CO LC - El sueño de Alexander - Iliria

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CO LC - El sueño de Alexander - Iliria

Mensaje por lucia »

EL SUEÑO DE ALEXANDER


Cada verano mi padre y yo íbamos a visitar a mi abuela materna, Hildegard, con la que teníamos muy buena relación. Ella vivía a las afueras de Karlsruhe, en una cuidada y pequeña casa con un jardín todavía más pequeño. No deja de ser curioso el hecho de guardar esas dimensiones en mi recuerdo, porque se supone que el mundo de los adultos suele presentarse bastante más grande a los ojos de un niño de diez años.

Nunca había visto el caserón vecino. Me refiero por dentro. Era una construcción de dos plantas, resguardada bajo un tejado a dos aguas típico de esta zona. Las paredes de cemento estaban sin pintar, y en torno suyo la maleza crecía por doquier. Sus ventanas – ventanucos más bien, a juzgar por su tamaño – carecían de balcones o repisas. El conjunto transmitía una sensación inquietante. Como de algo agazapado en su interior a pesar de su aspecto abandonado. Durante las noches de tormenta, desde mi cama veía los relámpagos y la cortina de lluvia crear en aquellas ventanas el efecto de unos ojillos malévolos, como si la casa entera me observase. En esos momentos trataba de resistir la tentación de llamar a mi padre o a mi abuela, o de correr hacia las habitaciones donde dormían. En lugar de eso, me cubría por completo con las sábanas, ya que mi mente había desarrollado la idea de que si el caserón no me veía, quizá dejase de existir para él.

Pero aquella noche sucedió algo insólito. Unos toquecitos en mi hombro y la voz de mi padre me hicieron salir de mi embozo protector:

—Despierta, Álex. La abuela quiere que vayamos.

—¿A dónde?

—¿A dónde va a ser? Al caserón de al lado.

Pese a resultar extraño, asumí la orden con total normalidad. Era mi padre quien iba a acompañarme, así que una parte de mí se sentía segura. Sin embargo, una oleada de temor me asaltó por unos instantes. Si yo estaba despierto, ¿cómo no lo había oído entrar en mi habitación? Aun en total oscuridad, distinguía su espigada silueta. Su voz gruesa, pero a la vez cálida no dejaba lugar a dudas. Sí, era él.

—Date prisa. La abuela ya está allí.

Fuera seguía diluviando. Debimos de apresurarnos bastante, porque a pesar de la fuerza con la que salpicaba el agua sobre el suelo de rodeno y la escasa protección que nos ofrecía la chaqueta de mi padre sobre nuestras cabezas, apenas nos mojamos al llegar al caserón. Me asombró ya no sólo haber hecho ese recorrido calzando mis chanclas, sino además haber saltado el seto sin apenas darme cuenta. Mi padre, al verme tiritar bajo el pijama, puso su americana sobre mis hombros. A juzgar por su traje negro y la camisa blanca sin corbata, parecía regresar de alguno de sus conciertos de piano, o quizá iba a tocar en el caserón. No tardó en encontrar la puerta, diminuta en comparación con el resto del edificio, como sucedía con las ventanas. Consistía esta puerta en una plancha de hierro mal encajada, que dejó un arañazo en el cemento del umbral cuando tuvimos que empujarla.

Nos adentramos en la penumbra. Apenas distinguíamos los contornos de un espacio sin tabiques, quién sabía si derruidos o sin terminar de construir. El techo había desaparecido. Del suelo parecía levantarse unos vapores rojizos y anaranjados. Sobre nosotros las nubes iban cediendo a un plenilunio cuyo resplandor cárdeno incidía sobre las emanaciones de las estancias. Quizá aquella neblina fuese el origen de un olor acre y corrompido que impregnaba todo el ambiente y se aferraba a la garganta.

No estábamos solos. La casa rezumaba movimiento. Por todas partes parecían envolvernos susurros, cuchicheos, suspiros. Sombras que pasaban de unas estancias a otras. Por alguna esquina se escondía la cola de algún vestido o túnica. Una risa femenina estalló junto a mi oído. Sobresaltado, miré a mi alrededor, pero su autora resultó ser del todo incorpórea. Mientras, mi padre se había aproximado a un rincón de la casa, donde tres mujeres en aquelarre permanecían absortas alrededor de una marmita en ebullición. Una de ellas alzó la vista y se dirigió a él:

—Por fin llegas, Radamir.

