CTN - Títere - Tolomew Dewhust
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CTN - Títere - Tolomew Dewhust
T.iterE.
Había muchas, pero ninguna se estorbaba: una cuerda cosida a su muñeca derecha elevaba el antebrazo por encima de su rostro, el resto de la extremidad se mantenía perpendicular al suelo mientras la mano pendía como la cabeza de un cisne muerto. Otra de las cuerdas amarraba su muñeca izquierda, otra rodeaba su cabeza y dos más se unían a sus extremidades inferiores. El tipo parecía enredado en la tela de una araña.
Le despertó el olor a pegamento y a metal, a químicos. Olía a disolvente, a barniz, a aceite de lino. Olía a lienzo recién estirado, a papel pintado con acuarelas, a virutas de carboncillo… Abrió los ojos. Se encontraba dentro de una nave industrial ligado a una cruceta de abedul mediante un sinfín de hilos trenzados; sus pies no tocaban el suelo. Intentó liberarse, maldecir, gritar, pero apenas se balanceó como un calcetín en el cordel de un tendedero.
Se le acercaron dos individuos.
–¿Me aseguras que no sufre, que esta locura mía no agranda su padecimiento?
–En absoluto. Su estado no ha variado: sigue en coma inducido. Nuestro fármaco no modifica su cuadro clínico ni su estado de consciencia. Lo mantiene…, lo mantiene con nosotros; pero al mismo tiempo aporta elasticidad a sus tejidos. Es necesario para…
–Lo comprendo. Aunque verle así…
–Por desgracia, desde el accidente tu marido es solo una cáscara. Eso no podemos cambiarlo.
–¿Por…, por qué parpadea? ¡Está mirándome!
–Un reflejo de su sistema nervioso –se aproximó al hombre suspendido, a ese espantajo que colgaba como una colmena vacía, y cubrió sus párpados con esparadrapo que fijó en forma de aspas–… Acompáñame, no debemos demorarnos más.
Frente a él dispusieron una tela en la que el artista había representado, con los colores más lúgubres que halló en su paleta, un tabique de ladrillo visto por el que medraba el tallo de un falso jazmín, una cancela de barrotes oxidados y un camino torcido que simulaba un sendero diluyéndose en el horizonte. Una joven entrechocó las dos piezas de madera que componían la claqueta en la que se leía “T. iter Eternum”, y encendió luego los puntos de luz que se repartían por el interior de la nave, proyectando un fulgor tenue y difuso alrededor de la marioneta humana. Finalmente, una voz rota, zurda, muerta…, una voz asomada a un precipicio balbuceó “¡Acción!”.
”Salió Tadeo de casa y enseguida supo que algo no iba bien” –detrás del sujeto cautivo, el narrador consultaba de vez en cuando las páginas manuscritas y repletas de tachaduras que sostenía entre sus manos–. ”Llegando a la cancela se le hundieron en el firme ambos pies, como si en vez de hormigón transitara un lodazal; y quiso alzar uno y no pudo, y quiso elevar el otro y no lo consiguió…”
Al compás de la lectura, un maestro titiritero jalaba de una u otra cuerda para que el protagonista se moviese como exigía el guion; de modo que si el pie izquierdo de Tadeo se adhería al pavimento, el maestro atraía suavemente hacia sí la cuerda que mandaba sobre esa extremidad sin alzarla, haciendo ver que pretendía zafarse pero no lo lograba.
”Una culebra de arcilla reptó su pierna…” –la tramoyista colocó una tira de seda del color de las ascuas en la pierna del sujeto–, ”Tadeo la observó con pavor” –el titiritero hizo que agitara los brazos como si fuesen los tentáculos de una medusa–. ”La culebra se partió en dos, cada mitad creció un tanto y se dividió en dos partes, y cada una de esas en otras dos, y ocurrió así hasta que sus extremidades inferiores quedaron envueltas en un laberinto de hilos del color del melocotón y de la arena…”
La chica se acercó de nuevo a los pies de la marioneta para coserle un fragmento de cartulina que aseguró con cinta adhesiva al suelo. El acuarelista había representado en ella un terrizo del que brotaba el tallo inmaduro de un árbol, cuyos vástagos y renuevos se enredaban en las piernas del ser colgante que protagonizaba la obra.
