CPXVIII - Haciendo pellas - Raumat

Relatos que optan al premio popular del concurso.

Moderadores: kassiopea, noramu

Avatar de Usuario
lucia
Cruela de vil
Mensajes: 84623
Registrado: 26 Dic 2003 18:50

CPXVIII - Haciendo pellas - Raumat

Mensaje por lucia »

Haciendo pellas

Daniel y Quique, recién cumplidos los catorce años ambos, habían decidido faltar a las clases aquella tarde. No era algo que hicieran a menudo, ya que en circunstancias normales el instituto no les resultaba demasiado fastidioso. Sin ser de los mejores estudiantes, tampoco eran de los peores ni mucho menos: habitualmente sus notas estaban en la media o incluso un poquito por encima. Pero, si asistían aquella tarde, les esperaba pasar un mal trago.

El tema que había explicado el profesor de Matemáticas el día anterior les había sonado a chino; así que los ejercicios prescritos por el docente para esa tarde, ni idea por dónde empezarlos. Si iban a clase les tocaría aguantar una buena reprimenda, además del regocijo y burla de algún compañero de curso. Ya tendrían tiempo durante el fin de semana de repasar en profundidad la materia e intentar hacer los ejercicios. Y si no lo conseguían ellos solos, podían pedir ayuda a sus padres, que siempre parecían dispuestos a echarles una mano en los estudios. En cuanto a su falta de asistencia, no les resultaría tan difícil preparar alguna excusa que resultara creíble en el instituto.

Tras dar un largo rodeo al pueblo para evitar ser vistos por alguna persona que pudiera truncar sus planes, encaminaron sus pasos hacia una arboleda cercana, al otro lado de la cual discurría un arroyo de aguas claras y poco profundas en aquella parte de su cauce. Iban a menudo al río, solos o con otros compañeros, a darse un chapuzón y acechar sapillos, tritones y demás fauna propia del lugar.

Faltaba todavía un buen trecho para llegar al arroyo cuando, en un pequeño claro, tirada en el suelo, bajo la sombra de un gran pino, apareció ante ellos aquella bicicleta. Se detuvieron, observándola con interés: era antigua y estaba muy sucia, pero no parecía estar rota. Algunas de sus piezas se hallaban un poco oxidadas; otras, cubiertas de polvo o barro. Abarcaron con la mirada los alrededores intentando encontrar a su propietario. Pero nada se movía, nada se oía salvo los sonidos propios de la arboleda.
—¿Tú crees que será de alguien? —dijo Daniel—. ¿O la habrán abandonado?
—No sé… está tan vieja, tan sucia… debe valer poco o nada. —Levantó Quique la bicicleta y la examinó—. Aunque las ruedas están bien de presión.
—La cadena también parece en buen estado. Igual anda y todo. —Volvió Daniel a mirar en su derredor por si aparecía el dueño, pero por allí no se veía un alma—. Alguien se habrá cansado de semejante antigualla y la ha dejado aquí tirada.
—¿La probamos? —propuso Quique.
—Venga.

Daniel montó delante, Quique detrás —sentado sobre el sillín— con las piernas abiertas para que su colega pudiera pedalear. Pero no habían recorrido mucho camino cuando resonó a sus espaldas un furioso vozarrón.
—¡Mi bicicleta! ¡Ladrones! ¡Os voy a matar a palos!
A los muchachos se les pusieron los pelos de punta. Volvieron la cabeza y vieron fugazmente a un hombre, grandote y grueso, desconocido en principio, que empuñaba un largo bastón y corría tras ellos sin cesar de gritar.
Lo único que se le ocurrió a Daniel fue huir de allí lo más rápido posible. Comenzó a pedalear con todas sus fuerzas mientras Quique, pegado como una lapa a la espalda de su amigo, apenas si podía mantenerse sobre el sillín por el estrecho y sinuoso sendero. Con el susto que llevaban en el cuerpo, ni siquiera sentían los golpes que se daban con las ramas de los árboles que encontraban a su paso. De vez en cuando volvían la vista atrás buscando al hombretón, aunque apenas si lograban verlo en la mayoría de las ocasiones. Sin embargo, los gritos seguían resonando en la arboleda, señal de que aquél no cejaba en su persecución.

