Realmente es una obra que tiene pocos momentos de tránsito, casi cada escena, dentro de los actos, tiene ya su cometido. Vamos, que no hay que perderse una palabra.
En este acto, me gusta mucho el comienzo,
César se encuentra con el adivino y le dice "ya han llegado los idus de marzo" y el adivino le responde "Sí, pero todavía no han pasado" |
Sigo centrándome en el personaje de Bruto, porque realmente esa lucha interior que lleva consigo, me resulta fascinante y, a falta de ver su rostro, creo, por sus palabras, que él cree realmente en la bondad de sus acciones. Imagino la terrible escena cuando
tras la muerte de César, sus asesinos bañan en su sangre sus espadas y sus manos |
"Cuántos siglos verán representar esta sublime escena en naciones que están por nacer y en lenguas aún desconocidas" |
La aparición de Antonio trae momentos sublimes en la acción y, de nuevo, en un sólo párrafo, imaginamos la confusión de pensamientos que en él despiertan los hechos con los que se encuentra y cómo finalmente, sabe llevar las cosas a su terreno.
El acto tiene dos importantes discursos. El más sincero, el de Bruto, que cuando habla al pueblo, justifica su acción diciendo que
si Bruto se alzo contra César fue no porque amara a César menos, sino porque amaba a Roma más |
"igual que he muerto a mi mejor amigo por la salvación de Roma, tengo el mismo puñal para mi propio cuando plazca a mi patria necesitar mi muerte" |
Por cierto, tremendo papel el de los ciudadanos, que van de un lado a otro, según discurso.
Puesto que, al fin y al cabo, el teatro está escrito para ser interpretado por actores, pienso en la riqueza del texto de Shakespeare, su profundidad, su capacidad introspectiva, las contradicciones y cavilaciones, los rápidos pensamientos que se suceden vertiginosamente en la mente (como en el caso de Antonio que debe disimular sus verdaderos sentimientos antes de obrar para su beneficio), y en como todo eso, debe reflejarse en el rostro del actor que interpreta a estos seres humanos tan complejos y, trazados con una maestría sublime.
Pero, claro, estamos hablando de Shakespeare...
En breve, cuarto y quinto acto.