CP XI Anochece

[lucia]

ANOCHECE




Confiaba en aquella pluma porque consideraba que tenía la virtud – una virtud esotérica y modesta puesto que se la había regalado su mujer en su ventigésimo aniversario- de elegir la palabra correcta, la expresión justa, trazar cada impoluta línea sin una sola falta de ortografía, sin un error gramatical. Nunca invocó a las musas, aunque, por supuesto, sentía veneración por Homero, por Vírgilio, cuyas obras le recordaban a un rito pagano, a un aquelarre de palabras. Cogió la pluma, dió cinco vueltas de rosca e introdujo un nuevo cartucho de tinta. Arañó el papel para cerciorarse de que escribía correctamente. Trazó dos rayas, dos trazos invisibles en el margen del papel. Nada. Lo intentó aplicando una mayor presión y dibujó un círculo y después una espiral y después un caracol. Tampoco. Esbozó su firma. Nada. Era la primera vez que le ocurría. Se alarmó -era de carácter susceptible- y dudó de su identidad. Si la pluma se niega a escribir, pensó, quizá se debe a que no existo. Para asegurarse se levantó del sofá y se acercó al espejo del pasillo. Vió su rostro reflejado, y suspiró. Antes de volver al sofá se dirigió al perchero, descolgó su chaqueta y deslizó la mano en el bolsillo interior, donde guardaba la cartera. La abrió y buscó su DNI. Comprobó la foto – era el mismo del espejo-, su nombre, el número y la dirección. Al menos, existía. Pero la pluma se negaba a escribir. Quizá no la hubiese limpiado correctamente la última vez. Recordó que sí. Lo había hecho a consciencia. Había comprado en una papelería un curioso cepillo y un bote de aceptaptanol que aplicándolo aseguraba un correcto funcionamiento.
Volvió a desenroscar la pluma. Presionó con el dedo pulgar y el índice el cartucho y brotó una gruesa gota de tinta. La limpió con un pañuelo de papel y comenzó a escribir. Sobre el papel surgió un trazo alargado, nervioso, gótico. Aquella no era su letra. Se extrañó, y pensó que se debía al uso continúo del teclado en la oficina; imaginó que ese era el motivo por el cual su pulso había cambiado la presión y la caligrafía. Llevaba dos años sin redactar a mano. El también sabe que la caligrafía varía con los años. Lo había leído en una página web. Sin duda, la falta de asiduidad en la escritura a mano lo había llevado a ese extrañamiento, es decir, a ver su propia letra como algo que no le pertenecia.
Sacó del cajón del escritorio una resma de folios. Se sentó en el sofá en frente de la ventana desde donde observaba el jardín. Dos mirlos, con una chispa anaranjada en el pico, revoloteaban entre los arbustos. Hacía tres meses que se habían trasladado a aquella casa, ajardinada, soleada y lejos del tráfico de la ciudad. Había sido una decisión minuciosamente estudiada entre él y su mujer.
Su mujer se desplazaba cada día cincuenta quilómetros para ir al trabajo. Regresaba a las ocho y media, tan pronto acababa el programa de radio. Él ahora estaba en paro. El periódico había rescindido su contrato, se dedicó durante años a hacer los crucigramas, las sopas de letras, los sudokus de las hojas centrales y breves columnas sobre la actualidad televisiva en tono irónico en los suplementos dominicales con el que tuvo un gran éxito. Su firma era muy valorada.
Él vivió el despido como una liberación, una manera de dar rienda suelta a su creatividad y por fin dedicarse a lo que le atraía: escribir. Ejercía de vez en cuando como freelance para algún periódico o para alguna empresa, era un especialista en SEO, en contenidos publicitarios y ocupar espacios en blogs para promocionar sus productos. Escribía, por supuesto, por dinero. A él, el arte le parecía una gran estupidez, a estas alturas del siglo XXI, lo sabe bien, lo que más demanda la sociedad es un entrentenimiento fácil, infantil. Toda obra creativa que conlleve un esfuerzo es rechazada. Veía la televisión, navegaba por la red, acudía a las librerías para saber los gustos, y a partir de ahí escribir hasta dar con la fórmula exacta y, como no, ganar dinero, mucho dinero.
Ahora perfilaba un personaje e hilvanaba la trama. Le gustaban las novelas de intriga. Consideraba que la verdad, la verdad del hombre, es una novela protagonizada por un inspector, una víctima y un asesino. Se rebana los sesos para darle veracidad. Se inspira en Patrcia Highsmith. Dentro de dos horas su mujer regresará del hospital, con su bata, con el olor a Betadine y algodón aún impregnando a su ropa, se inclinará silenciosa sobre el sofá y lo besará. Empezó a anochecer. Preparó el portafolios y comenzó a escribir el inicio del relato:

“ Cae la noche...”