”Bajo la tierra que hollaba Tadeo asomaba un joven peral, que prosperó en su carne enraizándose en ligamentos y junturas. Pronto, el incipiente árbol arribó a su pecho, donde brotaron ramas de muchas espinas y corimbos de flores” –la joven seguía colocando fragmentos de cartulina, uno encima de otro, hasta que Tadeo quedó oculto tras el dibujo de un árbol. Tan solo su cabeza se había librado, de momento, de semejante artificio.
El hombre envuelto en cadenas de trapo perdió la cordura. Suspendido en el aire y sabiéndose cerca de las vigas de abedul se creyó golondrina que acumula bolitas de barro, algas de agua dulce y pasto para construir su nido. “Pronto llegará mi golondrina compañera y defenderemos este feudo”, pensó. “Y beberé rozando en vuelo bajo aquella laguna en la que habitan las libélulas…”. Pero el maestro titiritero jalaba de las cuerdas manejando sus extremidades con elegancia y resolución, y, sintiéndose incapaz de mover las alas a su capricho, pensó Tadeo que tal vez no era ave de paso sino fantoche. “¿Marioneta golondrina?” Y con cada zarandeo se sabía menos pájaro y más esclavo… “Me hicieron preso entre correas de hilo para compartir retablo con la niña que riega las albahacas. Me disfrazarán de zapatero, conspiraré con Mosquito y me lloverán las cuchilladas del guardia de la cachiporra hasta que descabece al Príncipe Preguntón… Ya viene, ya emerge del proscenio la mano extraordinaria que ha de inundar mi cuerpo con sus dedos colosales. Porque me parieron marioneta cautiva y de guante, guiñol..., siervo al que aún no han bautizado. Sea Títere mi nombre”.
Al margen de sus pensamientos y de su voluntad discurría la obra de teatro.
”Cuando su esposa llegó a casa Tadeo era ya un hombre_árbol, y la fragancia que desprendía su ramaje inundaba las muchas esquinas de aquel jardín” –el director animó a Julia a entrar en escena. Julia contenía el llanto tragando saliva porque su corazón era una arboleda devastada por el ventarrón.
–Cariño. Mi amor…
–Ay, vida, ay… –el narrador daba ahora voz a la marioneta, replicando a Julia en la representación. He sucumbido al tallo que invade mi cuerpo y más pronto que tarde seré un árbol, y esparciré en el piso mis flores para que las deshojen los enamorados.
–Te quiero –Julia dejó caer el libreto–. Te quiero. Te quiero. Te quiero –rompió a llorar.
–Ay, Julia… Quede nuestro amor por siempre resguardado bajo esta corteza en la que las almas sensibles garabatearán un corazón y media flecha. Levanten de piedra, cerca mía, la fuente de un niño meón, y se arrimen los gorriones a mi desnuda copa, erijan en ella su nido y hallen sustento entre mis raíces y en migajones de pan.
Aunque las personas que los rodeaban exhortaban a Julia a continuar leyendo, ella se aferró a la mano marchita, pálida, helada de Tadeo, la besó y acarició con ella su rostro mientras repetía “te quiero tanto”.
–La muerte vino a traición –improvisó Julia frente a su marido–. No, no me resigné a malgastar mis últimas horas contigo viendo cómo te consumías en la cama de un hospital, y recordé este cuento que escribiste sobre un hombre que mudaba en árbol frente a la mujer a la que amaba. Justo eso nos ha pasado: eres raíz, tronco y copa aflorando frente a mí…; yo, la niña que busca cobijo en tu sombra los días que te extraño, que son todos.
Colgado entre sogas, Títere no distinguía entre fábula y realidad, ni reconocía a la mujer que se resquebrajaba frente a él.
Acabó el teatrillo y se despidió Julia de su marido como no lo había podido hacer antes: besándolo, abrazándolo hasta que sintió que, de seguir haciéndolo, se le partirían los brazos… Se marchó abatida, buscando el sendero torcido que el artista había esbozado en la acuarela.
