Cada día un poema
Moderadores: Tessia, lunallena
- Aben Razín
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Re: Cada día un poema
¡Qué maravilla, madison!,
Pasado: Sueño del origen de Eloy Sánchez Rosillo.
Presente: Por qué miramos a los animales de John Berger.
Futuro: Los Evangelios y la historia de Jesús de Xavier León-Dufour.
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Futuro: Los Evangelios y la historia de Jesús de Xavier León-Dufour.
Re: Cada día un poema
Francisco Brines
Aquel verano de mi juventud
Y qué es lo que quedó de aquel viejo verano
en las costas de Grecia?
¿Qué resta en mí del único verano de mi vida?
Si pudiera elegir de todo lo vivido
algún lugar, y el tiempo que lo ata,
su milagrosa compañía me arrastra allí,
en donde ser feliz era la natural razón de estar con vida.
Perdura la experiencia, como un cuarto cerrado de la infancia;
no queda ya el recuerdo de días sucesivos
en esta sucesión mediocre de los años.
Hoy vivo esta carencia,
y apuro del engaño algún rescate
que me permita aún mirar el mundo
con amor necesario;
y así saberme digno del sueño de la vida.
De cuanto fue ventura, de aquel sitio de dicha,
saqueo avaramente
siempre una misma imagen:
sus cabellos movidos por el aire,
y la mirada fija dentro del mar.
Tan sólo ese momento indiferente.
Sellada en él, la vida.
Este poema cuenta el viaje que hizo el autor en un verano por los años 60 a Grecia e Italia, donde se enamoró de un joven alemán, con él recorrió lugares y disfrutó del verano, el sexo y el amor, y siempre quedó en él como el más preciado de su vida.
Aquel verano de mi juventud
Y qué es lo que quedó de aquel viejo verano
en las costas de Grecia?
¿Qué resta en mí del único verano de mi vida?
Si pudiera elegir de todo lo vivido
algún lugar, y el tiempo que lo ata,
su milagrosa compañía me arrastra allí,
en donde ser feliz era la natural razón de estar con vida.
Perdura la experiencia, como un cuarto cerrado de la infancia;
no queda ya el recuerdo de días sucesivos
en esta sucesión mediocre de los años.
Hoy vivo esta carencia,
y apuro del engaño algún rescate
que me permita aún mirar el mundo
con amor necesario;
y así saberme digno del sueño de la vida.
De cuanto fue ventura, de aquel sitio de dicha,
saqueo avaramente
siempre una misma imagen:
sus cabellos movidos por el aire,
y la mirada fija dentro del mar.
Tan sólo ese momento indiferente.
Sellada en él, la vida.
Este poema cuenta el viaje que hizo el autor en un verano por los años 60 a Grecia e Italia, donde se enamoró de un joven alemán, con él recorrió lugares y disfrutó del verano, el sexo y el amor, y siempre quedó en él como el más preciado de su vida.
En agosto nos vemos de Gabriel García Márquez.
Recuento libros leídos 2024
Recuento de libros adquiridos 2023
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Re: Cada día un poema
Me ha encantado @Arden... Muchas gracias por publicarlo!!
- Aben Razín
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Re: Cada día un poema
Por Francisco Brines, con el tiempo, tengo especial predilección,
Gracias por el poema, Arden
Gracias por el poema, Arden
Pasado: Sueño del origen de Eloy Sánchez Rosillo.
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Re: Cada día un poema
Hace unos días comenzó el mes de junio, para muchos nuestro favorito. Me apetecía mucho subir un poema del que se nombrase este mes y he encontrado que Carlos Pellicer publicó varios, entre ellos éste:
Soneto
A un amigo incomparable, regalándole un reloj
el tiempo que nos une y nos divide
frutal nocturno y floreciente día
hoy junto a ti, mañana lejanía,
devora lo que olvida y lo que pide.
Cuidar en él lo que al volar descuide
será internarse en su relojería;
y minuto a minuto y día a día,
sin quererlo, aunque poco, nos olvide.
Olvidados del tiempo, esos instantes,
serán de eternidad; los deslumbrantes
momentos del instante de lo eterno.
Junio en tus manos su belleza afina;
el otoño es su dócil subalterno.
Tiempo y eternidad tu alma combina.
de Carlos Pellicer
Soneto
A un amigo incomparable, regalándole un reloj
el tiempo que nos une y nos divide
frutal nocturno y floreciente día
hoy junto a ti, mañana lejanía,
devora lo que olvida y lo que pide.
Cuidar en él lo que al volar descuide
será internarse en su relojería;
y minuto a minuto y día a día,
sin quererlo, aunque poco, nos olvide.
Olvidados del tiempo, esos instantes,
serán de eternidad; los deslumbrantes
momentos del instante de lo eterno.
Junio en tus manos su belleza afina;
el otoño es su dócil subalterno.