Y la pluma se negó continuar. Luego, cogió un lápiz y lo pasó de soslayo, friccionando con el carboncillo sobre la superficie del papel para descifrar lo que había escrito:

“...me niego a escribir, esta idea no me gusta..., empieza otra vez”

Obedeció y trazó una cruz sobre lo que había escrito. Al instante, comenzó a escribir en la siguiente línea. La tinta ahora no fluía. Era como escribir a ciegas, como si fuese tinta invisible. Levantó las gafas y se frotó los ojos. El continúo indefectiblemente escribiendo hasta acabar un largo párrafo. Lo supo porque la pluma había indicado un punto y aparte, balanceándose al borde del abismo de una palabra. El cogió otra vez el lápiz, un Faber Castell 2=B y coloreó con el carboncillo lentamente el párrafo para leerlo.

En ese instante su mujer regresa a casa. Circula por una carretera comarcal. La noche cae. Encience las luces. Mientras avanza observa como la carretera por la que conduce va desapareciendo. Se borra la luna. Se esfuman las nubes. El paisaje, los árboles, la cuneta, el quitamiedos, las líneas del asfalto, desaparecen, y se ve conduciendo en medio de una absoluta oscuridad en la que los focos iluminan la nada. Acelera. Se asusta un poco, pero piensa que en cualquier instante otro coche se cruzara con el suyo, y se volverá a la normalidad.

El alza el papel a la altura de los ojos y lee:

“ Andrés intentaba dar comienzo a un relato, se adormiló sobre una de las orejeras de su sillón. Había colocado mal el cartucho de tinta en su pluma que goteaba, goteaba...”.

Se hizo de noche. Él no veía el papel, sólo notaba su tacto. Por la ventana vió como se desvanecía la luz de una estrella. Era una noche cerrada. Sonó el teléfono. El reflejo de la luz en la pantalla lo despertó de su ensimismamiento. Lo cogió. La voz de un policia le anunciaba que su mujer había tenido un accidente a pocos kilómetros de su casa. Intentó accionar el interruptor de la lámpara. No funcionó. Cruzó el salón a ciegas, tropezando con las sillas. Se golpeó la rodilla izquierda contra la mesa. Arrimado a la pared logró alcanzar el pasamanos y descendió las escaleras con la máxima rapidez. Abrió la puerta de casa y se encontró de frente con una densa oscuridad. Se dió cuenta de que aún llevaba la pluma en su mano derecha. Intentó localizar su coche. En cuanto lo encontró se introdujo dentro. Las llaves estaban en el contacto. Trató de encenderlo. El motor ronroneó. Encendió los focos y estos iluminaron otra vez la espesa oscuridad, un muro negro e infranqueable. Aún llevaba la pluma en la mano, y, al posarla sobre el salpicadero, comprobó que la tinta se había derramado sobre su mano. Él despertó sobresaltado. Vió por la ventana. Era de noche. Se adivinaba la silueta de los árboles.
La pluma había derramado su tinta sobre el folio, goteaba sobre la alfombra, empapándola. Un enorme charco de tinta se deslizaba por el salón, cubría las paredes, los cuadros, los muebles y seguía su curso por las escaleras hasta la puerta de entrada y se filtraba por la rendija inferior e inundaba, la hierba del jardín, los parterres, el buzón, la acera, la valla, las farolas.
Él no escuchó aparcar el coche de la policia municipal. No vió las luces estroboscópicas. No escuchó el timbre, perseverante, insistente. Tan sólo escuchaba ensimismado como goteaba la tinta entre sus dedos, cada gota, derramándose en la noche.

[Nínive]

Este relato necesita un buen repaso en cuanto a puntuación y tildes se refiere...

