CPXVIII - Vínculo - Gavalia

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CPXVIII - Vínculo - Gavalia

Mensaje por lucia »

VÍNCULO

La zorra asomó el hocico por la entrada de la madriguera después de que un estruendoso ruido la pusiera en alerta. El viento aullaba anunciando su ira, mientras poco a poco, el cielo se cubría con un manto gris cargado de luces ambarinas. Las continuas descargas de energía parecían querer rasgar el firmamento como si de relampagueantes garras se trataran. El viento percutió en el olfato de la raposa de forma alarmante; el bosque ardía en algún lugar. Volvió a olisquear con más intensidad aquel ancestral aroma a muerte y regreso al interior de su refugio. Sus dos pequeños de apenas cuatro lunas estaban en peligro.
—¡Unidad de extinción! ¡Presten atención! —gritó el jefe de operaciones a todo pulmón dirigiéndose al personal allí reunido—. Cuando lleguemos a la línea de corte marcada en el plano —dijo, sacudiendo de forma enérgica el mapa con una mano a la vez que señalaba el punto en concreto con el dedo índice de la otra—, nos desplegaremos de este a oeste talando y desbrozando todo lo que sea necesario para abrir un gran cortafuegos. Ese es el procedimiento que pondremos en marcha. La cisterna principal se dirigirá por el camino rural hasta la linde del bosque con el río Ega y humedecerá toda la zona en ambas orillas. El incendio no debe pasar al otro lado del cauce, si lo hace, el total del bosque estará perdido. ¿Entendido? —los murmullos de alarma se intensificaron entre el personal asistente. El ancestral bosque de hayas estaba en peligro.
—Ya estamos con los procedimientos… —rezongó Aitor, uno de los voluntarios más jóvenes, originario de la población de Campezo: matriculado en historia, comprometido paladín de la naturaleza y empleado en un sinfín de trabajos para poder pagarse la carrera.
—¡Vaya! Tenemos un genio entre nosotros y yo sin saberlo —le respondió Andoni, un veterano bombero que estaba a su lado—. ¿Y puede saberse qué ha notado, conoce o conjetura el señor qué no sepamos los demás? Ignorantes profesionales venidos a menos…
—¡Silencio, señores! —prosiguió el jefe a voz en grito—. No podemos esperar ayuda por ahora, así que nos toca a nosotros comenzar la tarea. ¡Revisad los equipos y en marcha!
—¡El viento! ¿Qué si no? —respondió Aitor eludiendo la mirada condescendiente de Andoni.