Descolgaron a Tadeo y lo sentaron en un sillón de atrezo, entre lienzos recién estirados y papel pintado con témperas; virutas de carboncillo cubrían su rostro. Percibió de nuevo el olor que envolvía aquel lugar, a óxido, a químicos. Y cuando quedó a solas en uno de los rincones del recinto, una energía nueva atravesó sus entrañas como el falso jazmín que medra por la empalizada de adobe: su mano recobró el brío y arrancó el esparadrapo que cubría sus ojos. Alzó la vista, una catarata de hilos trenzados se derramaba desde la cruceta de abedul. Sus pies tocaban el suelo, y decidió ponerse en pie.
–Seguro que te quiso como tú recuerdas, Julia –dijo en voz alta dirigiéndose a nadie–, pero ya no soy él sino Títere.
Caminaba envuelto en un barullo de cuerdas, aunque ninguna se molestaba: una prendía su zurda, otra rodeaba su testa y muchas se desperezaban por el contorno de su silueta como si fuesen los tentáculos de una medusa melena de león... Parecía un tipo que acababa de sortear la trampa de una araña.
Había muchas, pero ninguna se estorbaba: una cuerda cosida a su muñeca derecha elevaba el antebrazo por encima de su rostro, el resto de la extremidad se mantenía perpendicular al suelo mientras la mano pendía como la cabeza de un cisne muerto. Otra de las cuerdas amarraba su muñeca izquierda, otra rodeaba su cabeza y dos más se unían a sus extremidades inferiores. El tipo parecía enredado en la tela de una araña.
Le despertó el olor a pegamento y a metal, a químicos. Olía a disolvente, a barniz, a aceite de lino. Olía a lienzo recién estirado, a papel pintado con acuarelas, a virutas de carboncillo… Abrió los ojos. Se encontraba dentro de una nave industrial ligado a una cruceta de abedul mediante un sinfín de hilos trenzados; sus pies no tocaban el suelo. Intentó liberarse, maldecir, gritar, pero apenas se balanceó como un calcetín en el cordel de un tendedero.
Se le acercaron dos individuos.
–¿Me aseguras que no sufre, que esta locura mía no agranda su padecimiento?
–En absoluto. Su estado no ha variado: sigue en coma inducido. Nuestro fármaco no modifica su cuadro clínico ni su estado de consciencia. Lo mantiene…, lo mantiene con nosotros; pero al mismo tiempo aporta elasticidad a sus tejidos. Es necesario para…
–Lo comprendo. Aunque verle así…
–Por desgracia, desde el accidente tu marido es solo una cáscara. Eso no podemos cambiarlo.
–¿Por…, por qué parpadea? ¡Está mirándome!
–Un reflejo de su sistema nervioso –se aproximó al hombre suspendido, a ese espantajo que colgaba como una colmena vacía, y cubrió sus párpados con esparadrapo que fijó en forma de aspas–… Acompáñame, no debemos demorarnos más.
Frente a él dispusieron una tela en la que el artista había representado, con los colores más lúgubres que halló en su paleta, un tabique de ladrillo visto por el que medraba el tallo de un falso jazmín, una cancela de barrotes oxidados y un camino torcido que simulaba un sendero diluyéndose en el horizonte. Una joven entrechocó las dos piezas de madera que componían la claqueta en la que se leía “T. iter Eternum”, y encendió luego los puntos de luz que se repartían por el interior de la nave, proyectando un fulgor tenue y difuso alrededor de la marioneta humana. Finalmente, una voz rota, zurda, muerta…, una voz asomada a un precipicio balbuceó “¡Acción!”.
”Salió Tadeo de casa y enseguida supo que algo no iba bien” –detrás del sujeto cautivo, el narrador consultaba de vez en cuando las páginas manuscritas y repletas de tachaduras que sostenía entre sus manos–. ”Llegando a la cancela se le hundieron en el firme ambos pies, como si en vez de hormigón transitara un lodazal; y quiso alzar uno y no pudo, y quiso elevar el otro y no lo consiguió…”
Al compás de la lectura, un maestro titiritero jalaba de una u otra cuerda para que el protagonista se moviese como exigía el guion; de modo que si el pie izquierdo de Tadeo se adhería al pavimento, el maestro atraía suavemente hacia sí la cuerda que mandaba sobre esa extremidad sin alzarla, haciendo ver que pretendía zafarse pero no lo lograba.