Poco a poco, la voz del grandullón fue llegando cada vez más lejana y espaciada. Aun así, Daniel continuó su pedaleo sin tomarse un respiro: era necesario perder de vista definitivamente al dueño de la bicicleta. Cruzaron el río por un viejo puente de piedra y prosiguieron su marcha por el camino, sin saber adónde los conduciría éste, ya que nunca se habían alejado tanto del pueblo.
Veinte minutos más tarde salían del bosque. Daniel y Quique pusieron pie a tierra y se tumbaron en el suelo, respirando con ansia. La huida los había dejado asfixiados. Su perseguidor debía encontrarse lejos, no se oían sus gritos desde hacía un buen rato. Tal vez habría renunciado a su propósito de echarles el guante: pocas personas podrían resistir tanto tiempo corriendo.
—Quizá teníamos que haberle devuelto la bicicleta al principio —dijo Daniel—. No se me ocurrió, sólo pensé en escapar.
—De la forma que nos amenazaba, aunque se la hubiéramos devuelto igual nos había molido a bastonazos.
—Sí que es verdad. Estaba como enloquecido.
—Bueno, ya no tiene remedio. Y tampoco podemos dejarla ahora, aquí solos, en medio de la nada. Por lo menos, que nos ayude a huir.

Así que no permanecieron mucho tiempo tumbados. Lo justo para recuperar el aliento y descansar las piernas. Acto seguido, volvieron a subir a la bicicleta —esta vez le tocó conducir a Quique— y reemprendieron el camino. De momento, el sendero no ofrecía ninguna salida, tenían que continuar en la dirección que llevaban, alejándose de la arboleda y del pueblo, y aproximándose al desconocido y agreste monte.
Después de un buen rato de constante pedaleo, el sudor cubría la piel de los muchachos; el sol castigaba de firme y, cansados y sedientos, su preocupación aumentaba. No tenían ni idea de hacia dónde se dirigían. La senda tendría que desembocar en alguna parte. Sin embargo, no habían visto una sola persona, una sola casa, desde que salieron del bosquecillo. Y, de eso, hacía ya mucho tiempo. De todas maneras, la principal necesidad de los chicos era saciar su sed y refrescar sus cuerpos, empapados en sudor.

Por fin, tras remontar una pequeña loma, divisaron de nuevo el serpenteante río y, al otro lado de un deteriorado puente de madera, una casa de magnífico aspecto. En los alrededores no se veía ninguna persona, pero se podía apreciar que la casa no estaba en absoluto abandonada. La blancura de sus muros y el aspecto tan cuidado de los jardines que la rodeaban denotaban que la construcción estaba habitada, pese a su aislamiento. Incluso se divisaba el azul del agua de una piscina junto a la casa.

Los dos amigos se fueron acercando despacio y contemplaron encandilados aquella piscina. En esos momentos, era lo que más deseaban en el mundo. ¡Cuánto darían por bañarse en esa piscina! Y, sin embargo, no se atrevían a traspasar los setos que los separaban de la espléndida casa de campo. Aquello era propiedad privada: habría gente, aunque no la hubieran visto. Era posible que hubiera hasta un guarda. Pero, por otra parte, se encontraban tan sedientos, tan acalorados…

Fue entonces cuando vieron que, a la derecha de la finca pero no demasiado cerca de ella, existía también una pequeña balsa disimulada tras unos arbustos y repleta de agua al igual que la piscina. No lo dudaron un momento. Ni siquiera se quitaron la pegajosa ropa que llevaban puesta antes de zambullirse. Tampoco volvieron a mirar la piscina; después de lo que habían pasado, la balsa les resultaba más que suficiente.
Estuvieron un buen rato dentro del agua procurando no hacer ruido, no fuera que los residentes de la casa de campo advirtieran su presencia y se metieran en un nuevo lío. La frescura del agua, la calma total que allí se respiraba, el adormecedor canto de las chicharras… después del susto, algunos males se iban aliviando.
—¡Qué gustazo, tío! —dijo Quique—. Esta balsa resucita a un muerto.
—Y que lo digas. El mejor baño de mi vida... —Calló de repente Daniel y frunció el ceño: empezaban a oírse unos apagados ladridos.