—¿El viento? —inquirió el bombero.
—¡Qué si no! —contestó el voluntario—. Vale, de acuerdo, a ver si me explico para que me entiendas. El servicio meteorológico acaba de comunicar que el viento no cambiará de dirección en al menos cuatro horas, pero está claro que se equivocan, de hecho, está cambiando ahora mismo, así que podríamos intentar servir de algo antes de que todo se vaya al garete —expuso con vehemencia Aitor—. ¿Qué te parece si atajamos por el antiguo cortafuegos con la cisterna pequeña? —continuó con la esperanza de que alguien le hiciera caso— Calculo que tendremos un par de horas de viento favorable hasta que vuelva a cambiar, o eso espero. Creo que nos daría tiempo suficiente para atravesar por esa parte del bosque hasta el río.
—Andoni salió de la caseta donde se había llevado a cabo la reunión y observó que era cierto; el viento estaba comenzando a cambiar de dirección, lentamente, pero lo hacía. No sé qué pensar, ya me he visto en situaciones de cuidado a cuenta de los famosos modelos meteorológicos —contestó en voz alta el bombero—, pero… ¿por qué debo fiarme de lo que tú dices, un don nadie, al fin y al cabo, y no hacerlo del satélite, que por lo que parece opina lo contrario?
—¡Quizás porque soy más alto y alcanzo a levantar el dedo más arriba que tú para notarlo! ¡Manda narices! ¿Acaso no lo ves? No, me da que no, en fin… sé de lo que hablo, soy de aquí, y conozco a la perfección las corrientes de este valle y de las montañas que lo rodean. He sido pastor entre otras cosas ¿sabes? —contestó algo ofendido por la incredulidad de Andoni.
—¿Pero tú te oyes? No sé qué narices crees que sabes. Mira, si el viento cambiara de nuevo mientras estamos allí, podríamos encontrarnos atrapados en una hondonada sin salida. Además, tú no eres bombero. No puedo hacerme responsable de un civil tan presuntuoso como imprudente —añadió el profesional de forma contundente.
—Iré de todos modos, contigo o por mi cuenta —respondió Aitor sosteniéndole la mirada—. El bosque me necesita y no le pienso fallar. La cisterna pequeña pide a gritos que la dejen intervenir y no parecen tener planes para ella.
—Ese viejo cortafuegos es ancho la mayor parte del camino, y profundiza bastante en el bosque —reflexionó Andoni para sí mismo, a sabiendas de que aquel joven nunca se echaría atrás en su propósito—. Si recuerdo bien, desde esa parte del bosque, no habrá más de un kilómetro hasta el río, supongo que nos daría tiempo a limpiar la zona más comprometida, justo donde se estrecha su cauce. Podría ser factible el plan. —dijo finalmente.
—Pues ya estamos tardando. ¿En marcha entonces? —inquirió el voluntario.
—A todos los efectos, yo no sé quién eres, ¡te enteras! —respondió tajante Andoni—, pero creo que tu idea puede funcionar. Tendré que fiarme.
A medida que avanzaban con la cisterna por el antiguo cortafuegos ambos observaron como la fauna local, azuzada por el olor a humo y la proximidad de las llamas, corría despavorida. El viento había moderado su velocidad y el incendio parecía contenerse; amenazador, palpitante, como si estuviese esperando el momento de atacar.
La pequeña zorra no sabía muy bien por dónde huir, nerviosa, entraba y salía de la guarida una y otra vez sin saber muy bien qué hacer. Por fin, comenzó a emitir gañidos de urgencia hacia sus dos pequeños, y estos, casi tropezándose, salieron del refugio para emprender la marcha junto a su madre por el único lugar posible de huida; una estrecha vereda en la parte de atrás de su cueva que se internaba en la frondosidad del bosque. La zorra subía y bajaba escoltando la marcha y procurando que su prole no se entretuviera con nada, asunto complicado tratándose de unos cachorros para los que todo era nuevo. Los pequeños, muy afectados por el denso humo habían dejado de curiosear y permanecían cerca de su madre. No había salida, el fuego los había adelantado y los estaba rodeando. La zorra empujó a sus crías hacia el hueco de un viejo y centenario tronco donde se habían refugiado otros animales, todos muy asustados y sin saber dónde ir. Ninguno se opuso a dejar que los recién llegados se resguardaran del incendio junto a ellos. Las llamas no hacían distinciones entre sus víctimas, y poco a poco, se acercaban con sonoros chasquidos hacia el fatal refugio de madera. Comenzaba a faltar el oxígeno y el calor era cada vez más insoportable. La raposa, muy nerviosa, salió del tronco intrigada por el rumor de voces no muy lejanas a su posición, parecían humanos.
