Suburbios - Juan Goytisolo

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Aben Razín
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Re: Suburbios - Juan Goytisolo

Mensaje por Aben Razín »

Interesante, :meditando:
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Edgardo Benitez
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Re: Suburbios - Juan Goytisolo

Mensaje por Edgardo Benitez »

Qué buena cátedra imparten ambos. Considero este texto adecuado para estudiar los conceptos vertidos: Costumbrismo y Novela Social.
Me obligan a releer el cuento y sacar el jugo.
@Arden @Aben Razín
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Aben Razín
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Re: Suburbios - Juan Goytisolo

Mensaje por Aben Razín »

Creo que son dos puntos de vista muy adecuado, aunque intento arrimar el ascua a mi sardina y decir que estamos ante un caso claro de un relato social español de la segunda mitad del siglo XX, pero acepto también la visión de @Arden :60:
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Arden
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Re: Suburbios - Juan Goytisolo

Mensaje por Arden »

Aben Razín escribió: 11 May 2021 12:33 Creo que son dos puntos de vista muy adecuado, aunque intento arrimar el ascua a mi sardina y decir que estamos ante un caso claro de un relato social español de la segunda mitad del siglo XX, pero acepto también la visión de @Arden :60:
Seguramente tu interpretación es más correcta, yo de teoría literaría lo justo :60:
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jilguero
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Re: Suburbios - Juan Goytisolo

Mensaje por jilguero »

¿Cuáles serían las diferencias entre un texto de corte costumbrista o corte social?


¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

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Aben Razín
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Re: Suburbios - Juan Goytisolo

Mensaje por Aben Razín »

jilguero escribió: 11 May 2021 12:42 ¿Cuáles serían las diferencias entre un texto de corte costumbrista o corte social?
Creo que puedo hablar más de las características de la novela social española, en la cual se inscriben las primeras obras de Juan Goytisolo como Campos de Nijar o La Chanca. Hay un acercamiento, incluso un cierto análisis económico y social de esas realidades que empujaron a tanta gente hacia la emigración a Cataluña. La pobreza, la miseria y el desarraigo son elementos básicos y fundamentales en la construcción de esas obras. Y eso, te lo está diciendo alguien que no ha estudiado cursos sobre Literatura Española, :nono: :mrgreen:
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Edgardo Benitez
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Re: Suburbios - Juan Goytisolo

Mensaje por Edgardo Benitez »

Me alegro mucho cuando alguno de ustedes postea algo referente al tema. Pienso que eso hace más interesante cada uno de los cuentos.
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Edgardo Benitez
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Re: Suburbios - Juan Goytisolo

Mensaje por Edgardo Benitez »

Bueno, no pretendo ser abusivo de la confianza que me ofrecen, pero tengo una pregunta para ustedes, Grupo.
Hace un tiempo escribí este texto, ahora que estamos en este tema, me gustaría saber si tiene alguna relación con lo expuesto referente a Novela Social y Costumbrismo.


El regreso


Justo cuando estaba por tomar el atajo que conduce al casco de la hacienda, me detuve a quitar la talanquera del potrero al ver en la lejanía aparecer una mujer que cabalgaba. El galopar era tan fuerte que dejaba a su paso una larga y gruesa nube de polvo. Solo hay una mujer que monta de esa manera tan diestra —pensé en Emérita, nuestra criada—. Jineteaba un lustrosos azabache y se acercaba a todo galope por el sendero de los cocoteros. Sentado sobre el muro de piedras saqué un cigarrillo y mientras fumaba me dispuse a observar aquel espectáculo.
Al pasar a mi lado a todo galope la sorpresa fue tan grande que la obligó a regresar. En unos segundos el semental se encontraba frente a mí.
—¿Joven Luís? ¿Ha vuelto joven Luís? —decía con cara de asustada al momento que hacía fuerzas para inmovilizar la bestia.
—¡Emérita! ¿No me reconoce?
—¡Joven, Luís! ¡Ha regresado, joven Luís! ¡Bienvenido! ¡Qué sorpresota me ha dado!
Ella gritaba vigorosamente mientras el caballo hacía círculos sobre su propio eje.
—Gracias, Emérita. ¿Cómo se encuentra usted y mi madre? —salté del muro para acercarme.
—Ay la Señora está triste por su ausencia. Pero ya la verá usted, joven Luís, ya la verá…
El semental de gran alzada se erguía en dos patas y con sus manos marcaba el compás al relinchar. En un santiamén brincó para soltar la bestia que traía.
—¡Bienvenido joven Luís! ¡Qué bien por su regreso! —dándome la lazada del caballo acompañado de un buen golpe de hombro.
Sin esperar más tiempo montó de nuevo y una vez arriba me invitó a subir en ancas… Fustigó el corcel y enrumbó de regreso hacia el casco. Solo se detuvo unos metros adelante para decirme:
—La Señora se pondrá feliz. Hoy habrá fiesta en «Los Álamos»
Tonada que repitió alzando su voz al viento, ocurría que bailoteaba el caballo negro.