Sobre la historia: comienza muy bien, algo lenta, pero con mucho detalle, con un tempo medido. ¿Qué pasa después? La narración se acelera y todo se embarulla. La acción se mezcla y en vez de coger ritmo y que el lector tenga que retener el aliento para conocer el final, lo tiene que leer un par de veces para saber si lo ha entendido bien. No me gusta cómo está resuelto. No me parece que se hayan hilado bien las dos escenas, la del escritor y la de la esposa. Y el final, que podría haber sido espectacular, se queda en un quiero y no puedo.
por contra, la idea del comienzo, la pluma que solo escribe lo que ella quiere, me parece soberbia. Un poco más trabajo, le hace falta a este relato, compañero.

[Gisso]

Un historia un poco liosa y que empieza y continua algo lenta, aunque tiene alguna que otra frase que me ha gustado bastante. La parte en que la pluma parece tener "pensamiento propio" ha llamado mi atención y creía que iba a ir por otros derroteros... y de repente toda la acción se embarulla y se precipita, tantas frases entrecortadas por los signos de puntuación dan la sensación de estar leyendo un telegrama y volviéndose todo surrealista. El problema es que al finalizar te deja la sensación de no haber entendido muy bien lo que ha ocurrido. Me hubiese gustado que jugases más con el tema de la pluma, hubiese sido una buena idea...

[Landra]

Yo me adhiero a los comentarios ya escritos al respecto... si se me permite el atrevimiento.

Un saludo.

[Topito]

Difiero con Níni. Me parece muy bueno. El principio es impresionante. El final está escrito para que el lector saque sus propias conclusiones.

Aquí mi impresión: la tinta es la sangre del arte, de la creatividad. El protagonista solo ve el negocio de la escritura, desechando el arte de la palabra. Y la palabra se venga ante un autor que se vende al mejor postor (aunque, vamos, hasta los grandes lo hicieron para poder sobrevivir). No obstante, puede que me monte mi propia película.

El final no me parece desentonado con el principio, la verdad. Lo he leído de principio a fin de buen grado.

Mi sincera enhorabuena, autor.

[zilum]

Me encanta tu interpretación, Topito, le daría un plus al relato.

Personalmente me gusta mucho la forma de escribir del autor y he disfrutado con la lectura. Mi crítica es que el argumento no me entusiasma, no me enganchó. El final está bien que quede abierto para que cada uno saque sus conclusiones. Mi primera teoría es que el tipo se suicidó.

Autor con talento

[MomoEnSilencio]

La idea no me parece mala aunque creo haber leído algo parecido hace tiempo.
Repasaría puntuación, como han dicho en otros comentarios.
Mi crítica se refiere a que le falta algo, yo diría que más desarrollo en medio, incluso un párrafo más.
Me suelen gustar las historias con final abierto, pero este relato me deja la sensación de quedarse a medias.
Gracias por la participación y buena suerte

[blinder]

Hola autor/a

Primero decir que sé que es cosa mía, pero no me enteraba bien de lo que pasaba en el relato, quizás tenga que releerlo. Hay partes que no entiendo bien, como que se despierta una vez dentro del coche? No sé, quizás soy demasiado simple para entenderlo.

Lo que si me empezaba a gustar es que la pluma solo escribiera si le gustaba la historia. Eso me ha encantado.

PD. He visto un "Quilómetro" que me ha llamado la atención. No sé si es error o quizás se escribe así, pero en la RAE no está como aceptado, según he visto. ¿Está bien así?

Gracias y suerte.

[Oberón]

Creo no haberlo entendido, y una cosa más: alguna falta de ortografía es entendible. Pero cuando las faltas de ortografía comienzan a dificultar, aunque sea en lo más mínimo, la comprensión de la lectura, entonces me parecen imperdonables.

Comparto los comentarios sobre esa historia de la pluma autómata; historia que quiso ver la luz pero murió en el intento.

Pero quién sabe, tal vez esas ideas sean sólo cosa mía.

[Fernweh]

Me ha costado un poco seguir este relato. Al principio me he sentido intrigada con la pluma, pero luego he empezado a verlo un poco lento, y la historia empieza a difuminarse en mi mente en el momento del accidente de su mujer.
Me quedo con la sensación de que nos has querido contar algo que yo no he llegado a comprender. Pero que eso no te desanime, que el problema igual es mio.