—Has visto eso... Allí, en el único claro que queda —señaló Aitor con su mano después de abandonar el vehículo—. Parece que es un zorro, y está en apuros.
—Está perdido. —contestó su compañero.
—Y si arrimamos la cisterna todo lo que nos permita la espesura —argumentó Aitor desesperado por salvar al animal—. Necesitamos crear un pasillo hasta el río y este parece un buen sitio por donde comenzar —Andoni asintió y el muchacho puso en marcha la cisterna atropellando todo lo que se le puso por delante hasta que no pudo avanzar más.
—¡Vale! Ya está —gritó el bombero—. Conecta la bomba de agua mientras yo preparo la manguera. Dirigiré el agua hacia el lugar donde se encuentra ese animal. Dame toda la presión.
A la angustiada y agotada zorra le faltaba el aire. Estaba cerca del límite y no veía la forma de salir de aquel infernal atolladero. De repente, el cielo comenzó a derramar agua humedeciendo toda la zona. Las gotas se escurrían por el rostro de la raposa de forma abundante y un intenso olor a tierra quemada impregnó su nariz. Sorprendida por la llegada de aquella inesperada agua salvadora, subió al punto más alto del viejo tronco, aguzó vista y oído, y volvió a escuchar aquellos extraños rumores de voces humanas que habían llamado su atención, solo que ahora, de forma más escandalosa. La relación: llamas, humanos, agua, fue imposible de obviar para sus sentidos.
—¡El zorro, Aitor! Ahí está, y no parece estar sólo, ¡mira! Son varios animales, y todos, vivitos y coleando. ¡Bien hecho! —gritó exultante Andoni.
—¡Sí! Ja, ja, ja… ¡Chúpate esa, incendio! —replicó alborozado el universitario.
Los dos hombres se introdujeron en la espesura con dirección al río, pronto desaparecería la humedad que había generado el agua y el fuego volvería a atacar alimentado por la maleza, había que darse prisa.
La raposa acompañada de sus dos cachorros, que en ese momento se ocupaban de un escurridizo ratón de campo, y ya seguros en la otra orilla del río, observaba el quehacer de aquellos hombres, pero no entendía por qué razón se separaban tanto entre ellos. Aitor afanado en la tarea encomendada por Andoni de retirar toda la broza posible, no se percató de que una gigantesca rama, reseca por el tiempo, se estaba desprendiendo del tronco de una enorme y vetusta haya que amenazaba con caer encima de él. Tras un fuerte chasquido, el bestial apéndice terminó por desprenderse golpeando a Aitor con violencia. Este quedó tendido e inconsciente en el suelo con la pesada rama sobre sus piernas.
La zorra volvió su atención hacia sus cachorros; las dos crías estaban entretenidas torturando con sus juegos al escurridizo roedor. Mas, sin entender la razón sobre por qué su instinto la impelía a hacerlo, volvió a cruzar el río, y se dirigió hacia el humano aprisionado por la rama. Con mucha cautela acercó el morro al rostro del herido, y de repente, Aitor volvió en sí mismo.
—¡Aiba! —espetó l herido al sentir la respiración del animal en su cara— ¡No estarás pensando en tu cena! —la zorra dio un respingo y se alejó un par de metros del humano, mientras este intentaba luchar contra el enorme peso de aquella traidora rama—. Imposible, creo que tengo las piernas rotas —se dijo así mismo a la par que miraba a la pequeña alimaña que lo observaba impertérrita—. No tendrás a mano una grúa, ¿verdad? —comentó en tono guasón— Tranquilo bichito, saldré de esta. ¡Andoni! ¡Andoni! —comenzó a gritar una y otra vez intentando captar la atención de su compañero, pero entre el rumor que producía el río y el ruido de la motosierra que manejaba el bombero era imposible que este le escuchara. El animal, claramente nervioso, salió corriendo hasta perderse entre el follaje.
—Eso es, huye cuanto antes de aquí, y no te detengas —murmuró Aitor aliviado porque el animal sobreviviera al incendio.
