No recordaba que hablé de la película hace casi año y medio
Es una película que me gusta mucho y la he visto varias veces. Pero no voy a hablar por ahora de por qué, aunque lo que voy a explicar ya tiene algunas ideas que la hacen muy atractiva para mí. Voy a hablar de su coyuntura y de la del director. Quiero que sea breve, aunque creo que no lo conseguiré, y además no quiero comentar demasiadas cosas que se pueden encontrar fácilmente en cualquier sitio.
Es una introducción al film que, en el fondo, no es necesaria para valorarlo; mi intención es comentar algunas cosas que conozco y que pueden ayudar a situarlo en su contexto histórico y cultural. Si a alguien le interesa, aquí lo dejo. Si no, adelante con el film a palo seco, es igualmente disfrutable.
Creo que lo más importante que quiero decir es que
Los 400 golpes es, de alguna manera, el final de un camino y al mismo tiempo el principio de otro. Un camino nuevo que no es otra cosa que una forma distinta de hacer cine. Hay diversos jalones en la historia del cine, películas perfectamente señaladas, que fueron un antes y un después. Esta, junto con
Al final de la escapada de Jean-Luc Godard, rodada el mismo año, es una de ellas. Pero no nació de la nada, es producto de, en primer lugar, el empeño de unos jóvenes críticos cinematográficos que querían otro tipo de cine, y en segundo lugar la culminación de la trayectoria vital de François Truffaut hasta ponerse tras la cámara.
Sobre ese empeño de algunos críticos jóvenes franceses, tengo que decir que en las distintas revistas en las que escribieron, pero sobre todo el Cahiers du Cinéma —pero también en Arts—, expusieron lo que ellos querían ver en una pantalla y, de paso, prepararon a sus futuros espectadores para lo que querían hacer y lo que iba a venir. Esta idea la he sacado de un libro que estoy leyendo a salto de mata en estos momentos:
La Cinéphilie: Invention d'un regard, histoire d'une culture (1944-1968), de Antoine de Baecque. No esta traducido al castellano, por desgracia.
Sobre la trayectoria de Truffaut, es importante saber que fue un cinéfilo muy muy muy precoz. Desde niño acudía al cine, pero sobre todo buscaba películas antiguas en los diferentes cineclubs que se fueron creando en París después de la Segunda Guerra Mundial y en la Cinémathèque. En la biografía de Truffaut escrita por De Baecque y Serge Toubiana, que sí está traducida el castellano, nos cuentan que estaba obsesionado por completar filmografías y que llevaba una especie de archivo muy minucioso y masivo.
Por mi cuenta encontré recientemente unos documentos muy interesantes de esa época. En 1948 François Truffaut tenía 16 años. A finales de ese año inauguraría él mismo un cineclub, Le Cercle Cinémane, que acabaría creándole una serie de problemas económicos que le empujarían a la delincuencia. Todo eso, sin concretar tanto, aparece en la película. Antes, para formarse e informarse sobre determinados directores, Truffaut busca completar esas filmografías como un loco. En la revista semanal L’Écran Français, una de las mejores de su tiempo, tuvo una buena fuente para ampliarlas y cerrarlas. L’Écran Français tenía una sección dedicada a contestar cartas de los lectores, a responder dudas. Antoine de Baecque y Serge Toubiana cuentan hasta 15 cartas de Truffaut ese año. En la revista no aparece la carta del lector, sino la respuesta a la misma. Estudiando los números de esa época de L’Écran Français encontré esos documentos. Efectivamente, son 15, pero quizás el más significativo es el publicado en el número 168 del 14 de septiembre de 1948.
En él, el crítico de cine que se dedicaba a esas tareas, Jean-Charles Tacchella, que luego fue también director y que todavía está vivo, responde en primer lugar a la solicitud de la filmografía de Marc Allégret, sigue después confesando que no posee la de Roy Baker y acaba su texto con unos comentarios que definen perfectamente el hambre de conocimiento de Truffaut —definitivamente excesivo— cuando tenia 16 años:
¿Una lista de películas de cien directores? Elige los más importantes. Te responderé en este correo. Pero no más de tres por carta. Soy intransigente.
Tiempo después, en 1988 en las páginas de Cahiers du Cinéma, Jean-Charles Tacchella recordaba esas cartas (esta cita la saco de la biografía de Truffaut que he comentado antes):
Me acribillaba a preguntas, exigiéndome sin cesar nuevas filmografías. Su afición me llenaba de gozo. Yo, que me pasaba en aquellos tiempos la mitad de mi vida con las filmografías y la otra mitad en las salas de cine, había encontrado a mi mejor lector o, en todo caso, al más asiduo.
