CV5 - Pececillo - Iliria (Ganadora)
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CV5 - Pececillo - Iliria (Ganadora)
PECECILLO
Si alguien pudiera admirar la costa desde aquel punto imposible, apreciaría un mar sumergido en la noche, un mar turquí, cobalto, que solo mezclado con destellos lunares y espuma al estrellarse contra las rocas se aclararía en una tonalidad de irresistible cian. El salitre saturaría los pulmones, impregnaría la piel hasta cuartearla. La fuerza del oleaje en su rugido hubiese arrancado ya de los escollos al incauto espectador, o lo hubiera aplastado contra los peñascos a flor de agua.
Un mar inabarcable, infinito, contemplado con la mirada de siglos superpuestos que al final se reducían al continuo impulso de una retirada, seguida de una embestida contra los acantilados, como un vivo afán de inundar la costa entera, de sumergir todo el orbe en agua.
Era el mar todo cuanto tenía, el único mundo al que podía volver.
Como él, otros más se sumergieron en el lugar. Llegaron a ser varios cruzándose, en apariencia sin verse, vinculados al constante flujo, como mecidos en su desconsuelo por una invisible madre. Fueron diluyéndose en el devenir del tiempo, sin una causa. Quizá las olas fueron borrando su esencia, al igual que a través de eones moldeaban la costa, o tal vez pudieron hallar reposo en alguna otra parte. Apenas lo recordaba, ni siquiera parecía importarle. Había asimilado la soledad, se había ahormado en ella como en el paisaje que lo envolvía.
A pie de playa, rayana el alba, salían a faenar grupos de pescadores. El mar, más calmo, permitía que las barquitas cabecearan sobre su oleaje hacia la herida que el amanecer iba abriendo en el horizonte. La noche cedía poco a poco ante los tonos rosado, perla, malva, lavanda, que fundían cielo y agua. Con pies cuyas huellas no marcaban la arena ni lamían las olas, se dirigía hacia los acantilados, recortados por los últimos vestigios de tinieblas.
Cualquier viajero se hallaría sobrecogido ante la mole de roca alzada al cielo. Intentaría que su vista la abarcara por completo, pero en ese instante todo parecería haberse convertido en estrías de piedra salpicadas de maquia que brotaba entre ellas, en algunos puntos de un verde intenso, grisáceo en otros. Sin más punto de referencia, aparte del batir de las olas, no hubiese percibido más sonido ni señal de vida en medio del aire salobre que el chillido de alguna gaviota. Aunque una mirada podía volverse vacua ante la eterna sucesión de amaneceres, algo parecido a una emoción, un recuerdo remoto, titilaba cada vez que rondaba al pie del escarpe. El lugar parecía llamarle desde la cima.
Los caminos recién abiertos entre pinares y el aroma a azahar de los naranjos en las nuevas villas no habían ocultado para él las antiguas sendas de robledales, ni los manantiales, ni las veredas de antaño donde a veces rondaban genios y lares viales entre la espesura del mirto y del lentisco. Solo en alguna ocasión la membrana que separaba ambos mundos se volvía demasiado fina, y ante sus ojos alguien con singulares atavíos quedaba estremecido a su paso, mientras a él la visión le causaba indiferencia, sin desviarse del trayecto. Trayecto que, jalonado de indicaciones para él misteriosas, le llevaba hasta la villa en ruinas en lo alto del promontorio que dominaba toda la isla. A su paso, los vestigios se iban revistiendo de estancias cubiertas por suntuosas pinturas y alfombradas de brillantes mosaicos, veladas por estatuas de dioses terribles o benévolos junto a terrazas abiertas a la brisa del mar, a los jardines rebosantes de fuentes, a los bosques de fresca espesura. Una imagen, la de él mismo bañándose en agua dulce junto a otros pequeñuelos en las termas del lugar, se iba haciendo más nítida.
“Pececillos” – les llamaba el hombre rico –. “Venid aquí, mis pececillos”.