Quien había hablado era mi abuela. Mi padre no respondió, sino que se limitó a acercarse al caldero. Me fijé entonces en sus brazos, dejados caer a lo largo del cuerpo. Sus puños, en cambio, estaban cerrados, en crispación. La tela de su camisa comenzó a adherirse de los codos a las muñecas al exudar sangre, justo dibujando las cicatrices que tanto empeño ponía siempre en ocultar. Ante la visión del fluido, otra de aquellas mujeres se adelantó con un cuenco. La avidez con que recogía cada gota se reflejaba en un rostro enmarcado por rizos negros. Un rostro y unos rizos que yo conocía muy bien, por haberlos heredado. Los de mi madre.

De pronto, sin saber el motivo, me vi impelido a seguir a la tercera mujer, que en todo momento me daba la espalda. No llegué a alcanzarla ni pude saber quién era. Fui tras ella por distintas habitaciones. Atravesé un cuarto de juegos lleno de muñecas cuyas cabezas se giraron a mi paso, sin llegar yo a adivinar si sus cuencas carentes de ojos podían verme. Junto a ellas un caballito de madera chirriaba al balancearse, mientras una amazona invisible lo espoleaba con su voz infantil. Seguí a la mujer misteriosa a través de una sala de lectura, en cuyas baldosas se materializaba a mi paso el mismo rostro enloquecido de un ser mitad hombre, mitad bestia. Sus fauces no llegaban a alcanzarme, pero de ellas manaba un hálito que congelaba mis piernas y dificultaba mi paso. De pronto me atrapó un cortinaje blanco que, a través de un ventanal, había movido una ráfaga de viento.

Cuando conseguí liberarme, me encontré solo en mitad de una especie de cuarto de estar. A mi espalda comenzó a sonar, apenas perceptible, una especie de ejercicios de digitación. Me volví y vi a mi padre ante un piano tan destrozado que parecía imposible que de ahí pudiera salir cualquier nota. Sin embargo, lo estaba haciendo sonar. Intenté acercarme a él, pero la distancia entre nosotros se agrandaba cada vez más sin que yo pudiera cubrirla. Lo llamé sin cesar. Alzó su rostro, como si mirase a través de mí, sin verme. De él sólo destacaba su pelo azabache y sus ojos color ámbar, casi amarillos. Siempre escuché decir que era muy guapo, pero en aquel momento me pareció un semblante en extremo pálido, carente de toda expresión. Un hombre sin vida. Me invadió una sensación de abandono y de tristeza como jamás había experimentado.

Percibí otro sonido. De algún modo la sala de estar comunicaba con una galería abierta donde se apilaban varios utensilios de limpieza. Lo que estaba oyendo era una especie de goteo. Ploc, ploc, ploc. El grifo de un fregadero dejaba caer un líquido espeso y de olor ferruginoso que salpicaba la porcelana y se escurría por el desagüe. Lo supe enseguida.

Era sangre.

Ploc, ploc, ploc. Abrí los ojos. Me encontré en una habitación por donde entraba la luz del día. La cabeza me daba vueltas entre imágenes y sensaciones, todavía sin saber dónde me encontraba exactamente. Una parte de mí todavía se sentía en el caserón. Hasta que empecé a reconocer uno a uno los elementos de mi cuarto. Había despertado, a salvo en casa de mi abuela.

Ploc, ploc, ploc. Me asomé por la ventana a una mañana de sol, sin una sola nube. Mi padre parecía matar el tiempo con una de mis raquetas, esperándome como otras veces para jugar conmigo a tenis. Aquel ruido era el que hacía al rebotar la pelota en una pared.

En una del caserón.

Tuve una corazonada y bajé enseguida. Antes de que advirtiese mi presencia, pude ver a cierta distancia su semblante. Mi padre no estaba matando el tiempo. Mostraba cierta inquietud o confusión. Me dispuse a comprobar algo cuando entonces reparó en mí:

—¿Álex? —me siguió al ver que pasaba de largo y no le respondía—Álex, ¿dónde vas?

