Terminado.
Si leemos a Stefan Zweig, definitivamente, nos trasportamos a un cielo estrellado descrito de forma excepcional para lujo de los lectores. Para mi solaz y regusto, ¡ha sido una maravilla!. Se nota que es uno de mis escritores favoritos -ayuda, por supuesto, las espléndidas traducciones de la editorial
Acantilado- y escriba ensayo o novela despliega lo mejor de él.
El intento del autor de describir, como mundos paralelos, la época de Montaigne con la suya hace que este ensayo se convierta en un panegírico sin tapujos: todo lo que hizo Montaigne le parece bien a Zweig. Puede ser que sea cierto que Michel de Montaigne fuera un personaje excepcional -desgraciadamente, he leído muy poco de él y escrito por él- pero lo toma como ejemplo de lo que un hombre, de lo que un intelectual, tiene que hacer contra la barbarie de esos años 40 del siglo pasado y, por ende, frente a todas las barbaries.
Como todos sabemos, Stefan Zweig no fue del todo fiel al planteamiento del pensador francés, pero alaba el gusto por la búsqueda de uno mismo, de ser uno ante el Todo que lo destruye; en definitiva, toma a Michel de Montaigne como ejemplo.
Como es un ensayo muy fácil de leer y corto -¡sólo 111 páginas!- ¡os invito a que disfruteis de esta lectura!
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