La Princesa Durmiente va a la escuela - G.Torrente Ballester

[Aliesa de Ponthieu]

P.d.: a lo mejor te interesa algo que hay por ensayo. Tranquila es para dentro de meses.

¿¡Cual!? Aliesa perversa, que me dejas en ascuas... La shorva del Leporillo tenías que ser...

Por ello me llaman Aviesa

[jilguero]

Preparando motores....

[Gretogarbo]

Mueve un poco el culete y hazme un huequito, jilguero.

[jilguero]

Mueve un poco el culete y hazme un huequito, jilguero.

¡Hecho!
Espero volver pronto y hacerlo de muy buen humor, que es como me suelen poner los libros del abuelo.

[jilguero]

Pues vuelvo pronto y con la sonrisa puesta. Imagino, Greto, que habrás soltado alguna carcajada en los primeros capítulos, pues el abuelo ha arrancado retrancoso perdido, como cuando dice: ¡Ay, Gisela-Lillo-Inés! Ésa sí que es buena historia... Exclamación, por otro lado, que me ha hecho caer en la cuenta de que es justo a imitación de don Gonzalo que últimamente digo (o escribo, para ser más exacta) algún que otro nombre compuesto, pues los digo con la mima entonación con la que acabo de leer este Gisela-Lillo-Inés: en tono rimbombante y jocoso pero con cariño, buscando la complicidad.

El rey Canuto, sin poder yo evitarlo, ya anda con la fisonomía de Gabino Diego, pues parece un primo hermano de El rey pasmado, por su carácter, por su ingenuidad de niño grande, solo que en otra época más contemporánea. Y todo el montaje de rituales palaciegos cara al pueblo me ha recordado a toda la parafernalia de La isla de los jacintos cortados en torno al General Galvano o la impagable procesión de rencos para que no se supiese quien era Ascanio Aldobrandini (los nombre los acabo de mirar en el hilo de marras que la memoria es lábil). Y citaría aquí algunos párrafos notables describiendo a Canuto pero tener que transcribirlos a mano me echa para atrás. Estoy teniendo el placer de sentirme como de vuelta a casa pero con el placer añadido de no saber qué me aguarda.

Y buenísima la escena del archivo del palacio y genial como acompasa don Gonzalo el soliloquio del archivero a la interpretación de una pieza musical. Ahí me he quedado. De momento, tengo la sensación de estar disfrutando como cuando de niña leía, o me contaban, un cuento con cierto misterio que me hacía no querer dejar de leerlo. La diferencia principal es que ahora me hallo ante un cuento para adultos y, mientras de niña toda era parafernalia palaciega la habría mirado con el mismo asombro que cualquiera del pueblo que grita ¡Viva Canuto!, ahora, la ironía de don Gonzalo me saca, a posta, de esas filas y me hace su cómplice como adulta: muestra al lector que todo es cartón piedra pero que, aún así, merece la pena entrar en el mundo de la fantasía para evadirse de la realidad. Idea que es muy reiterativa en su obra y que suele expresar de forma bastante explícita: "Cada mañana, al contemplar los jardines, el Rey no podía olvidar la realidad escondida tras la decoración; pero esta mañana, por primera vez después de muchos años, se olvidó de al realidad, y, como cuando era niño, los jardines, la niebla, las torres, le produjeron una sensación de misterio que el hizo profundamente feliz...

Por el título, no las tenía todas conmigo de que me fuera a gustar. Pero de momento, no tengo queja ninguna, sino más bien al revés: me está dando más de lo que esperaba.

PD: Greto, no sé si con el abuelo harás la excepción de no criticarle el largo prólogo; por mi parte, de momento solo le he echado un vistazo: lo leeré al final,

[Gretogarbo]

Llevo muy poco leído, jilguero. Dejé la lectura en la página 43/381 (11%), al final del punto 1 del capítulo primero de la primera parte: La casita del bosque, pero hay que tener en cuenta que la narración comienza en la página 37. Por ahora sólo puedo decir que, efectivamente, la socarronería, la ironía y el buen humor aparecen ya en estas primeras páginas. Por la descripción de Canuto, este rey no era precisamente un adonis.