”Una culebra de arcilla reptó su pierna…” –la tramoyista colocó una tira de seda del color de las ascuas en la pierna del sujeto–, ”Tadeo la observó con pavor” –el titiritero hizo que agitara los brazos como si fuesen los tentáculos de una medusa–. ”La culebra se partió en dos, cada mitad creció un tanto y se dividió en dos partes, y cada una de esas en otras dos, y ocurrió así hasta que sus extremidades inferiores quedaron envueltas en un laberinto de hilos del color del melocotón y de la arena…”
La chica se acercó de nuevo a los pies de la marioneta para coserle un fragmento de cartulina que aseguró con cinta adhesiva al suelo. El acuarelista había representado en ella un terrizo del que brotaba el tallo inmaduro de un árbol, cuyos vástagos y renuevos se enredaban en las piernas del ser colgante que protagonizaba la obra.
”Bajo la tierra que hollaba Tadeo asomaba un joven peral, que prosperó en su carne enraizándose en ligamentos y junturas. Pronto, el incipiente árbol arribó a su pecho, donde brotaron ramas de muchas espinas y corimbos de flores” –la joven seguía colocando fragmentos de cartulina, uno encima de otro, hasta que Tadeo quedó oculto tras el dibujo de un árbol. Tan solo su cabeza se había librado, de momento, de semejante artificio.
El hombre envuelto en cadenas de trapo perdió la cordura. Suspendido en el aire y sabiéndose cerca de las vigas de abedul se creyó golondrina que acumula bolitas de barro, algas de agua dulce y pasto para construir su nido. “Pronto llegará mi golondrina compañera y defenderemos este feudo”, pensó. “Y beberé rozando en vuelo bajo aquella laguna en la que habitan las libélulas…”. Pero el maestro titiritero jalaba de las cuerdas manejando sus extremidades con elegancia y resolución, y, sintiéndose incapaz de mover las alas a su capricho, pensó Tadeo que tal vez no era ave de paso sino fantoche. “¿Marioneta golondrina?” Y con cada zarandeo se sabía menos pájaro y más esclavo… “Me hicieron preso entre correas de hilo para compartir retablo con la niña que riega las albahacas. Me disfrazarán de zapatero, conspiraré con Mosquito y me lloverán las cuchilladas del guardia de la cachiporra hasta que descabece al Príncipe Preguntón… Ya viene, ya emerge del proscenio la mano extraordinaria que ha de inundar mi cuerpo con sus dedos colosales. Porque me parieron marioneta cautiva y de guante, guiñol..., siervo al que aún no han bautizado. Sea Títere mi nombre”.
Al margen de sus pensamientos y de su voluntad discurría la obra de teatro.
”Cuando su esposa llegó a casa Tadeo era ya un hombre_árbol, y la fragancia que desprendía su ramaje inundaba las muchas esquinas de aquel jardín” –el director animó a Julia a entrar en escena. Julia contenía el llanto tragando saliva porque su corazón era una arboleda devastada por el ventarrón.
–Cariño. Mi amor…
–Ay, vida, ay… –el narrador daba ahora voz a la marioneta, replicando a Julia en la representación. He sucumbido al tallo que invade mi cuerpo y más pronto que tarde seré un árbol, y esparciré en el piso mis flores para que las deshojen los enamorados.
–Te quiero –Julia dejó caer el libreto–. Te quiero. Te quiero. Te quiero –rompió a llorar.
–Ay, Julia… Quede nuestro amor por siempre resguardado bajo esta corteza en la que las almas sensibles garabatearán un corazón y media flecha. Levanten de piedra, cerca mía, la fuente de un niño meón, y se arrimen los gorriones a mi desnuda copa, erijan en ella su nido y hallen sustento entre mis raíces y en migajones de pan.
Aunque las personas que los rodeaban exhortaban a Julia a continuar leyendo, ella se aferró a la mano marchita, pálida, helada de Tadeo, la besó y acarició con ella su rostro mientras repetía “te quiero tanto”.
–La muerte vino a traición –improvisó Julia frente a su marido–. No, no me resigné a malgastar mis últimas horas contigo viendo cómo te consumías en la cama de un hospital, y recordé este cuento que escribiste sobre un hombre que mudaba en árbol frente a la mujer a la que amaba. Justo eso nos ha pasado: eres raíz, tronco y copa aflorando frente a mí…; yo, la niña que busca cobijo en tu sombra los días que te extraño, que son todos.
