CTN - Una ocasión esperada - Desierto

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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kassiopea
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CTN - Una ocasión esperada - Desierto

Mensaje por kassiopea »

Una ocasión esperada.


Grita.
El fuego le quema los ojos. Ruge a su alrededor como una bestia hambrienta. Le araña, le muerde, le desgarra hasta los huesos. Las lágrimas surgen, pero el calor las evapora antes de que lleguen a tocar las mejillas.
Grita, pero apenas puede escucharse. Todo su mundo lo ocupa el rugido del fuego devorando su casa, devorando a sus padres, a su hermana, a todos. Todo su mundo es el dolor en su piel, el humo en la garganta, las risas de los violadores.
El silencio de los asesinos.


Se despierta con un sobresalto sobre las sábanas deshechas. Otra vez. Por lo que parece, su pesadilla no tiene planeado dejarle descansar ni tan siquiera aquella última noche. Sabe de algunos, torturados también por pasados que no se atreven a confesar, a los que les pasa lo mismo. Ellos también despiertan agitados en la oscuridad, pero ellos lo hacen cubiertos de sudor frío. Nim apenas suda, no puede hacerlo a través de las cicatrices que cubren su piel. Y nunca, jamás, siente frío.
Ha llegado el día previsto, así que se sacude de encima los últimos recuerdos de la pesadilla y se levanta. Puede oler en el aire fresco los restos de la lluvia que ha caído durante la noche. Ahora amanece, y a través de la ventana se cuela la luz del primer sol que arranca de las tejas húmedas destellos carmesís. El color del fuego. El color de la sangre. Intenta sonreír ante lo apropiado de aquella imagen, pero no lo logra; la máscara quemada que tiene por rostro apenas puede expresar una mueca retorcida. Sus ojos, por contra, brillan vivos y despiertos. Le devuelven una mirada feroz desde el espejo de bronce.
A la bruja le gustaban sus ojos verdes, nunca dejó de repetírselo; mientras estuvo cuidando de él, después del incendio, y todos los años que siguieron. «Es solo por ellos que salvé la ruina carbonizada de vida que eras, no lo olvides» —le decía siempre que su coraza emocional daba muestras de flaqueza.
Pensaba mucho en ella durante las últimas semanas. Quizá más que antes, como si la proximidad de la fecha señalada prendiera una mecha perdida de la memoria. Es consciente de todo lo que le debe y que nunca le llegará a pagar, pero ese día tiene que evitar distraerse en recuerdos que en nada le pueden ayudar y fijar toda su atención en el plan y en nada más.
Prepara y se toma sus bebedizos como cada mañana, las pociones que ella le enseñó a destilar y que le permiten soportar, unas el dolor de su cuerpo mutilado, las otras, más importantes, el que lleva dentro del alma.
Se sienta con los ojos cerrados y espera hasta que la niebla espesa y cálida comienza a entumecerle. Solo entonces, cuando las voces se apagan, se siente preparado para continuar con el día.
Las horas se suceden con una lentitud pesada y mansa mientras hace sus preparativos. Tan solo sale de su habitación para ir a la panadería de siempre y recoger el paquete que había pedido.
—¿Para qué quieres tanto azúcar, Nim? —le pregunta el panadero con un rastro de sorna—. ¿Piensas dar una fiesta? ¿Tú?
Es un hombre seboso y siempre sucio de harina y sudor. A Nim le desagradada en lo más profundo, especialmente en los días como ese en los que trata de hacerse el gracioso, pero no tiene ganas de perder el tiempo con él, así que se limita a esperar, quieto. El efecto es casi inmediato: el panadero primero pierde el color de su cara porcina, luego traga saliva con dificultad, le tiende el paquete y murmura una disculpa amedrentada.
Coge sus cosas y vuelve a su cuarto. Ya falta menos.

