(sigo)
Nieva recuerda que durante su juventud vivió en Italia y París, donde también se desarrolló profesionalmente (sobre todo como pintor, escenógrafo y director de teatro) y donde conoció todas las vanguardias artísticas de esa época y personajes varios y que todos esos años y experiencias se “reflejan” en la novela.
Cuando la califico de
bildungsroman es lo que realmente es, en el fondo, referido también a Nieva. No explícitamente, por supuesto, pero lo que está contando en la novela es una versión teatral y metafórica, por tanto, exagerada, de sus propias experiencias vistas a través del filtro del dramaturgo.
El que buena parte de la vida profesional de Nieva haya estado relacionada con el teatro se deja ver. Cuando narra cómo es el teatro en Pantaélica, o una representación operística, es muy patente la visión del teatro “total”, donde no hay mucha diferencia entre la realidad y lo que sucede en escena (el llamado teatro del mundo, o desde otro punto de vista lo que puede suceder en alguna representación de la Fura dels Baus o La Cubana donde el propio espectador participa del/se incorpora al espectáculo, o incluso lo sufre)
Está visto que para los pantaélicos el teatro es “todo lo que ocurre en el teatro”, el público en primer lugar
El mismo Nieva en el nuevo prólogo a la novela (escrito expresamente -creo- para la edición de Círculo de Lectores) alude al teatro de Bob Wilson, director de escena y dramaturgo estadounidense, cuyos montajes uno no va a ver sino a estar en ellos (los montajes de Wilson se caracterizan por un estilo y tempo muy lentos, de días incluso).
Cambicio descubre que la vida en Pantaélica es una representación constante, y el personaje se ve sumergido en una función muy distinta de las de su lejana Galicia. Su sorpresa/descubrimiento no es que en Pantaélica la vida sea una representación, sino que el “guión” o “libreto” de la vida/representación en Pantaélica es distinta de la de la vida/representación en su Galicia, de ahí su extrañeza o maravilla, y su maduración o crecimiento se produce al darse cuenta de que todo en la vida es como una representación teatral, una apariencia necesaria para que todo funcione, no solo en Pantaélica.
El juego teatral constante entre apariencia y realidad es patente a lo largo de toda la narración
¡Qué fanáticos de la forma son los pantaélicos, qué decisivos, qué clásicos! La calumnia es forma, la que te dan tus semejantes -ha exclamado al instante-. Tengo que pasar por esa tertulia de la calumnia, a ver si merezco sus atenciones
el trampantojo, desdoblamiento de personajes, apariencias y
doppelgangers están presentes de forma continuada.
Como dramaturgo Nieva estaba acostumbrado a tener que construir la realidad de cada obra mediante parlamentos de los actores, y siendo esta “novela” un dietario todo lo que leemos son descripciones, pensamientos, opiniones y relatos en primera persona del único “actor” a quien “vemos” en escena, Cambicio. Asistimos “en directo”, narrado por él mismo, a todo lo que le extraña, sorprende o maravilla y a aquello que no comprende y le obliga a “crecer” o “madurar”.
Es la mentalidad de un caballerete del siglo XVIII, el siglo de las luces y la razón
Soy un hombre de mi siglo, un hombre que razona. Me complace intuir que este prodigio es fruto de la ciencia empírica, y me enfebrece pensar que, sin ser yo bruja ni ser trasgo, lo prodigioso puede ser fabricado por mí
y por eso se ha de confesar que es un ingenuo y que no entiende las costumbres de esa sociedad nueva donde ha ido a parar y tan contrarias a su idiosincrasia.
Ya he señalado (y lo dice el propio Nieva en el prólogo) que ha “plasmado” sus experiencias vitales al construir la narración. Pere Gimferrer (autor del prólogo) recuerda que Nieva
vivió en París y en Italia a un tiempo en el mundo de la alta sociedad, en el del teatro y en el de las artes plásticas, y a su regreso (...) emprendió la redacción, hoy felizmente terminada, de esta magna novela
y añade tomando frases del mismo Nieva sacadas de su correspondencia personal
En ella pasan trascendidos mis tiempos en Italia -en Venecia, Roma o Palermo- y el cúmulo de gente extravagante y pintoresca que conocí, entre la que abundaban muchos condes falsos. Mi interpretación es muy deformante (...) La novela se empezó cuando todavía yo era joven... Concentra una experiencia de vida y una visión “apocalíptica” de la sociedad
en el fondo Cambicio es un poco un “alter ego” deformado de Nieva.
Publicada en 1994 (aunque redactada a lo largo de 30 años) nos presenta un esperpento estrambótico de lo que Nieva pudo conocer en forma de (según Gimferrer)
novela de aprendizaje, como una historia de unos ritos de iniciación, casi con tanto susto, éxtasis y enigma como los misterios de Eleusis; los ritos que a todos nos depara el tránsito maravillado, aleccionador y agridulce de la adolescencia a la edad adulta
No es raro, por ello, que en ocasiones Pantaélica le parezca cruel a Cambicio (es condenado por una “máquina de protocolo” semejante a la de “Minority Report”), extraña (los frailes resignantinos que a cambio de una dádiva castigan a los enemigos de quien los contrata repartiendo bofetadas a domicilio), y de gustos difíciles de comprender para un caballerete rural de finales del siglo XVIII, especialmente en materia artística.
Nieva declara que durante su vida tuvo contacto con las diversas vanguardias artísticas y la forma en que representa las vanguardias y modas artísticas
de Pantaélica (insisto en el subrayado, no quiero meterme en jardines
) es hasta hiriente
Es un lenguaje, una convención. Si la gente la acepta, tú puedes no aceptarla y enfrentarte a la gente que, cuando es mucha siempre tiene razón, convéncete. Todo lo que hagas para rebatirlo será o parecerá sin razón. Pásate al otro bando. Se ponen muy contentos cuando alguien se pasa a su bando, lo festejan mucho. Y muchos, que es lo principal (...) Sobre un caballete se van sucediendo una serie de cuadros en negro y de diferente tamaño. Rosengarten cuenta los temas que se podrían desarrollar, tan cumplidamente que hace llorar a la asistencia. Y esos cuadros se compran, es decir se compra “una bella idea” y uno se lleva el lienzo pintado en negro a casa sólo a guisa de recordatorio. ¿No es fabuloso? Aunque no lo creas, tales cuadros se han pagado muy caros y, cuando uno de esos cuadros cambia de propietario, a veces la historia se deteriora mucho, porque cada cual relata el asunto a su manera y añade cosas nuevas. “Me están plagiando, me están falsificando”, se queja Rosengarten cuando oye contar mal un cuadro suyo (...) A Rosengarten se le han llegado a pagar fortunas “por no” pintar un cuadro, se le ha pagado el lugar que debiera ocupar el mismo, pero debidamente firmado. Ese sublime vacío ya es un cuadro
Es exacto, señor Arden, es un Nieva crítico, irónico, paródico, y sobre todo satírico, con esa sátira que emana de la visión de la realidad en un espejo deformante, siendo ese espejo la mentalidad de Cambicio plasmada en el relato.
Para acabar, lo último pero no menos importante, aparte de académico de la RAE, Nieva era manchego. En otras palabras maestro del idioma (se le supone) y castellano puro. El castellano directo y sin grandes florituras de Nieva y la precisión con que lo utiliza son una auténtica delicia (y quizá como ya he apuntado, su condición de dramaturgo que ha de expresarse mediante los parlamentos de los actores, contribuya a esa precisión y exactitud en el uso del idioma).
tardor