Con sus ágiles zancadas pronto se puso a mi altura. Lejos de detenerme o de decirme nada, me dejó hacer, sin dejar de observarme. Dimos la vuelta al caserón hasta encontrarnos frente a una pequeña puerta de hierro. Y, en el umbral, el arañazo del suelo tras entreabrirla alguien. Referí a mi padre todo cuanto había presenciado la noche anterior. Si bien me escuchó con su habitual calma, en algún momento advertí en él no supe muy bien si sorpresa, asombro o incluso temor. Fue una expresión que le delató unos segundos, aunque logró reprimirla. Supongo que para no inquietarme más.

***

Aquella noche sentí miedo ante la idea de irme a dormir y que pudiera repetirse el sueño. ¿Había sido un sueño? Años después, algún terapeuta intentó ayudarme a desentrañarlo, todavía no sé si con suficiente acierto. La separación de mis padres cuando yo era todavía muy pequeño, de todo menos amistosa. Mi madre, también pianista, jamás soportó que mi padre, con menos esfuerzo, tuviese mucho más talento que ella. Escuché muchas historias por boca de algunas personas. Por ejemplo, que mi madre no paró hasta hundir la carrera de mi padre. Cómo y con qué se hizo él las cicatrices en los brazos. Nunca quise creerlo. Preferí quedarme con su total dedicación como padre, siempre cercano pese a los límites de la sentencia de divorcio. También con el cariño de mi madre, a su manera. Pero me estoy desviando del tema.

Como decía, me resistía a la idea de volver a acostarme. Me encontraba sentado en la cama cuando oí a mi padre y a mi abuela conversar en la cocina. Salí a hurtadillas y me situé en la escalera, desde donde pude escucharlos en mitad de la penumbra.

—¿Te contó exactamente lo mismo?

—Hasta cierto punto, sí. Después de que Amalia recogiera toda mi sangre, me volví y Álex ya no estaba. Me puse a buscarlo. Por lo que él me contó, recorrimos las mismas habitaciones, sin que coincidiéramos. Me senté a un piano y me puse a tocar algo, cuando escuché su voz, llamándome. Pero no podía verlo…

Mi abuela guardó silencio. Sus pasos se dejaban sentir por la cocina, yendo de un lado a otro sin detenerse. Mi padre prosiguió:

—Esta mañana vimos la puerta abierta, tal y como se supone que la dejamos… si es que estuvimos.

Ante el mutismo de mi abuela, decidió abordar la cuestión desde otro flanco:

—Nunca nos has contado nada acerca de esa casa… ¿Qué sucedió allí?

—Álex era muy pequeño para asustarle con una historia así. Y tú… supongo que todavía no estabas en condiciones para escucharla. Dudo que ahora mismo lo estés.

—Hildegard, ¿qué sucedió?

Ella dejó escapar un prolongado suspiro. Más pasos. Luego se detuvo y acercó una silla. Su voz se volvió más queda, como si adivinara que alguien más podría estar escuchando:

—Está bien. Los Oppermann compraron la casa a finales de los años sesenta y se instalaron a vivir en ella. Tenían tres hijas. La mayor, Elba, ya soñaba de niña con ser concertista. No paró hasta que su padre le compró un piano. Él buscó los mejores profesores y Elba comenzó a estudiar día y noche. Fue a numerosas audiciones, tocó en público cuanto pudo, pero no parecía ser lo suficientemente buena. Se trata de un mundo difícil para el que no todo el mundo sirve. Es lo que siempre he tratado de decir a Amalia...

—Lo sé.

—El caso es que la chica comenzó a obsesionarse de tal manera que terminó por comer poco y dormir todavía menos. También dejó de lado su aspecto. Sus padres se alarmaron y decidieron enviarla fuera, pero ella se negó. La noche antes de su partida se levantó de madrugada y se sentó al piano. Ésa fue su última vez. Cogió un cuchillo y… se abrió las venas. Desde las muñecas hasta los codos.

Mi padre dejó escapar la respiración contenida. Se levantó de la silla y dio unos pasos. Supongo que hacia la ventana. La cocina quedó en total silencio hasta que mi abuela prosiguió su relato:

—Fue el señor Oppermann quien la encontró. Al parecer, Elba dejó una partitura inacabada a modo de despedida. Una composición cuyas notas iba escribiendo con su propia sangre...

