El poema del día (o del mes, o de la estación...)
Moderadores: lunallena, Tessia
Re: El poema del día (o del mes, o de la estación...)
QUISIERA
Quisiera poder bañarme
en los mares de tus ojos
y nadar sobre las olas
de tu cuerpo misterioso,
ser capitán de tu barca
y dueño de sus tesoros.
Navegar hacia la luz
de tus faros luminosos
y al puerto de tus miradas
tener un fin sin retorno
y anclar en la eternidad
uncido en tus labios rojos.
Quisiera soñar que muero
y entre tus brazos me ahogo,
hacer realidad mis sueños
y morir en paz dichoso.
Manuel Cornejo González
Quisiera poder bañarme
en los mares de tus ojos
y nadar sobre las olas
de tu cuerpo misterioso,
ser capitán de tu barca
y dueño de sus tesoros.
Navegar hacia la luz
de tus faros luminosos
y al puerto de tus miradas
tener un fin sin retorno
y anclar en la eternidad
uncido en tus labios rojos.
Quisiera soñar que muero
y entre tus brazos me ahogo,
hacer realidad mis sueños
y morir en paz dichoso.
Manuel Cornejo González
Re: El poema del día (o del mes, o de la estación...)
Este poema estuvo muchos años en la pared de mi dormitorio, me lo regaló mi primer novio en un hermoso poster.
YO QUISIERA
Yo quisiera que encontraras en mis ojos
todas las respuestas que no se te decir.
Yo quisiera que buscaras dentro de mí,
todo lo que todavía no he podido encontrar.
Yo quisiera que estuvieras realmente segura,
de que eres todo para mí.
Yo quisiera que todo mi ser ,
no tuviera un secreto para ti.
Yo quisiera muchas cosas,
pero lo que más quiero,
es que tú me quieras .
Anónimo
YO QUISIERA
Yo quisiera que encontraras en mis ojos
todas las respuestas que no se te decir.
Yo quisiera que buscaras dentro de mí,
todo lo que todavía no he podido encontrar.
Yo quisiera que estuvieras realmente segura,
de que eres todo para mí.
Yo quisiera que todo mi ser ,
no tuviera un secreto para ti.
Yo quisiera muchas cosas,
pero lo que más quiero,
es que tú me quieras .
Anónimo
Re: El poema del día (o del mes, o de la estación...)
HAGAMOS UN TRATO
Si alguna vez adviertes
que te miro a los ojos
y una veta de amor reconoces en los míos,
no pienses que deliro
Sólo piensa que
puedes contar conmigo.
Mario Benedetti.
Si alguna vez adviertes
que te miro a los ojos
y una veta de amor reconoces en los míos,
no pienses que deliro
Sólo piensa que
puedes contar conmigo.
Mario Benedetti.
Re: El poema del día (o del mes, o de la estación...)
Poema Noche Invernal De Un Anciano de Robert Frost
Más allá de las puertas, a través de la helada
que cubre la ventana formando unas estrellas
dispersas-, en la sombra, el mundo esta mirando
su cara: está vacía la habitación. Y duerme.
La lámpara inclinada muy cerca de su rostro
le impide ver el mundo. Ya no recuerda nada.
Y la vejez le impide recordar en qué tiempo
llegó hasta estos lugares, y por qué está aquí solo.
Rodeado de toneles se encuentra aquí perdido.
Sus pasos temblorosos hacen temblar el sótano:
lo asusta con sus pasos temblorosos: y asusta
otra vez a la noche (la noche de sonidos
familiares ). Los árboles aúllan allá afuera;
todas las ramas crujen. Una luz hay tan sólo
para su rostro, quieta, una luz en la noche.
A la Luna confía -en esa Luna rota
que por ahora vale más que el sol- el cuidado
de velar por la nieve que yace sobre el techo,
de velar los carámbanos que cuelgan desde el muro.
Sigue durmiendo. Un leño se derrumba en la estufa.