Los chicos salieron de la balsa, alarmados; en la lejanía, descubrieron una jauría de perros que corrían veloces hacia donde ellos se encontraban. En menos de un segundo saltaron sobre la bicicleta y emprendieron la huida, pero no tardaron mucho en darse cuenta de que el tiempo corría en su contra: los canes parecían volar sobre los matorrales y sus furiosos ladridos se escuchaban cada vez más próximos. Las piernas de Daniel pedaleaban vertiginosas, mientras las cabezas de ambos jóvenes se esforzaban por encontrar alguna solución para salvarse de los perros. Pero ninguna idea brillante se les ocurría. Daniel seguía conduciendo frenético, provocando que en cada curva la bicicleta estuviera a punto de salirse del camino y chocar contra algún árbol. Estaban ya los muchachos cerca, muy cerca, de alcanzar de nuevo el puente de madera. Quizás al llegar al puente los perros dejaran de perseguirlos. Quizás acabara ahí su territorio de vigilancia. Si aquellas fieras continuaban la cacería, sólo un milagro podría salvarlos.

Entraron al puente a toda velocidad. Y lo que apareció en el otro extremo los dejó horrorizados: el grandullón, con su amenazante bastón en alto, cerraba la otra salida. Frenaron en seco la bicicleta, presos de pánico. Los fieros canes asomaban ya con sus salvajes ladridos por un lado; el grandullón, con su contundente arma, tapaba el otro. Los chavales se miraron entre ellos y, sin decirse nada, comprendieron que ambos estaban pensando lo mismo. Sólo les quedaba una alternativa: saltar desde el puente al río.

Dejaron tirada la bicicleta y se encaramaron a la barandilla de madera. La corriente bajaba con mucha fuerza en aquella zona del arroyo, y tampoco sabían si la profundidad de las aguas sería suficiente para amortiguar su caída. Si eran aguas poco profundas, podían estrellar sus cuerpos contra el lecho del río… podían incluso morir.
Volvieron a mirarse el uno al otro.
—¡Suerte! —dijo Daniel—. Yo salto.
—¡Suerte! —repitió Quique—. Yo también.
Y con un grito desesperado ambos se lanzaron al río. Aún les dio tiempo a oír la salvaje carcajada del grandullón mientras sus cuerpos se precipitaban al vacío.

Por fortuna para los chavales, la profundidad del agua era suficiente en aquella zona para que sus cuerpos no se estrellaran contra el fondo del arroyo. Y la corriente, aunque fuerte, no les impidió dejarse arrastrar río abajo sin correr peligro de morir ahogados. Poco a poco la distancia que separaba a los chicos del puente fue haciéndose mayor. Unos minutos después, el arroyo hacía un remanso en su cauce que aprovecharon Daniel y Quique para acercarse a la orilla y pisar tierra firme.
Miraron a lo lejos hacia el puente. Todavía se distinguía la figura del hombretón con su grueso bastón en alto y los ahora dóciles perros a su lado. Todavía llegaba a sus oídos, apagada ya por la distancia, su salvaje carcajada.
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

Imagen Mis diseños
Avatar de Usuario
Tolomew Dewhust
Foroadicto
Mensajes: 4997
Registrado: 16 Ago 2013 11:23

Re: CPXVIII - Haciendo pellas

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Imagen

Haciendo paellas, como tus protas, :cunao:.

Vale, vale, ya me voy...
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
Avatar de Usuario
Gavalia
Chucho
Mensajes: 11882
Registrado: 03 Jul 2008 13:32
Ubicación: Perrera municipal

Re: CPXVIII - Haciendo pellas

Mensaje por Gavalia »

Después dice que yo hago chistes malos, 🤣.
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
Avatar de Usuario
Gavalia
Chucho
Mensajes: 11882
Registrado: 03 Jul 2008 13:32
Ubicación: Perrera municipal

Re: CPXVIII - Haciendo pellas

Mensaje por Gavalia »

Este relato se deja querer por lo bien que transmite esas vivencias de la niñez. Visualizas perfectamente lo que se expone en cada párrafo, eso lo hace entrañable, y quieres saber más sobre las aventuras de estos chicos.
"Juventud divino tesoro, te vas para no volver, cuando quiero llorar no lloro, y aveces, lloro sin querer".
Me trae a la memoria, salvando las diferencias, el mundo de M. Twain, incluso cierta atmósfera de Dikens, y lo agradezco.
Para mi gusto, estupéndamente redactado, con una sólida estructura apoyada en una prosa fluída. Los diálogos están bien logrados, no los veo para nada forzados. En resumen, parece un buen trabajo. Felicidades.
Saludos.
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
Avatar de Usuario
Estrella de mar
Vivo aquí
Mensajes: 5094
Registrado: 12 Jun 2008 23:21
Ubicación: Aovillada en la Luna

Re: CPXVIII - Haciendo pellas

Mensaje por Estrella de mar »

#Este comentario es del divino Paul#

Después de los lamentos por la juventud perdida del carroza arriba reinante vengo a decir que he disfrutado mucho con este relato.

