¡Qué bueno, Ororo! Justo pensé en esa frase de Robe: "prefiero ser un indio, que un importante abogado". Nada más adecuado, tratándose de Kafka. La verdad es que este del indio es un texto muy inquietante. Cinco líneas que lees y relees y vuelves a leer intentando encontrar un resquicio por el que encontrar una luz del autor. Yo debo confesar que ayer me leí estos cinco primeros cuentos y no me traspasaron. Pensé: los volveré a leer 24 horas más tarde, a ver... Y hoy, esta tarde, cuando me disponía a enfrentarme a ellos de nuevo, un último zapeo antes de apagar la tele y... ¿qué me encuentro? un reportaje sobre Praga y sobre la Praga de Kafka, un reportaje de una serie que conduce Manuel Vicent y que rastrea las semillas de eternidad dejadas por los grandes escritores en sus ciudades de origen o de paso o de fin. Un reportaje, por cierto, que os recomiendo, bellísimo porque Praga aparece bellísima, porque imagino que debe ser bellísima, que no he estado. Seguro que se puede ver en la web de Rtve. Bueno, el caso es que tras ese encuentro casual o causal, he apagado la tele definitivamente y he vuelto a toparme con el indio y el caballo sin cuello y sin cabeza. ¿Y no es, me pregunto, una situación harto angustiosa galopar eternamente sobre un caballo al que no se le puede espolear ni frenar? Tan enigmático como este texto me parece el de Los árboles. No le pillo el punto, la verdad. En cambio, La negativa y Vestidos me parecen primos hermanos, frutos literarios de un joven Kafka que pone a darse bofetadas un nihilismo incipiente, que ni él probablemente todavía percibe nítidamente, con el encuentro con el otro sexo. Todo ese rollo de las apariencias, de la imagen pública, no parece patrimonio de nuestro tiempo. Kafka anhela el desnudo, la verdad que hay debajo de vestidos y apariencias. De El comerciante, finalmente, me quedo con la frase de arranque, que me parece genial, pero creo que es el típico relato en el que un autor joven vierte sus obsesiones. Y la obsesión de Kafka siempre fue soñar, imaginar, fabular, escribir, en definitiva, en los pocos momentos de soledad que el trabajo, la familia y demás convenciones sociales le dejaban.
Esas son mis impresiones, un poco por encima y consciente de mi ignorancia, que igual alguien que conozca a fondo la vida y la obra de Kafka piensa que he dicho unas cuantas tonterías, que no me extraña, vamos. Esperaré paciente vuestros comentarios sobre estos cinco relatos, antes de pasar a por otros cinco. De todas formas, como el propio Kafka dijo, según la cita que se recoge en el prólogo del libro, "la verdad interna de un relato no se deja determinar nunca, sino que debe ser aceptada o negada una y otra vez, de manera renovada, por cada uno de los lectores".
Salud compañeros/as!