—De hecho, en esa especie de sueño estuve tocando una melodía desconocida, pero que salía de mí con tanta naturalidad...

Mi abuela pareció pasar por alto el comentario, y añadió:

—Como es lógico, el matrimonio cayó en un terrible estado de postración. Quién más sufrió fue el señor Oppermann. Una noche, mientras la familia dormía, fue habitación por habitación prendiendo fuego a la casa. Se aseguró que de todos quedasen cercados por las llamas mientras él se atrincheró en la sala donde se hallaba el piano. Según me contaron, destrozó aquel instrumento a hachazos hasta que el techo de la vivienda se le vino encima. Después de aquella tragedia, la casa se reconstruyó, pasó de un comprador a otro hasta quedar como está hoy: vacía y deshabitada.

Creí haber escuchado suficiente. Con el mismo sigilo con que me había sentado en mitad de la escalera, regresé a la habitación y me quedé el resto de la noche en vela. Mi mente daba vueltas en torno la historia del caserón, tratando de hallar posibles nexos entre aquella fantasmal familia y la mía propia. Amaneció y los temores parecieron disiparse de nuevo. Bajé a la cocina a desayunar y, si bien hallé el mismo cariño que siempre me dispensaban mis mayores, pude percibir en ellos cierto aire fatigado y somnoliento.

Aquella mañana coincidió (o quizá no) con nuestra partida. Nos despedimos de la abuela hasta la siguiente visita y nos dirigimos acera arriba donde nos esperaba un taxi. De pronto, nos detuvo el sonido de alguien dando golpecitos en una ventana. Tanto mi padre como yo (¡cuánto hablaríamos entre nosotros sobre aquello años después!) vimos tras uno de los cristales del caserón la figura de una niña rubia y pálida mirándonos fijamente. A ambos lados de su rostro apoyaba en el vidrio sus manos y sus brazos. Y a lo largo de cada uno de ellos se podía distinguir de manera clara un profundo corte vertical del codo a la muñeca.






Cuadro: The House Opposite (La casa de enfrente), Leonora Carrington, 1945.

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Tolomew Dewhust
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Re: CO LC - El sueño de Alexander

Mensaje por Tolomew Dewhust »

¡Qué delicia de texto! Está escrito con un gusto exquisito; me ha recordado, a partes iguales, a los textos que sube Jilguero en Los Foreros Escriben, tan pulcros, tan limpios y, por otro lado, a una novelita que leí hace unos meses titulada El cuarto de atrás. No en el argumento, claro, no tiene nada que ver, sino por la sencillez de la prosa y el gusto eligiendo cada palabra, colocando la que se debe una detrás de otra.

Es un placer leerlo, y lo haré más veces, claro. Otro que sube a mi podium (espero que no queden muchos más como este en el concurso, si no voy a tener que meter a dos por escalón).

La historia también está muy bien. De corte clásico, si se me permite la expresión. Que toma distancia con la mayoría de historias que hemos leído en este concurso en el que lo abstracto, el surrealismo de las representaciones tal vez dan pie a crear historias digamos, un tanto más extrañas...

Como decía, una historia de fantasmas, una de casa encantada; la historia de la casa maldita donde años atrás sucedió una tragedia y en la que moran -parece- los espíritus inquietos -al menos uno- que protagonizaron aquellos hechos.

Me pierdo un poco -solo un poco- cuando se entremezcla la historia familiar de Alexander con los hechos protagonizados por la familia Opperman. No sé si lo entiendo del todo: el chico es despertado (o es solo un sueño) por una entidad, posiblemente uno de los fantasmas Opperman, y deambula por el caserón recorriendo sus estancias y observando a casi todos los personajes del cuadro de Leonora... Y la niña que tocaba el piano y se cortó las venas guarda paralelismo con la tentativa de suicidio del padre de Alexander, pero, no sé si hay algo más que aún no he sabido ver... Necesito a @kassiopea para que me ilumine estos pasillos repletos de almas rotas.

