Me alegra que hayáis venido a verme, después de tanto tiempo. Admito que quizá estos últimos años me haya aislado demasiado del mundo y apenas me dejo caer por la ciudad, pero es que esta casita en mitad del monte es ideal para dedicarme a mis aficiones. No pude dejar pasar una oportunidad así, cuando vi el anuncio en la inmobiliaria. Está un poco lejos del pueblo, como habéis visto, pero con el coche se llega enseguida. Menos cuando nieva, como en estos días, que la carretera es más peligrosa y hay que esperar a que la despeje la máquina quitanieves. Pero bueno, con la despensa llena tampoco hay problema.
Como decía, llevábamos sin vernos... ¿desde que dejamos el instituto? Luego, lo que pasa. Cada cual acaba tirando por su lado. Uno escoge una carrera, una profesión, vienen las parejas, los niños y todo eso. Ah, hablando de venir: he invitado también a Eva. Os acordáis de ella, ¿verdad? Era la más guapa de clase, y la que mejor jugaba a baloncesto. Me dijeron que ahora sale con otro chico. Seguramente también va a venir, y para qué engañarnos, tengo curiosidad. Ah, espera, ahora te sirvo un poco de vino. Y a tu marido, también. Aprovecha, que no tienes que conducir. Y este tinto es de primera, de los que es un crimen usar para la cocina. Que, por cierto, hablando de cocinar, espero que la salsa me haya salido buena. A mí me gusta así, bien sustanciosa. Los olores fuertes no me molestan, al contrario, cuanto más densos, mejor.
Ay, esperad, ése es mi móvil. Un WhatsApp. Bueno, en realidad cuatro o cinco. Te pones aquí a hablar, y se te va el santo al cielo. Mira, son Marcos y Laura. Valeria, Claudia y María también están llegando. Qué bien, al final nos vamos a juntar unos cuantos. Aprovechad que sois los primeros; ahora os acabo de llenar las copas.
Pues sí, me alegra que nos vayamos a encontrar casi todos los de siempre. Ya sabéis que no me iba mucho el rollo hacer quedadas, pero chica, no sé, me ha dado el pronto. De repente me ha entrado la nostalgia y la verdad, tanta soledad al final no es buena. Llega un momento en el que echas de menos a la gente, y apetece charlar y una buena compañía. Igual es la crisis de los cuarenta, que ya asoma. Me ha encantado saber de vosotros, y que os esté yendo tan bien. Que estéis pensando en ampliar la familia. Yo, al final, me quedé soltera. Que nunca se sabe, pero hasta ahora me he dedicado demasiado a mí. Quizá ya vaya siendo hora de volver a alternar, socializar y que la casa se acabe llenando de gente. Si en algún momento surge algo, bien. Y si no, siempre me alegrará tener la compañía de todos.
Tranquilo, ya paso por aquí detrás. Creo que el redondo estará enseguida. Es que el horno todavía no lo controlo mucho, y eso que la receta es fácil. Prefiero ir mirando de vez en cuando. Creo que a vosotros os gusta la carne poco hecha, como a mí. Pero igual los otros chicos la prefieren más horneada. De todas formas, ya sabéis que la cocina no se me da muy bien. Bueno, ahí os dejo los canapés mientras se acaba de hacer la carne. En un momento acabo de poner la mesa. Creo que al final vamos a ser diez. Ah, otra cosa: que no se me olvide... ¡Eh, Tico! ¡Fuera de ahí! Puñetero gato, siempre lamiendo todo lo que se derrama por el suelo... Vaya, se me ha ido de la cabeza lo que os quería decir... Bueno, da igual. Tenemos tiempo de sobra.
Si os parece bien, voy a poner un poco de música para ir ambientando la velada. ¿Algo de jazz y chill out alternado con pop os va bien? Sí, creo que irá bien así, no muy alto. De todas formas, podemos ir cambiando los géneros. No hay nada más importante para un buen encuentro que todos los invitados se encuentren cómodos, y que nadie se vaya.
Espero que os guste cómo está quedando la mesa. He puesto las copas de cristal que me regalasteis por vuestro viaje de novios. Siempre me han parecido preciosas; qué buen ojo tenéis. Es una lástima que apenas haya podido sacarlas, porque ya sabéis, hasta ahora no he tenido invitados ni ocasión para lucirlas. Lo bueno es que están prácticamente nuevas, y con el mantel y la cubertería quedan genial. Por cierto, me gusta esa moda de extender un mantel estrecho y rectangular en el centro de la mesa, y dejar los platos sobre la tabla desnuda. He puesto uno así, de color beige, que con la madera y aquí, en mitad del monte, queda como más rústico. Y también una hilera de hojas y pequeñas flores. Espero que no resulte excesivo y que ayude a aromatizar un poco el ambiente. Cualquiera abre las ventanas con este frío, y los olores al final se concentran. Que a mí no me molesta, ya os digo, pero no sé. Hay gente para todo. Creo que lo mejor será abrir un poco a ratos, pero eso ya, como veáis. Que estáis en vuestra casa.
Como os decía, me encanta que hayáis venido. Llevaba un tiempo sintiéndome demasiado sola, y ya era hora de reuniros a todos. Me alegra saber que os quedaréis hasta más tarde de la comida, y que la visita va a ser larga, muy larga. Vaya, me parece que viene alguien. Sí, acaban de aparcar un coche en la puerta. Creo que son Marcos y Laura. Si no os importa, voy a salir un momento a recibirlos. Me llevaré el cuchillo jamonero.
Ah, y tranquilos por el reguero de sangre que vayáis dejando todos por el suelo. Ya lo limpio yo.