Colgado entre sogas, Títere no distinguía entre fábula y realidad, ni reconocía a la mujer que se resquebrajaba frente a él.
Acabó el teatrillo y se despidió Julia de su marido como no lo había podido hacer antes: besándolo, abrazándolo hasta que sintió que, de seguir haciéndolo, se le partirían los brazos… Se marchó abatida, buscando el sendero torcido que el artista había esbozado en la acuarela.
Descolgaron a Tadeo y lo sentaron en un sillón de atrezo, entre lienzos recién estirados y papel pintado con témperas; virutas de carboncillo cubrían su rostro. Percibió de nuevo el olor que envolvía aquel lugar, a óxido, a químicos. Y cuando quedó a solas en uno de los rincones del recinto, una energía nueva atravesó sus entrañas como el falso jazmín que medra por la empalizada de adobe: su mano recobró el brío y arrancó el esparadrapo que cubría sus ojos. Alzó la vista, una catarata de hilos trenzados se derramaba desde la cruceta de abedul. Sus pies tocaban el suelo, y decidió ponerse en pie.
–Seguro que te quiso como tú recuerdas, Julia –dijo en voz alta dirigiéndose a nadie–, pero ya no soy él sino Títere.
Caminaba envuelto en un barullo de cuerdas, aunque ninguna se molestaba: una prendía su zurda, otra rodeaba su testa y muchas se desperezaban por el contorno de su silueta como si fuesen los tentáculos de una medusa melena de león... Parecía un tipo que acababa de sortear la trampa de una araña.
Re: CTN - Títere
Te delatas ya en el título. No pasa nada , es un homenaje. Eso sí, estás de frenopático.
Es un gran texto, como acostumbras. Creo que tiene referencias que ignoro, y eso lo vuelve aún más extraño. Menudo universo mágico-esquizoide te estás montando. Tengo ganas de ver la peli. Porque aquí se deja ver otro de la tríada.
Muy emotivo también (también rozando el palo de las sensibilidades). Volveré en otro momento en que esté más locuaz.
Es un gran texto, como acostumbras. Creo que tiene referencias que ignoro, y eso lo vuelve aún más extraño. Menudo universo mágico-esquizoide te estás montando. Tengo ganas de ver la peli. Porque aquí se deja ver otro de la tríada.
Muy emotivo también (también rozando el palo de las sensibilidades). Volveré en otro momento en que esté más locuaz.
Re: CTN - Títere
Le dijo la satén al cazo,
Bueno, la buena de Julia está como un cencerro, por lo visto, su locura no tiene parangón y no se le ocurre otra cosa que homenajear a su marido colgándolo de cuerdas a fin de emular a un títere protagonista de un cuento cuyo autor es el defenestrado, y del que al parecer no pudo despedirse.
Superpone las dos personalidades: la del títere y la de su marido. ¿Quién habla por boca de ambos? Quizá sea la tarada de la misma Julia, quizá sea el marido que vive su propia inconsciencia, más podría ser el propio títere, cosa que no veo, salvo que la realidad surrealista que destila el cuento lo permita. Es entonces cuando me dan ganas de acabar con todo y plantearme el suicidio.
Eso sí, maestro, poético es un rato grande.
Seguro que gustará a muchos y, aunque ese no sea mi caso, te deseo el éxito que merezcas y que espero sea mucho.
Abrazote.
Bueno, la buena de Julia está como un cencerro, por lo visto, su locura no tiene parangón y no se le ocurre otra cosa que homenajear a su marido colgándolo de cuerdas a fin de emular a un títere protagonista de un cuento cuyo autor es el defenestrado, y del que al parecer no pudo despedirse.
Superpone las dos personalidades: la del títere y la de su marido. ¿Quién habla por boca de ambos? Quizá sea la tarada de la misma Julia, quizá sea el marido que vive su propia inconsciencia, más podría ser el propio títere, cosa que no veo, salvo que la realidad surrealista que destila el cuento lo permita. Es entonces cuando me dan ganas de acabar con todo y plantearme el suicidio.