Andoni seguía afanado en su trabajo, ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor, hasta que algo llamó su atención. Se trataba de una especie de gruñidos bastante agudos; los emitía lo que parecía ser un pequeño zorro que iba y venía de forma nerviosa hacia su posición. Le preocupaba que aquel bichejo quisiera atacarle e intentó espantarlo haciendo aspavientos con los brazos a la vez que le gritaba que se fuera, pero el animal insistía una y otra vez, acompañando los gañidos con movimientos nerviosos. En una de las ocasiones, el zorro salió disparado hasta desaparecer entre la espesura, pero al momento regresó para seguir con el mismo ritual de hacía unos momentos.
—¿Qué me quieres decir? Poco más podemos hacer por vosotros. Debes huir de aquí cuanto antes y ponerte a salvo, el incendio se acerca peligrosamente. ¡Hazme caso! —le gritó, sin embargo, el animal insistía en su actitud—. Está bien —aceptó el bombero intrigado—. ¡Te sigo!
La raposa se detenía de vez en cuando para cerciorarse de que el humano no la perdiera de vista. Andoni no dejaba de preguntarse qué estaba haciendo, corriendo detrás de un zorro, en vez de seguir desbrozando como si no hubiera mañana, cuando pasados unos minutos de carrera, le pareció oír al chaval llamándole con voz desesperada. El incendio estaba llegando a la zona desde donde parecía provenir la llamada.
—¡Demonios! ¿Qué haces ahí tumbado a la bartola? —espetó, Andoni, de forma jocosa cuando llego hasta el voluntario.
—¡Hombre! ¡Por fin! Si tardas un poco más me hacen a la brasa. Creo que tengo las piernas rotas, y esta rama, pesa más de lo que puedo levantar.
—Tranquilo, enseguida te saco de ahí —el bombero era un hombre de gran corpulencia y bien entrenado. No le costó mucho mover aquel enorme madero, cargó con Aitor, y se alejó de la zona dirección al río sintiendo en su espalda la explosión de calor que se produjo cuando el fuego alcanzó de lleno la reseca rama que había hecho prisionero al voluntario. Buscó por donde vadear la corriente y lo hizo por el camino que había elegido la zorra. Finalmente, quedó tendido en el suelo resoplando como el fuelle de una herrería con Aitor a su lado.
—¿Cómo supiste donde me encontraba? —preguntó Aitor.
—Pues no te lo vas a creer, pero ha sido ella —contestó Andoni señalando a la zorra—. Digo ella por lo de los cachorros —estos últimos, tan curiosos como cautelosos, se acercaban hacia ellos.
—No te creo. Esa zorra estuvo a mi lado cuando me vi aprisionado por la rama —contestó un sorprendido Aitor.
—A mí también me cuesta creerlo todavía, pero así fue. Gracias a ella sigues vivo —respondió Andoni observando como uno de los cachorros le olisqueaba las botas sin parar de emitir gañidos entrecortados de curiosidad—. Parece que hemos hecho unos cuantos amigos —prosiguió, escuchando de fondo la sirena de la cisterna principal que en ese preciso momento llegaba a la zona acompañada de todo un batallón de refuerzo.
La brigada se puso en marcha de inmediato y se desplegó dando frente al incendio. El jefe de operaciones estaba asombrado por el inesperado desbroce de la zona con el que se encontraron, eso les daría tiempo para situarse sobre el terreno. No obstante, estaba bastante preocupado por la virulencia de las llamas. Decidir cómo actuar y hacerlo bien era su responsabilidad. Las opciones eran pocas por la fuerza del viento, que amenazaba con lanzar las llamas al otro lado del río por la parte más estrecha de su cauce.
Aitor observaba todo el panorama desde una improvisada atalaya en la parte segura del río. No pudo evitar la sensación de visualizar una de esas batallas de la historia que tanto le apasionaban, donde dos ejércitos chocaban brutalmente en busca de la victoria.
