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Este relato aparece en la lista _una de las tantas que uno podría encontrar, por supuesto_ de Los 100 mejores cuentos cortos de la literatura universal.
Pues sí, en el lugar 49 de esa lista está Encender una hoguera, de Jack London.

Esta semana, aventuras en la nieve y todo el frío del mundo de la mano de Jack London, probablemente nacido como John Griffith Chaney (San Francisco, 1876 - Glen Ellen, 1916). Uno de esos autodidactas llenos de talento natural, que supo educarse a sí mismo a través de la lectura y el estudio, y cuyas experiencias vitales le sirvieron para escribir páginas inolvidables. A ver qué nos parece este cuento. Comentarios, a partir de hoy viernes

(Ilustración de Frank E. Schoonover para el relato de London en Century Magazine, 1908)

Ideal para leer estos días, con la que está cayendo, pero envueltos en la mantita, os aviso. Me asomaré a veros tiritar.

Será mi tercer cuento de London. Por un bistec y El chinago me gustaron mucho, sobre todo el primero.

¡Qué bueno y qué frío, jod**! Te va poniendo poco a poco en situación, a base de repetir y repetir la temperatura, que está en Fahrenheit por cierto, y la detallada descripción del paisaje y las sensaciones.

Me ha resultado todo muy bien atado: la ubicación, la propia temperatura y sus efectos en todo, hasta en los escupitajos. Con esa carga moral que se podría resumir en "haz caso al profesor aunque sea un burro", como me decía un compañero veterano hace tiempo.

La recta final es de lo mejor. Cómo una situación extrema te lleva incluso a separar tu consciencia del cuerpo y el momento presentes. Y las reacciones del acompañante canino. Muy acertada la elección de este cuento.

¡Espectacular relato!

En primer lugar, hacerse una composición del lugar, de su soledad, de su inaccesibilidad y su salvajismo, del frío, un poco extraño lo de usar grados fahrenheit pero he usado un conversor y 75 grados bajo cero F son unos -59-60º C, es decir una barbaridad.

Me gusta como va in crescendo. Presentándonos al personaje, su falta de imaginación y de terror, simplemente tiene un objetivo y solo piensa en las etapas que tiene que cubrir, sin plantearse nada más, a mí de pensarlo ya diría ni de coña me muevo yo con esas temperaturas. Y cómo, poco a poco, y a pesar de las precauciones,

se produce el accidente que estaba intentando evitar, y aún así siempre tienes la duda de si se salvará o no, y ves cómo poco a poco la naturaleza, es decir el frío se impone, y lo fácil, coger una cerilla o encenderla, deviene en una tarea imposible.

Me ha gustado mucho, además, cómo usa el contrapunto del perro, cuyo instinto es más importante que todo lo que el hombre pueda pensar racionalmente.

Un relato que muestra lo difícil que resulta la supervivencia del hombre en condiciones extremas, y la lucha por esa supervivencia, con un manejo del suspense impecable, hasta el último párrafo.

De hecho, te quedas un poco a la expectativa de la solución fácil, una especie de Deus ex machina encarnado en un compañero que aparezca en el último momento porque ya estaba muy cerca sin saberlo. Pero no, el final es mucho más acertado así, con una muerte estoica en la nieve, aceptando lo inevitable y la razón que tenía el viejo al darle los consejos de supervivencia y su muerte por no hacerle caso.

Se veía venir... Y mirad que le avisaron veces...
En efecto, la frialdad del ambiente no le da ningún reparo al protagonista quien cree que vencerá esa temperatura (leí 50° bajo cero) en contra de la experiencia, de la naturaleza del perro

que, finalmente, busca su seguridad propia

y de la razón.
Se veía venir: dedos congelados, cerillas al suelo...
Tan directo Jack London.

Leído.

London es un cuentista maravilloso, te va llevando de manera sencilla, suave pero con momentos álgidos.
Y hasta el final parece que quizá, y sólo quizá, sí lo consiga.

Pues este me lo salté.

Anotado. Conociendo otros cuentos de London, habrá que ir con precaución.