Después de esto es cuando funda su cineclub y empieza a ser conocido por otros cinéfilos y por críticos de cine que se sorprenden de la precocidad de Truffaut. Uno de ellos es André Bazin, que era una figura importante de la crítica y la promoción de cineclubs en esa época. Fue una suerte para Truffaut coincidir con él. El cineclub de Truffaut, como dije, es una ruina total (le había avisado Bazin del riesgo) y, para mantenerlo, roba. Su padrastro, harto de la vida extravagante de Truffaut, consigue que lo encierren en un reformatorio. Aquí aparece de nuevo André Bazin, quien sentía afecto por ese chico tan joven y con tanta iniciativa. Acaba rescatando a Truffaut, sacándolo del reformatorio, y lo convierte en una especie de secretario personal para que le ayude en el cineclub que dirigía. Hay un documento muy curioso de 1949, una fotografía de quienes participaron en el Festival de Cine Maldito de Biarritz, creado por Jean Cocteau y unos cuantos críticos de cine y promotores de cineclubs parisinos, entre ellos Bazin. Truffaut ya hacía sus pinitos en la crítica. Allí coincidió con otros críticos de su generación, entre ellos Éric Rohmer, que luego también sería director de cine. En la foto, que aparece en la portada de un libro dedicado a ese festival, aparece Truffaut a la derecha, el más joven de todos (17 años). No es difícil distinguirlo.
Resumiendo, en ese festival se encuentran la vieja forma de hacer crítica cinematográfica con la nueva, todavía incipiente. Los críticos de toda la vida, que nacen en revistas de los años 20 como La Revue du Cinéma, y los jóvenes —entre los que está Truffaut—, menospreciados por los primeros porque los consideran demasiado atrevidos.
En 1951 nace Cahiers du Cinéma, y entre los fundadores está André Bazin. Cahiers es heredera de La Revue du Cinéma, que cierra en 1949 a causa de la muerte de su fundador. Son varios de los críticos de esa revista quienes fundan Cahiers para seguir con su espíritu. Es una revista conservadora que sin embargo va dejando entrar a esos jóvenes críticos con nuevas ideas: Truffaut, Claude Chabrol, Jacques Rivette, Jean-Luc Godard, Éric Rohmer…. Ahora todos esos nombres sabemos que fueron grandes directores de cine con unas filmografías extensas e importantes, pero en ese momento eran cinéfilos y críticos de cine con fama de provocadores. Cahiers, sin embargo, aunque les ha acogido, pisa con pies de plomo, y le cuesta aceptar la publicación de un largo artículo que hoy se considera el revulsivo para el nacimiento de la nouvelle vague: “Una cierta tendencia del cine francés”. El autor es Truffaut. En ese mismo número 31 de la revista, de enero de 1954, hay una justificación de su publicación por parte de la dirección de la revista, avisando de la polémica e intentando apaciguar lo que se les venía encima. Llegan muchas quejas. En números posteriores se sigue intentando apagar el fuego. ¿La razón de la polémica? Truffaut, que conocía el cine francés al dedillo, crítica su anquilosamiento, su excesiva pesadez literaria, su alejamiento de la vida real.
Esta es la portada del número 31 en el que aparece el artículo, con una imagen que sin duda quería expresar su ánimo provocador:
En Cahiers sigue escribiendo, pero se va controlando. Sin embargo, en la revista Arts, que es semanal (Cahiers era mensual), redacta artículos muy críticos y muy polémicos. Otros compañeros de redacción de Cahiers también usan esa revista como plataforma para polemizar con total libertad.
Durante esos años y hasta 1959, esos críticos jóvenes se van atreviendo a hacer —sin dejar de escribir en las revistas— algunos cortos que adelantan lo que vendría después. Van aprendiendo el oficio. Mientras, Truffaut sigue polemizando, redactando críticas muy duras, tanto que el Festival de Cannes se siente agredido y le niega la acreditación como periodista en la edición de 1958. En ese momento ya estaba redactando y luego filmando
Los 400 golpes, que recoge en gran medida detalles de su vida de adolescente. El film presenta todas las características que demandaba en sus críticas cinematográficas. Nace la nouvelle vague. ¿En qué consiste ese movimiento cinematográfico y qué características inaugura la película de Truffaut? Serge Daney, crítico también de Cahiers du Cinéma, definió así la nouvelle vague en contraste con el cine anterior:
La calle contra el estudio, la invención o el suceso contra la adaptación literaria de lujo, el relato en primera persona contra el guión, la luz del día contra las sombras y las luces de los focos, el descuido irresponsable y un poco dandi contra la seriedad llena de sosiego y el pensamiento oficial del cine establecido, actores jóvenes y desconocidos contra los monstruos sagrados ya envejecidos, la idea de que el cine es pasión más que aprendizaje y que a hacer un film se aprende más mirándolos con los propios ojos que no haciendo de ayudante de dirección.
En 1959, un año después del ostracismo de Truffaut del Festival de Cannes como crítico, vuelve esta vez como realizador de
Los 400 golpes y gana el premio a la mejor dirección.