Despierta con el ruido. Sobresaltado cambia
de lugar. Es la noche. Respira suavemente.
No puede un viejo solo llenar toda una casa,
un rincón de los campos, una granja. No puede.
Así un anciano guarda la casa solitaria,
en la noche de invierno. Y está solo. Está solo.
Versión de Miguel Arteche
Más allá de las puertas, a través de la helada
que cubre la ventana formando unas estrellas
dispersas-, en la sombra, el mundo esta mirando
su cara: está vacía la habitación. Y duerme.
La lámpara inclinada muy cerca de su rostro
le impide ver el mundo. Ya no recuerda nada.
Y la vejez le impide recordar en qué tiempo
llegó hasta estos lugares, y por qué está aquí solo.
Rodeado de toneles se encuentra aquí perdido.
Sus pasos temblorosos hacen temblar el sótano:
lo asusta con sus pasos temblorosos: y asusta
otra vez a la noche (la noche de sonidos
familiares ). Los árboles aúllan allá afuera;
todas las ramas crujen. Una luz hay tan sólo
para su rostro, quieta, una luz en la noche.
A la Luna confía -en esa Luna rota
que por ahora vale más que el sol- el cuidado
de velar por la nieve que yace sobre el techo,
de velar los carámbanos que cuelgan desde el muro.
Sigue durmiendo. Un leño se derrumba en la estufa.
Despierta con el ruido. Sobresaltado cambia
de lugar. Es la noche. Respira suavemente.
No puede un viejo solo llenar toda una casa,
un rincón de los campos, una granja. No puede.
Así un anciano guarda la casa solitaria,
en la noche de invierno. Y está solo. Está solo.
Versión de Miguel Arteche
1
Re: El poema del día (o del mes, o de la estación...)
Poema Alto En El Bosque En Una Noche De Invierno de Robert Frost
Me imagino de quién son estos bosques.
Pero en el pueblo su casa se encuentra;
no me verá parada en este sitio,
ante sus bosques cubiertos de nieve.
Mi pequeño caballo encuentra insólito
parar aquí, sin ninguna alquería
entre el helado lago y estos bosques,
en la noche más lóbrega del año.
Las campanillas del arnés sacude
Como si presintiera que ocurre algo…
Sólo se oye otro son: el sigiloso
paso del viento entre los copos blandos.
¡Qué bellos son los bosques, y sombríos!
Pero tengo promesas que cumplir,
y andar mucho camino sin dormir,
y andar mucho camino sin dormir.
Versión de Agustí Bartra
Me imagino de quién son estos bosques.
Pero en el pueblo su casa se encuentra;
no me verá parada en este sitio,
ante sus bosques cubiertos de nieve.
Mi pequeño caballo encuentra insólito
parar aquí, sin ninguna alquería
entre el helado lago y estos bosques,
en la noche más lóbrega del año.
Las campanillas del arnés sacude
Como si presintiera que ocurre algo…
Sólo se oye otro son: el sigiloso
paso del viento entre los copos blandos.
¡Qué bellos son los bosques, y sombríos!
Pero tengo promesas que cumplir,
y andar mucho camino sin dormir,
y andar mucho camino sin dormir.
Versión de Agustí Bartra
1
Re: El poema del día (o del mes, o de la estación...)
Poema Invernal
de Rubén Darío
Noche. Este viento vagabundo lleva
las alas entumidas
y heladas. El gran Andes
yergue al inmenso azul su blanca cima.
La nieve cae en copos,
sus rosas transparentes cristaliza;
en la ciudad, los delicados hombros
y gargantas se abrigan;
ruedan y van los coches,
suenan alegres pianos, el gas brilla;
y si no hay un fogón que le caliente,
el que es pobre tirita.
Yo estoy con mis radiantes ilusiones
y mis nostalgias íntimas,
junto a la chimenea
bien harta de tizones que crepitan.
Y me pongo a pensar: ¡Oh! ¡Si estuviese
ella, la de mis ansias infinitas,
la de mis sueños locos
y mis azules noches pensativas!
