CM - La dama perdida entre grises recuerdos - Escritora
Publicado: 17 May 2014 10:47
La dama perdida entre grises recuerdos
Kiev, 1921.
El húmedo frio de aquella mañana se colaba por los entresijos de las costuras de su tan elegante vestido. Ella siquiera lo sentía, aunque le atravesara los poros y calase hasta sus huesos.
Sasha se miraba coqueta frente a aquel espejo enterizo que era parte de su armario de formica. El entusiasmo se reflejaba en sus mejillas sonrosadas que crecían al curvarse sus hermosos y delineados labios en una sonrisa.
Hoy era el día, tras tanto tiempo, Alexei volvería de Rusia. Iba a ver a su novio y nada mejor para recibirlo que aquel traje chaqueta oscuro que la hacía ver más esbelta. Le encantaba el acabado de la falda y los muchos botones que adornaban su atuendo.
Sus cabellos cardados en un moño, seguro impactarían el corazón de Alexei. Deseaba que la viera hermosa.
Se asomó por los grandes ventanales de su habitación con impaciencia. El cielo estaba grisáceo y el patio de su gran mansión comido por ese feo musgo. Odiaba Ucrania, su humedad, su frialdad y las normas sociales que debía acatar.
De repente vio que un automóvil negro aparcaba ante la puerta de su caserón.
Ilusionada corrió hacia la puerta de su gran alcoba, pero al abrirla casi choca con su madre. La señora, volvió a recordarle lo importante que eran los modales y la compostura.
Sus padres habían escogido a Alexei como su prometido, sin ni siquiera consultarle. Pretendía oponerse pero había algo en él que brillaba más que todo su oro. Sus ojos vivarachos, ebrios de vida y perdidos en una sonrisa eterna. Quedó prendada y quería que él también cayese a sus pies, víctima de sus encantos.
Algunas noches, en la oscura soledad de su alcoba, pensaba en cómo le había cambiado la vida desde que conoció a Alexei Petronovich. ¿Y si él tan solo veía en ella dinero y abolengo? Sufría al suponer que era lo más seguro.
Alexei por fin estaba allí, ante ella, besando su mano con caballerosidad y encanto. Sasha intentó ocultar el leve temblor de su mano.
Tras los formalismos familiares, Sasha siguió a Alexei hasta la puerta. Quería al menos robarle un poco de atención, ellos dos, a solas.
- Murió Andrusco. –le dijo con una dulce tristeza en sus ojos, intentando hallar consuelo en su prometido. Quería provocar que el buscase cierta proximidad con ella.
- ¿Aquel débil cachorro? Oh, lo siento, Sasha.
Sasha se encogió de hombros, con el rostro gacho. Él no se acercaba.
- Pero aún queda Vishna ¿No?
- Oh sí, mi bonita. –dijo, levantando sus ojos brillantes del asfalto y clavándolos en el rostro de él.
- Lo es, muy parecida a su madre.
- Mi fiel Lina.
Alexei asintió sonriendo. Miró hacia el cielo, cada segundo se tornaba más gris. ¿Nevaría? Instintivamente llevó las manos a su ancho gorro de piel, oscuro, al contrario de su atuendo color café.
- Ha crecido mucho…Vishna –le sonrió Sasha- ¿No quieres verla?
- Oh claro, pero creo que ahora no es el momento.
- Es cierto, te vas. –señaló hacia su automóvil, grande y negro. No entendía de marcas de automóvil….eran toda una novedad. Solo podía verlo envuelto en una gran niebla.
- ¿Ya conocieron tus hermanas a Vishna?
- Sasha salió de su abstracción y negó con la cabeza. Sus hermanas estaban casadas con dos primos polacos. Hacía años que no las veía. Solo sabía de ellas a través de las epístolas que mandaban a sus padres.
- Me encantaría que la conociesen y que viesen como ha cambiado Lina al convertirse en mamá, pero…hace tiempo que no vienen por aquí y mucho me temo que si algún día lo hacen, Vishna ya no será una cachorra.
- Tengo una idea…- dijo Alexei riendo feliz.
- ¿Cuál?
El entusiasmo de su prometido fue contagioso. Lo vio desaparecer en su automóvil, para al rato sorprenderla con una gran cámara fotográfica con trípode incluido.
- ¿Qué?- Sasha comenzó a reir.
- Solo tendrás que sacar a Lina y Vishna de su refugio, aquí.
- ¿Vas a hacerles una foto? – reía sin parar Sasha- Pues subamos allí.
