Terminado.
El conocer, lo que Unamuno llamó la intrahistoria, sirve de mucho para un lector como soy yo. Apreciar esos hechos heroicos es un deber para las generaciones posteriores, así se puede sacar pecho cuando es un compatriota que, lejos de esconderse, hizo lo que pudo ante tanto dolor, jugándose la vida en muchos momentos. Su carrera diplomática en Hungría estaba nadando entre dos aguas peligrosas: la España de Franco y la Hungría ocupada por la Alemania nazi.
Lo que hizo es, por supuesto, digno de encomio y alabanza, de ahí que en Jerusalén está en el Museo del Holocausto, proclamado como Justo entre los Justos -una distinción altísima para Israel-, entendiendo, igualmente, que en esa empresa no estaba sólo y se granjeó la amistad y la ayuda de personas fieles y arriesgadas.
En cuanto a la obra, creo que es muy buena, porque, ayudada de un estilo propio de una novela, pone en prosa toda unos apuntes históricos que, de otra forma, hubiera sido más complicado que llegara al lector esta historia tan conmovedora. En ese sentido, se nota el estilo periodístico de Diego Carcedo, del cual algunos nos acordamos cuando era un famoso y buenísimo corresponsal de guerra -por Ángola y Mozambique, entre otros lugares-.
No puedo recomendarla por si quereis pasar un rato agradable con su lectura, pero sí para disfrutar del estilo de estas páginas que se pueden leer tan bien.
Saludos