¿Cómo? Mirad:
De la apacible estancia
en la extensión tranquila
vertería la lámpara reflejos
de luces opalinas.
Dentro, el amor que abrasa;
fuera, la noche fría;
el golpe de la lluvia en los cristales,
y el vendedor que grita
su monótona y triste melopea
a las glaciales brisas.
Dentro, la ronda de mis mil delirios,
las canciones de notas cristalinas,
unas manos que toquen mis cabellos,
un aliento que roce mis mejillas,
un perfume de amor, mil conmociones,
mil ardientes caricias;
ella y yo: los dos juntos, los dos solos;
la amada y el amado, ¡oh Poesía!
los besos de sus labios,
la música triunfante de mis rimas,
y en la negra y cercana chimenea
el tuero brillador que estalla en chispas.
¡Oh! ¡Bien haya el brasero
lleno de pedrería!
Topacios y carbunclos,
rubíes y amatistas
en la ancha copa etrusca
repleta de ceniza.
Los lechos abrigados,
las almohadas mullidas,
las pieles de Astrakán, los besos cálidos
que dan las bocas húmedas y tibias.
¡Oh, viejo Invierno, salve!
puesto que traes con las nieves frígidas
el amor embriagante
y el vino del placer en tu mochila.
Sí, estaría a mi lado,
dándome sus sonrisas,
ella, la que hace falta a mis estrofas,
esa que mi cerebro se imagina;
la que, si estoy en sueños,
se acerca y me visita;
ella que, hermosa, tiene
una carne ideal, grandes pupilas,
algo del mármol, blanca luz de estrella;
nerviosa, sensitiva,
muestra el cuello gentil y delicado
de las Hebes antiguas;
bellos gestos de diosa,
tersos brazos de ninfa,
lustrosa cabellera
en la nuca encrespada y recogida
y ojeras que denuncian
ansias profundas y pasiones vivas.
¡Ah, por verla encarnada,
por gozar sus caricias,
por sentir en mis labios
los besos de su amor, diera la vida!
Entre tanto hace frío.
Yo contemplo las llamas que se agitan,
cantando alegres con sus lenguas de oro,
móviles, caprichosas e intranquilas,
en la negra y cercana chimenea
do el tuero brillador estalla en chispas.
Luego pienso en el coro
de las alegres liras.
En la copa labrada, el vino negro,
la copa hirviente en cuyos bordes brillan
con iris temblorosos y cambiantes
como un collar de prismas;
el vino negro que la sangre enciende,
y pone el corazón con alegría,
y hace escribir a los poetas locos
sonetos áureos y flamantes silvas.
El Invierno es beodo.
Cuando soplan sus brisas,
brotan las viejas cubas
la sangre de las viñas.
Sí, yo pintara su cabeza cana
con corona de pámpanos guarnida.
El Invierno es galeoto,
porque en las noches frías
Paolo besa a Francesca
en la boca encendida,
mientras su sangre como fuego corre
y el corazón ardiendo le palpita.
?¡Oh crudo Invierno, salve!
puesto que traes con las nieves frígidas
el amor embriagante
y el vino del placer en tu mochila.
Ardor adolescente,
miradas y caricias;
cómo estaría trémula en mis brazos
la dulce amada mía,
dándome con sus ojos luz sagrada,
con su aroma de flor, savia divina.
En la alcoba la lámpara
derramando sus luces opalinas;
oyéndose tan sólo
suspiros, ecos, risas;
el ruido de los besos; vla música triunfante de mis rimas,
y en la negra y cercana chimenea
el tuero brillador que estalla en chispas.
Dentro, el amor que abrasa;
fuera, la noche fría.
GRIMMER, Jacob
Paisaje invernal con pueblo, patinadores en un río helado y cazadores en primer plano, s.f.