El potente centro del incendio alimentado por sus alas gracias al empuje del viento avanzaba cual unidad blindada de catafractos perfectamente pertrechados para la batalla. Las explosiones de los troncos de los árboles más resecos, sometidos a un calor infernal, lanzaban al espacio oleadas de briznas al rojo vivo que eran transportadas por el violento viento cual miríadas de brillantes flechas dirigidas al enemigo. Si las cosas no cambiaban, la brigada terminaría retirándose, quizás con bajas, pues el empuje de las llamas era colosal. El intenso calor evaporaba toda la humedad que la cisterna principal producía gracias a las mangueras de extinción. Solo un cambio favorable en la dirección de la corriente de aire que reinaba en aquel momento podría salvar la situación. Aitor miró el cielo y presintió que el viento del este haría su aparición de un momento a otro, y a ello se aferraba con esperanza. Siempre lo hacía sobre esas horas en aquella época del año, y pocas veces fallaba.
—Creo que habría que rodear el incendio y machacar sus alas para derrotarlo, mejor dicho, machacar su ala este, si es que queremos tener alguna oportunidad de salir bien parados de esta, pero claro… están los procedimientos…. —murmuró enfurruñado Aitor.
—No te sigo —contestó Andoni— El viento sopla a lo bestia y en dirección contraria, Ya lo estás viendo, cuando pensamos haberle ganado algo de terreno a las llamas, estás nos atacan de nuevo y recuperan el espacio perdido con más voracidad si cabe.
—El viento volverá a cambiar de un momento a otro, no te preocupes, lo sé —dijo, Aitor rezando porque así fuera.
—Ya estamos otra vez con tus predicciones de pueblerino. ¿No te cansas? —dijo el bombero.
—Hasta ahora no nos ha ido tan mal —continuó Aitor—. Verás, si debilitamos el fuego por su flanco este, conseguiremos que su centro no tenga nada con lo que alimentarse. Por el oeste todo está quemado, así que por ahí, nada puede hacerse ya. ¿Has oído alguna vez hablar de la batalla de Gaugamela?
—Desde luego estás para que te encierren, chaval —contestó Andoni.
— Da igual, fue una gran batalla de la historia que me ha venido a la memoria. Eso fue lo que hizo el general Alejandro contra un temible ejército mayor que el suyo, y eso es lo que deberíamos hacer aquí, créeme. Podrías ponerlo en conocimiento del jefe de operaciones, quizá él esté de acuerdo. No veo otra manera de parar el incendio, pero de hacerlo, habría que hacerlo ya. La racha del este llegará, ya lo verás, pero no durará mucho—sentenció el estudiante de historia.
—Voy a tener que pensar que también te has golpeado la cabeza. —le dijo Andoni antes de cargar de nuevo con él para llevarlo a la unidad de asistencia médica, mientras murmuraba por lo bajo… gau…ga… mela… batalla… ¿Cómo le cuento esto al jefe? Menuda bronca me espera. ¿Por qué, yo, Dios mío? —suspiró finalmente.
El jefe de operaciones recibió a Andoni con cajas destempladas. No estaba para tonterías, pero escuchó lo que el veterano bombero tenía que decir. Después de reflexionar unos minutos, soltar varios exabruptos sobre el tal Alejandro de las narices, y un desesperado, ¡qué sea lo que Dios quiera!, ordenó avanzar a parte de la brigada por el flanco este, flanco que en ese momento ardía como un infierno. Avanzaron en primera instancia contra las llamas, cuando por fin, para sorpresa de todos, el viento cambió, dando la oportunidad a la brigada de abrir un ancho cortafuegos. La cisterna, gracias al continuo aprovisionamiento de agua del río, y el apoyo de las unidades aéreas, ahogaron poco a poco el núcleo principal del monstruo de fuego hasta sofocarlo por completo.
—Hombre, pero si es mi descreído amigo. ¡El señor bombero!, y parece que le han dado una buena paliza ahí fuera —dijo Aitor desde la cama cuando entró Andoni en la habitación del hospital para despedirse.
—No sabes cómo quedo el otro —contestó Andoni espantado por su falta de originalidad—. Finalmente voy a tener que pensar que no estás tan loco como quieres hacer creer al mundo. Simplemente eres así de rarito. —continuó el bombero con el rostro todavía marcado por la batalla. Se acercó hasta Aitor y le musitó en voz baja «A sus órdenes, mi general» para después darle un abrazo y decirle gracias. El chaval había demostrado tener un valor extraordinario, además de un corazón enorme, y pensó que, mientras haya gente tan comprometida como ese chico, incluso como para dar la vida por una noble causa, sólo por el hecho de hacer lo que su corazón le dictaba, nunca nos faltarían héroes que nos defendieran.