El hombre se zambullía en el baño y ellos, aleccionados, buceaban rozando su cuerpo, mordisqueando. Alguna vez le habían premiado por ser el más complaciente de todos, pero el hombre era viejo, y se hastiaba pronto. Los pequeños iban desapareciendo para que otros con menos malicia y edad ocuparan sus puestos. Nunca supo que había sido de los que se fueron, hasta que un día el hombre se lo hizo saber.
En su corta vida, su única perspectiva del mar había sido desde lo alto. Un golpe por la espalda, y una interminable sensación de atravesar el aire con el estómago contraído. Y la visión cada vez más cercana de las vetas de espuma sobre un mármol viviente de tono azurita. El mar, el monstruo de lenguas infinitas relamiéndose contra los colmillos de roca, presto a tomar su ofrenda, quebrada entre los escollos.
Cuando el recuerdo se disipaba, se encontraba de nuevo junto a las rocas. El estallido de las olas sonaba más amortiguado dentro de la gruta, cuya entrada albergaba restos de espuma que agonizaban en gorgoteos. Ecos de agua reverberaban por las paredes. Con la marea baja se podía recorrer a pie un trecho por salientes resbaladizos que formaban un pasillo natural, hasta la salida al mar por otro extremo. Pero él nunca los había necesitado. El mar, devorada la carne, había dejado que sus olas fuesen reuniendo la pequeña osamenta, ahora oculta bajo capas de sedimento, las cuales durante siglos velaba el pececillo jornada tras jornada.
Idea extraída de "Vidas de los doce césares" (Suetonio).
Si alguien pudiera admirar la costa desde aquel punto imposible, apreciaría un mar sumergido en la noche, un mar turquí, cobalto, que solo mezclado con destellos lunares y espuma al estrellarse contra las rocas se aclararía en una tonalidad de irresistible cian. El salitre saturaría los pulmones, impregnaría la piel hasta cuartearla. La fuerza del oleaje en su rugido hubiese arrancado ya de los escollos al incauto espectador, o lo hubiera aplastado contra los peñascos a flor de agua.
Un mar inabarcable, infinito, contemplado con la mirada de siglos superpuestos que al final se reducían al continuo impulso de una retirada, seguida de una embestida contra los acantilados, como un vivo afán de inundar la costa entera, de sumergir todo el orbe en agua.
Era el mar todo cuanto tenía, el único mundo al que podía volver.
Como él, otros más se sumergieron en el lugar. Llegaron a ser varios cruzándose, en apariencia sin verse, vinculados al constante flujo, como mecidos en su desconsuelo por una invisible madre. Fueron diluyéndose en el devenir del tiempo, sin una causa. Quizá las olas fueron borrando su esencia, al igual que a través de eones moldeaban la costa, o tal vez pudieron hallar reposo en alguna otra parte. Apenas lo recordaba, ni siquiera parecía importarle. Había asimilado la soledad, se había ahormado en ella como en el paisaje que lo envolvía.
A pie de playa, rayana el alba, salían a faenar grupos de pescadores. El mar, más calmo, permitía que las barquitas cabecearan sobre su oleaje hacia la herida que el amanecer iba abriendo en el horizonte. La noche cedía poco a poco ante los tonos rosado, perla, malva, lavanda, que fundían cielo y agua. Con pies cuyas huellas no marcaban la arena ni lamían las olas, se dirigía hacia los acantilados, recortados por los últimos vestigios de tinieblas.
Cualquier viajero se hallaría sobrecogido ante la mole de roca alzada al cielo. Intentaría que su vista la abarcara por completo, pero en ese instante todo parecería haberse convertido en estrías de piedra salpicadas de maquia que brotaba entre ellas, en algunos puntos de un verde intenso, grisáceo en otros. Sin más punto de referencia, aparte del batir de las olas, no hubiese percibido más sonido ni señal de vida en medio del aire salobre que el chillido de alguna gaviota. Aunque una mirada podía volverse vacua ante la eterna sucesión de amaneceres, algo parecido a una emoción, un recuerdo remoto, titilaba cada vez que rondaba al pie del escarpe. El lugar parecía llamarle desde la cima.