Me he sentido un poco en Los Goonies y me lo he pasado pipa. Si os contara yo la de cosas que hice en mi infancia en Bristol... En mi barrio robábamos hasta los palillos de dientes, nos poníamos varios en la boca todo el día para parecer más machotes. Más de un boquete sufrieron nuestras lenguas púberes. También nos metíamos en casa del señor Miyagi, mientras dormía la mona, para birlarle todas las cervezas que le quedaban en el frigorífico. Como éramos unos chavales con mucha energía, y siempre andábamos con hambre, nos comíamos todo lo que pillábamos por las calles. Éramos capaces de comer cosas que habrían hecho vomitar a una cabra, ya lo creo que sí... Ya me callo con mis batallitas, ya, que parece que se me ha pegado el tono viejuno del carroza arriba reinante.

Formalmente no resalta mucho, pero está bien escrito, según los criterios beatlenianos. Solo por eso ya te bailo una polka.

Que vivan las pellas.
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
Avatar de Usuario
Oliverso
Lector voraz
Mensajes: 179
Registrado: 28 Dic 2022 17:53

Re: CPXVIII - Haciendo pellas

Mensaje por Oliverso »

Al principio no me gustó. Sentía que en vez de la historia de dos jovenzuelos, esto me lo estaba contando un señor mayor en la fila del banco. Un lenguaje muy formal, muy "arregladito". Luego empecé a esperar algún "¡Caspita!" o "¡Recorcholis!" y entonces lo pillé. Una historia de aventura clásica ambientada en tiempos más simple :60: Esa simpleza le dificulta aspirar a tramas complejas o rimbombantes, pero tampoco es que se busque o se necesite. Por alguna razón subconsciente, esta clase de historias siempre me dejan con ganas de más.
Avatar de Usuario
Tolomew Dewhust
Foroadicto
Mensajes: 4997
Registrado: 16 Ago 2013 11:23

Re: CPXVIII - Haciendo pellas

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Sí, a mí también me gusta mucho esta manera de contar las cosas. Está muy bien escrito, :chino:; apetece seguir leyendo. Entre tu manera de escribir y la historia que nos traes, me has recordado los libros que leía de niño de El barco de vapor, que siempre eran aventuras de gamberretes haciendo esto o aquello...

Es un buen relato y detrás está alguien que sabe escribir. Coincido con Oliverso que en la maraña de vampiros, lovecraftianos, capitanes y demás seres del averno que pululan por el concurso, esta historia puede pasar un tanto desapercibida por menos impactante; sin embargo te deja un regusto muy positivo, como de trabajo redondo.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
Avatar de Usuario
Tolomew Dewhust
Foroadicto
Mensajes: 4997
Registrado: 16 Ago 2013 11:23

Re: CPXVIII - Haciendo pellas

Mensaje por Tolomew Dewhust »

La bici de la discordia,

Imagen
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
Avatar de Usuario
Tolomew Dewhust
Foroadicto
Mensajes: 4997
Registrado: 16 Ago 2013 11:23

Re: CPXVIII - Haciendo pellas

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Todavía se distinguía la figura del hombretón con su grueso bastón en alto y los ahora dóciles perros a su lado. Todavía llegaba a sus oídos, apagada ya por la distancia, su salvaje carcajada. Porque lo que no intuían Daniel ni Quique es que, bajo las aguas aparentemente mansas de aquel arrollo habitaba un ser diabólico que se alimentaba de las atormentadas almas de niños que hubieran osado coger bicicletas ajenas..., ente que salía lentamente del agua tras los pasos de ambos jóvenes.

El ser diabólico del agua:

Imagen
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
Avatar de Usuario
Megan
Beatlemaníaca
Mensajes: 19461
Registrado: 30 Mar 2008 04:52
Ubicación: Uruguay

Re: CPXVIII - Haciendo pellas

Mensaje por Megan »

Estrella de mar escribió: 29 Abr 2023 17:27 #Este comentario es del divino Paul#

Después de los lamentos por la juventud perdida del carroza arriba reinante vengo a decir que he disfrutado mucho con este relato.