Estaré atento a los comentarios de los compañeros, que seguro que arrojan algo de luz por aquí. A pesar de mis claroscuros, el texto es un 10; lo pondría en sexto de primaria como ejemplo a los niños que empiezan a escribir, para que vean que sin fuegos artificiales se levanta una historia deliciosa.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Iliria
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Re: CO LC - El sueño de Alexander

Mensaje por Iliria »

Creo que el cuadro que has elegido se presta muy bien a la trama que nos presentas, autor/a, y parece que te has movido por la casa con tanta libertad como los espíritus que la habitan.
Igual no tiene nada que ver, pero conforme la leía, me venía a la mente "Una vuelta de tuerca", de Henry James. Y si, igual que Tolo yo también he visto el paralelismo de ambas familias con el tema del suicidio. En mi opinión, un buen relato de fantasmas.

Gracias por participar y suerte :hola:
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Jarg
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Re: CO LC - El sueño de Alexander

Mensaje por Jarg »

Una historia bien planteada de fantasmas y sueños compartidos. Lo que más me gusta es que parece haber un vínculo entre la familia del protagonista (con el piano y la madre que hizo cicatrices a su padre) y la de los Opperman. Ese vínculo no se esclarece completamente, y has hecho bien, autor/a, porque en los relatos de este género es mejor no masticar todo para los lectores. Algunas ideas me rondan por la mente para interpretar la historia, pero estoy seguro de que habrá muchas (y mejores) interpretaciones entre los demás lectores.

Sobre la forma, nada que objetar. Estilo sencillo pero muy correcto, adecuado para este tipo de relatos. Y la relación con el concurso perfecta, porque has dado forma a una historia que parte del cuadro pero se desarrolla con fuerza. Gracias por compartirlo y buena suerte ;)

P.D.: de los que llevo leídos es el tercer relato en el que aparece un piano, lo que no deja de ser curioso porque no he visto pianos en ninguno de estos cuadros... ¿será que L.Carrington está controlando la creatividad de los participantes? :cunao:
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kassiopea
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Re: CO LC - El sueño de Alexander

Mensaje por kassiopea »

Tolomew Dewhust escribió: 28 Oct 2023 09:44
Me pierdo un poco -solo un poco- cuando se entremezcla la historia familiar de Alexander con los hechos protagonizados por la familia Opperman. No sé si lo entiendo del todo: el chico es despertado (o es solo un sueño) por una entidad, posiblemente uno de los fantasmas Opperman, y deambula por el caserón recorriendo sus estancias y observando a casi todos los personajes del cuadro de Leonora... Y la niña que tocaba el piano y se cortó las venas guarda paralelismo con la tentativa de suicidio del padre de Alexander, pero, no sé si hay algo más que aún no he sabido ver... Necesito a @kassiopea para que me ilumine estos pasillos repletos de almas rotas.
Vas a gastarme el nombre de tanto invocarme, niño de la cometa :cunao:

Lo cierto es que este relato ha dado pie a varias teorías en mi cabeza, algunas muy descabelladas y poco probables, pero al final me he quedado con esta interpretación porque es la que más me gusta (no tiene por qué ser la correcta): Tras los trágicos acontecimientos que causaron la muerte de todos los miembros de la familia Opperman, y a pesar de que todo el edificio fuera reformado después del incendio, algo oscuro y perturbador quedó entre esas paredes, convirtiéndolo en un lugar maldito. Así se describe al caserón, como una especie de ente que siempre está al acecho:
...Las paredes de cemento estaban sin pintar, y en torno suyo la maleza crecía por doquier. Sus ventanas – ventanucos más bien, a juzgar por su tamaño – carecían de balcones o repisas. El conjunto transmitía una sensación inquietante. Como de algo agazapado en su interior a pesar de su aspecto abandonado. Durante las noches de tormenta, desde mi cama veía los relámpagos y la cortina de lluvia crear en aquellas ventanas el efecto de unos ojillos malévolos, como si la casa entera me observase...
Por otra parte, hay que tener en cuenta que la madre de Alexander, Amalia, hija de Hildegard, pasó toda su infancia y creció allí, en la casa que está tan cerca de ese caserón maldito. A la parte más retorcida de mi imaginación le gusta la idea de que ese ente perturbador se desperece de vez en cuando y salga al exterior, "contaminando" todo a su paso. De esta forma, la maldición llegó arrastrándose hasta la familia vecina. Eso explicaría por qué la madre de Alexander deseó ser una gran pianista, aunque careciera del talento necesario, al igual que ocurrió con la hija de los Opperman, y también por qué el padre de Alexander intentó suicidarse de la misma manera que lo hizo la muchacha...


