A divinis
- Edgardo Benitez
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A divinis
A divinis
Cuando le llenaron el cuerpo de balas
fue por venir de otro mundo.
Las tenía en la puerta de la boca y en la piel de salida.
¿Se podrá a punta de balazos impresionar al alma?
¿Habrá manera alguna de contar novelas de terror al ser mismo?
Si todos tenemos la misma alma ¿de qué nos extrañamos?
Si el mar no solloza ni se deleita si remojo mis manos entre sus olas.
Tampoco los árboles sienten pena ni gloria si río o lloro bajo sus ramas.
Ahora que recuerdo
hubo día,
vi al tiempo que pasó por encima de un reloj suizo incrustado en un campanario,
con sus manos de acero le retorció las manecillas.
De una bofetada en ruedas y piñones
le hizo perder algunos de sus dientes y lo condenó al oxido eterno.
Los que veíamos desde la acera
corrimos a presenciar la amnesia que manifestaban la horaria, el minutero, el segundero.
Había fiesta en la calle,
había pleito,
había fiesta en la atalaya,
las campanas crujían,
las monjas, las futuras sacerdotisas, también luchaban,
luchaban contra las sombras,
inhóspitas sombras,
se negaban a doblegar las gargantas ante sus garras,
y buscaban la luz para ocultarlas.
Una avecilla intentó tapar la luminaria para hacer que desaparecieran,
pero fue iluminada también y produjo sombra.
Y un coro de mujeres infieles
sentadas en el fondo del campanario, vociferaba:
¡las sombra existen por la luz,
son hijas de la luz!
¡de la blanca oscura luz!
Ahora díganle al poeta que ría
que descubra la risa en las gavetas de su escritorio,
entre las camas,
el poeta no tiene criterio para decir lo que ahora mira, lo que escucha.
Ahora díganle que acaricie las calles y que bese las faldas de las mujeres que se niegan a fornicar con él,
ayúdenle a establecer dilemas en la cama,
en la cama solo hay que enfermar, fornicar y morir,
no sirve para más.
Dígales a las personas que no se aburran de sentir el poema que se asoma,
hablen a la gente y apártense de su camino,
dejen que se golpeen contra las piedras,
que se quemen los pies de tanto andar los mismos errores.
Hablen a la gente y apártense de su camino,
que ya llegó el tiempo que los poetas inventemos la poesía.
Cuando le llenaron el cuerpo de balas
fue por venir de otro mundo.
Las tenía en la puerta de la boca y en la piel de salida.
¿Se podrá a punta de balazos impresionar al alma?
¿Habrá manera alguna de contar novelas de terror al ser mismo?
Si todos tenemos la misma alma ¿de qué nos extrañamos?
Si el mar no solloza ni se deleita si remojo mis manos entre sus olas.
Tampoco los árboles sienten pena ni gloria si río o lloro bajo sus ramas.
Ahora que recuerdo
hubo día,
vi al tiempo que pasó por encima de un reloj suizo incrustado en un campanario,
con sus manos de acero le retorció las manecillas.
De una bofetada en ruedas y piñones
le hizo perder algunos de sus dientes y lo condenó al oxido eterno.
Los que veíamos desde la acera
corrimos a presenciar la amnesia que manifestaban la horaria, el minutero, el segundero.
Había fiesta en la calle,
había pleito,
había fiesta en la atalaya,
las campanas crujían,
las monjas, las futuras sacerdotisas, también luchaban,
luchaban contra las sombras,
inhóspitas sombras,
se negaban a doblegar las gargantas ante sus garras,
y buscaban la luz para ocultarlas.
Una avecilla intentó tapar la luminaria para hacer que desaparecieran,
pero fue iluminada también y produjo sombra.
Y un coro de mujeres infieles
sentadas en el fondo del campanario, vociferaba:
¡las sombra existen por la luz,
son hijas de la luz!
¡de la blanca oscura luz!
Ahora díganle al poeta que ría
que descubra la risa en las gavetas de su escritorio,
entre las camas,
el poeta no tiene criterio para decir lo que ahora mira, lo que escucha.
Ahora díganle que acaricie las calles y que bese las faldas de las mujeres que se niegan a fornicar con él,
ayúdenle a establecer dilemas en la cama,
en la cama solo hay que enfermar, fornicar y morir,
no sirve para más.
Dígales a las personas que no se aburran de sentir el poema que se asoma,
hablen a la gente y apártense de su camino,
dejen que se golpeen contra las piedras,
que se quemen los pies de tanto andar los mismos errores.
Hablen a la gente y apártense de su camino,
que ya llegó el tiempo que los poetas inventemos la poesía.
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
- jose manuel saiz
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- Registrado: 20 Sep 2013 17:53
Re: A divinis
Edgardo Benitez escribió:A divinis
Cuando le llenaron el cuerpo de balas
fue por venir de otro mundo.
Las tenía en la puerta de la boca y en la piel de salida.
¿Se podrá a punta de balazos impresionar al alma?
¿Habrá manera alguna de contar novelas de terror al ser mismo?
Si todos tenemos la misma alma ¿de qué nos extrañamos?