Eso sí, maestro, poético es un rato grande.
Seguro que gustará a muchos y, aunque ese no sea mi caso, te deseo el éxito que merezcas y que espero sea mucho.
Abrazote.
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
Re: CTN - Títere
Caramba, una versión de Pinocho para adultos. Pero en este caso es al revés; el hombre se transforma en títere.. parece que no pierde la poca dignidad que le queda a pesar de todas las humillaciones que sufre. No quiero imaginarme lo que harán para que diga mentiras.. ¿también le crecerá la nariz?
—Estaba tan asustado que hasta el miedo me abrazaba..
Re: CTN - Títere
Muy bonito y conmovedor. Y yo solía llamarle Tadeo también, por lo que algunos podrían creer que este relato es el mío. Gracias por compartirlo
- Iliria
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Re: CTN - Títere
Un relato muy bien escrito y original, que refleja el amor que Julia sentía y sigue sintiendo por un Tadeo que ya no está (o que en cierto modo está en la marioneta).
Me gusta por las emociones que afloran, por la idea en sí y por lo bien que has sabido llevarla. Si no me equivoco, también he adivinado quién eres
Gracias por participar y suerte
Me gusta por las emociones que afloran, por la idea en sí y por lo bien que has sabido llevarla. Si no me equivoco, también he adivinado quién eres
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Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón
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Re: CTN - Títere
Jajaja, como bien ha dicho Snorry, ya te delatas en el título. Por cierto, muy original la razón de su elección.
En lo formal, en general muy bien, aunque alguna coma más aquí y allá no le vendría mal.
Como siempre, un buen cuento, lleno de originalidad, de poesía y de ternura. .
Lo único que me ha dado un poquito de repelús es lo de que conviertas en marioneta un cuerpo en coma inducido. Entiendo que era un elemento esencial para desarrollar tu idea, como comenta posman, de montar la historia de Pinocho pero al revés; o bien para darle un toque macabro que la hiciera encajar mejor en la temática. Pero te reconozco que eso me ha dejado un poquito de mal cuerpo.
Aunque seguramente Tadeus, que es el que importa en este caso, no estará de acuerdo conmigo. Recuerdo que leyendo su relato se me puso también muy mal cuerpo con algo tan macabro como meter los ovarios de sus víctimas en cajetillas de cigarros vacías.
¿Qué me está pasando? Las cavilaciones de Juan Mute
El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
Re: CTN - Títere
remueve las entrañas, bello y trágico... eres un maestro del realismo mágico. Me ha encantado, un cuento-homenaje muy hermoso
Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias. Eduardo Galeano
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Re: CTN - Títere
Mira que se te da bien ese surrealismo-realismo-mágico, condenado. A veces me pregunto (con envidia) de dónde sacas estas ideas. Muy bien escrito, un relato que deja en la cabeza imágenes que no se olvidan.
Dicho eso, no es el relato que más me haya gustado. No porque esté mal escrito (está estupendamente escrito), sino porque es tan inquietante que me ha dejado un poco trastocado. La imagen de la protagonista frente al hombre-títere es chocante, pero a la vez has hecho que la narración me convenza de esa escena, de que incluso la vea "real". Lo voy a releer, y quizás comente otra vez con nuevas impresiones.
P.D.: después de este viene Teatro, ¿no?
Dicho eso, no es el relato que más me haya gustado. No porque esté mal escrito (está estupendamente escrito), sino porque es tan inquietante que me ha dejado un poco trastocado. La imagen de la protagonista frente al hombre-títere es chocante, pero a la vez has hecho que la narración me convenza de esa escena, de que incluso la vea "real". Lo voy a releer, y quizás comente otra vez con nuevas impresiones.
P.D.: después de este viene Teatro, ¿no?
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
Linus Van Pelt
Linus Van Pelt
Re: CTN - Títere
Me resulta francamente incómodo leer este relato, uf. Está muy bien escrito y lo he leído con facilidad, adentrándome sin problemas en ese mundo que has creado. Lo que pasa es que me da un mal cuerpo ese universo... Que no quería seguir leyendo. Reconozco que le he dado dos lecturas en todos estos días y, aun así, la segunda lectura me ha dejado igual de revuelta que la primera. Lo digo como un cumplido; la temática era la que era y tú me adentras en ella sin ningún pudor. Felicidades, autor/a
Vivir sin leer es peligroso, obliga a conformarse con la vida, y uno puede sentir la tentación de correr riesgos.