Los caminos recién abiertos entre pinares y el aroma a azahar de los naranjos en las nuevas villas no habían ocultado para él las antiguas sendas de robledales, ni los manantiales, ni las veredas de antaño donde a veces rondaban genios y lares viales entre la espesura del mirto y del lentisco. Solo en alguna ocasión la membrana que separaba ambos mundos se volvía demasiado fina, y ante sus ojos alguien con singulares atavíos quedaba estremecido a su paso, mientras a él la visión le causaba indiferencia, sin desviarse del trayecto. Trayecto que, jalonado de indicaciones para él misteriosas, le llevaba hasta la villa en ruinas en lo alto del promontorio que dominaba toda la isla. A su paso, los vestigios se iban revistiendo de estancias cubiertas por suntuosas pinturas y alfombradas de brillantes mosaicos, veladas por estatuas de dioses terribles o benévolos junto a terrazas abiertas a la brisa del mar, a los jardines rebosantes de fuentes, a los bosques de fresca espesura. Una imagen, la de él mismo bañándose en agua dulce junto a otros pequeñuelos en las termas del lugar, se iba haciendo más nítida.
“Pececillos” – les llamaba el hombre rico –. “Venid aquí, mis pececillos”.
El hombre se zambullía en el baño y ellos, aleccionados, buceaban rozando su cuerpo, mordisqueando. Alguna vez le habían premiado por ser el más complaciente de todos, pero el hombre era viejo, y se hastiaba pronto. Los pequeños iban desapareciendo para que otros con menos malicia y edad ocuparan sus puestos. Nunca supo que había sido de los que se fueron, hasta que un día el hombre se lo hizo saber.
En su corta vida, su única perspectiva del mar había sido desde lo alto. Un golpe por la espalda, y una interminable sensación de atravesar el aire con el estómago contraído. Y la visión cada vez más cercana de las vetas de espuma sobre un mármol viviente de tono azurita. El mar, el monstruo de lenguas infinitas relamiéndose contra los colmillos de roca, presto a tomar su ofrenda, quebrada entre los escollos.
Cuando el recuerdo se disipaba, se encontraba de nuevo junto a las rocas. El estallido de las olas sonaba más amortiguado dentro de la gruta, cuya entrada albergaba restos de espuma que agonizaban en gorgoteos. Ecos de agua reverberaban por las paredes. Con la marea baja se podía recorrer a pie un trecho por salientes resbaladizos que formaban un pasillo natural, hasta la salida al mar por otro extremo. Pero él nunca los había necesitado. El mar, devorada la carne, había dejado que sus olas fuesen reuniendo la pequeña osamenta, ahora oculta bajo capas de sedimento, las cuales durante siglos velaba el pececillo jornada tras jornada.
Idea extraída de "Vidas de los doce césares" (Suetonio).
Re: CV5 - Pececillo
Buff!
Estimado(a) autor(a):
Qué decirte? Pues que me has maravillado con tu hermosa y rica prosa...leerte ha sido como flotar por un mar de aguas mansas cálidas...donde todo es delicia, armonía y belleza.
No sabría decir, en cambio, que significado tiene tu trabajo. Ese infinito mar visto desde aquel punto, aquel hombre que entraba en él y se codeaba con los pececillos...
Seguro que debo volver a leerlo con mayor atención...pero esta vez, espero sepas perdonar, me he dejado embrujar por el conjunto de palabras radiantes que tu texto ha ido desprendiendo párrafo a párrafo.
Gran trabajo
Enviado desde mi ALE-L21 mediante Tapatalk
Estimado(a) autor(a):
Qué decirte? Pues que me has maravillado con tu hermosa y rica prosa...leerte ha sido como flotar por un mar de aguas mansas cálidas...donde todo es delicia, armonía y belleza.