Se ajusta con esmero los broches de su casaca mientras el caramelo se enfría y termina de cristalizar alrededor del filo del puñal. Para aquella empresa había elegido su daga favorita, un arma elegante y sutil de hoja larga y estrecha. Un arma diseñada para cortes precisos, quirúrgicos, una que de entrada nadie hubiera diseñado para él. Su anatomía inmensa y musculada maridaría mucho mejor con la brutalidad de un hacha o un garrote, pero la discreta frialdad del delicado filo siempre le ha atraído. Ata un extremo del cordel de seda al pomo en forma de anillo y el otro a una de sus muelas y, respirando muy despacio, se traga el hierro. Otro truco más que también le había enseñado la bruja.
Sale a la calle y para un carruaje. La sensación opresiva de la daga en el centro de su pecho le marea, pero cierra los ojos y comprueba con calma que puede respirar con normalidad. Aire dentro, despacio, aire fuera. Hasta que nada más existe. Hasta que los gritos y el llanto de los quemados desaparecen de su memoria.
«Solo tengo que contenerme una última vez. Solo tengo que acallar sus lamentos un poco más y todo habrá terminado» —piensa.

No tiene que dar su nombre ni presentar la invitación que había recibido, escrita en tinta dorada. Todos en la ciudad conocen ya bien su rostro deformado. Le saludan con respeto, y después le cachean. Contaba con ello, Yaber no confía en nadie. Nadie está libre de ser el blanco de su paranoia. Ni siquiera él. Ni siquiera ahora, después de todo lo que había hecho.
Después de llegar a la ciudad había procurado en la medida de lo posible llamar su atención. No le fue difícil. Un cuerpo y una cara como los suyos no pasaban desapercibidos y, después del primer par de trifulcas de taberna, no se sorprendió cuando fue requerido para entrar a su servicio.
Sabía que podía serle útil así que se esforzó en demostrárselo para tratar de acercarse a él. Apaleaba, sobornaba y robaba, pero, sobre todo, acudía en su nombre para reclamar las deudas que Yaber compraba a todos los usureros de la ciudad. Su presencia imponente y su aspecto amenazador, con aquel rostro borrado por la huella del fuego, eran la mayoría de las veces razones más que suficientes para que Yaber lograra lo que pretendía de las personas que le incomodaban. A pesar de sus esfuerzos para ganarse su confianza, hasta ahora había sido incapaz de encontrar una sola oportunidad, una brecha en su precaución.
Había estudiado sus maneras y sus rutinas, pero la paranoia de Yaber era incluso mayor de lo que había imaginado cuando trazaba sus planes en la cabaña de la bruja. Nunca lo había visto despistado, no acudía a ningún lugar que no hubiera sido previamente registrado y escogía con obsesiva meticulosidad cada escenario en el que se dejaba ver; y nunca, bajo ningún concepto, se quedaba a solas con nadie. Además, los gemelos jamás se separaban de él. Aquellos dos asesinos, cuyos nombres nadie conocía y que nadie era capaz de distinguir, habían sido un regalo de un señor de la guerra de la lejana ciudad costera de Am-Arnakh, de ellos decían que incluso se turnaban para dormir con el fin de no abandonar jamás su guardia. Rápidos y silenciosos como dos sombras de la misma muerte, protegían a su señor con la ferocidad y la fidelidad de los mastines.