Sasha señaló el paseó de las luces, que quedaba tras su casa. Era el lugar más iluminado de toda la calle y seguro podrían salir unas preciosas fotografías. Pero ¿Cómo exponer a la pequeña Vishna al frio?
Los dos prepararon juntos la cámara, mientras se lanzaban furtivas miradas. Sus manos se rozaban levemente y esto estremecía a Sasha. ¡Oh, bendita cámara! ¡Bendita fotografía la que le tomase!
Los dos entraron al refugio de las perritas. Madre e hija no querían moverse de sus calientes y mullidas mantitas. Los dos tuvieron que zarandearlas. Lina casi muerde a Alexei.
- Lina, estás enfadada. –dijo Sasha riendo- Ya, tonta, solo será un momento.
Sasha apretujaba a Vishna contra su regazo. Tenía miedo a que cogiese frio, aún la veía tan pequeña. No quería que corriese la suerte de su hermano.
- No aferres así de fuerte al animal –dijo Alexei, puesto tras el dispositivo.
- Te has traido todas las novedades de Rusia para impresionarnos. –le dijo una tiritosa Sasha mientras aflojaba los brazos con los cual rodeaba a la cachorra.
El vestido comenzaba a ser demasiado poco ¿Porqué no se había puesto su abrigo? Se había excedido en su coquetería, pero ahora se aferraba a su cachorrita y ya no sabía si era por proporcionarle calor al animal o por ella misma.
- Uy, Lina sigue enfadada.
- Y a mi me gusta salir seria en las fotos. –dijo Sasha, poniendo su rostro serio y sereno.
Alexei lanzó la foto y un ruido especial resonó en el paseo de luces. Un destello quedó ciega por unos instantes a Sasha, que tuvo que soltar a Vishna sobre el suelo mientras restregaba sus ojos. Alexei corrió hacia ella, tomó su barbilla con suavidad y sopló a sus ojos.
Sasha lo miró embobada y desde ese instante todo fue un recuerdo.
Alexei hizo otra foto más y después se marchó.
Guardó la segunda foto dentro de un libro escrito en otro idioma, que le regaló su mejor amigo.
Desde aquel día no volvió a verlo. Supo que la niebla hizo que el automóvil fallase. Pero lo que nunca supo es que antes de morir lo último que vieron sus ojos fue aquella fotografía y lo último que dijeron sus labios fue un te amo. Después dejó caer la tapa del libro, que se escurrió entre sus dedos moribundos y expiró.
Kiev, 1921.
El húmedo frio de aquella mañana se colaba por los entresijos de las costuras de su tan elegante vestido. Ella siquiera lo sentía, aunque le atravesara los poros y calase hasta sus huesos.
Sasha se miraba coqueta frente a aquel espejo enterizo que era parte de su armario de formica. El entusiasmo se reflejaba en sus mejillas sonrosadas que crecían al curvarse sus hermosos y delineados labios en una sonrisa.
Hoy era el día, tras tanto tiempo, Alexei volvería de Rusia. Iba a ver a su novio y nada mejor para recibirlo que aquel traje chaqueta oscuro que la hacía ver más esbelta. Le encantaba el acabado de la falda y los muchos botones que adornaban su atuendo.
Sus cabellos cardados en un moño, seguro impactarían el corazón de Alexei. Deseaba que la viera hermosa.
Se asomó por los grandes ventanales de su habitación con impaciencia. El cielo estaba grisáceo y el patio de su gran mansión comido por ese feo musgo. Odiaba Ucrania, su humedad, su frialdad y las normas sociales que debía acatar.
De repente vio que un automóvil negro aparcaba ante la puerta de su caserón.
Ilusionada corrió hacia la puerta de su gran alcoba, pero al abrirla casi choca con su madre. La señora, volvió a recordarle lo importante que eran los modales y la compostura.
Sus padres habían escogido a Alexei como su prometido, sin ni siquiera consultarle. Pretendía oponerse pero había algo en él que brillaba más que todo su oro. Sus ojos vivarachos, ebrios de vida y perdidos en una sonrisa eterna. Quedó prendada y quería que él también cayese a sus pies, víctima de sus encantos.
Algunas noches, en la oscura soledad de su alcoba, pensaba en cómo le había cambiado la vida desde que conoció a Alexei Petronovich. ¿Y si él tan solo veía en ella dinero y abolengo? Sufría al suponer que era lo más seguro.
Alexei por fin estaba allí, ante ella, besando su mano con caballerosidad y encanto. Sasha intentó ocultar el leve temblor de su mano.
Tras los formalismos familiares, Sasha siguió a Alexei hasta la puerta. Quería al menos robarle un poco de atención, ellos dos, a solas.