No sabría decir, en cambio, que significado tiene tu trabajo. Ese infinito mar visto desde aquel punto, aquel hombre que entraba en él y se codeaba con los pececillos...
Seguro que debo volver a leerlo con mayor atención...pero esta vez, espero sepas perdonar, me he dejado embrujar por el conjunto de palabras radiantes que tu texto ha ido desprendiendo párrafo a párrafo.
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- Paraná
- No tengo vida social
- Mensajes: 1285
- Registrado: 07 Feb 2017 18:02
- Ubicación: Tucumán - Argentina
Re: CV5 - Pececillo
Este es un magnífico relato, según mi lectura y comprensión. El tema, la historia en sí misma, así como la identidad del protagonista, están ocultos entre las volutas de la prosa (algo excesiva en algunos fragmentos, he de decirlo) y la ambigüedad que le confieren los recursos retóricos. Pero en una segunda lectura, el cuadro aparece nítido, gracias a esa astuta pista de los "pececillos". La perspectiva del relato, desde uno de los niños asesinados por esa bestia cruel que fue el pedófilo Tiberio, le dan un valor agregado a la historia. ¡Tremendo trabajo! Mis sinceras felicitaciones. La única pega que le encontré es el exceso retórico. Ya se sabe: de lo bueno, lo justo.
Puedo prever que estará entre los mejor puntuados por mí.
Puedo prever que estará entre los mejor puntuados por mí.
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Re: CV5 - Pececillo
Lo acaba de decir Paraná.
En la primera lectura he pensado, sinceramente, que era aburrido y en exceso descriptivo.
Pero, oh, sorpresa, cuando lo he leído por segunda vez. No podía ser que todo esto estuviera ahí para nada, claro que no. Me contaron un día esta perversión de Tiberio, y como para olvidarla. Así que he podido dilucidar la historia que nos estás contando. Desde arriba.
Me parece una currada y está muy bien atado todo. Hay que dejarse llevar por las imágenes. Aguas, playas, rocas, el mirto, la cima.
Me encanta encontrar historias y ver cómo se lo curra el autor para dejarse descubrir sin mostrar demasiado. No es ningún secreto
Enhorabuena, eres un emperador. Que ni pintado te va.
A ver, tampoco voy a ponerme a tus pies, pero que sí.
PD. Y qué bonito el condicional.
En la primera lectura he pensado, sinceramente, que era aburrido y en exceso descriptivo.
Pero, oh, sorpresa, cuando lo he leído por segunda vez. No podía ser que todo esto estuviera ahí para nada, claro que no. Me contaron un día esta perversión de Tiberio, y como para olvidarla. Así que he podido dilucidar la historia que nos estás contando. Desde arriba.
Me parece una currada y está muy bien atado todo. Hay que dejarse llevar por las imágenes. Aguas, playas, rocas, el mirto, la cima.
Me encanta encontrar historias y ver cómo se lo curra el autor para dejarse descubrir sin mostrar demasiado. No es ningún secreto
Enhorabuena, eres un emperador. Que ni pintado te va.
A ver, tampoco voy a ponerme a tus pies, pero que sí.
PD. Y qué bonito el condicional.
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Re: CV5 - Pececillo
Bueno. Este relato reúne a priori todos los elementos para encantarme. Una prosa rica y cuidada, vocabulario amplio ( me has hecho buscar términos en el diccionario y eso para mí siempre es un plus), unas imágenes bellas y evocadoras,...peeeero en dos lecturas no he entendido lo que me quieres contar. Eso seguro que es problema mío, no tuyo autor/a, pero final y necesariamente tenemos que ir de la mano. Y ahí es donde mi intelecto se mosquea y me dice que me vaya a comer un cucurucho y vuelva otro día.
Así que te mando, por ahora, un abrazo fresquito y con sabor a nata.
Así que te mando, por ahora, un abrazo fresquito y con sabor a nata.
