente sucede, pero para mí, faltaría matizarlo, o eso, o es que no lo he pillado, que también podría ser :| pero vaya, que bien, me ha gustado, mucha suerte! :60:
Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias. Eduardo Galeano


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Re: HC - Cena en Cavendish House

Mensaje por kassiopea »

Jarg escribió: 07 Nov 2022 18:18 #Este mensaje es de Dorian Cavendish#

Nosotros somos los Cavendish de Worcestershire, mientras que Battenson pertenece a los Cavendish de Lancashire. La diferencia es evidente, ya que un Cavendish de mi rama nunca destruiría una mansión por venganza (nosotros somos más de veneno y empujones en la barrica de whisky).


:meparto: :meparto:

Una cosa es asesinar a los miembros de la familia (que, por otra parte, salen como champiñones), pero otra muy distinta es destruir la mansión con todos sus bienes :qtedoy:
De tus decisiones dependerá tu destino.


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Jarg
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Re: HC - Cena en Cavendish House

Mensaje por Jarg »

kassiopea escribió: 08 Nov 2022 16:52 Una cosa es asesinar a los miembros de la familia (que, por otra parte, salen como champiñones), pero otra muy distinta es destruir la mansión con todos sus bienes :qtedoy:
#Este mensaje es de Dorian Cavendish#

Exacto (si es que es usted muy sabia, mi buena creadora). El precio de las casas está cada vez más alto y no es cuestión de quemar por quemar. Como decía la bisabuela Cavendish, "No nos hemos hecho ricos a base de gastar dinero".
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David P. González
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Re: HC - Cena en Cavendish House

Mensaje por David P. González »

Hola, autor :hola:
Me ha gustado tu relato. Entretenido y ameno. Es algo simple, pero entretiene.
No opino como el resto de lectores en cuanto a la precipitada y gratuita confesión de los invitados. No creo que sea una confesión. En el punto en el que se encuentra la historia es una investigación. Los invitados recuerdan un suceso del pasado, cada uno desde su punto de vista, y este les lleva a descubrir la relación entre ellos y por qué están ahí. Nadie está confesando nada porque no hay crimen, o ellos no tienen la percepción de que lo haya. A mí me parece que está bien contado dadas las circunstancias de brevedad que exige el formato del concurso.
Es cierto que hay cosas que a uno le pueden parecer injustas o injustificables, pero no podemos pedirles a los personajes que actúen como lo haríamos nosotros, o como creemos que se debe actuar, porque el hecho de que actúen irracionalmente es lo que los hace interesantes. Siempre respetando cierta coherencia, claro. No todo vale, no digo eso.

En lo formal, es muy mejorable. Hay cosas a las que les tengo mucha manía y que nunca he dicho, por no ir contracorriente. Lo voy a decir aquí, que me siento intrépido :cunao:
—Señores, debo informarles que, lamentablemente, Lord Battenson no estará en la gala. Ha sido informado de un incidente en su casa de Escocia y debió volar rápidamente hacia allá.
He señalado dos cosas, a la que le tengo mucha manía es a la primera, al nodequeismo, como lo llamo yo en un alarde de creatividad y un poquito de estupidez. Este error inunda internet por doquier. Y lo comete gente a la que se le presupone cierto conocimiento de la lingüística. Algunos no verán el error (tú sí), para ellos: falta un de delante del que. Hay un pequeño truco para saber si tenemos que añadir un de o no, y es convertir la oración en interrogativa: Señores, ¿qué debo informarles? Señores, ¿de qué debo informarles?
El debió que he destacado en segundo lugar es porque significa que no voló hacia Escocia, lo contrario a lo que el autor quiere decir que hizo. Y la fórmula se utiliza varias veces.

Poco más, autor. Enhorabuena por conseguir algo de lo que yo no fui capaz :60:
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Sinkim
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Re: HC - Cena en Cavendish House

Mensaje por Sinkim »

Me ha gustado mucho la historia, con un estilo a lo Agatha Christie muy claro y con unos personajes muy bien definidos. La idea de la estatua me ha parecido un buen recurso para resolver un misterio de habitación cerrada y las historias de venganzas suelen gustarme bastante, así que he sido un público fácil :lol: :lol:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Iliria
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Re: HC - Cena en Cavendish House

Mensaje por Iliria »

No soy muy aficionada al género, pero este relato engancha desde el principio. Creo que la atmósfera que creas es muy sugerente y los personajes están bien perfilados. La trama, la historia de una venganza, está bien traída.
Alguna faltita en la puntuación, pero nada que no se pueda revisar.

Gracias por participar, y suerte :hola:
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón :101:
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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Megan
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Re: HC - Cena en Cavendish House (3º Jur) (2º Pop)

Mensaje por Megan »

Este es mío, lamento no haber podido estar a la hora de los premios, pero me fue imposible.
Muchas gracias a los que me votaron, :60: :60: :60: .
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David P. González
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Re: HC - Cena en Cavendish House - Megan (3º Jur) (2º Pop)

Mensaje por David P. González »

Enhorabuena, Megan :60:
Muy buen trabajo y merecidos podios. Me alegro mucho por ti, sobretodo después de esa falta de confianza en ti misma que tuviste después del concurso de primavera (creo que fue ese). Mala, mala no serás, ¿no te parece? :60:
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