- Murió Andrusco. –le dijo con una dulce tristeza en sus ojos, intentando hallar consuelo en su prometido. Quería provocar que el buscase cierta proximidad con ella.
- ¿Aquel débil cachorro? Oh, lo siento, Sasha.
Sasha se encogió de hombros, con el rostro gacho. Él no se acercaba.
- Pero aún queda Vishna ¿No?
- Oh sí, mi bonita. –dijo, levantando sus ojos brillantes del asfalto y clavándolos en el rostro de él.
- Lo es, muy parecida a su madre.
- Mi fiel Lina.
Alexei asintió sonriendo. Miró hacia el cielo, cada segundo se tornaba más gris. ¿Nevaría? Instintivamente llevó las manos a su ancho gorro de piel, oscuro, al contrario de su atuendo color café.
- Ha crecido mucho…Vishna –le sonrió Sasha- ¿No quieres verla?
- Oh claro, pero creo que ahora no es el momento.
- Es cierto, te vas. –señaló hacia su automóvil, grande y negro. No entendía de marcas de automóvil….eran toda una novedad. Solo podía verlo envuelto en una gran niebla.
- ¿Ya conocieron tus hermanas a Vishna?
- Sasha salió de su abstracción y negó con la cabeza. Sus hermanas estaban casadas con dos primos polacos. Hacía años que no las veía. Solo sabía de ellas a través de las epístolas que mandaban a sus padres.
- Me encantaría que la conociesen y que viesen como ha cambiado Lina al convertirse en mamá, pero…hace tiempo que no vienen por aquí y mucho me temo que si algún día lo hacen, Vishna ya no será una cachorra.
- Tengo una idea…- dijo Alexei riendo feliz.
- ¿Cuál?
El entusiasmo de su prometido fue contagioso. Lo vio desaparecer en su automóvil, para al rato sorprenderla con una gran cámara fotográfica con trípode incluido.
- ¿Qué?- Sasha comenzó a reir.
- Solo tendrás que sacar a Lina y Vishna de su refugio, aquí.
- ¿Vas a hacerles una foto? – reía sin parar Sasha- Pues subamos allí.
Sasha señaló el paseó de las luces, que quedaba tras su casa. Era el lugar más iluminado de toda la calle y seguro podrían salir unas preciosas fotografías. Pero ¿Cómo exponer a la pequeña Vishna al frio?
Los dos prepararon juntos la cámara, mientras se lanzaban furtivas miradas. Sus manos se rozaban levemente y esto estremecía a Sasha. ¡Oh, bendita cámara! ¡Bendita fotografía la que le tomase!
Los dos entraron al refugio de las perritas. Madre e hija no querían moverse de sus calientes y mullidas mantitas. Los dos tuvieron que zarandearlas. Lina casi muerde a Alexei.
- Lina, estás enfadada. –dijo Sasha riendo- Ya, tonta, solo será un momento.
Sasha apretujaba a Vishna contra su regazo. Tenía miedo a que cogiese frio, aún la veía tan pequeña. No quería que corriese la suerte de su hermano.
- No aferres así de fuerte al animal –dijo Alexei, puesto tras el dispositivo.
- Te has traido todas las novedades de Rusia para impresionarnos. –le dijo una tiritosa Sasha mientras aflojaba los brazos con los cual rodeaba a la cachorra.
El vestido comenzaba a ser demasiado poco ¿Porqué no se había puesto su abrigo? Se había excedido en su coquetería, pero ahora se aferraba a su cachorrita y ya no sabía si era por proporcionarle calor al animal o por ella misma.
- Uy, Lina sigue enfadada.
- Y a mi me gusta salir seria en las fotos. –dijo Sasha, poniendo su rostro serio y sereno.
Alexei lanzó la foto y un ruido especial resonó en el paseo de luces. Un destello quedó ciega por unos instantes a Sasha, que tuvo que soltar a Vishna sobre el suelo mientras restregaba sus ojos. Alexei corrió hacia ella, tomó su barbilla con suavidad y sopló a sus ojos.
Sasha lo miró embobada y desde ese instante todo fue un recuerdo.
Alexei hizo otra foto más y después se marchó.
Guardó la segunda foto dentro de un libro escrito en otro idioma, que le regaló su mejor amigo.
Desde aquel día no volvió a verlo. Supo que la niebla hizo que el automóvil fallase. Pero lo que nunca supo es que antes de morir lo último que vieron sus ojos fue aquella fotografía y lo último que dijeron sus labios fue un te amo. Después dejó caer la tapa del libro, que se escurrió entre sus dedos moribundos y expiró.