La edición que tengo, de noviembre de 1989, que es ésta (perdón pero no he encontrado una imagen más pequeña),...



... también está prologada por el autor y, como has hecho tú, he dejado ese prólogo para cuando termine de leerla.

El libro trae esa ficha que se ponía antes tras la solapa en los libros de préstamo de las bibliotecas para marcar la fecha de devolución. Si es cierto lo que allí se refleja, la obra no se ha sacado desde abril de 1998. Ya ves que el abuelo no es profeta en su tierra.

[jilguero]

Si es cierto lo que allí se refleja, la obra no se ha sacado desde abril de 1998. Ya ves que el abuelo no es profeta en su tierra.

Al final va a resultar que, pese a estar el libro en el depósito de los poco solicitados, el abuelo es un pelín más profeta en esta otra tierra de fenicios: en la tarjetita que mencionas reza como última (y única también) fecha de devolución el 31 de marzo de 2004.

[Gretogarbo]

Ya. Pero también hay que tener en cuenta que desde hace un tiempo no siempre se pone el cuño de la fecha de devolución en esa hoja. Lo que suelen hacer con más frecuencia es darte un boleto con la fecha, por lo menos aquí.

[jilguero]

Ya. Pero también hay que tener en cuenta que desde hace un tiempo no siempre se pone el cuño de la fecha de devolución en esa hoja. Lo que suelen hacer con más frecuencia es darte un boleto con la fecha, por lo menos aquí.

Antes de tener el lector, y una vez tenía atiborradas los plúteos en casa con libros propios, fui asidua sacadora de libros de las bibliotecas. Puedo estar hablado de la década 2005-2014, y yo he vivido ambas etapas: la de que me anotaban la fecha de devolución del libro en la tarjeta de marras hasta la que, como ahora, me dan un recibo similar al de cualquier supermercado. Y en esa década, recuerdo a la bibliotecaria y a veces yo misma, buscando en los cajones de los ficheros el libro deseado para tratar de localizar su ubicación. En esa época, mi ignorancia me llevó a pensar, una vez que saqué un libro del depósito, que tenía en mis manos una joya que usaban los estudiosos (no me preguntes cuáles, pero así lo pensé, pues en las bibliotecas siempre imagino la existencia de estancias ocultas y vedadas al gran público, como la que imaginé en el sótano de Las cartas muertas apócrifas). De hecho, una vez he estado en un archivo consultando documentos de verdad antiguos, escritos con letra rimbombante en tinta sepia sobre papel apergaminado, y no veas la parafernalia que había que seguir para tocar aquello. E increíble la sensación de tocar algo sagrado que tuve.

Aprovecho para mostrarte la edición que estoy leyendo

Portada.jpg

[Gretogarbo]

... recuerdo a la bibliotecaria y a veces yo misma, buscando en los cajones de los ficheros el libro deseado para tratar de localizar su ubicación.

Yo también recuerdo el estar consultando las fichas de libros en unos muebles con largas y profundas cajoneras, aunque siempre de libros de texto o técnicos. A todas las bibliotecas a las que he acudido en mi vida, siempre había acceso directo a las estanterías de las novelas y a mí me gustaba entrar allí sin una lectura prefijada y elegir un libro orientado únicamente por mi intuición.

... increíble la sensación de tocar algo sagrado que tuve.

Y así es en ocasiones. Sagrado por su rareza, por ser un incunable, por ser un documento único o por su extraordinariedad, como en el caso del ejemplar firmado por el propio Torrente que ya te conté en tu bujío.

Esa edición que lees fue la primera de esta obra que tenemos entre manos.