Espera pacientemente la cola de todos los invitados, ratas mezquinas y sumisas que pugnan por instante para halagar a su señor y que abarrotan el salón. Yaber abre sus brazos en gesto afable cuando le ve acercarse, pero no se levanta.
—Nim, amigo mío ¿Cómo está hoy mi grandullón favorito?
—Todavía en el reino de los vivos, mi señor —contesta con una reverencia cuando llega a los pies del trono.
—Pues claro, ¿cómo iba a ser de otra forma? ¿Quién iba a poder contigo, eh, amigo?
Ignora deliberadamente la mirada condescendiente que intercambian los gemelos, que flanquean el sitial de madera repujada como dos columnas amenazantes y despiadadas. Yaber se fija en ellos y, comprendiendo, deja escapar una carcajada estentórea y teatral. Aquella noche tiene un humor expansivo y descarado, menos paranoico de lo habitual.
—Siéntate a mi mesa, Nim, y come y bebe cuanto puedas meter en ese corpachón —le dice, pródigo—. Hoy es un día para la alegría.
Es evidente que ha bebido bastante más de lo que suele permitirse. Además, hace ya más de un año que nadie se ha atrevido a levantar un dedo en su presencia. Lejos quedan ya los tiempos de lizas entre señores del hampa de la ciudad en los que casi cada semana intentaban asesinarlo. Hoy está descuidado y, como si esa desidia se contagiase, puede percibir en la mirada ausente de los gemelos que ellos también han bajado la guardia. No tendrá otra oportunidad. Si espera a encontrar un momento mejor podría arruinarlo todo.
Se lleva la mano derecha a la boca, aferra el cordel atado a su muela y tira de él mientras se deja arrastrar por la arcada. Ha ensayado ese gesto un millar de veces, hasta conseguir sacar el arma escondida en un parpadeo. La mirada de Yaber apenas deja escapar un minúsculo brillo de perplejidad.
Ataca rápido como el aguijonazo de un escorpión, pero el cordel de seda hace una pizca más resistencia de la que había esperado. Tarda en romperse el tiempo suficiente para que Yaber dé un respingo y se retuerza hacia atrás. La daga araña piel y muerde carne, pero resbala por encima de las costillas hacia el hombro derecho sin llegar al corazón, sin penetrar en el pecho de su objetivo.
No tiene tiempo para un segundo intento. Cuando ya se lanza de nuevo sobre su enemigo, siente un golpe brutal en la cara y luego un frío espantoso penetra en su vientre. Solo entonces vuelve a fijar su atención en los gemelos y en sus armas desenvainadas y manchadas de sangre; su sangre.
Las piernas le fallan y cae de rodillas frente a Yaber. En la sala abarrotada se ha hecho un silencio de muerte. Su jefe se trata de limpiar la sangre del hombro y el pecho con un pañuelo.
—Me cago en todo, puto desagradecido —exclama.
Parece haber recuperado un poco la compostura después de comprobar que la herida no es profunda. Su rostro refleja más sorpresa que indignación.
—Me has puesto la casaca perdida, joder. Maldita sea, Nim. ¿Acaso no te he tratado siempre como a un hijo? ¿Pero qué mierda se te ha pasado por la cabeza? —pregunta.
Le cuesta respirar. La herida del abdomen es profunda y ya puede sentir cómo se le oscurece la periferia de la visión, pero tiene que hablar. Es importante. Aunque solo sea una palabra.
—Zo… Zoa —susurra.
—¿Cómo? ¿Qué dices?
Encuentra algo más de fuerza. Repite.
—Zoa. La aldea.
Yaber arruga el entrecejo en un gesto de incomprensión, después, levanta las cejas, incrédulo.
—No puede ser. ¿En serio? ¿Aquello? Pero si fue hace una eternidad.
—Los mataste a todos. No te habían hecho nada y los quemaste vivos.
—Bueno, sí —Yaber se yergue y se jacta—. En aquel momento me pareció una buena idea. Y, por lo que se puede ver, tú tampoco te libraste del fuego —Yaber insinúa una sonrisa siniestra mientras se acaricia la mejilla. No hay ni el menor rastro de arrepentimiento en su mirada—. Vaya, vaya, vaya… —Estalla en una carcajada cruel—. Así que ese era el secreto de tu cara quemada de mierda, ¿eh? ¿Todos estos años has estado preparándote para la venganza, rumiando tus penas y tu ruina, tan solo para esto, para fallar en el último momento?
Fue a contestar, pero un vahído se lo impidió.
—¿Qué se siente? —prosiguió Yaber entre risas, alzando la voz hacia el resto de los presentes. Las primeras risas aduladoras, después del susto, se elevaron tímidas entre los asistentes—. ¿No es frustrante?
—No… no…
—¿Qué dices, maldito desgraciado? Habla más alto. No puedo oírte con toda esa sangre que te llena la boca.
—Que no he fallado.
Un gesto de dolor interrumpe la réplica de Yaber cuando ya nacía a sus labios. Después, comprende y, al hacerlo, pierde el color de la cara. Se lleva una mano de dedos temblorosos hasta la herida envenenada. Los gemelos se miran entre sí con cara de idiotas.
Nim hace un último esfuerzo para torcer sus labios quemados en una sonrisa macabra y recuerda su última conversación con la bruja.

