Federico García Lorca escribe a su familia desde Nueva York y La Habana (1929-1930) - Federico García Lorca

Aquellas maravillosas cartas.

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Arden
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Federico García Lorca escribe a su familia desde Nueva York y La Habana (1929-1930) - Federico García Lorca

Mensaje por Arden »

Federico García Lorca escribe a su familia desde Nueva York y La Habana, 1929-1930
Federico García Lorca y Christopher Maurer

Imagen

Editorial: Ministerio de Cultura
Nro. Páginas: 152
Ilustraciones y fotos b/n.
Encuadernación: Tela. Cartas en facsímil

Fecha edición: 1985
“Cervantes virtual” escribió:A pesar de sus preocupaciones y de un horrible verano de sentimientos, el poeta no dejó de trabajar intensamente, y se entregó a proyectos nuevos muy distintos al Romancero. En Granada se rodeaba de un grupo de amigos jóvenes y editó los dos únicos números de la citada revista Gallo. Envió al crítico de arte Sebastià Gasch algunos de sus mejores dibujos y dos poemas en prosa -«Nadadora sumergida...» y «Suicidio en Alejandría»- que respondían a su nueva manera espiritualista: emoción pura descarnada, desligada del control lógico. Exploró en una de sus mejores conferencias el mundo de las nanas infantiles, y explicó su nueva teoría de la «evasión» poética. Durante el invierno de 1928 se propuso estrenar su «aleluya erótica» Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, intento frustrado por los censores del régimen de Primo de Rivera.

Aun en medio de estos proyectos, debió de quedar claro para Lorca que necesitaba desvincularse durante cierto tiempo del ambiente andaluz y de su círculo madrileño de amigos. En la primavera de 1929, Fernando de los Ríos, antiguo maestro de Federico y amigo de su familia, propuso que el joven poeta le acompañara a Nueva York, donde tendría la oportunidad de aprender inglés, de vivir por primera vez en el extranjero y, quizás, de renovar su obra. Se embarcaron en el Olympic -buque hermano del Titanic- y arribaron el 26 de junio.

La estancia en Nueva York fue, en palabras del propio poeta, una de las experiencias más útiles de mi vida. Los nueve meses que pasó -entre junio de 1929 y marzo de 1930- en Nueva York y Vermont y luego en Cuba hasta junio de ese año, cambiaron su visión de sí mismo y de su arte.

Imagen del manuscrito «La casa de Bernarda Alba», 19 de junio de 1936. Colección Fundación Federico García Lorca. Fue ésta su primera visita al extranjero; su primer encuentro con la diversidad religiosa y racial; su primer contacto con las grandes masas urbanas y con un mundo mecanizado. Casi podría decirse que su viaje a Nueva York representó su descubrimiento de la modernidad. Allí exploró el teatro en lengua inglesa, paseó por el barrio de Harlem con la novelista negra Nella Larsen, escuchó jazz y blues, conoció el cine sonoro, leyó a Walt Whitman y a T. S. Eliot, y se dedicó a escribir uno de sus libros más importantes, el que se publicó, cuatro años después de su muerte, con el título de Poeta en Nueva York.

Pocos críticos y biógrafos han escrito sobre la vida de Lorca en Nueva York sin insistir en que allí se sintió deprimido y aislado. Tal es, desde luego, el sentimiento que desprenden sus poemas. Pero existe también una serie de cartas encantadoras a su familia donde presentaba una imagen muy diferente. Estas cartas, con su visión más risueña de la ciudad más atrevida y más moderna del mundo, hacen imposible una lectura autobiográfica de Poeta en Nueva York y nos recuerdan que uno de los logros más admirables de esta obra consiste en la creación de un protagonista trágico, la «voz» de los poemas, que tiene propiedades, como dijo un crítico, de Prometeo, profeta y sacerdote. Sin duda, ese protagonista se relaciona con la «persona» creada por Walt Whitman, a quien dedicó Lorca una «Oda» en su libro.

