No veo que discrimines en lo que dices. A eso me refiero.elultimo escribió:Supongo que hablamos de creencia religiosa, puesto que edtamos en este hilo. Pues bien, ¿quién es nadie para decirle a otro lo que tiene que creer? Si alguien quiere pensar que existe un ser superior que todo lo puede y que es el causante de todas las cosas buenas que le pasan infravalorando su esfuerzo personal, pues bien, que lo haga; pero que alguien crea que por rezar o ir a Fátima va a curarse de una enfermedad grave, es de ser bastente ingenuo. Como he dicho en el hilo del ébola, las creencias deben servir como aliciente, pero no como causa.
Hay formas. La libertad de expresión (que Josel parece decir que yo estoy en contra de ella, o que lo censuro por señalar que su comentario es discriminación) debe basarse en el respeto. La UNESCO en su "libertad de expresión: caja de herramientas", donde ésta se explica a estudiantes, dice que la libertad de expresión NO es excusa para el discurso del odio.
Aquí está explicado muy bien, porque parece que si lo digo yo estoy censurando, en lugar de ver que solo señalo los pequeños discursos de discriminación que a Josel le parecen muy válidos:El discurso de odio es cualquier comunicación que desacredite a una persona o un grupo sobre la base de algunas características como la raza, género, etnia, nacionalidad, religión, orientación sexual, u otra característica.
Jamás podría estar en contra del derecho de cada persona a expresar su opinión libremente ni mucho menos a estar debidamente informada, ya que la libertad de expresión es el pilar de la democracia. Tampoco podría estar en contra de que en una sociedad moderna, en pleno siglo XXI, las personas no tengan derecho a vivir en libertad, sin miedo, intimidación o discriminación por razón de su religión, nacionalidad, etnia, sexo o su orientación sexual, entre otras.
Nuestra Constitución consagra la libertad de expresión como derecho fundamental de las personas, sin embargo, emitir opinión en medios de comunicación, de forma escrita o hablada, cargada de prejuicios o difamación hacia un grupo o minoría fomentando de este modo el odio hacia ese grupo determinado, no debiera excusarse en una sociedad civilizada, invocando el derecho a la libertad de expresión. Ésta y la incitación al odio hacia otros seres humanos no pueden ser compatibles entre sí, porque se estaría sobreponiendo un derecho fundamental sobre otro que es inherente a la condición misma de los seres humanos.
Todos podemos y debemos contribuir para que la estructura social no se quebrante ni divida por quienes abusan del derecho a expresarse, transmitiendo al resto de la sociedad opiniones llenas de prejuicios y estereotipos perversos.