Siempre estabas tú

[jose manuel saiz]

SIEMPRE ESTABAS TÚ

Son las siete de una tarde
lluviosa de noviembre.
Me olvidaré de este ver llover,
de esta hora y de esta lluvia
que está cayendo para nadie.
También mi cuerpo un día
sentirá el reclamo de la tierra
y mi espíritu, ya libre, lo dejará caer.
Me ignorarán aquellos que estuvieron
conmigo sin saberme;
y lloverá a oscuras, como ahora,
como siempre, y los hombres
olvidarán las tardes como esta
donde solo se ve llover.
Seremos olvidados.
Todos.
Estas lluvias, las tardes grises,
las horas y nosotros… Todos.
Incluso los que dieron nombre
a las estatuas
(se harán pedazos las estatuas;
y los nombres
se olvidarán después).
Se olvida todo aquello
que no queda en el alma.
Y, si me han de olvidar,
que me olviden de esta forma:
de pronto, sin nostalgia…
Como a una tarde oscura.

Pero hay horas y tardes
y personas que no se olvidan nunca.
Tardes de sol, horas de paz,
seres de luz.
Y en todas esas tardes mías,
en todas esas horas fijas,
entre esa gente, siempre
estabas tú.


--oOo--

[lucia]

caerá sobre la tierra que lo llama,
y mi espíritu, ya libre, lo dejará caer.

Ese y deja la caída del cuerpo redundante y tampoco sonoramente me dice nada.

Y espero y deseo que también hayas tenido tardes de lluvia memorables con ella como centro.

[jose manuel saiz]

caerá sobre la tierra que lo llama,
y mi espíritu, ya libre, lo dejará caer.

Ese y deja la caída del cuerpo redundante y tampoco sonoramente me dice nada.

Y espero y deseo que también hayas tenido tardes de lluvia memorables con ella como centro.

Gracias por el comentario Lucía.
Tienes razón. He modificado ese verso.
Y he aprovechado para cambiarle el título al poema también.
Un abrazo

[lucia]

De lo que recuerdo, has modificado bastante más que ese verso. Y por lo menos a mí me suena mejor.