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DESPEDIDAS

Colecciono despedidas y hasta nuncas
(a menudo disfrazados de hasta siempres
y piadosos algún día nos veremos).
Como todos, empecé diciendo adiós a un ámbito
sutil, cálido y materno, para entrar en otro
denso, físico y concreto, donde sigo acumulando
mis más tristes despedidas.
La primera que recuerdo fue a mi padre y, era yo
tan ingenuo, que pensé que aquel abrazo suyo,
débil, último y profundo,
era solo un hasta luego;
dije adiós a varias casas de la infancia,
a la propia infancia, a dos amigos y a mis perros;
tuve un par de amores grandes que dejaron huella
y otros más que no lo hicieron (ojalá que dure siempre
el que Dios me ha dado ahora
y no tenga que decirle un día no me dejes,
no me olvides, no te vayas).
Mi más triste despedida fue a mi madre
y no sé por qué motivo, aún la espero.
Serán otros los que un día
me darán también su adiós en mi partida
y al cruzar el ancho puente que separa
de esta vida sus orillas,
es probable que inaugure
en los brazos de mi padre
mi emotiva colección de bienvenidas.

--oOo--

¿Por qué me hacés llorar, José Manuel? Qué belleza, pero se me hizo un nudo en la garganta y solté el llanto. ¿Viste lo que lograste? Sos un gran poeta y sabés que te admiro profundamente. Este va a juntarse con otros tantos tuyos que tengo guardados. Gracias por dejarnos estas maravillas, muchos cariños, .

Larga vida y bien vivida para poder recordar con ese cariño las despedidas.

Suscribo cada palabra que te han dedicado en la crítica a este poema.

Gracias por compartirlo, @jose manuel saiz

Muchas gracias amigos por los comentarios.
Un abrazo
J. manuel

Desde luego, este poema, ahora visto de unos días para acá, me hace reflexionar sobre la cantidad de despedidas que vamos acumulando en nuestra vida y, si lo pensamos bien, estamos en la única casa que podemos habitar, nuestra Vida, de la cual nunca nos podemos despedir. ¡Paradojas de estar vivo!,

Gracias, @jose manuel saiz