—¿No prefieres que sufra?
—No es necesario. Solo necesito que sea rápido. Necesito verle la cara, tenerle cerca en ese instante.
—Sabes que ese estúpido plan tuyo no cuenta con que sobrevivas y aun así seguirás adelante con él. ¿Vale tanto tu venganza? ¿Tanto estás dispuesto a pagar, muchacho? ¿Acaso no hay nada más que te importe?
—No, bruja. No hay nada más.


Intenta ignorar, sin éxito, el siguiente recuerdo, que se cuela subrepticio e insolente a través de la bruma oscura que ya le arrastra hacia el descanso. Un recuerdo sencillo que arruina su último momento de paz; la imagen de las lágrimas de agravio que aquel último día surcaban el rostro curtido de la anciana.
De tus decisiones dependerá tu destino.


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posman
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Re: CTN - Una ocasión esperada

Mensaje por posman »

Hay que ver qué sitios más raros en donde esconder un arma.. atada a una muela, y por si fuera poco la daga envenenada. ¡Niños, no hagáis esto casa!!
—Estaba tan asustado que hasta el miedo me abrazaba..
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Re: CTN - Una ocasión esperada

Mensaje por Gavalia »

Entiendo que la daga estaba envenenada, pero no entiendo que si así era, el veneno no afectara al vengador, pero qué sé yo de venenos.
El relato me ha gustado bastante porque tiene buen ritmo y no me he tropezado en ningún momento de la lectura, es más, me he metido tanto en la historia que hubiese seguido leyendo atrapado por el cómo acabaría el relato a pesar de que era lógico que Nim muriera en el intento ante tanta seguridad alrededor del líder; otro cliché. No es que sea el relato más original del mundo porque hartos estamos de leer y ver películas con tramas y escenas similares, pero oyes, está bien contada.
Un saludo y suerte.
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
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DarkLady Juliet
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Re: CTN - Una ocasión esperada

Mensaje por DarkLady Juliet »

Gava, lo que yo he entendido es que la daga está recubierta de caramelo, de los kilos y kilos de azúcar, que le hacen más fácil la ingestión de la daga (o del peazo espada) y le protegerán mientras se deshace hasta que la saca.

Sí, venganza complicada, desde luego.

Buen relato :60:
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Ratpenat
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Re: CTN - Una ocasión esperada

Mensaje por Ratpenat »

No estoy seguro de haber entendido cómo se produce la muerte, pero el relato consigue que se vea desagradable, lo cual es sin duda intención del autor. Así que enhorabuena por eso. También tiene un ambiente muy oscuro y es muy violento. Probablemente, algunos creerían por ello que este relato lo he escrito yo. Gracias por compartirlo :60:
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jilguero
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Re: CTN - Una ocasión esperada

Mensaje por jilguero »


No está mal este relato. Lo de la daga envenenada que no le hiciera nada a él me había chocado, pero la explicación de DarkLady Juliet me ha convencido. :wink:

De nuevo la venganza, como en Ya no te va a llamar, es el motor de la historia. Te diré lo mismo que le dije ayer al autor de ese otro relato: no es una historia demasiado original en principio, pero tú la adornas a tu manera y eso la hace distinta a las otras. Se lee, además, muy bien.