Tiempo y eternidad tu alma combina.
de Carlos Pellicer
- Aben Razín
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Re: Cada día un poema
Gracias por este soneto, Admara
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Re: Cada día un poema
Anochecer en Coney Island
La mujer gorda venía delante
arrancando las raíces y mojando el pergamino de los tambores;
la mujer gorda
que vuelve del revés los pulpos agonizantes.
La mujer gorda, enemiga de la luna,
corría por las calles y los pisos deshabitados
y dejaba por los rincones pequeñas calaveras de paloma
y levantaba las furias de los banquetes de los siglos últimos
y llamaba al demonio del pan por las colinas del cielo barrido
y filtraba un ansia de luz en las circulaciones subterráneas.
Son los cementerios, lo sé, son los cementerios
y el dolor de las cocinas enterradas bajo la arena,
son los muertos, los faisanes y las manzanas de otra hora
los que nos empujan en la garganta.
Llegaban los rumores de la selva del vómito
con las mujeres vacías, con niños de cera caliente,
con árboles fermentados y camareros incansables
que sirven platos de sal bajo las arpas de la saliva.
Sin remedio, hijo mío, ¡vomita! No hay remedio.
No es el vómito de los húsares sobre los pechos de la prostituta,
ni el vómito del gato que se tragó una rana por descuido.
Son los muertos que arañan con sus manos de tierra
las puertas de pedernal donde se pudren nublos y postres.
La mujer gorda venía delante
con las gentes de los barcos, de las tabernas y de los jardines.
El vómito agitaba delicadamente sus tambores
entre algunas niñas de sangre
que pedían protección a la luna.
¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Ay de mi!
Esta mirada mía fue mía, pero ya no es mía,
esta mirada que tiembla desnuda por el alcohol
y despide barcos increíbles
por las anémonas de los muelles.
Me defiendo con esta mirada
que mana de las ondas por donde el alba no se atreve,
yo, poeta sin brazos, perdido
entre la multitud que vomita,
sin caballo efusivo que corte
los espesos musgos de mis sienes.
Pero la mujer gorda seguía delante
y la gente buscaba las farmacias
donde el amargo trópico se fija.
Sólo cuando izaron la bandera y llegaron los primeros canes
la ciudad entera se agolpó en las barandillas del embarcadero.
García Lorca
La mujer gorda venía delante
arrancando las raíces y mojando el pergamino de los tambores;
la mujer gorda
que vuelve del revés los pulpos agonizantes.
La mujer gorda, enemiga de la luna,
corría por las calles y los pisos deshabitados
y dejaba por los rincones pequeñas calaveras de paloma
y levantaba las furias de los banquetes de los siglos últimos
y llamaba al demonio del pan por las colinas del cielo barrido
y filtraba un ansia de luz en las circulaciones subterráneas.
Son los cementerios, lo sé, son los cementerios
y el dolor de las cocinas enterradas bajo la arena,
son los muertos, los faisanes y las manzanas de otra hora
los que nos empujan en la garganta.
Llegaban los rumores de la selva del vómito
con las mujeres vacías, con niños de cera caliente,
con árboles fermentados y camareros incansables
que sirven platos de sal bajo las arpas de la saliva.
Sin remedio, hijo mío, ¡vomita! No hay remedio.
No es el vómito de los húsares sobre los pechos de la prostituta,
ni el vómito del gato que se tragó una rana por descuido.
Son los muertos que arañan con sus manos de tierra
las puertas de pedernal donde se pudren nublos y postres.
La mujer gorda venía delante
con las gentes de los barcos, de las tabernas y de los jardines.
El vómito agitaba delicadamente sus tambores
entre algunas niñas de sangre
que pedían protección a la luna.
¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Ay de mi!
Esta mirada mía fue mía, pero ya no es mía,
esta mirada que tiembla desnuda por el alcohol
y despide barcos increíbles
por las anémonas de los muelles.
Me defiendo con esta mirada
que mana de las ondas por donde el alba no se atreve,
yo, poeta sin brazos, perdido
entre la multitud que vomita,
sin caballo efusivo que corte
los espesos musgos de mis sienes.
Pero la mujer gorda seguía delante
y la gente buscaba las farmacias
donde el amargo trópico se fija.
Sólo cuando izaron la bandera y llegaron los primeros canes
la ciudad entera se agolpó en las barandillas del embarcadero.
García Lorca
Última edición por madison el 07 Jun 2023 07:02, editado 1 vez en total.
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- Aben Razín
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Re: Cada día un poema
¿De quién es este poema, madison?
Pasado: Sueño del origen de Eloy Sánchez Rosillo.
Presente: Por qué miramos a los animales de John Berger.
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Re: Cada día un poema
El amor no lo es todo: no es comida ni bebida
Ni sueño ni un techo sobre tu cabeza contra la lluvia;
Ni una tabla que flota para los hombres que se hunden
Y se alzan y se hunden y se alzan y vuelven a hundirse;
El amor no puede llenar de aire el pulmón herido
Ni limpiar la sangre ni soldar el hueso partido;
Aun así, en este instante en que te hablo
Muchos hombres se acercan a la muerte sólo por falta de amor.