II

Avanzaba al paso y me mantenía detrás de Emérita. Al elevar mi mirada no pude evitar el fluir de mis recuerdos que en forma de olas de mar se iban y venían bañando las playas de mi pensamiento que no salía del asombro al contemplar la hermosura de la planicie campestre de la costa salvadoreña. Recuerdos de Emérita, que aparecen junto a mi madre, vivencias por más de treinta años. Cuando vino en brazos de su mamá desde Honduras en la época de la guerra con ese país. Era la hija número cuatro de padres salvadoreños que fueron repatriados y que traían consigo por equipaje su sonrisa y por pasaporte su pobreza. Recuerdo que de niña ya mostraba grandes aptitudes para la equitación y el ordeño. La veíamos montar los caballos más rudos de la ganadería entera y los hacía ver como animales mansos. Con el pasar del tiempo, cuidaba de mi madre y era la encargada de todo lo que correspondía a los quehaceres domésticos. Sin lugar a dudas se había convertido en su mano derecha.
Por mi propia experiencia sé que nuestro campesino es noble por naturaleza y el deseo de servir a los demás es innato, pero también lleva innato, el espíritu del indígena indomable y rebelde cuando se le pretende agobiar para mancillar su dignidad; entonces se convierte en un arma letal capaz de mortificar a la fuerza opresora que intente someterlo.
Ella manejaba un nudo de llaves atadas fuertemente a su vestido con las que abría las puertas de las habitaciones de la casa. Su atuendo era típico de los campesinos en la zona: tela de zaraza en colores fuertes y alegres, con diseños sencillos. Falda fruncida que caía hasta los tobillos con encaje color claro, y la blusa de la misma tela, mangas plegadas con el mismo tipo de ornamento de alforzas y encajes que revelaban sus anchas espaldas, propias de una trabajadora del campo. Con un chal de tafetán negro, y sus collares de múltiples colores, adornados por un escapulario consagrado. Para montar no renunciaba a sus botas de cuero aceitado color negro que compraba en Sonsonate. Toda una moda.

III

Al llegar a casa, desmonté y entré con sumo cuidado. Asomé por la puerta entreabierta para buscar a mi madre. Crucé el salón grande y en el instante la alcancé a ver. Se encontraba de espaldas mientras veía hacia el horizonte de la hacienda. Apoyada con ambas manos sobre su bastón y con la pose de un personaje importante. La distinguí con una paz envidiable. La mirada alta, semejante a una adivina del tiempo. En realidad, observaba la pequeña laguna del estero que se encontraba frente a la casa, ya que ahí se hospedaba mucha garza blanca, garza nocturna y el garzón. También el colibrí y el zorzalito que eran aves que se acercaban a beber agua para refrescarse y recobrarse de largas faenas migratorias que hacían desde México hasta la Argentina. Prestaba atención a los mozos que engalanaban el jardín a la orilla frente al pequeño muelle. Vestían ropa de manta con caites de cuero y sombrero de palma, machete y la cuma para trabajar. Es la vestimenta del pueblo, aunque los salarios no alcanzan para más, así es nuestra cultura.