El viejo terminó de contar la historia al calor del fuego, mientras los chicos le escuchaban con atención.
—¿Y qué pasó con la zorra? —preguntó preocupado Antón, un pelirrojo con gafas.
—Pues no se supo más de ella —sentenció el narrador—, supongo que sus descendientes andarán por el bosque.
—¿Y qué fue de Aitor y Andoni? —inquirió Ander, un jovencito bastante receloso de la historia.
—Andoni murió hace ya tiempo, en paz descanse, y sobre Aitor, en el pueblo se rumoreó por un tiempo que después de aquellos hechos, quedó bastante maltrecho para el resto de sus días a cuenta de las heridas que había sufrido en sus piernas. Sin embargo, eso no consiguió parar sus intenciones de proteger el bosque. Dicen que se hizo con la amistad de aquella zorra que le salvó la vida y que ambos tejieron una relación como nunca se había visto antes en la naturaleza entre especies tan distintas. Una unión que terminó por crear un vínculo que perduraría generación tras generación, con el único objetivo de proteger el bosque. La gente decía que se había vuelto loco, porque además de quedarse a vivir solo en lo más profundo de aquel mundo, tan mágico como secreto, también aseguraban haberle oído aullar junto a los lobos en las noches de luna llena, o incluso, haberlo visto cabalgar a lomos de un gran ciervo blanco patrullando los bosques. En fin… —suspiró el viejo con la mirada perdida entre las llamas del pequeño fuego de campamento—. Quién sabe, chicos, la verdad se suele mezclar con la fábula por estas tierras. Quizá es el misterioso guardián del que todos hablan en el pueblo. Desde entonces, nunca ha ocurrido una tragedia como la que os acabo de relatar en este bosque de hayas centenarias.
—¿Guardián cómo usted? —preguntó Vicente restregándose los ojos por el sueño.
—No, yo solo vivo aquí. Me gusta escribir historias, enseñar, y ayudar en todo lo que pueda para conservar lo mejor posible el entorno en el que vivo. Este campamento en el que participáis es la prueba de ello.
—¿Entonces, esta historia es mentira? —quiso saber Ander, un inquieto rubiales de once años.
—Yo soy de aquí y es cierto. El guardián del bosque es real —alegó el pequeño, Ardaitz, muy serio.
—Eso lo dejo a vuestro criterio ¿Qué pensáis el resto? —inquirió el viejo con voz intrigante.
—Mi padre dice que, blanco y en botella… leche —contestó, Héctor—. Bueno, quiero decir que… usted dice, que, que… es escritor… pues eso —terminó de decir algo avergonzado por su tartamudeo final.
—Ja, ja, ja. No está mal tirada, chico, no está mal —se reía el viejo por el desparpajo del muchacho—. Venga, si no hay más preguntas, todos a la cama, es tarde y debemos madrugar. Mañana haremos una pequeña marcha por el bosque en busca de rastros, quizá los de un zorro, y para eso hay que dormir bien.
El viejo acostó a los pequeños, y después de cerciorarse de que todos estaban en sus camas, salió de la cabaña para sentarse en su mecedora y fumarse una pipa de su tabaco preferido. Lejanos aullidos de lobos velaban la noche, mientras la luna llena, espléndida en el firmamento, creaba una plácida y etérea atmósfera, podría decirse que mágica, especialmente cuando su plateada luz se reflejaba en los ojos de la pequeña raposa que descansaba sobre las maltrechas piernas del viejo escritor.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Tolomew Dewhust
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Re: Vínculo