Óleo sobre tabla
25,5 x 35 cm
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza
de Rubén Darío
Noche. Este viento vagabundo lleva
las alas entumidas
y heladas. El gran Andes
yergue al inmenso azul su blanca cima.
La nieve cae en copos,
sus rosas transparentes cristaliza;
en la ciudad, los delicados hombros
y gargantas se abrigan;
ruedan y van los coches,
suenan alegres pianos, el gas brilla;
y si no hay un fogón que le caliente,
el que es pobre tirita.
Yo estoy con mis radiantes ilusiones
y mis nostalgias íntimas,
junto a la chimenea
bien harta de tizones que crepitan.
Y me pongo a pensar: ¡Oh! ¡Si estuviese
ella, la de mis ansias infinitas,
la de mis sueños locos
y mis azules noches pensativas!
¿Cómo? Mirad:
De la apacible estancia
en la extensión tranquila
vertería la lámpara reflejos
de luces opalinas.
Dentro, el amor que abrasa;
fuera, la noche fría;
el golpe de la lluvia en los cristales,
y el vendedor que grita
su monótona y triste melopea
a las glaciales brisas.
Dentro, la ronda de mis mil delirios,
las canciones de notas cristalinas,
unas manos que toquen mis cabellos,
un aliento que roce mis mejillas,
un perfume de amor, mil conmociones,
mil ardientes caricias;
ella y yo: los dos juntos, los dos solos;
la amada y el amado, ¡oh Poesía!
los besos de sus labios,
la música triunfante de mis rimas,
y en la negra y cercana chimenea
el tuero brillador que estalla en chispas.
¡Oh! ¡Bien haya el brasero
lleno de pedrería!
Topacios y carbunclos,
rubíes y amatistas
en la ancha copa etrusca
repleta de ceniza.
Los lechos abrigados,
las almohadas mullidas,
las pieles de Astrakán, los besos cálidos
que dan las bocas húmedas y tibias.
¡Oh, viejo Invierno, salve!
puesto que traes con las nieves frígidas
el amor embriagante
y el vino del placer en tu mochila.
Sí, estaría a mi lado,
dándome sus sonrisas,
ella, la que hace falta a mis estrofas,
esa que mi cerebro se imagina;
la que, si estoy en sueños,
se acerca y me visita;
ella que, hermosa, tiene
una carne ideal, grandes pupilas,
algo del mármol, blanca luz de estrella;
nerviosa, sensitiva,
muestra el cuello gentil y delicado
de las Hebes antiguas;
bellos gestos de diosa,
tersos brazos de ninfa,
lustrosa cabellera
en la nuca encrespada y recogida
y ojeras que denuncian
ansias profundas y pasiones vivas.
¡Ah, por verla encarnada,
por gozar sus caricias,
por sentir en mis labios
los besos de su amor, diera la vida!
Entre tanto hace frío.
Yo contemplo las llamas que se agitan,
cantando alegres con sus lenguas de oro,
móviles, caprichosas e intranquilas,
en la negra y cercana chimenea
do el tuero brillador estalla en chispas.
Luego pienso en el coro
de las alegres liras.
En la copa labrada, el vino negro,
la copa hirviente en cuyos bordes brillan
con iris temblorosos y cambiantes
como un collar de prismas;
el vino negro que la sangre enciende,
y pone el corazón con alegría,
y hace escribir a los poetas locos
sonetos áureos y flamantes silvas.
El Invierno es beodo.
Cuando soplan sus brisas,
brotan las viejas cubas
la sangre de las viñas.
Sí, yo pintara su cabeza cana
con corona de pámpanos guarnida.
El Invierno es galeoto,
porque en las noches frías
Paolo besa a Francesca
en la boca encendida,
mientras su sangre como fuego corre
y el corazón ardiendo le palpita.
?¡Oh crudo Invierno, salve!
puesto que traes con las nieves frígidas
el amor embriagante
y el vino del placer en tu mochila.
Ardor adolescente,
miradas y caricias;
cómo estaría trémula en mis brazos
la dulce amada mía,
dándome con sus ojos luz sagrada,
con su aroma de flor, savia divina.
