Aquitania no debería ir entrecomillado....emergía desde las alquimias de su camarote a la cubierta superior del “Aquitania”.
Tiene momentos bellísimos, como ése.Todo el cielo se convertía en su dosel, su túmulo y su epitafio. Titilaban las primeras estrellas, la luna aparecía en segundo término y un hilo, tibio y elegíaco, se proyectaba en el agua hacia la roda de la nave.
Y momentos hilarantes.Por las serpientes, ya imaginas. Hay serpientes de tres metros por todas partes y atacan al hombre europeo, sobre todo si huelen dinero. Las sociedades de asesinos las adiestran así. Y hay 221 censadas. Sociedades, me refiero. Serpientes hay millones.
Ah, ¿para qué me casé? Si yo tenía pensado dedicarme a coleccionar sellos.
¡El gran Casino! El cerebro de lord Puff se llenaba de imágenes de hormiguitas suicidas, de pequeños seres secretamente desesperados, de personajes propios de un cuento de Chejov.
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Por ahí se repiten otros Aquitania entre comillas y esto:
¡Ah, lord Puff, precisamente lo andaba buscando.
O sea, que faltó el signo de cierre y Rigoletto tampoco lleva comillas. Claro, eso da lo mismo porque luego me parto de risa con esto:Leopoldo, sujeta bien a “Rigoletto” que es la primera vez que sube a un barco...
¡Si a ese estúpido de doctor Freud le hubiese dado la gana de hipnotizarlo, como le dije!
Por eso el señor Freud se metió aquella noche en el armario de tu habitación, ya te lo he dicho. Iba buscándolo. De un hombre tan sabio no hay que pensar mal.
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Y acá un momento totalmente propio de Angelina:
Esto fue too much para mí, morí de risa y de ahora en adelante haré lo mismo que Rusiñol:─Ah, así que es usted un lord… ¡Qué interesante! Me han hablado muy bien de los lores. ¿Cuántos castillos tiene usted, lord Puff?
─Pues… pues yo tengo uno, señora condesa.
─Ah, comprendo... Está claro que no puede fiarse una de todo lo que le dicen.
La mesa la completaban un millonario filipino que nunca hablaba por quedar más exótico, una familia húngara que antes de que se sirviera plato alguno ya estaba comiéndose las flores del centro y el pintor Santiago Rusiñol, que nada más llegar agarró una salsera y se la echó por encima de la camisa.
─Yo es que así ya me despreocupo de si me mancho o no me mancho –explicó.
Ah, y el capitán :
Porque a él lo que de verdad le gustaba era el transporte terrestre; por el mar, con su fraseología inaprensible, con sus conceptos tan abstrusos, no sentía vocación. “Yo iba para conductor de tranvía pero me quedé en esto”, solía repetir a sus íntimos.
Ahora un momento muy Leopoldo:Yo es que a los sótanos bajo poco, ¿sabe? Es muy fácil perderse allí. Hace una semana lo hice y encontré en un cuchitril a esta prototípica familia húngara que nos acompaña. Los siete aterradísimos, a oscuras, unos sobre otros, como si se escondieran. Tuve que echar muchas broncas. ¿Qué formas eran esas de alojar a los pasajeros? ¿Hasta dónde puede alcanzar la negligencia? En desagravio les he instalado en primera clase y les invito a cenar todas las noches.
─Sí ─intervino Leopoldo con una tosecilla─ Es que yo quiero cazar allí al ave fénix. La ilusión de mi vida.
─Disculpe, ¿ha dicho usted que quiere cazar… el ave fénix?
─Eso es. El ave fénix.
─Pero, ¿cómo el ave fénix? No se referirá al animal mitológico.
─Bueno, mitológico, mitológico… Hay mucho mito en eso de que es mitológico.
Y ay, ya mejor dejo de citar porque voy a copiar todo el relato, que fuera de los pequeños errores que mencioné, no creo que tenga ninguna otra cosa negativa que mencionar. Lord y lady Puff son maravillosos personajes al lado de Spengler y el capitán. Y Leopoldo de taparrabos es una cosa que... bueh, .
El final a mí me gusta pero me deja con ganas de más. Pido una continuación. O una novela. O una película.