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Re: CV5 - Pececillo
Y ahora acabo de leer a Paraná y Ororo y me voy a pegar un atracón de cucuruchos mientras me empapo en la wiki acerca de Tiberio. Y la colleja ya me la doy yo misma.
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- Bree Van de Kamp
- Lector ocasional
- Mensajes: 28
- Registrado: 16 May 2017 11:26
Re: CV5 - Pececillo
Impresionante relato en cuanto a vocabulario y prosa.
En cuanto a la historia no la llego a entender bien, y a mi modo de ver, demasiado extensa.
Volveré a leerlo.
¡Suerte!
En cuanto a la historia no la llego a entender bien, y a mi modo de ver, demasiado extensa.
Volveré a leerlo.
¡Suerte!
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- Frigg
- No puedo vivir sin este foro
- Mensajes: 644
- Registrado: 21 Mar 2016 12:45
- Ubicación: Más pallá que pa cá
Re: CV5 - Pececillo
Demasiado intenso para mí, autor. Hay pinceladas que me gustan pero un lenguaje tan barroco me hace complicado el disfrutar de la historia. He tenido que leerlo tres veces para darme cuenta de esa imagen en la que el niño es empujado hacia las rocas, acabando con su vida, sin el menos remordimiento del emperador tirano que abusaba de mil pececillos más. Y aún así tengo la sensación de que se me escapan mil cosas más...
Resumen; Tu relato es de aguas muy frías, en las que hay que entrar poco a poco hasta capuzarse y bucear. Pero por el momento, tan sólo me moja el ombligo...
Resumen; Tu relato es de aguas muy frías, en las que hay que entrar poco a poco hasta capuzarse y bucear. Pero por el momento, tan sólo me moja el ombligo...
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- cindia
- No tengo vida social
- Mensajes: 2379
- Registrado: 23 Jul 2012 15:08
- Ubicación: En casa de los Fisher
Re: CV5 - Pececillo
Diría que tu relato se disfruta más la segunda vez que se lee que la primera, dónde ya estás situado en qué te está contando la historia.
Y sin duda me ha enamorado tu prosa, así da gusto leer!! Y la perspectiva que le das a tu relato no se queda atrás. Que maravilla todo No conocía la historia de Tiberio y me ha sorprendido que se basara en uno de los niños que fue víctima de ese emperador, una historia cruel, pero consigues que no se lea tan dramáticamente y fluya con suavidad como la marea.
Poco más que decirte, te deseo suerte, pero no creo que la necesites
Y sin duda me ha enamorado tu prosa, así da gusto leer!! Y la perspectiva que le das a tu relato no se queda atrás. Que maravilla todo No conocía la historia de Tiberio y me ha sorprendido que se basara en uno de los niños que fue víctima de ese emperador, una historia cruel, pero consigues que no se lea tan dramáticamente y fluya con suavidad como la marea.
Poco más que decirte, te deseo suerte, pero no creo que la necesites
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Re: CV5 - Pececillo
Autor/a, te felicito. Está muy bueno, la prosa es excelente, me llevaste adonde quisiste y lo hiciste con una suavidad extrema, me encantó como trataste al mar, de repente era un hermoso haz de colores y en otro era un monstruo devorador. Tu forma de detallar con tanta cadencia es una belleza. Podría animarme a decir que te conozco
Gracias por compartirlo y mucha suerte, algo que seguramente vas a tener
Gracias por compartirlo y mucha suerte, algo que seguramente vas a tener
- artemisa27
- Foroadicto
- Mensajes: 4170
- Registrado: 28 Dic 2016 16:01
- Ubicación: La Comarca
Re: CV5 - Pececillo
Tienes un estilo descriptivo que abruma, y una prosa tremendamente buena. De verdad, tu estilo hace que uno se pierda entre las palabras.