[Topito]

PD. He visto un "Quilómetro" que me ha llamado la atención. No sé si es error o quizás se escribe así, pero en la RAE no está como aceptado, según he visto. ¿Está bien así?

Gracias y suerte.

No es incorrecta. No obstante, la RAE aconseja escribir "Kilómetro", pues "quilómetro" es una palabra en desuso.

RAE: "incorporó la Ortografía de 2010.
kilómetro. ‘Mil metros’. Es voz esdrújula. No es correcta la forma llana kilometro (pron. [kilométro]). Su símbolo es km (→ apéndice 3). La variante quilómetro está en desuso."

Y este no es el mío. Pero por mis estudios utilizo mucho kilómetro. Y quería dejarlo claro para que el autor no se tire de los pelos leyendo la pd, jajaja.

[Berlín]

La idea me gusta mucho. Un tipo que escribe solo por dinero y una pluma que se niega a escribir lo que no le gusta. Luego en la redacción yo me he perdido un poco. ¿Ventigésimo? ¿No será vigésimo? Luego tienes algunos errores más como el nombre de la escritora del suspense y algunas cosillas más. El tema de la mujer: ¿trabaja en la radio o en un hospital? Primero dices que vuelve del trabajo cuando acaba el programa y luego que suele besarle cuando llega toda llena de betadine y bla bla bla.

En fin, a mi la idea me parece muy buena, pero la ejecución es mejorable.

Por cierto, me ha venido a la cabeza Paul Auster. ¿Su familia no murió en un accidente de avión? Luego esto se convirtió en algo recurrente en sus novelas. Bueno, pues, autor, tu personaje ya tiene material para escribir.

[Mister_Sogad]

Puuff, autor/a debo releerlo, me encuentro un pelín confuso por la recta final del relato. No obstante, me ha gustado el giro que le has dado al mezclar la posibilidad de que la pluma y su tinta tuvieran interacción con la ralidad, fuera esto o no fruto de un sueño es una buena idea, y necesaria, porque el relato comienza bien, me he sentido a gusto viendo la rutina que quería iniciar tu protagonista, pero ha llegado un punto en que parecía alargarse demasiado ese toque costumbrista hasta que has dado el giro y he sonreído; que la pluma escribiera por si sola (aunque sin tinta) lo que quisiera, lo que señalo de la interacción con la realidad de la mujer volviendo a cas a y siendo testigo del cambio de la realidad a su alrededor, y luego esa escena con la tinta derramándose hasta fuera de la casa... En serio, la intención con que has escrito el relato me parece buena, has jugado con escenas que se visualizan con facilidad y que, además, me parecen atractivas, quizá yo hubiera apostado por alargar el tema onírico, ahondando en las posibilidades de la alteración de la realidad.

Respecto a la confusión mía... ese meter un sueño dentro de otro sueño me ha dejado raro, no sé si lo he pillado o si me he pasado de listo, por eso esperaré a mi segunda vuelta de comentarios (si es que me da tiempo) para tratar de aclararme.

El relato necesita un repasito por cierto, algunos fallos hay, pero también palabras que creo piensas que significan una cosa y en realidad son otra.

Ya volveré en una segunda vuelta autor/a.

[David P. González]

Me gusta cómo escribes, autor, pero no tengo claro si he interpretado bien el relato. Yo creo que se ha suicidado, eso no lo dudo, pero no sé si el accidente de su esposa es real o soñado por él. Los hechos son un poco confusos o crípticos. No gustándome lo críptico (porque no me entero, no por otra cosa ) tu relato sí me ha gustado.

[blinder]

No es incorrecta. No obstante, la RAE aconseja escribir "Kilómetro", pues "quilómetro" es una palabra en desuso.

RAE: "incorporó la Ortografía de 2010.
kilómetro. ‘Mil metros’. Es voz esdrújula. No es correcta la forma llana kilometro (pron. [kilométro]). Su símbolo es km (→ apéndice 3). La variante quilómetro está en desuso."

Y este no es el mío. Pero por mis estudios utilizo mucho kilómetro. Y quería dejarlo claro para que el autor no se tire de los pelos leyendo la pd, jajaja.

Gracias Topi, nadie mejor que tú lo podía explicar Disculpas al autor/a por mi ignorancia