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Está muy bien escrito, pero...

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-los peros son lo peor de lo peor-

...la historia no termina de engancharme. Está muy bien, ojo, sin duda es cosa mía, que tengo unos gustos rarunos. De todos modos solo lo he leído una vez; prometo echarle un segundo ojo y analizarlo como merece.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Re: Vínculo

Mensaje por Tolomew Dewhust »

No voy a corregir nada ni a dármelas de listillo, eh; peroooo -otra vez el pero- déjame anotar un par de cosillas por si a alguien le sirven de algo in the future.

Creo que (Está hablando Aitor) nos daría tiempo suficiente para atravesar por esa parte del bosque hasta el río.
—Andoni salió de la caseta (Ese guión debería ser un punto y aparte) donde se había llevado a cabo la reunión y observó que era cierto; el viento estaba comenzando a cambiar de dirección, lentamente, pero lo hacía. No sé qué pensar, (aquí sí que va el guión)



Yo lo hubiera puesto así:

—Creo que nos daría tiempo suficiente para atravesar por esa parte del bosque hasta el río.

Andoni salió de la caseta donde se había llevado a cabo la reunión, y observó que era cierto: el viento estaba comenzando a cambiar de dirección. Lentamente, pero lo hacía.

—No sé qué pensar,...


Otro detalle (son cosas nimias, pero que creo que se enriquece el texto con estos matices que parecen chorradas):

—¡Unidad de extinción! ¡Presten atención! Mi lectora cero patatero te hubiera dicho :qtedoy:, no le gustan los pareados. Casi que se podría sustituir por un ¡Unidad de extinción, atentos! O similar...

Sigo leyendo, eh. Estas sugerencias no son para tocar los cullons, sino por si a alguno estas chorradas les parecen bien o le interesan.
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Re: Vínculo

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Se lee bien, que es lo importante. Hubiera apostado por algo más arriesgado y, dado que lo has titulado vínculo, hubiera hecho más férrea esa unión entre el chico y la zorra, porque sus encuentros parecen más fortuitos que unidos por un lazo mágico.
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Re: Vínculo

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Si tuviera que resumir tu relato en un gif, sería este:

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Gavalia
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Re: CP XVIII - Vínculo

Mensaje por Gavalia »

¡Coñes! Por fin un relato que entiendo de principio a fin. Salvando cuestiones de forma en algún que otro párrafo, me parece bien redactado. Nada que objetar sobre los diálogos, no parece forzados y mezclan bien el drama con cierto tono cómico. Ahora que estamos en época de incendios, es un cuento de algún modo actual, comprometido con el medio ambiente y que ensalza con nota el trabajo impagable de los bomberos forestales y voluntarios.
Quizá algo ñoñas las reflexiones de Andoni sobre la implicación de Aitor en la protección de nuestro entorno, pero me parece más un cuento de edad indefinida, con moralejita aleccionadora para los más jóvenes, que un relato al uso. Hasta grité cuando salvaron a la zorra de alegría. Confirmado, soy un niño. Sí hubiras decidido matarla, no te vuelvo a hablar en la vida, que lo sepas.
Ese viejo escritor, que supongo es Aitor, me ha parecido entrañable.
Saludos y gracias por compartir.
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
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Estrella de mar
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Re: CP XVIII - Vínculo

Mensaje por Estrella de mar »

Gavalia escribió: 29 Abr 2023 12:54 ¡Coñes! Por fin un relato que entiendo de principio a fin.
:meparto: :meparto: :meparto:
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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Oliverso
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Re: CP XVIII - Vínculo

Mensaje por Oliverso »

Uy. Más allá de la ausencia de alguna letra, bien escrito si está. Con eso tienes medio trabajo hecho, y lo que queda es ganarse al lector. Conmigo se tiene fácil, solo alguna pista de que el bichejo ese es en realidad una kitsune y el texto una crítica a la demonización de las chicas monstruos en el folklore y las comunidades rurales, y me tendrías dando palmas con las orejas. Pero esas son pajas mentales y el "misticismos" del texto aquí presentado es mucho más sosegado, al igual que la trama, y el ritmo, y todo... Largo y lento pero sin nada que me impulsase a leer, lo cual es raro teniendo en cuenta que los personajes están en mitad de un incendio. La intención es linda, sin duda, pero se pudo buscar una manera más entretenida y ágil de trasmitirla.
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Estrella de mar
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Re: CP XVIII - Vínculo

Mensaje por Estrella de mar »

#Este comentario es del divino Paul#
Gavalia escribió: 29 Abr 2023 12:54 ¡Coñes! Por fin un relato que entiendo de principio a fin.
Si es el tuyo no cuenta. :cunao:
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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Re: CP XVIII - Vínculo

Mensaje por Estrella de mar »

#Este comentario es del divino Paul#

Me ha gustado mucho. Yo quiero ser Aitor de mayor. ¡Qué hombre! El tío se rompe las dos piernas y no suelta ni un ay, es más, aún hace bromas. Por algo es vasco, claro.

He empezado la lectura pensando que me iba a aburrir como una ostra, pero no, me ha llegado al corazoncito el vínculo entre la zorra y el humano. Es que nos dan la matraca con lo de la ley del más fuerte pero se infravalora la importancia de la cooperación entre las especies.