[jilguero]

He avanzado un poco más. Ya tenemos al rey Canuto buscando la casa del bosque montado en una autogiro (ja, ja, ja). Me resulta increíble que don Gonzalo me hable de un bosque tan intrincado que nadie pueda entrar y consiga que yo me lo trague tan a gusto. Por cierto, me he acordado de que en Guardo la voz, cedo la palabra comentamos algo de este libro y lo he buscado:

Decididamente soy una voyerista aunque blanca, pues lo que me interesa es encontrar esa Animula, vagula, blandula que el escritor oculta tras su palabras. Bueno, esta vez lo ha dicho él mismo, pero es que estoy muy de acuerdo y me ha dado alegría oírselo. Dice así el abuelo de Greto en la página 182:
Y me he pasado la vida luchando contra mi voluntad de fuga; no de irme de un lugar concreto, sino irme de mi mismo... Entonces, uno de estos posibles yoes es el profesor Dupont, quien realiza un tipo de relación sentimental que me interesa... También una de mis utopías amorosas o eróticas se realiza en esta relación entre Agthy y Dupont: es una relación absolutamente ideal....

Y resulta que se supone que son personajes de una novela cuyo título me atraía poquísimo: La princesa durmiente va a la escuela. Habrá que leerla. ¡Ah!, y dice también que le habría gustado ser el profesor Rhodesius que ahora no recuerdo de qué novela es.

Creo que el profesor Rhodesius es también de esta novela que nos traemos entre manos.

[Gretogarbo]

Yo voy por la página 61/381 (16%), terminado el punto 1 del capítulo segundo de la primera parte: La casita del bosque.

He avanzado un poco más. Ya tenemos al rey Canuto buscando la casa del bosque montado en una autogiro (ja, ja, ja).

Todavía no he entrado en ese Bosque Encantado porque, por ahora, tanto al Chambelán Mayor como al Primer Ministro me hule que no les gusta que lo haga Tendré que buscar yo también un autogiro. Hazme señales de humo, jilguero, para localizarte entre tanto árbol.

... me he acordado de que en Guardo la voz, cedo la palabra comentamos algo de este libro...

Una vez más, reverencias y bombas de palenque para tu memoria privilegiada.

Ayer me acordé de tus gorriones cuando al final del capítulo primero leí que...
Las columnas de tráfico seguían alternando sus colores, y, que se sepa, allá arriba Orión se desplazaba perezosamente hacia una estrella desconocida...

También me hizo mucha gracia la gracia de don Gonzalo para idear un ayuda de cámara del rey con ideología republicana...
- Si fueras Primer Ministro, mi situación mejoraría mucho. ¿No serás nunca Primer Ministro? Ahora, todo el mundo puede serlo.
- No lo creo, Majestad. Mi partido no tiene probabilidades de formar gabinete en unos cuantos años, y mucho menos mi sindicato.
Canuto, mientras se ponía la gorra, preguntó distraídamente:
- Cuál es tu partido?
- El republicano, desde luego. Es el partido de los grandes financieros y yo tengo que mirar por mis ahorros.
El Rey le puso las manos sobre los hombros, y le miró a los ojos.
- Eres muy inteligente, Gibbs, muy inteligente. También a mí me gustaría ser un gran financiero.
Por un momento pensé que el rey Canuto iba a decir que a él también le hubiese gustado ser republicano.

Y más ironía cuando dice que el Chambelán hablaba siempre en si bemol mayor.

Sigo.

[jilguero]

Si fueras Primer Ministro, mi situación mejoraría mucho. ¿No serás nunca Primer Ministro? Ahora, todo el mundo puede serlo.
- No lo creo, Majestad. Mi partido no tiene probabilidades de formar gabinete en unos cuantos años, y mucho menos mi sindicato.
Canuto, mientras se ponía la gorra, preguntó distraídamente:
- Cuál es tu partido?
- El republicano, desde luego. Es el partido de los grandes financieros y yo tengo que mirar por mis ahorros.
El Rey le puso las manos sobre los hombros, y le miró a los ojos.
- Eres muy inteligente, Gibbs, muy inteligente. También a mí me gustaría ser un gran financiero.
Por un momento pensé que el rey Canuto iba a decir que a él también le hubiese gustado ser republicano.

