De arena y sal...

[Guillermogustavo]

De arena y sal...


Oh, ven, compañero
del vano rodar,
¿sabes de qué somos?
De arena y sal...

Dunas y médanos que en yermos desiertos
estaban ayer donde hoy ya no están,
y el viento destruye o arrastra a su antojo
y acaso mañana los vuelve a formar.

Oh, ven, compañero,
qué triste verdad:
que somos de arena,
de arena y sal.

Borrascas surgidas en páramos yermos,
de polvo que el viento ha puesto a girar,
y arrastra sin pausa girando y girando,
cruzando el desierto a ningún lugar.

Oh, ven, compañero,
que no es novedad
que somos de arena,
de arena y sal.

Castillos y torres que en playas ignotas
la mano arquitecta ha olvidado ya,
murallas de un día que al fin de la tarde,
el sol resquebraja y destruye el mar.

Oh, ven, compañero,
que en vano es negar
que somos de arena,
y también de sal.

Vanas concreciones de formas grotescas
que en grutas remotas que nadie ha de hallar,
sedimenta el agua sin plan ni concierto
y un día disuelve, que lo mismo da.

Oh, ven, compañero,
qué cruel realidad:
ser sólo de arena,
de arena y sal.

¿Es dulce la sangre, es dulce el sudor?
¿Es dulce tu rostro después de llorar?
¿O es dulce esta sed que el alma consume
y no halla en qué fuente se pueda aliviar?

El mundo cruzamos
sin gloria ni pena,
fantasmas de niebla,
de espuma en el mar;
de polvo que apenas
retienen las manos:
un simple puñado
de arena y sal.

Guillermo Doi

[lucia]

Las repeticiones lo hacen casi hipnótico.

Eso sí, al principio parece que vas a describir un paseo por el borde del mar de dos amigos ciclistas, pero luego resulta ser otra cosa con un aire bastante desolador.

[Fiel poesía]

Me ha resultado una visión ya no pesimista, ni realista, ni optimista.
Más bien una visión tristemente adaptada a algo que no se sabe si es real.
Es decir, una visión estancada.