Esto que te he dicho puede parecer muy positivo, de hecho, lo es, y denota talento pero... Es precisamente el "pero" de la historia. Yo no sé nada de quién es Tiberio, pero al leer el cuento la primera vez he entendido que se habla de un niño que sufrió a manos de un pedófilo. Eso está claro. No obstante, he tenido que concentrarme mucho para entender qué estabas contando, tu prosa ocultaba el contenido. Y eso, dudo que sea muy bueno. Te daré un consejo: cuando el tema es suficientemente bueno, es cierto que debe estar también bien envuelto, pero el exceso no favorece, ni a nada ni a nadie.
En resumen, la historia es buena, pero creo que no te ha salido bien la forma de contarla.
¡Buena suerte!
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Esto que te he dicho puede parecer muy positivo, de hecho, lo es, y denota talento pero... Es precisamente el "pero" de la historia. Yo no sé nada de quién es Tiberio, pero al leer el cuento la primera vez he entendido que se habla de un niño que sufrió a manos de un pedófilo. Eso está claro. No obstante, he tenido que concentrarme mucho para entender qué estabas contando, tu prosa ocultaba el contenido. Y eso, dudo que sea muy bueno. Te daré un consejo: cuando el tema es suficientemente bueno, es cierto que debe estar también bien envuelto, pero el exceso no favorece, ni a nada ni a nadie.
En resumen, la historia es buena, pero creo que no te ha salido bien la forma de contarla.
¡Buena suerte!
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- Iliria
- Foroadicto
- Mensajes: 4864
- Registrado: 23 Jul 2014 23:13
- Ubicación: En la Torada Mágica, para siempre
Re: CV5 - Pececillo
Me ha gustado mucho el trasfondo de esta historia. Que bueno encontrar un texto que alimente la curiosidad, el deseo de aprender.
Otro aspecto llamativo es la vida que le has dado al mar, que eclipsa hasta al protagonista.
Pero si que es verdad que la prosa es difícil; coincido con Nora en que autor y lector deben ir de la mano. Hay que leerte con calma, autor/a.
Gracias por compartir tu relato
Otro aspecto llamativo es la vida que le has dado al mar, que eclipsa hasta al protagonista.
Pero si que es verdad que la prosa es difícil; coincido con Nora en que autor y lector deben ir de la mano. Hay que leerte con calma, autor/a.
Gracias por compartir tu relato
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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- Spicata
- No puedo vivir sin este foro
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- Registrado: 31 Oct 2009 15:41
- Ubicación: Donde las estrellas se cruzan con el viento
Re: CV5 - Pececillo
¡Vaya tela!
Me has dejado ojiplática, autor. No tengo palabras... bueno sí, que tu relato es para leerlo tres veces, la primera para entender, la segunda para saborear y la tercera para maravillarse. Había oído hablar de Tiberio, pero si no llega a ser por Paraná, no me hubiese dado cuenta de que hablabas de él... pero cuando la verdad me ha sido revelada, he vuelto a releer este magnífico diamante en bruto que me ha dejado sin palabras. Es espectacular el trabajo que hay detrás, maravillosa prosa muy bien cuidada y ¡uf! me quedo parca en palabras ante tal obra maestra.
Enhorabuena, autor.
Me has dejado ojiplática, autor. No tengo palabras... bueno sí, que tu relato es para leerlo tres veces, la primera para entender, la segunda para saborear y la tercera para maravillarse. Había oído hablar de Tiberio, pero si no llega a ser por Paraná, no me hubiese dado cuenta de que hablabas de él... pero cuando la verdad me ha sido revelada, he vuelto a releer este magnífico diamante en bruto que me ha dejado sin palabras. Es espectacular el trabajo que hay detrás, maravillosa prosa muy bien cuidada y ¡uf! me quedo parca en palabras ante tal obra maestra.
Enhorabuena, autor.
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Re: CV5 - Pececillo
Querido autor, querida autora (es la primera vez en este concurso que encabezo así un mensaje, lo cual no hace presagiar algo bueno):
No soy aficionado a aportar la nota discordante por sistema, ni tampoco me gusta seguir las modas, así que simplemente mostraré mi opinión; espero que te sea de utilidad, y si por algún casual te parece fútil será porque mis gustos están en las antípodas de los tuyos. Así es como nace el arte y así es como se enriquece.