Y lo de que sea un Nim grandullón el protagonista es algo a tener en cuenta en un concurso cuyo fin primordial es homenajear a Tadeus.




¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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Yayonuevededos
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Re: CTN - Una ocasión esperada

Mensaje por Yayonuevededos »

El relato es estupendo, pero lo de la daga acaramelada no cuela. No cuela el método, ni encaja con el personaje.
Bien dice Chandler que, cuanto más elaborado sea el plan, más posibilidades de fallar tiene.
Bien, comentarista listillo, ¿qué hubieras hecho tú? Algo imprevisto, claro. Primero, Yaber, en señal de reconocimiento, lo hubiera sentado a su vera, y...
¿Y qué?
Hombre, las posibilidades son muchas, y ya me cansé de hablar conmigo mismo.

Reitero, es una buena narración, pero recuerda esas historias donde la víctima debe estar a una hora determinada y en un lugar específico para que le caiga la flecha asesina.
Antiguo proverbio árabe:
Si vas por el desierto y los tuaregs te invitan a jugar al ajedrez por algo que duela, acepta, pero cuida mucho tu rey.
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Jarg
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Re: CTN - Una ocasión esperada

Mensaje por Jarg »

Me ha gustado. Es una historia que va al grano pero que se toma el tiempo justo para ser narrada. No se hace lenta ni frenética. Y además, su autor/a desgrana la información poco a poco, con fluidez pero sin atiborrar al lector. Hay una buena voz narradora tras esta historia.

Sí que lo de tragarse la daga envenenada y cubierta de caramelo atada a la muela puede parecer extremo, pero yo me lo creo. A fin de cuentas, el protagonista ha pasado por niveles indecibles de dolor, el riesgo de lo de la daga parece soportable con tal de quitarse el dolor que lleva en el alma. La ambientación, en la que parecen mezclarse aspectos del cine negro de los años cuarenta (el hampa, los matones...) con el de historias medievales de venganza (carruajes, brujas, dagas) está muy bien conseguida, en mi opinión.

Gracias por compartirlo y buena suerte :60: :60:

P.D.: la única cosa que no me ha gustado del relato es el título... creo que no está a la altura del relato. Obviamente su autor/a me dirá que eso no es asunto mío y tendrá razón, pero alguna pega le tenía que sacar, ¿no? :cunao:
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Nuvem
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Re: CTN - Una ocasión esperada

Mensaje por Nuvem »

Me gusta y me desasosiega a partes iguales, pero es el objetivo del relato, así que eso significa que está bien conseguido. Como comentan más arriba, me resulta predecible el resultado (la venganza llevada hasta sus términos finales y la muerte del ejecutor) y, aunque eso no hace que no quiera seguir leyéndolo, faltaría una vuelta de tuerca para hacer el cuento más atractivo. Es muy, muy oscuro todo, eso sí. Me da un miedo horroroso el tal Nim y al otro es que no querría ni verlo. Si vuelvo a leer el relato, seguro que me da pesadillas. Muy conseguido, autor/a :60:
Vivir sin leer es peligroso, obliga a conformarse con la vida, y uno puede sentir la tentación de correr riesgos.
Michel Houellebecq

Publiqué una novela y está disponible aquí :hola:
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noramu
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Re: CTN - Una ocasión esperada

Mensaje por noramu »

