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SPRINGLAKE
Ruth Prawer Jhabvala

Con este relato (casi una novela corta, más extenso que los anteriores que hemos tenido en este miniclub), irónico y crepuscular, plagado de referencias chejovianas, de la escritora Ruth Prawer Jhabvala (1927-2013), vamos a continuar nuestro recorrido por los relatos en lengua inglesa. La autora, nacida en Alemania de padres judíos polacos, residió durante largo tiempo en la India y posteriormente en Estados Unidos. Comentaremos su relato a partir del viernes día 22 de abril, aquí, en este hilo

Veo que soy el primero en comentar.

Primero tengo que decir que no soy neutral. Es obvio, porque lo cuenta, el homenaje a El jardín de los cerezos de Chejov, cosa que a mi querido Yarin68 le chirriará, pero me encantan este tipo de relatos donde no pasa nada y pasa todo a la vez en pequeños gestos y en muy poca acción.

Tenemos a unos auténticos inútiles, niños ricos, y también al marido de ella. Su padre era rico y es dio todo. Ellos son "artistas" teóricamente, en la práctica no son nada. No saben nada de la realidad, viven en su mundo, en contraste con el del padre y el de Lisa, que es el del dinero.

La propiedad, Springlake, es su jardín de los cerezos, que acabarán vendiendo porque derrochan sin sentido y no tienen ningún sentido del dinero, lo regalan literalmente. Hasta ahí el homenaje.

Pero hay un personaje novedoso: Maggie.

Maggie parece una cosa pero es otra, de tonta no tiene un pelo, es una superviviente nata, sobre todo a costa de los demás,

eso es lo que descubre el padre y por eso la echa, y cuando vuelve años después intenta repetir la jugada embaucando a los mismos de siempre, pero Lisa aparece dispuesta a repetir la historia y echarla de nuevo, pero Maggie ya ha aprendido la lección, quiere quedarse y para eso luchará demostrándole a Lisa su valía para su proyecto, para el que George es adoptado como una marioneta, debe fumar puros aunque lo odie, y Teddy y la madre de Lisa sobran, con lo que prácticamente se les expulsa a una casita. Lo que parece que es una apropiación de Maggie en realidad es un gran servicio en el que terminarán todos contentos: Salvan Springlake, Lisa obtiene un éxito profesional, George tiene por fin un cometido, dejando el arte para el que no servía, y su hermana y Teddy son libres para vagabundear enamorándose ambos de nuevo, sin faltarles el dinero, y Maggie obtiene la seguridad que siempre había deseado convertida además en una gran señora.

En fin, un relato muy interesante, que tomando como base, como explica el propio relato, el jardín de los cerezos de Chejov, nos cuenta una historia con un final muy diferente, menos melancólico y mucho más alegre.

Acabo de empezarlo.
El estilo de escritura me gusta mucho y como lei hace tiempo la obra de Chejov pues mejor

Pues para mi ha sido sencillamente preciosa. Cada una haciendo su papel, todo cobrado de una manera fácil y a la vez subyugante y con ese triunfo final de

Maggie en medio de los niňos ricos que creo un padre que quería ser un auténtico estadounidense

Pienso que sería una adaptación y puesta al día de El huerto de los cerezos a la manera norteamericana, con el triunfo final del capitalismo en vez de con el hundimiento total de la familia. El sentido práctico norteamericano acaba por imponerse a la decadencia e inacción de la familia rusa de Chéjov.

Está maravillosamente bien escrito y los personajes son de carne y hueso. Mira por dónde, otra autora a quien me apetece mucho seguir leyendo. ¡Gracias, Arden, por elegirla!

Me he quedado un poco atrás con los cuentos y, antes de leer este, abro los comentarios y me encuentro con que tenemos a los cerezos de Chejov en versión norteamericana. ¡Me armaré de valor para leerlo!

Gran relato, de los mejores que he leído últimamente.

Todo gira en torno a la casa, pero me parece admirable como la autora consigue que la omnipresente casa sea un no-personaje, si se me permite la expresión. La casa, aún omnipresente, no actúa, no tiene voluntad propia, no determina las elecciones de los personajes. Es es el cemento que une las muchas historias que cuenta la autora; si se quiere, el techo bajo el que la autora nos cuenta la historia de una familia y, sobre todo, las historias individuales de cada uno de sus miembros (y de la "intrusa" Maggie) pertenenientes a tres generaciones distintas. A través de la casa, el cuento nos presenta una gama impresionante de sucesos y emociones: frustraciones personales y profesionales, amores, maternidades/paternidades, la lucha contra las dificultades materiales de la vida, la identidad del inmigrante, salud mental, la bohemia versus la banca...

El final es como la vida misma: agridulce. Coincido con Arden: el la victoria del sentido práctico adaptado al presente sobre el mero rentismo decimonónico que llevaría, sin remedio, a la ruina de la casa. No pude evitar un poco de tristeza al leer como, al final, el sueño de convertir a la casa en un Centro de Artres Dramáticas no puede realizarse - y al ver como es uno de los dos personajes más bohemios del cuento el que acaba poniendo la casa al servicio de Wall Street. Pero queda ese contraste final - el (inesperado) sentido práctico de Maggie acaba liberando a la narradora y su (reencontrado) amor para perseguir sus sueños.

Para meditar.

Este me ha gustado mucho. Desde el estilo de narrar, sin florituras, hasta la manera de contar la historia, avanzando poco a poco, metiendo los personajes cuando corresponde y de manera que no resulte forzado.

Es una historia donde los pequeños detalles, las acotaciones, los diálogos... son lo que la llenan de matices que hacen que todo avance. Además, si es que yo no lo he interpretado mal, tenemos una familia que lo único que le interesa es vivir sin trabajar y "dedicarse a la poesía"... Que si uno se dedica al arte, que si otro se va a la India a hacer, eso, el Indio... Pero, de repente, aparece Maggie, y todos la odian porque quiere hacer las cosas de forma distinta...