Michel Houellebecq
Publiqué una novela y está disponible aquí
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Re: CTN - Títere
Creo que este relato y el del desenterramiento del bárbaro se han levantado en terreno pantanoso. Entiendo que se han escrito con cuidado, ambos, con un cuidado extremo, para no herir, para no dañar, por el contrario, creo que las personas que hay detrás han puesto el corazón entero para que estos relatos pantanosos sirvan como tirita, como una caricia al niño caído, el pañuelo debajo del ojo para parar una lágrima.
Este, a mi parecer, podría tener más de una lectura. Yo lo he interpretado como que somos marionetas del destino, o de los caprichos del “hacedor” y esos hilos bien pudieran ser cables de una UCI, en las manos del titiritero mayor, que al final nos mueve a su antojo, pero, peeero ahí están los sueños de la niña que riega la albahaca para llevárselo a traición y convertirlo en un peral y luego en una golondrina, libre y viajera, que bajará como un avión a beber las aguas cristalinas de una fuente mientras espera la llegada de su amada.
En todo caso este relato es un abrazo apretado y yo lo he leído así. Por ponerle alguna pega, yo lo hubiera finalizado aquí:
"–La muerte vino a traición –improvisó Julia frente a su marido–. No, no me resigné a malgastar mis últimas horas contigo viendo cómo te consumías en la cama de un hospital, y recordé este cuento que escribiste sobre un hombre que mudaba en árbol frente a la mujer a la que amaba. Justo eso nos ha pasado: eres raíz, tronco y copa aflorando frente a mí…; yo, la niña que busca cobijo en tu sombra los días que te extraño, que son todos."
Me ha gustado mucho.
Este, a mi parecer, podría tener más de una lectura. Yo lo he interpretado como que somos marionetas del destino, o de los caprichos del “hacedor” y esos hilos bien pudieran ser cables de una UCI, en las manos del titiritero mayor, que al final nos mueve a su antojo, pero, peeero ahí están los sueños de la niña que riega la albahaca para llevárselo a traición y convertirlo en un peral y luego en una golondrina, libre y viajera, que bajará como un avión a beber las aguas cristalinas de una fuente mientras espera la llegada de su amada.
En todo caso este relato es un abrazo apretado y yo lo he leído así. Por ponerle alguna pega, yo lo hubiera finalizado aquí:
"–La muerte vino a traición –improvisó Julia frente a su marido–. No, no me resigné a malgastar mis últimas horas contigo viendo cómo te consumías en la cama de un hospital, y recordé este cuento que escribiste sobre un hombre que mudaba en árbol frente a la mujer a la que amaba. Justo eso nos ha pasado: eres raíz, tronco y copa aflorando frente a mí…; yo, la niña que busca cobijo en tu sombra los días que te extraño, que son todos."
Me ha gustado mucho.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
- DarkLady Juliet
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- Ubicación: En Darkilandia, en los libros y en Madrid también.
Re: CTN - Títere
Berlín escribió: ↑29 Ene 2024 10:28 Creo que este relato y el del desenterramiento del bárbaro se han levantado en terreno pantanoso. Entiendo que se han escrito con cuidado, ambos, con un cuidado extremo, para no herir, para no dañar, por el contrario, creo que las personas que hay detrás han puesto el corazón entero para que estos relatos pantanosos sirvan como tirita, como una caricia al niño caído, el pañuelo debajo del ojo para parar una lágrima.
....
En todo caso este relato es un abrazo apretado y yo lo he leído así. Por ponerle alguna pega, yo lo hubiera finalizado aquí:
Pues, mira, voy a decirte que este lo he tenido que leer deprisísisma porque me ha hecho mucho daño. Y agradezco esta aclaración que has hecho para que no mate al autor cuando se desvele.
Obviamente, la culpa no es del relato. Es lo que es.
Pero... los nombres, los sentimientos... En fin.
Edito para decir que el relato me parece muy bueno. Gracias, autor, por haberle dedicado tu tiempo y tu imaginación.