No tengo costumbre de leer relatos o novelas (y menos históricas) en las que hay tanta violencia y terror gratuito. Me imagino que Yaber quema todo el pueblo y sus tropas violan y saquean por puro interés de demostración de poder. No me queda clara otra causa. Probablemente es problema mío pero no veo ningún otro motivo detrás. Codicia no creo que pueda ser ya que quemándolo todo no veo grandes beneficios posibles.
La ayuda de la bruja por solo unos ojos verdes creo que es una motivación un poco floja también, bajo mi punto de vista.
Ahora el deseo de venganza, los años de espera y preparación de la venganza, aunque algo inverosímil, la encuentro totalmente justificada. Cómo el autor nos narra la vida de Nim, los años en los que estudia los hábitos de Yaser hasta encontrar una pequeña grieta para acercarse a él y sacrificarse por ese sentimiento tan poderoso que es la venganza, lo veo mi logrado. Y la manera de conseguirlo, con la daga envenenada envuelta en caramelo dentro del cuerpo del Nim, sí que lo encuentro original y digno de las enseñanzas de una bruja, que para eso es bruja. No para andarse con sistemas verosímiles.
Aut@r, a pesar de que por lo dicho puede no parecerlo, el relato me ha gustado, me ha mantenido en vilo y para ello también ha ayudado tu prosa cuidada y ágil.
Perdona si no he sabido interpretarlo mejor. Quizá otros lectores me ilustren en esos temas que se escapan a mis entenderas.

Gracias por participar en este homenaje y suerte.
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Jarg
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Re: CTN - Una ocasión esperada

Mensaje por Jarg »

noramu escribió: 29 Ene 2024 17:45 No tengo costumbre de leer relatos o novelas (y menos históricas) en las que hay tanta violencia y terror gratuito. Me imagino que Yaber quema todo el pueblo y sus tropas violan y saquean por puro interés de demostración de poder. No me queda clara otra causa. Probablemente es problema mío pero no veo ningún otro motivo detrás. Codicia no creo que pueda ser ya que quemándolo todo no veo grandes beneficios posibles.
Yo lo he interpretado como un modo de hacer guerra psicológica a otros territorios que quiera saquear o dominar en el futuro. Si solo saqueas un pueblo, los demás te harán la guerra. Pero si lo reduces a ceniza, es más probable que los demás se rindan sin resistencia a causa del miedo.
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Re: CTN - Una ocasión esperada

Mensaje por Ginebra »

Reconozco que me ha costado entender lo de la daga, lo veo original pero no viable. Aun así, decir que me ha gustado el texto y el guiño a Tadeus. Se lee muy bien, es oscuro como dicta el concurso y es una buena historia, incluso el final, con el detalle de la bruja.
Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias. Eduardo Galeano


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DarkLady Juliet
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Re: CTN - Una ocasión esperada

Mensaje por DarkLady Juliet »

noramu escribió: 29 Ene 2024 17:45
La ayuda de la bruja por solo unos ojos verdes creo que es una motivación un poco floja también, bajo mi punto de vista.
Bueno, será por la mirada, será por lo que dice la mirada. Ten en cuenta que la bruja ve dentro de los ojos.

Me ha hecho mucha gracia que los ojos de Nim sean verdes, si el autor tiene en mente a alguien, o tiene tritanopia, está por ver.
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Re: CTN - Una ocasión esperada

Mensaje por noramu »

Jarg escribió: 29 Ene 2024 18:43
Yo lo he interpretado como un modo de hacer guerra psicológica a otros territorios que quiera saquear o dominar en el futuro. Si solo saqueas un pueblo, los demás te harán la guerra. Pero si lo reduces a ceniza, es más probable que los demás se rindan sin resistencia a causa del miedo.
Seguramente sea como dices, Jarg. Ha pasado en todos los tiempos y hasta en la actualidad.
Lo malo es que ahora veo a Yaber con el careto de Putin, a la bruja como símbolo de la Unión Europea y a Nim con rasgos ucranianos :noooo:
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Snorry
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Re: CTN - Una ocasión esperada

Mensaje por Snorry »

Lo siento pero no me acaba de convencer. Parece un fragmento, no tiene fuerza como cuento, ni el cuerpo de un relato. Descripción de una venganza. Curioso, eso sí, el invento de la daga. Aunque uno se: dice tanto rollo pa qué...
No me casa "liza" con "hampa" ni "hampa" con brujas y dagas. No acabo de ver en qué universo se desarrolla la historia.
Como siempre mil disculpas, pues todos textos requieren un gran esfuerzo y todos son sagrados.
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