Ego te absolvo.
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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Megan
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Re: CPXVIII - Vínculo

Mensaje por Megan »

¡Qué bonito! Y muy bien escrito. Me gustó el tema y como lo fuiste llevando. Imagino que el señor mayor que cuenta la historia fue el joven que ayudó para que la fauna se salvase, sobre todo la zorra con sus hijitos. Cuánta dulzura y afinidad entre los hombres y los animales, qué lindo resultaría si fuera así siempre.
Tuviste una idea preciosa y la narraste muy bien. Si hay alguna falla, ya te la comentó Tolo, con eso basta.
Leí tanto relato filosófico que me diste un respiro con tu vínculo.

Muchas suerte y gracias por compartirlo, :D .
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raumat
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Re: CPXVIII - Vínculo

Mensaje por raumat »

Pues sí, éste creo que yo también lo he entendido... :alegria:
A la primera, no me ha hecho falta ni segundas lecturas, terceras... quincuagésimas (si el autor es Tolo) :lol: y tal y tal...

Una historia sencilla, con acción y aventura, con un mensaje interesante en relación con el medio ambiente, y escrita con intención de hacer disfrutar al lector...

Alguna cosilla mejorable en cuanto a la redacción, pero bien globalmente.

Gracias al autor por compartirlo y suerte en el concurso. :60:
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Iliria
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Re: CPXVIII - Vínculo

Mensaje por Iliria »

Relato de triste actualidad. Remueve cositas :|
Me ha gustado porque es sencillo, didáctico (enseña a amar la naturaleza) y tiene su punto de acción. El final, muy bonito y poético.
A destacar lo bien que te has documentado (o conoces) el trabajo de las brigadas de extinción.

Gracias por participar, y suerte :hola:

Pd: Alejandro nunca defrauda :mrgreen:
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Ginebra
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Re: CPXVIII - Vínculo

Mensaje por Ginebra »

la historia es muuuy bonita, quería seguir y saber qué pasaría... muy tierna. Lo único a decir, que no es malo, es que pensé en un relato para un público infantil o juvenil. No hay dolor, tormento, desespero... y eso que la trama da para ello. Repito, no es crítica, de hecho, me ha gustado mucho; estas historias conmovedoras, con animales y tal, me pueden :D Enhorabuena y gracias por compartir :60:
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Jarg
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Re: CPXVIII - Vínculo

Mensaje por Jarg »

Historia entrañable y bien escrita, aunque coincido con @Ginebra en lo de que es más para un público juvenil o pre-adolescente. Sobre todo la parte de la zorra salvadora, que es un poco (no lo digo en sentido malo ni bueno) Disney. Hace tiempo me tocó una familia de zorros bajo mi ventana (igual que en el relato, una hembra con sus dos cachorros) y puedo asegurar que era de todo menos entrañable. El único vínculo que se creó fue el de mis cagüentoloquesemenea a las tres de la mañana cuando se ponían a aullar con ese chillido tan raro que hacen. No sé qué fue de ellos, pero les deseo tanto bien como paz dejaron al irse.
La parte de los dos hombres que luchan contra el incendio me ha gustado más, sobre todo por el estudiante que lo ve como una batalla histórica. No son personajes excesivamente complejos, pero funcionan muy bien para un público joven.

En la forma no tengo mucho que objetar, creo que está bien escrito (con pequeñas cosas que corregir que ya te han señalado) y se lee con mucha fluidez, lo cual va bien para un relato de acción como este. Lo único que sugeriría es tener más cuidado con los nombres de los personajes, porque tanto nombre que empieza con A (Aitor, Andoni, Antón, Ander, Ardaitz...) confunde un poco. No sé si lo habrás hecho a propósito o si son simplemente nombres que te gustan, pero en un relato corto es mejor usar pocos nombres y que sean fácilmente distinguibles, ya sea por su grafía o por su significado. En más de una ocasión en el relato he leído "Aitor" y he tenido que volver atrás para recordar si ese era el estudiante o el bombero.

Gracias por compartirlo y buena suerte, autor/a :60:
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