Recuento 2024, agenda lectora y estantería Goodreads
Todo empezó con un libro Traductores: puentes entre mundos
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- Tolomew Dewhust
- Foroadicto
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Re: CTN - Títere
Le he enviado un mensaje a DarkLady pidiéndole disculpas, que amabilísimamente ya me ha contestado; y, aunque le decía que no lo haría públicamente hasta que acabara el concurso por no darle el disgusto a Kassio, conforme avanza el día más fuerte siento la necesidad de reiterarlas aquí.
Que nadie se ralle ni nada parecido y aquí no ha pasado nada, pero me tengo que bajar del carro, porque estaba antes en la consulta médica pensando sobre esto, voy a salir ahora a correr y va a rondarme continuamente la cabeza, y luego tengo clase online de inglés y no le voy a hacer ni puñetero caso por este asunto. Dos semanas con el veneno dentro no lo veo, entonces lo mejor es cortar por lo sano.
Que algo que yo escribo -por afición, por entretenerme y para entretener a otros- haga daño a un tercero no es fácil de asumir por mí (soy un poco moñas, jaja). Más con un cuento en el que he puesto mucho cariño, y para el que he ido eligiendo con mimo cada palabra para que doliera menos... Pero es lo que ha sucedido (por andar sobre el alambre o por mi mala cabeza, o por lo que sea... ) y no hay que darle más vueltas, solo reiterar lo que le he escrito a la destinataria del relato en privado: parte de mi corazoncito está en ese títere, al que en mi azotea imagino como un hombre al que se le brinda una segunda oportunidad.
Como os tengo leídos y requeteleídos a todos mandaré mis votos (cuando sepamos cómo) a la dueña del firmamento.
Que nadie se emparanoie y que siga la fiesta. Mua.
Que nadie se ralle ni nada parecido y aquí no ha pasado nada, pero me tengo que bajar del carro, porque estaba antes en la consulta médica pensando sobre esto, voy a salir ahora a correr y va a rondarme continuamente la cabeza, y luego tengo clase online de inglés y no le voy a hacer ni puñetero caso por este asunto. Dos semanas con el veneno dentro no lo veo, entonces lo mejor es cortar por lo sano.
Que algo que yo escribo -por afición, por entretenerme y para entretener a otros- haga daño a un tercero no es fácil de asumir por mí (soy un poco moñas, jaja). Más con un cuento en el que he puesto mucho cariño, y para el que he ido eligiendo con mimo cada palabra para que doliera menos... Pero es lo que ha sucedido (por andar sobre el alambre o por mi mala cabeza, o por lo que sea... ) y no hay que darle más vueltas, solo reiterar lo que le he escrito a la destinataria del relato en privado: parte de mi corazoncito está en ese títere, al que en mi azotea imagino como un hombre al que se le brinda una segunda oportunidad.
Como os tengo leídos y requeteleídos a todos mandaré mis votos (cuando sepamos cómo) a la dueña del firmamento.
Que nadie se emparanoie y que siga la fiesta. Mua.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
Re: CTN - Títere
En mi primer comentario ya avanzaba que el texto rozaba el palo de las sensibilidades. Pero también es un poco extremo quizás el pensar que el autor haya querido hacer daño. Hay que verlo como un bonito aunque estrambótico homenaje.
No te vayas, compañero.
No te vayas, compañero.
Re: CTN - Títere
Mi muy querido y brillante contador de historias mágicas @Tolomew Dewhust es el riesgo que se corre en este concurso. Personalmente deseché un primer cuento por esta razón, incluso pensé en enviar a Dark un MP pidiéndole permiso. Al final ni una cosa ni otra.
No sé cómo encajar tu decisión, si eso te hace sentirte mejor, cosa que no creo, pues adelante.
La pregunta sería si cambia algo. Todos lo hemos leído disfrutado y a nadie se le olvidará el cariño, poesía, detalle que le has puesto a tu trabajo, pero te entiendo.
No sé cómo encajar tu decisión, si eso te hace sentirte mejor, cosa que no creo, pues adelante.
La pregunta sería si cambia algo. Todos lo hemos leído disfrutado y a nadie se le olvidará el cariño, poesía, detalle que le has puesto a tu trabajo, pero te entiendo.
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!