Y ya que estoy aquí, aprovecho para dejar la imagen de otro cuadro de Leonora que encontré donde se representa un viejo caserón. Me pareció curioso porque muy bien podría ser el del relato, e incluso la mujer podría ser la abuela Hildegard. De hecho, en mi imaginación la veo así. El cuadro se titula "La señora Ashton":

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Tolomew Dewhust
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Re: CO LC - El sueño de Alexander

Mensaje por Tolomew Dewhust »

kassiopea escribió:Por otra parte, hay que tener en cuenta que la madre de Alexander, Amalia, hija de Hildegard, pasó toda su infancia y creció allí, en la casa que está tan cerca de ese caserón maldito. A la parte más retorcida de mi imaginación le gusta la idea de que ese ente perturbador se desperece de vez en cuando y salga al exterior, "contaminando" todo a su paso. De esta forma, la maldición llegó arrastrándose hasta la familia vecina. Eso explicaría por qué la madre de Alexander deseó ser una gran pianista, aunque careciera del talento necesario, al igual que ocurrió con la hija de los Opperman, y también por qué el padre de Alexander intentó suicidarse de la misma manera que lo hizo la muchacha...
Muchas gracias por volver a aparecer, reina de las lechuzas, y arrojar luz en mis lúgubres pasillos, :beso:. Más o menos es lo que yo también imaginaba, aunque echo en falta un detallito que señale la dirección correcta. Hay cosillas que es mejor dejar bien atadas para que el lector no desvaríe, se desvíe o, directamente se pierda... Aunque es solo mi punto de vista (y en este relato, en otros prefiero todo lo contrario, :cunao:, porque soy bipolar).

Se me ocurre que podría existir un corredizo, un túnel, un pasillo secreto que uniera ambas casas. It is only an idea.
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Tolomew Dewhust
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Re: CO LC - El sueño de Alexander

Mensaje por Tolomew Dewhust »

kassiopea escribió:Y ya que estoy aquí, aprovecho para dejar la imagen de otro cuadro de Leonora que encontré donde se representa un viejo caserón. Me pareció curioso porque muy bien podría ser el del relato, e incluso la mujer podría ser la abuela Hildegard. De hecho, en mi imaginación la veo así. El cuadro se titula "La señora Ashton":

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Pues este cuadro es mortal de bueno. Lástima que no lo hubiera visto Berlín, porque si se imaginó a una señora que se inflaba y echaba a volar, qué no escribiría de esta oscura señora sin cuello.
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Re: CO LC - El sueño de Alexander

Mensaje por Ginebra »

poco puedo aportar, muy currado, me ha gustado mucho el relato, la interpretación que le has dado al cuadro, cómo la imagen ha originado una historia con vida propia, con el caserón como protagonista principal, tal lo entiendo yo :D me ha gustado mucho, felicidades, autor/a y mucha suerte! :60:
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Re: CO LC - El sueño de Alexander

Mensaje por Isma »

Lo siento, a mí no me ha gustado.

Yendo por partes, lo que sí me ha gustado es la descripción del sueño: creo que es la mejor de las que he leído en el concurso. El sueño parece real sin necesidad de que nadie nos lo diga, desde el momento en que se indica que el padre ha aparecido en el cuarto sin más, hasta las mujeres alrededor del caldero y el recorrido por la casa. Eso me parece muy bueno, perfectamente insinuado para el lector. Y tanto es así que seguimos dudando a la mañana siguiente.

Lo que no me ha gustado es un cúmulo de pequeñas cosas. Diría que lo principal es un mal comienzo: me confunden las negaciones. Me atragantan la lectura, la embarran. Por ejemplo, leo "No deja de ser curioso el hecho" o "Nunca había visto el caserón vecino.". O indirectamente, "trataba de resistir la tentación de llamar" o esta otra "En lugar de eso, me cubría por completo con las sábanas, ya que mi mente había desarrollado la idea de que si el caserón no me veía". Todo esto en los dos primeros párrafos. Más en los siguientes, en mayor o menor medida: como una forma de estilo. Desde mi perspectiva, las negaciones son como decir una cosa y la contraria al mismo tiempo.