Podría ser que en un momento difícil,
Atrapada en el dolor y suplicando ser liberada
O llevada por la necesidad más allá del poder de mi voluntad,
Vendiese yo tu amor por un poco de paz,
O cambiara la memoria de esta noche por comida.
Podría ser. Pero no creo que lo hiciera
Edna St. Vincent
Ni sueño ni un techo sobre tu cabeza contra la lluvia;
Ni una tabla que flota para los hombres que se hunden
Y se alzan y se hunden y se alzan y vuelven a hundirse;
El amor no puede llenar de aire el pulmón herido
Ni limpiar la sangre ni soldar el hueso partido;
Aun así, en este instante en que te hablo
Muchos hombres se acercan a la muerte sólo por falta de amor.
Podría ser que en un momento difícil,
Atrapada en el dolor y suplicando ser liberada
O llevada por la necesidad más allá del poder de mi voluntad,
Vendiese yo tu amor por un poco de paz,
O cambiara la memoria de esta noche por comida.
Podría ser. Pero no creo que lo hiciera
Edna St. Vincent
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- Aben Razín
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- Ubicación: Al lado del Torico.
Re: Cada día un poema
Gracias por la aclaración y por este último poema, madison
Pasado: Sueño del origen de Eloy Sánchez Rosillo.
Presente: Por qué miramos a los animales de John Berger.
Futuro: Los Evangelios y la historia de Jesús de Xavier León-Dufour.
Presente: Por qué miramos a los animales de John Berger.
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Re: Cada día un poema
Gracias chic@s
Soñar... ¡Donosa locura!
Blanca de los Ríos Nostench.
Cádiz, que sin parirme me hiciste carnavalero...
Comparsa Las mujeres de la vida.
Blanca de los Ríos Nostench.
Cádiz, que sin parirme me hiciste carnavalero...
Comparsa Las mujeres de la vida.
- Aben Razín
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- Ubicación: Al lado del Torico.
Re: Cada día un poema
SI YO FUERA HOMBRE QUE HARTAZGO DE LUNA.
Si yo fuera hombre, que hartazgo de luna,
de sombra y silencio me había de dar.
Si yo fuera hombre, que extraño, que loco,
tenaz vagabundo que había de ser.
Amigo de todos los largos caminos
que invitan a ir lejos para no volver.
Cuando así me acosan ansias andariegas
¡qué pena tan honda me da ser mujer!
Rosalía de Castro (1837-1885).
Si yo fuera hombre, que hartazgo de luna,
de sombra y silencio me había de dar.
Si yo fuera hombre, que extraño, que loco,
tenaz vagabundo que había de ser.
Amigo de todos los largos caminos
que invitan a ir lejos para no volver.
Cuando así me acosan ansias andariegas
¡qué pena tan honda me da ser mujer!
Rosalía de Castro (1837-1885).
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Re: Cada día un poema
FLORES DE BUGANVILIA
EN el jarrón que hay sobre esta mesa
he puesto hace un momento unas ramas con flores
de bungavilia. No me fue posible
resistir el impulso de traerlas conmigo;
colgaban de la tapia de una casa
y al doblar una esquina me asaltaron los ojos.
No son apenas nada, poca cosa,
pero cuánto acompañan.
El color
que las flores ostentan es un púrpura vivo,
y aun estando tan frescas, al tocarlas,
tienen un tacto quebradizo y seco.
Parecen mariposas de papel
qué se hubieran posado en esas ramas
a descansar un poco.
Por si alzarán
súbitamente el vuelo y luego se marchasen
de mi casa y mi vida para siempre,
las anoto deprisa en mi cuaderno.
Oír la luz de Eloy Sánchez Rosillo
EN el jarrón que hay sobre esta mesa
he puesto hace un momento unas ramas con flores
de bungavilia. No me fue posible
resistir el impulso de traerlas conmigo;
colgaban de la tapia de una casa
y al doblar una esquina me asaltaron los ojos.
No son apenas nada, poca cosa,
pero cuánto acompañan.
El color
que las flores ostentan es un púrpura vivo,
y aun estando tan frescas, al tocarlas,
tienen un tacto quebradizo y seco.
Parecen mariposas de papel
qué se hubieran posado en esas ramas
a descansar un poco.
Por si alzarán
súbitamente el vuelo y luego se marchasen
de mi casa y mi vida para siempre,
las anoto deprisa en mi cuaderno.
Oír la luz de Eloy Sánchez Rosillo
Re: Cada día un poema
Gracias @Aben Razín y @lunallena
- Aben Razín
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- Registrado: 19 Feb 2009 14:28
- Ubicación: Al lado del Torico.
Re: Cada día un poema
Gracias por traer a este rincón a mi admirado Eloy Sánchez Rosillo, lunallena
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