Aquí un extracto del primer tomo de las Cartas de Pierre. Comunicación del 25 de septiembre de 1918:
25 de septiembre de 1918
Mamá querida:
Haces bien no planteándote nunca por adelantado el posible tema de nuestro siguiente encuentro, pues el trabajo de tu cerebro me molestaría bastante.
Cuanto menor sea el papel que jueguen tu pensamiento personal, tus concepciones y tus creencias, más fácil me será hacerte llegar mis palabras.
Como ya te dije, querida mamá, todavía no conozco todos los misterios; por eso, de lo único que te he hablado ha sido de cosas que conocemos y se nos enseñan en nuestra esfera.
Un día me preguntaste quiénes eran nuestros maestros: son espíritus humanos llegados a un grado superior que tienen como misión iluminarnos y mostrarnos así, al mismo tiempo, los errores del pasado y la meta a conquistar en el futuro. Estos maestros cambian, porque pertenecen siempre a una esfera superior a la de sus alumnos; cuando éstos ascienden a una etapa superior, las enseñanzas les llegan a su vez de la esfera que está por encima de ellos; pero a su vez, ellos también pueden enseñar a los que dejaron atrás. Naturalmente, algunos de nuestros maestros pasan también a otra etapa y se encuentran así en condiciones de continuar su enseñanza con aquellos mismos que instruían desde la esfera que abandonaron, si todos superaron a la vez una etapa. Comprenderás que no se trata de algo matemático, ya que no todos los espíritus avanzan al mismo ritmo, pero éste es el modo de actuar.
En una palabra, la enseñanza que recibimos responde por completo al grado de conocimientos en que nos encontramos: de ahí que no exista ninguna confusión, el alimento responde a la edad espiritual del que lo recibe.
Este era el método que Cristo utilizaba en la tierra. Él lo dijo muchas veces. Por eso es un error quedarse anclado con obstinación en la letra de la enseñanza de Cristo. Él mismo dijo a los hombres "que no había venido a abolir la ley y los profetas" (Mt 5, 17), y sin embargo, ¡qué enorme evolución desde Moisés a Jesús! De la misma manera, una comprensión más amplia y más profunda del Evangelio no significa su "abolición", sino su cumplimiento. El Evangelio es la Luz: la ocultáis si no admitís la voluntad de Dios, que siempre es de progreso... progreso en todas sus formas.
Comprendo la preocupación de los teólogos: "no seguir tomando el Evangelio" al pie de la letra, "sin variación ni cambio, ¿no es lanzarse a lo arbitrario"?... Queridos amigos, nosotros somos enviados por Dios para conduciros por todos esos caminos que se llaman: "Cristo, Perfecto-Amor", ¡pero vosotros os negáis a escucharnos! Y sin embargo, los Apóstoles ya habían comprendido que éramos nosotros los encargados de este trabajo en la viña del Señor... "examinad los espíritus para saber si son de Dios" (I Jn 4, 1); ¿no es ésta la enseñanza que os dejaron?... Y dos mil años después (¡para la tierra muchos años!), dos mil años después ¡todavía no entendéis esta enseñanza primaria, pero esencial!
Los rayos que intentamos haceros llegar, los extraemos de la fuente de luz por excelencia: Cristo... y vosotros volvéis a cerrar los ojos –no digo cerráis, sino ¡volvéis a cerrar los ojos, para eludir la visión!–. Lo que quiero decir es que a veces llega hasta vosotros un rayo de luz, pero, al momento, volviendo a cerrar los ojos, permanecéis con obstinación en vuestra oscuridad.
Sin embargo, querida mamá, tú sabes que nuestros encuentros no son producto de tu imaginación; y otros también son conscientes de la comunión entre el Cielo (eso que vosotros llamáis Cielo) y la tierra. ¡Pero qué pocos son!... y timoratos... casi les da vergüenza aceptar las promesas de Jesús: «el Espíritu os irá guiando en lo que todavía está por encima de vuestra capacidad, y en las cosas futuras» (Jn 16, 13) ¡y decís que no queréis cambiar nada de las enseñanzas del Evangelio! Aceptadle al menos con toda la sinceridad de su revelación. Decís también que no queréis añadir, pero al menos no suprimáis nada; os dijo Jesús que sus palabras se dirigían a recién nacidos en la religión del Amor: "Dios Padre está dispuesto al perdón de los que se acercan a Él con amor, y en consecuencia con arrepentimiento (¡porque no se puede ofender cuando se ama!)". Jesús, Perfecto-Amor, se inclinó ante vuestra debilidad diciéndoos: "¡Sed fuertes! ¡Abrid los ojos! ¡Mirad la luz! Abrid vuestros corazones, contemplad el amor ¡y amad!" Y con esa fuerza, esa luz y ese amor siempre crecientes, caminad... "Yo soy el camino, nadie viene al Padre (a ese Padre todo amor que os he revelado) sino por mí" (Jn 16, 6).
Este es el mensaje que debemos trasmitiros, sin cansarnos jamás. Escuchad lo que viene de Dios, en la comunión con Cristo, Perfecto-Amor.
Tu pequeño Pierre.