Si el mar no solloza ni se deleita si remojo mis manos entre sus olas.
Tampoco los árboles sienten pena ni gloria si río o lloro bajo sus ramas.
Ahora que recuerdo
hubo día,
vi al tiempo que pasó por encima de un reloj suizo incrustado en un campanario,
con sus manos de acero le retorció las manecillas.
De una bofetada en ruedas y piñones
le hizo perder algunos de sus dientes y lo condenó al oxido eterno.
Los que veíamos desde la acera
corrimos a presenciar la amnesia que manifestaban la horaria, el minutero, el segundero.
Había fiesta en la calle,
había pleito,
había fiesta en la atalaya,
las campanas crujían,
las monjas, las futuras sacerdotisas, también luchaban,
luchaban contra las sombras,
inhóspitas sombras,
se negaban a doblegar las gargantas ante sus garras,
y buscaban la luz para ocultarlas.
Una avecilla intentó tapar la luminaria para hacer que desaparecieran,
pero fue iluminada también y produjo sombra.
Y un coro de mujeres infieles
sentadas en el fondo del campanario, vociferaba:
¡las sombra existen por la luz,
son hijas de la luz!
¡de la blanca oscura luz!
Ahora díganle al poeta que ría
que descubra la risa en las gavetas de su escritorio,
entre las camas,
el poeta no tiene criterio para decir lo que ahora mira, lo que escucha.
Ahora díganle que acaricie las calles y que bese las faldas de las mujeres que se niegan a fornicar con él,
ayúdenle a establecer dilemas en la cama,
en la cama solo hay que enfermar, fornicar y morir,
no sirve para más.
Dígales a las personas que no se aburran de sentir el poema que se asoma,
hablen a la gente y apártense de su camino,
dejen que se golpeen contra las piedras,
que se quemen los pies de tanto andar los mismos errores.
Hablen a la gente y apártense de su camino,
que ya llegó el tiempo que los poetas inventemos la poesía.
Original y bello trabajo. Me ha sorprendido tanto como me ha gustado. Enhorabuena Edgardo.
Un abrazo.
J. Manuel
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Re: A divinis
Hoy es el día de la Poesía.
Dígales a las personas que no se aburran de sentir el poema que se asoma,
hablen a la gente y apártense de su camino,
dejen que se golpeen contra las piedras,
que se quemen los pies de tanto andar los mismos errores.
Hablen a la gente y apártense de su camino,
que ya llegó el tiempo que los poetas inventemos la poesía.
Bonito y sonoro, pero demasiado denso.
Dígales a las personas que no se aburran de sentir el poema que se asoma,
hablen a la gente y apártense de su camino,
dejen que se golpeen contra las piedras,
que se quemen los pies de tanto andar los mismos errores.
Hablen a la gente y apártense de su camino,
que ya llegó el tiempo que los poetas inventemos la poesía.
Bonito y sonoro, pero demasiado denso.
La felicidad es un sillita al sol
- Edgardo Benitez
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Re: A divinis
jose manuel saiz
Agradezco su lectura y comentario.
Abrazos
Agradezco su lectura y comentario.
Abrazos
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
- Edgardo Benitez
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Re: A divinis
nosequé
Qué bien que te agrade. Agradezco tu lectura y comentario.
Qué bien que te agrade. Agradezco tu lectura y comentario.
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
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- Paraná
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Re: A divinis
No cualquier día se topa uno con un desafío poético. Intrigante y libertario poema, Edgardo. Me he dejado llevar por las imágenes y por las ideas que ellas van sugiriendo, y ha resultado un viaje encantador.
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- Edgardo Benitez
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Re: A divinis
Agradezco tu comentario, PARANÁ
¡Hay vida antes de la muerte!
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- Edgardo Benitez
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Re: A divinis
Agradezco su lectura, Foro
¡Hay vida antes de la muerte!
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Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
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Re: A divinis
¡Muuuuuuuy bien!
Al fin me cruzo con una aparente verdadera conciencia y concepción de la poesía (de lo que ha sido hasta hace algún tiempo, al menos para mí).
¡Muuuuuuuy bien!
Al fin me cruzo con una aparente verdadera conciencia y concepción de la poesía (de lo que ha sido hasta hace algún tiempo, al menos para mí).
¡Muuuuuuuy bien!
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- Edgardo Benitez
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Re: A divinis
Agradezco tu opinión, Fiel poesía. Así es.
¡Hay vida antes de la muerte!
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Re: A divinis
Llegó la voz discordante La que dice que el poeta de la estrofa final se lo tiene tan creído que debe de dormir todas las noches en el sofá
Y que haga mas caso de las voces que indican que las sombras son hijas de la luz y que el seguimiento del tiempo nos tiene esclavizados PD Esta estrofa es la que me gustó a mí.
Y que haga mas caso de las voces que indican que las sombras son hijas de la luz y que el seguimiento del tiempo nos tiene esclavizados PD Esta estrofa es la que me gustó a mí.
Nuestra editorial: www.osapolar.es
Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.
Mis diseños
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- Edgardo Benitez
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Re: A divinis
Agradezco su comentario, lucía. Bienvenida siempre.
¡Hay vida antes de la muerte!
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