IV

Al voltear hacia mí la noté con el rostro de alegría. Especial momento que dispensa todo lo difícil que pude haber vivido. «No existe amor más grande, que el amor de una madre», pensé. Solté mi mochila de fatiga que traía y corrí hasta donde se encontraba y nos confundimos en un abrazo lleno de ternura.
—Mi hijito, estás vivo, ¡Dios Bendito!, qué alegría que hayas vuelto. —Lloraba y apoyaba su cabeza en mi pecho. Le dio un beso a la medallita de San Miguel Arcángel, que personalmente colgó en mi cuello antes de partir, para que me librara de todo mal.
—Únicamente Dios sabe cuánto te he rezado para verte, mi hijo.
—Mamá, ya pasó todo, ya estoy acá. La guerra ha terminado y ahora me quedaré y no me iré de tu lado. Pero, ¡qué bien te ves, mamá!
—No creas. Me encuentro bastante enferma. Los años no pasan en vano. Los médicos vienen a esta casa casi el mismo número de veces que asisten al hospital. Pero bien, háblame de ti, ¿qué piensas hacer?, ¿verdad que te quedaras en «Los álamos»?
Las sillas eran las mismas que dejé al partir, mimbre con almohadones floreados. Muy cómodos, por cierto.
—Bueno, si tienes trabajo para un forastero más. Imagino que la hacienda tiene mil tareas que cumplir.
—Claro que sí, mi hijo, desde que murió tu padre y tus hermanos, me hice cargo de todas las faenas que la hacienda requiere. Sabes que el ganado y la caña de azúcar son rubros que requieren de mucha dedicación. Con los pocos hombres que quedaron en la hacienda, algo hemos hecho. Ha sido difícil este tiempo, lidiar con los estragos de la guerra y la difícil situación económica de la gente. Los precios del azúcar se vinieron por los suelos, y muchas cabezas de ganado se perdieron por las escaramuzas constantes en los campos de pastoreo. Todo ha sido una calamidad. Ha muerto mucha gente, en su mayoría hombres, y otros se largaron del país. Hay mucho niño sin padre y lo que vendrá después será más crítico. Las familias disueltas provocarán más crisis de valores humanos. Estos años venideros será peor. Ya te acordarás de esto que te digo.
—Lo que debemos hacer es producir más, para dar trabajo a los que han quedado, y que pronto pase esta época que hemos vivido.
—Es imposible olvidar gente tan importante como tu padre y tus hermanos, que fueron asesinados sólo por el simple hecho de ser contrarios al gobierno. Gracias a Dios, que te has salvado de morir al igual que ellos, y así regresar a «Los Álamos» para darme compañía los últimos días de mi vida.
—Seguro estoy que serán muchos días los que estarás con nosotros. Pero bien, no todo es tristeza; ya Emérita me ha dado una cordial bienvenida, y ahora deseo una ducha, cambiarme de ropa y descansar. Son quince años de no dormir en una cama suave y limpia como la mía. Vaya que la he extrañado todo este tiempo.
—¿Extrañaste más tu cama que a tu madre?, sinvergüenza.
—No, mamá, claro que no, pero en verdad, la montaña no ofrece hospitalidad. Hubo días enteros en que no pegué los ojos ni un segundo. Porque si no, te mueres.
—¿Y ese olor tan particular que traes?, ¡y el cabello desarreglado! Por lo que veo llevas varios años sin pasar una tan sola hoja de rasurar por esa melena que llevas por barba.
—Ay, mamá, en la guerra no hay tiempo de esas cosas, ni para el baño diario ni para frivolidades. Lo que más importa es sobrevivir y continuar en la lucha.
—Nunca entenderé como tu padre, tus hermanos, y tú, se enfrascaron en eso de ser "rebeldes". Ya habrá tiempo para que me cuentes que fue lo que los llevó a esta guerra; morir y morir hermanos que somos todos.
—Ay, madre, es que en este país no todos tienen el corazón de santa que tienes. Tú eres una buena mujer, nunca le has hecho daño a nadie, los colonos te quieren porque eres justa con ellos. Has dispuesto que la vida de esta gente sea agradable conservando los trabajos, además tienen vivienda, alimento y una clínica gratis para los trabajadores y sus familias; en fin, «Los álamos» es una hacienda grande por tu bondad, y la multitud te agradece los gestos humanos que tienes. Pero en otras zonas, la pobre gente ha padecido miseria y calamidades. Mira, la guerra es la más baja de todas las pasiones. Está llena de traiciones, escenas cruentas, y muchas de estas son difíciles de creer. Entre las cosas que debo hacer, hoy que ha finalizado el conflicto armado, es escribir toda la verdad acerca de la vida revolucionaria de los patriotas.
—¿Escribir, dices?, pero, si tú no eres escritor.
—Es cierto, pero ya veré que hago para aprender. Es necesario que se divulgue la historia y que se sepa con exactitud toda la vida de los hombres y mujeres que defendieron los intereses de los más desprotegidos.
—Bueno, bueno, familia, imagino que van a cenar y ya he servido la mesa. Después habrá tiempo de que continúen su plática mientras cenan juntos.
—Emérita, tú siempre pendiente y atenta con nosotros. Sí, ya es la hora. Nunca ceno muy tarde, el médico me recomendó hacerlo temprano. Y sin grasa. Es por el control que debo llevar del colesterol.
—Pero ahora que estamos de fiesta por el regreso del joven Luis, hay permiso para que usted se dé un pequeño desarreglo, Señora.
—Ay, Emérita, como no eres tú la que después padece. Ya ves, que más tarde son los ayees.
—Vamos, pues, que la mesa ya está servida.
—Bueno, ya las alcanzo, voy a encontrarme con mi habitación y prepararme para cenar. No tardo en llegar a la mesa.
—Vamos Señora, yo la acompaño, desde ahora no se sentará a la mesa usted sola; siempre estará su hijo a su lado. Que dichosa. ¡Bendita mujer es usted!
—Gracias, Emérita, sabes que tu compañía ha sido todo para mí, y siempre te lo he agradecido. Ahora que mi hijo ha vuelto, algunas cosas cambiaran, pero mi gratitud a tu persona, nunca, nunca mujer.
—Que agrado siento al verla feliz otra vez. Ha pasado tanto tiempo. Vamos, vamos a la mesa, que la comida se enfría y además se hace tarde.

