https://elpais.kom/opinion/2021-07-02/n ... nores.html
Cuando tenía 14 años hubiera dado lo que fuera por ser un chico. Más que el pene, a mis hermanos varones les envidiaba la libertad y los privilegios. Durante mucho tiempo me negué a aceptar la transformación física que trajo la pubertad y sus consecuencias catastróficas. Creí estar a disgusto con mi sexo, pero en realidad lo estaba con mi género: una construcción social sobre la diferencia biológica. Si entonces me hubieran contado que existía la posibilidad de convertirme en un hombre, tal vez me lo hubiera planteado: cualquier cosa con tal de escapar de un cuerpo que comportaba encierro, acoso y una discriminación de la que hasta entonces creí que me libraría. El camino más transitado en aquella época (y por desgracia ahora también) era el de los trastornos alimentarios: sin la carne de los rasgos sexuales creímos poder esquivar la opresión que suponía ser mujer.
Hay algún matiz que no comparto, a lo mejor el hecho que un individuo confuso se pueda registrar y vivir conforme a un sexo diferente al que no siente como propio, puede servir para que se de cuenta realmente de si es o no cierta su percepción. El que no se haya iniciado en el caso de adolescentes procedimientos hormonales o en todo caso sean reversibles, me parece un acierto.
En lo demás es que hay que hablar con las personas que se declaran trans y escuchar su forma de entender el tema. Los efectos indeseables de la ley habrá que purgarlos, pero creo que como con todas las leyes no se verán hasta que esté funcionando. Como con otras leyes.