Lía escribió: El primer pitillo
me ha resultado exquisito, dan ganas de fumar, como se recrea en cada paso que da antes de fumarse el cigarro después de quince días sin fumar. |
A mí este relato me da que pensar sobre lo mucho que ha cambiado la visión del hábito de fumar no sólo en la televisión y el cine, sino también en la literatura.
En realidad, ahora que soy exfumador, creo que ese cigarrillo ideal sólo existe en la imaginación, realmente creo que yo disfruté realmente de muy pocos cigarrillos pero me imaginé mil formas de disfrutarlos cuando estaba dejándolo. Aún así está muy bien escrito y, en efecto, casi dan ganas de fumar. Creo que este relato sería impensable hoy en día.
Lía escribió:La contradicción
Por eso, porque realmente es toda un acontradicción.
la vida, la muerte que llega inconvenientemente, sí nunca conviene, no es justa pero en algunos casos es injusta, muy injusta. Este niño de 18 años, la monjita que pide que no muera pero a la vez reza hagase tu voluntad... |
A mí este no acaba de llegarme.
Aunque lo de ligarse a la monjita tiene su morbillo. ¿O imaginarme un tonteo con la monjita joven lo he añadido yo porque me ha dado la gana y en el relato no lo dicen? |
Lía escribió: La conferencia. Genial!!!
el conferenciante que suelta frases grandilocuentes, algunas carentes de sentido o lógica pero que suenan "grandes" La joven idealista que va de "intelectualilla" y mira embobada al conferenciante. Me he reído mucho cuando ella no comprende alguna idea del conferenciante y dice: claro es taaan grande jaja
Y por último el joven proletario que pasa a la conferencia en un día especialmente frio, sólo por pasar un rato calentito.Vamos, resumiendo, el orador o persona política que habla bonito sin decir nada.
La joven idealista que bebe sus palabras . Y el trabajador que no entiende lo que dicen pero sabe mucho más que todos de lo que hablan, el sufre en sus huesos esas diferencias ecónomicas de las que todos dicen tienen que terminar pero nadie dice cómo |
Y al final, no quiero parecer feminista pero todos
mirando las poderosas caderas de la intelectualilla, y ella pensando que habian notado "sus inquietudes" jajajaja Buenísimo |
Jajjajjaja.
Sí, la verdad es que la descripción es buena.
Lo que me lleva a pensar que también tiene sentido en la época en que está escrito (la posguerra), pero hoy en día nadie se mete a una conferencia por el calorcito (de momento), como mucho por los canapés de después.