Una tercera visión de la ciudad -aparte de la epistolar y la poética- la ofreció Lorca al volver a España, en una conferencia-recital titulada «Un poeta en Nueva York».

Del conjunto de estos tres textos -conferencia, cartas, y, sobre todo, el libro de poemas- surge una visión penetrante y memorable no sólo de la civilización norteamericana, sino de la soledad y la angustia del hombre moderno.

La Habana

En marzo de 1930, Lorca salió de Nueva York en tren con rumbo a Miami, donde se embarcó para Cuba. Antes de su llegada, su visión de la isla era, según él mismo reconoció, puramente pintoresca; al pensar en el paisaje cubano y en el tono poético de la isla, recordaba las deliciosas litografías de las cajas de habanos que había visto de niño.

En La Habana, Lorca experimentó una sensación de libertad y de alivio. Dejando atrás la ciudad de los rascacielos -Nueva York de cieno. / Nueva York de alambre y muerte- llegó a la América con raíces, la América de Dios, la América española, como la llamaría en una conferencia. Después del período neoyorquino, tuvo en La Habana su primer contacto con un país extranjero de habla española.

Entre el 7 de marzo y el 12 de junio de 1930 (fechas de su estancia en Cuba) vivió unos días intensos y alegres. Dio una serie de conferencias, con enorme éxito, en la Institución Hispano-Cubana de Cultura. Exploró la cultura y la música afrocubanas y compuso un son basado en los ritmos de los negros. Conversó sobre la música y el folclore con el matrimonio Antonio Quevedo y María Muñoz -amigos de Manuel de Falla, editores de la revista Musicalia, y fundadores del Conservatorio de Música Bach-. Trabajó en su drama homoerótico El público y gozó de amistades nuevas y antiguas. Coincidió en La Habana con los españoles Adolfo Salazar y Gabriel García Maroto, y se reunió de nuevo con otro amigo entrañable de sus primeros años madrileños: el escritor y diplomático José María Chacón y Calvo. Paseó por las calles de La Habana con el guatemalteco Luis Cardoza y Aragón y juntos visitaron el famoso Teatro Alhambra, donde se representaban espectáculos satíricos: escenario vivo, esperpento de la sensualidad habanera saturada de alegría y de humor, de indignación popular. Conoció también a los hermanos Loynaz -Dulce María, Flor, Enrique y Carlos Manuel- en su «casa encantada» del barrio del Vedado.

Período sensual, risueño, pues, en la vida de Federico, quien escribió a sus padres: Esta isla es un paraíso. Cuba. Si yo me pierdo, que me busquen en Andalucía o en Cuba.

Volvió a España en el Manuel Arnús, sintiéndose renovado, hablando de la reforma del teatro español y listo para participar en proyectos culturales como La Barraca.
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Arden
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Re: Federico García Lorca escribe a su familia desde Nueva York y La Habana (1929-1930) - Federico García Lorca

Mensaje por Arden »

Al ver esta magnífica edición en tela no me he podido resistir.

En ella se contienen las cartas que le envió a su familia, tanto fotografiadas en facsímil como su transcripción, y además se incluyen dos conferencias que dio en Nueva York.

He leído el prólogo, en el que nos cuenta cómo hay que diferenciar a la persona del personaje literario, mientras en Poeta en NY vemos a un poeta más sombrío, en las cartas a su familia es todo lo contrario.

En fin, a ver si puedo ponerme con ellas pronto, que me apetece mucho y ya he leído el prólogo a lo tonto. :lista:
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Aben Razín
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Re: Federico García Lorca escribe a su familia desde Nueva York y La Habana (1929-1930) - Federico García Lorca

Mensaje por Aben Razín »

Desde luego que para los estudiosos de Lorca y amantes de su arrebatadora personalidad es un excelente motivo de lectura y disfrute, a partes iguales, :roll:

Gracias por ofrecernos esta pequeña joya, Arden :60:
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Futuro: El coraje de ser de Mónica Cavallé.
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