¿Este párrafo lo has tecleado enterito a mano? Meritorio, sin duda. No veas como echo de menos mi lector para poder hacer "copy-paste" poniendo ejemplos. El Gibbs, es genial. Hasta cuando solo dice: ¡Majestad! Y a ver qué te parece la escena del archivero y la descripción de se rincón. Me encanta como Don Gonzalo crea esos compartimentos, esas islas, alejadas del mundanal ruido y consigue que gente tan racional como yo le entre al trapo.

Mi versión tiene 317 páginas con lo cual la letra es más chica, supongo; salvo que el abuelo haya metido algunas líneas más en ese ejemplar solo dedicadas a su nieto.

[Gretogarbo]

¿Este párrafo lo has tecleado enterito a mano?

Sí. Aquí, en casa, puedo hacerlo con completa libertad y calma. En el trabajo, me corto.

Mi versión tiene 317 páginas con lo cual la letra es más chica, supongo;...

Será de suponer. Como dato añadido, decirte que mi edición tiene 43 líneas por página.

He estado curioseando por internet y te cuento, jilguero. Esta novela fue publicada por primera vez 32 años después de ser escrita. Y el reino en el que se desarrolla la acción, Minimuslandia, es el escenario de otra obra de don Gonzalo: La rosa de los vientos.

[jilguero]

Y el reino en el que se desarrolla la acción, Minimuslandia, es el escenario de otra obra de don Gonzalo: La rosa de los vientos.

Esto no lo había leído, pues lo añadiste después. ¡Qué casulaidad!, ¿No? Creo recordar que es justo esa otra la que tenemos colocada como la siguiente a leir.

Lo de no ser publicada hasta 32 años después, a ver si nos dice algo don Gonzalo en el prólogo. Igual tiene que ver con la crítica tan dura que hace de los distintos elementos del poder y de la propia democracia, de cómo se tergiversa y filtra la información al "pueblo". Como el informe del Chambelán de lo que había pasado en el bosque encantado:
Pero la nota oficiosa tuvo su gestación difícil, un parto lento. El Chambelán había oficiado de tocólogo.

Y dejo aquí un parrafito, de los muchos que podría dejar, que me hacen ver a Canuto casi en una reencarnación del rey pasmado:
La mayor parte de los generales y chambelanes, y aun de los alabarderos y lacayos, mantenían privadamente esta opinión y se creían más aptos para la función real de Canuto, quien, en el pensamiento, y si no le besaba la mano, admirado de su majestad y arrogancia, era por la costumbre de que fuera la suya la besada.

Otra cosa, Greto, en la descripción del archivo, ¿entiendes bien a dónde se abren esas ventanas apuntadas? Cuando leo la descripción me da la sensación que sería hacia el interior de las columnas. ¿Qué sentido tendría?:
El archivo, sin embargo, no era una cueva, sino estancia de planta circular y gran altura, un tubo enorme que remataba en cúpula. Allá arriba, a muchos metros, varias columnas fasciculadas se bifurcaban, reunían y complicaban en lujosa crestería, pero el cuerpo inferior de las columnas desaparecía, cubierto por interminables anaqueles circulares, sin otros huecos que los exigidos por unos cuantos ventanales apuntados. Cada tres metros, una barandilla circundaba los anaqueles, y varias escalerillas de hierro relacionaban entre sí las seis o siete barandillas.

Y comunícote que he acabado la primera parte. De momento, me está pareciendo puro divertimento, y además tan fácil se seguir que es un descanso para la mente. Una lectura muy apropiada para las fechas en las que nos hallamos, en la que, al menos para mí, concentrarme es mucho más complicado.