Otra cosa que me ha confundido es que he dudado por momentos si el protagonista es un chico o una chica. No sé porqué ya que parece estar muy claro, incluso en el título, así que seguramente sea algo mío.

Y para terminar, no me gusta que al final haya una parrafada explicatoria por parte de la abuela. Me parece poco natural y forzado.

En fin, que te llevas el premio especial al relato atragantado de Isma (¡hurra!). Mucha suerte.
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Re: CO LC - El sueño de Alexander

Mensaje por Nuvem »

A nivel de historia, este relato es de los que más me han gustado del concurso. Vas más allá de lo superficial y construyes un mundo propio, con personajes que, a mi juicio, están bien dibujados y son consistentes. He disfrutado mucho leyéndolo.

Como han dicho antes, se intuye claramente que es un sueño desde el principio, sin necesidad de que el autor lo diga de modo expreso. Me ha gustado expresamente la frase "pese a resultar extraño, asumí la orden con total normalidad"; porque es algo que siempre nos sucede en los sueños, y sólo cuando nos despertamos, nos damos cuenta de que no había nada de normal en todo lo sucedido.

Sí que veo alguna repetición de palabras que podría corregirse (por ejemplo, en el párrafo en el que está esa frase, se dice "total normalidad" y, más tarde, "total oscuridad"), pero nada que obste a la lectura.

Ya digo que muy disfrutado. Un abrazo y buena suerte.
Vivir sin leer es peligroso, obliga a conformarse con la vida, y uno puede sentir la tentación de correr riesgos.
Michel Houellebecq

Publiqué una novela y está disponible aquí :hola:
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Re: CO LC - El sueño de Alexander

Mensaje por Berlín »

A mí lo que más me gusta de este cuadro es esa cama arriba, en medio, donde puede apreciarse cómo se incorpora alguien tras sufrir una pesadilla. Y me maravilla todo lo que has visto tú, autor, que te has montado una buena historia mientras que yo sigo aquí buscando el piano.

Me quedo con la interpretación de la bella Kass. Suerte.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Gavalia
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Re: CO LC - El sueño de Alexander

Mensaje por Gavalia »

El ente que mora en la oscuridad y que propaga su perturbación cual infección vírica sobre su vecino. No es la idea más original del mundo, la verdad. En ese ambiguo mundo, el de los sueños, dibuja un paralelismo entre ambas familias, la que moró en el caserón y la del protagonista de la historia, paralelismo que yo no acabo de encontrar más allá de el hecho de la vecindad. Algún nexo de unión le habría añadido cierta justificación a la historia. El asunto es que el vivido sueño, al parecer, afecta a toda la familia dando lugar al sin Dios onírico que acabo de meterme entre pecho y espalda, eso sí, en un buen ejercicio de redacción.
Una amazona invisible, como que no lo veo, :cunao: . Puñetera paridad...
Suerte.
Última edición por Gavalia el 12 Nov 2023 18:47, editado 1 vez en total.
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
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noramu
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Re: CO LC - El sueño de Alexander

Mensaje por noramu »

Gavalia escribió: 11 Nov 2023 11:14 dando lugar al sin Dios honírico que acabo de meterme entre pecho y espalda, eso sí, en un buen ejercic
La, la, la,...
se te echaba de menos por aquí. Hoy ya puedo dormir tranquila :60: :60: :60: :60:
1
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Gavalia
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Re: CO LC - El sueño de Alexander

Mensaje por Gavalia »

Mi estimada, querida y preciosa, nora. Siempre es estupendo participar, pero en esta ocasión, el querer y el poder andan dándose de hostias, No es un mal sueño, más bien puta realidad. Vaya tela de certamen. Lo estoy flipando, :mrgreen:
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
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Oliverso
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Re: CO LC - El sueño de Alexander

Mensaje por Oliverso »

No tengo chance de leer el relato ahorita, pero trataré de ojearlo y enviar mis votos antes de que acabe la tarde (Si ninguna de mis responsabilidades me detiene). Pasé por encimita (Y con cuidado de no spoilearme) los distintos comentarios, así que voy con expectativas altisimas e inhumanas... Avisados estás, autor/autora...

E incluso en el caso que no pueda comentar hasta dentro de varios días, si me gusta mucha tu historia, considerala entre mis votos. Si no, ¡al pozo!

Jeje, broma.
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