V

Mientras caminaba por el pasillo de la casa en búsqueda de mi habitación, recordé a tanta gente, personas como Emérita, que junto a otras mujeres sonreían frente al comal de tortillas cuando preparaban el desayuno para los combatientes, que clandestinos, protegían el campamento guerrillero en la montaña. Y por las tardes, leía a Eduardo Galeano y alfabetizaba un grupo de compas, que el sistema había condenado a la desgracia. Y todo en un ambiente revolucionario, acompañados por la música de Alí Primera y Víctor Jara, la que escuchaban en una grabadora pequeñita con casetes Sony de noventa minutos, bajo un Maquilishuat en flor a la orilla de la laguna de Apastepeque.

Edgardo Benítez
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Re: Suburbios - Juan Goytisolo

Mensaje por Aben Razín »

Los conocimientos que tengo al respecto, @Edgardo Benitez :60: son tangenciales, porque no he realizado estudios de Literatura Española o Filología Románica, entre otras, de manera que poco puede ayudarte. Mi opinión se basa en una visión general de ese período y de cómo nuestros escritores de esa época se habían dividido: unos abjuraban de la novela social y, otros, se agarraban como un clavo ardiendo a ésta como protesta y lucha de un país que vivía bajo la dictadura de Franco.
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Re: Suburbios - Juan Goytisolo

Mensaje por Gretogarbo »

Creo que no soy buen lector de cuentos. Tienen que sorprenderme mucho para no quedarme con la sensación de qué pretenden contarme. Y es el caso de este relato. Bien escrito, agradable de leer pero... ¿me ha aportado algo? Creo que no más allá de un rato de lectura.
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Re: Suburbios - Juan Goytisolo

Mensaje por jilguero »

Gretogarbo escribió: 13 May 2021 12:01 Creo que no soy buen lector de cuentos. Tienen que sorprenderme mucho para no quedarme con la sensación de qué pretenden contarme. Y es el caso de este relato. Bien escrito, agradable de leer pero... ¿me ha aportado algo? Creo que no más allá de un rato de lectura.
Un texto así, como parte de una novela para ponerte en contexto, tendría sentido. Pero por sí solo, como cuento, es bastante sosaina.


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Re: Suburbios - Juan Goytisolo

Mensaje por Gretogarbo »

jilguero escribió: 13 May 2021 13:13Un texto así, como parte de una novela para ponerte en contexto, tendría sentido. Pero por sí solo, como cuento, es bastante sosaina.
Totalmente de acuerdo, jilguero. Esto me lo cuenta alguien tomando una gaseosa y unas aceitunas, y me conformaría. Pero que alguien se haya tomado la molestia de pasarlo a papel y que otro alguien lo haya publicado... Y que conste que lo digo con el máximo respeto tanto a escritor como a editor.
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Re: Suburbios - Juan Goytisolo

Mensaje por jilguero »

Edgardo Benitez escribió: 12 May 2021 05:27 Hace un tiempo escribí este texto, ahora que estamos en este tema, me gustaría saber si tiene alguna relación con lo expuesto referente a Novela Social y Costumbrismo.
Edgardo, yo tampoco tengo conocimientos como para distinguir con rigor entre ambos tiempos de textos, pero en tu cuento (me ha gustado, por cierto, más que el de Goytisolo) veo elementos de ambos tipos de literatura. Costumbristas serían para mí esas descripciones de la forma de vestir y de vivir la gente; de social tendría los comentarios entre madre e hijo sobre los motivos de la guerra, la desigualdad entre clases y la injusticia imperante.



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Re: Suburbios - Juan Goytisolo

Mensaje por Aben Razín »

Estoy bastante de acuerdo con la clasificación y definición que ha hecho jilguero, :60:
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Re: Suburbios - Juan Goytisolo

Mensaje por Edgardo Benitez »

Agradezco sus comentarios, sin duda tengo claro cada uno de sus conceptos.
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