El gato de Schrödinger es un experimento mental destinado a mostrar las paradojas de la mecánica cuántica en un lenguaje comprensible. Se puede resumir de la siguiente manera:
Imaginemos que en una caja cerrada hay los siguientes elementos: un gato (vivo), una ampolla con veneno, una célula fotoeléctrica y un átomo inestable. Este último tiene una cierta probabilidad de desintegrarse al cabo de un cierto tiempo, transformándose en otro átomo y emitiendo un fotón (o sea, luz). Cuando esto ocurra, el fotón activará la célula fotoeléctrica, que liberará el veneno y matará al gato. Así pues, la conclusión es que el gato morirá cuando el átomo se desintegre, permaneciendo vivo (y con buena salud) mientras no lo haga.
La paradoja emerge de la descripción que la mecánica cuántica hace de este proceso. Según esta teoría, el átomo se encuentra intacto y desintegrado
al mismo tiempo, lo que quiere decir que el fotón que mata al gato existe y no existe simultáneamente, razón por la cual el gato está vivo y muerto. Algo así no se ha observado nunca porque la mecánica cuántica especifica que esta situación sólo se mantendrá mientras no haya ningún observador externo que la mire (esto es, mientras no se realice algún tipo de medición sobre ella). En cuanto alguien abra la caja, el gato pasará instantáneamente a estar o vivo o muerto, pero no en el extraño estado en el que se encontraba antes.
A modo de resumen: la mecánica cuántica permite que un ser vivo esté vivo y muerto al mismo tiempo... siempre que nadie lo mire.
Por supuesto, nunca se ha realizado ningún experimento semejante. Si se han llevado a cabo otros, más sencillos y que no involucran a seres vivos, que confirman las predicciones de la mecánica cuántica. Uno de ellos, quizá el más representativo, es el
experimento de la doble rendija.