Optimistas - Richard Ford

[Giada]

(Optimists)


Vamos con el penúltimo cuento del mes y viajamos a Montana (EEUU) a finales de los 50.

El relato fue publicado originalmente en The New Yorker (30 de marzo de 1987).
A ver qué os parece.

[magali]

Edito.

Lo he leído esta mañana. Ya conocía a Richard Ford, hace unos años leí Canadá y, por tanto, su forma de narrar no ha sido una sorpresa para mí.

Sé que tenía que haber seguido el orden de los cuentos, no ha sido así y no me arrepiento.

El cuento me ha gustado muchísimo, el estilo de Ford tan aséptico pese a usar la primera persona es intensamente llamativo. El narrador no deja traslucir en ningún momento sus emociones, si bien, de vez en cuando aparece alguna que otra opinión. Esto es un gran logro a mí parecer, porque deja que el lector interprete libremente la historia. E incluso sabiendo desde el principio cómo será el final, el lector tiene el impulso de seguir leyendo.

Cuando acabas te quedas rumiando todo la historia; a saber, por qué Boyd Mitchell se encrespa con el padre, solo por lo que cuenta, sin haber estado presente en los hechos; o por qué las relaciones familiares se van deteriorando pese a que el padre vuelve a casa...

He tenido que buscar la expresión nolo contendere porque en el cuento no me ha quedado claro su significado.

[...]y lo que recuerdo es que mi padre alegó nolo contendere, algo muy parecido a declararse culpable.

Gracias por la elección a quien corresponda .

[Edgardo Benitez]

Bueno, tengo lectura resagada. Ya me pondré al día.

[jilguero]

En este caso estoy de acuerdo con Magali. Me ha gustado mucho el cuento, tanto por la forma de contarlo, como por lo que cuenta.

Al final me ha quedado una duda sobre la pregunta que la madre le hace al hijo. Me refiero a si el amigo sentía o no atracción hacia ella. Me ha traído a la cabeza la expresión excusatio non petita pecata manifesta.

[Edgardo Benitez]

Optimistas - Richard Ford
Acabo de leer Optimistas de Richard Ford, y aunque no había leído nada de este autor, me ha llenado su lectura, quizás hasta atreverme a recomendar sus cuentos, que son muchos, por cierto.
En primer lugar, me cautiva un escritor que escribe en Primera persona, me parece muy creíble cuando se escribe con toda la técnica posible y no deja ninguna duda de su intención de narrar sin embarrarse del trasfondo de la historia, y este es el caso de este cuento.
También debo decir, en segundo lugar, que es una historia propia de nuestros tiempos en la comarca norteamericana de los años cincuenta, donde los Usa comenzaban a adueñarse de una idea liberal y además, sofisticada para vivir. Representa una manera de vida que resultó muy común por aquellos años, donde asesinar miembros de una familia por razones muchas veces desconocidas, era una mínima trivialidad.
En tercer plano, deseo mencionar la manera abierta que queda planteado el tema, que a mi juicio no deja claro las razones que hubo para existir un crimen que nadie explica, y que además, dan una pena que casi es un perdón y olvido para el culpable.

En fin, les recomiendo este cuento y todos los demás de este autor por su manera tan sencilla pero imponente de narrar.
El relato fue publicado originalmente en The New Yorker (30 de marzo de 1987).