Sé apreciar la calidad de escritura, la cual tienes y ejerces con pleno conocimiento (y acaso con una pizca de orgullo, que siempre viene bien). Pero no la he disfrutado. Nadita. Nada. Cero. None. Rien. Ositoko ositaka. Y el motivo es que el relato es pura descripción, y además descripción barroca, regodeada en su propia belleza y afán de seducción. Y bien que ha seducido a muchos lectores, de lo cual me alegro, pero no a mí. Insisto: cuestión de gustos.
Si tuviera que describirme leyendo tu relato, te confesaré que dediqué tres ocasiones a leerlo con detenimiento buscando algo que me enganchara, y, al no encontrarlo, fue a la cuarta cuando me armé con una espátula y raspé la pantalla del ordenador para ver si debajo de todas aquellas letras había otra cosa que se me escapaba, pero no. Todo está en ese texto que me ha sido difícil de disfrutar. (Me debes una nueva pantalla para el ordenador, por cierto .)
La poesía del cuerpo amalgamado en el sedimento de la costa es irreprochable, así como toda la historia que guarda detrás. Pero para mí, acostumbrado a la prosa simple, al mensaje directo, al desarrollo de una historia y al diálogo como elemento de avance, este relato que nos presentas me resulta excesivo en sus pretensiones. Y como no quiero ser ofensivo, ni hiriente, ni mucho menos injusto, creo que la mejor forma de calificarlo es "un lienzo escrito".
Es bello, muy bello, pero a mí me ha transmitido menos que otros relatos. Casi con toda seguridad no te entregue ningún punto. Qué coño, tampoco los necesitarás porque los buenos lectores te los habrán entregado .
Buena travesía y disculpa estos vientos que empujan en dirección errada .
No soy aficionado a aportar la nota discordante por sistema, ni tampoco me gusta seguir las modas, así que simplemente mostraré mi opinión; espero que te sea de utilidad, y si por algún casual te parece fútil será porque mis gustos están en las antípodas de los tuyos. Así es como nace el arte y así es como se enriquece.
Sé apreciar la calidad de escritura, la cual tienes y ejerces con pleno conocimiento (y acaso con una pizca de orgullo, que siempre viene bien). Pero no la he disfrutado. Nadita. Nada. Cero. None. Rien. Ositoko ositaka. Y el motivo es que el relato es pura descripción, y además descripción barroca, regodeada en su propia belleza y afán de seducción. Y bien que ha seducido a muchos lectores, de lo cual me alegro, pero no a mí. Insisto: cuestión de gustos.
Si tuviera que describirme leyendo tu relato, te confesaré que dediqué tres ocasiones a leerlo con detenimiento buscando algo que me enganchara, y, al no encontrarlo, fue a la cuarta cuando me armé con una espátula y raspé la pantalla del ordenador para ver si debajo de todas aquellas letras había otra cosa que se me escapaba, pero no. Todo está en ese texto que me ha sido difícil de disfrutar. (Me debes una nueva pantalla para el ordenador, por cierto .)
La poesía del cuerpo amalgamado en el sedimento de la costa es irreprochable, así como toda la historia que guarda detrás. Pero para mí, acostumbrado a la prosa simple, al mensaje directo, al desarrollo de una historia y al diálogo como elemento de avance, este relato que nos presentas me resulta excesivo en sus pretensiones. Y como no quiero ser ofensivo, ni hiriente, ni mucho menos injusto, creo que la mejor forma de calificarlo es "un lienzo escrito".
Es bello, muy bello, pero a mí me ha transmitido menos que otros relatos. Casi con toda seguridad no te entregue ningún punto. Qué coño, tampoco los necesitarás porque los buenos lectores te los habrán entregado .
Buena travesía y disculpa estos vientos que empujan en dirección errada .
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