Me he sentido un poco en Los Goonies y me lo he pasado pipa. Si os contara yo la de cosas que hice en mi infancia en Bristol... En mi barrio robábamos hasta los palillos de dientes, nos poníamos varios en la boca todo el día para parecer más machotes. Más de un boquete sufrieron nuestras lenguas púberes. También nos metíamos en casa del señor Miyagi, mientras dormía la mona, para birlarle todas las cervezas que le quedaban en el frigorífico. Como éramos unos chavales con mucha energía, y siempre andábamos con hambre, nos comíamos todo lo que pillábamos por las calles. Éramos capaces de comer cosas que habrían hecho vomitar a una cabra, ya lo creo que sí... Ya me callo con mis batallitas, ya, que parece que se me ha pegado el tono viejuno del carroza arriba reinante.

Formalmente no resalta mucho, pero está bien escrito, según los criterios beatlenianos. Solo por eso ya te bailo una polka.

Que vivan las pellas.
¿En Bristol? :shock:

:meparto: :meparto: :meparto:
Imagen

🌷🌷🌷Give Peace a Chance, John Lennon🌷🌷🌷

Lee, escribe y comenta en Los Foreros Escriben
Avatar de Usuario
Estrella de mar
Vivo aquí
Mensajes: 5094
Registrado: 12 Jun 2008 23:21
Ubicación: Aovillada en la Luna

Re: CPXVIII - Haciendo pellas

Mensaje por Estrella de mar »

#Este comentario es del divino Paul#

Imagen
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
Snorry
Me estoy empezando a viciar
Mensajes: 328
Registrado: 23 Nov 2018 14:01
Contactar:

Re: CPXVIII - Haciendo pellas

Mensaje por Snorry »

Con productos frescos de la tierra y otras compras del supermercado, y con una receta de su abuela, cocina Salinger a fuego lento El guardian entre el centeno y después se retira de los fogones para siempre, ¿ya para qué más?
Este cocinero o cocinera ha usado ingredientes de la misma familia, acaso cambiando una col por un repollo (qué sabré yo de esas cosas). Y se experimenta, al llevar la cuchara a la boca, viejos sabores de juventud y rebeldía. Puede que tener opción a una estrella Michelín sea tan solo cuestión de pequeños detalles, el tiempo de cocción, una pizca de orégano, cosas apenas apreciables a primer paladar, pues no hay ningún error, al contrario, en la elaboración del plato.
Disfruté con Caulfield dúplice. Cuidado con los sabores repetitivos: Todavía se distinguía la figura del hombretón con su grueso bastón

Pero bueno, el que habla es un simple glotón. Enhorabuena.
Avatar de Usuario
Ginebra
Foroadicto
Mensajes: 3867
Registrado: 29 Mar 2005 19:48
Ubicación: por aquí y por allá...

Re: CPXVIII - Haciendo pellas

Mensaje por Ginebra »

un relato muy bien escrito que deja buen sabor de boca, fresco, juvenil, aunque confieso que en la primera lectura me ha faltado algo, una conclusión más.. no sé cómo decirlo, sólida quizá, contundente, con algún giro inesperado... En una segunda, más pausada, he dejado de buscarlo y lo he disfrutado. Me ha gustado, enhorabuena y gracias por compartir :60:
Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias. Eduardo Galeano


Recuento 2024
Avatar de Usuario
raumat
Me estoy empezando a viciar
Mensajes: 464
Registrado: 20 Feb 2015 19:56
Ubicación: Castellón

Re: CPXVIII - Haciendo pellas

Mensaje por raumat »

Ains, qué sufrimiento... :noooo: Menos mal que al final se salvan estos rapaces... :alegria:
Aunque les está bien empleado por hacer pellas... Falta de vara es lo que tiene esta inconsciente juventud... Algún bastonazo del grandullón en los lomos no les habría venido mal... :8_azotes:

Técnicamente bien escrito en mi opinión y entretenido de leer.

Gracias al autor por compartirlo y suerte en el concurso. :60:
Avatar de Usuario
Megan
Beatlemaníaca
Mensajes: 19461
Registrado: 30 Mar 2008 04:52
Ubicación: Uruguay

Re: CPXVIII - Haciendo pellas

Mensaje por Megan »

Estrella de mar escribió: 01 May 2023 18:21 #Este comentario es del divino Paul#

Imagen
Ay!! Que veo a este hombre y se me seca el cerebro... :08: :08: :08:

Tengo que comentarte, sos el último que me queda... voy a darle una segunda lectura para el comentario porque alguna cosa seguro que se me piantó.
Imagen

🌷🌷🌷Give Peace a Chance, John Lennon🌷🌷🌷

Lee, escribe y comenta en Los Foreros Escriben
Responder