En la alcoba la lámpara
derramando sus luces opalinas;
oyéndose tan sólo
suspiros, ecos, risas;
el ruido de los besos; vla música triunfante de mis rimas,
y en la negra y cercana chimenea
el tuero brillador que estalla en chispas.
Dentro, el amor que abrasa;
fuera, la noche fría.
GRIMMER, Jacob
Paisaje invernal con pueblo, patinadores en un río helado y cazadores en primer plano, s.f.
Óleo sobre tabla
25,5 x 35 cm
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza
1
Re: El poema del día (o del mes, o de la estación...)
TE EXTRAÑO
Te extraño y los latidos de mi corazón,
cuentan las horas que faltan,
para estar juntos otra vez.
Cada momento tiene,
el recuerdo de todo lo que compartimos;
alegrías, tristezas, horas difíciles
y días felices.
Te extraño
y pienso que quiero estar
a tu lado siempre ;
que antes de conocerte
no sabía cuanto era capaz de amar.
Y ahora estoy aquí,
pensando en vos,
y en todo el amor
que tengo para darte.
Anónimo
Te extraño y los latidos de mi corazón,
cuentan las horas que faltan,
para estar juntos otra vez.
Cada momento tiene,
el recuerdo de todo lo que compartimos;
alegrías, tristezas, horas difíciles
y días felices.
Te extraño
y pienso que quiero estar
a tu lado siempre ;
que antes de conocerte
no sabía cuanto era capaz de amar.
Y ahora estoy aquí,
pensando en vos,
y en todo el amor
que tengo para darte.
Anónimo
Re: El poema del día (o del mes, o de la estación...)
Ya que estamos en un recién nacido marzo, este poema de Jose Agustín Goytisolo:
El aire de los chopos
y vuelvo a recordar
En un día de marzo
te fuiste. Nada más.
Una sonrisa tuya
o un gesto. Claridad
como la de tus ojos
no he visto. Nada más.
Luego días de ira
dolor y adversidad.
Y en medio de la noche
tu estrella. Nada más.
Por su fulgor perenne
contra la eternidad
te ofrezco unas palabras
de amor. Y nada más.
El aire de los chopos
y vuelvo a recordar
En un día de marzo
te fuiste. Nada más.
Una sonrisa tuya
o un gesto. Claridad
como la de tus ojos
no he visto. Nada más.
Luego días de ira
dolor y adversidad.
Y en medio de la noche
tu estrella. Nada más.
Por su fulgor perenne
contra la eternidad
te ofrezco unas palabras
de amor. Y nada más.
Re: El poema del día (o del mes, o de la estación...)
Para mañana, 8 de marzo
Y Dios me hizo mujer
Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.
Sobre la grama / G. Belli
Y Dios me hizo mujer
Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.
Sobre la grama / G. Belli
1
Re: El poema del día (o del mes, o de la estación...)
Los lunes pueden ser luminosos y venir cargados de ilusión.
Félix Jiménez en su libro Entre la tierra y el agua, con su capacidad para iluminar lo cotidiano nos lo dice así:
ME GUSTA VIAJAR
Me gusta viajar los lunes en trenes lentos
Que se detienen en mil apeaderos,
Olvidar que la meta es un viernes
De maletas, adioses y espacios abiertos.
Deseo respirar ese aire aprisionado
En el frasco del vagón cotidiano,
Mirar el paisaje con las cortinillas
Echadas, apartar todo sentido al trayecto.
Félix Jiménez en su libro Entre la tierra y el agua, con su capacidad para iluminar lo cotidiano nos lo dice así:
ME GUSTA VIAJAR
Me gusta viajar los lunes en trenes lentos
Que se detienen en mil apeaderos,
Olvidar que la meta es un viernes
De maletas, adioses y espacios abiertos.
Deseo respirar ese aire aprisionado
En el frasco del vagón cotidiano,
Mirar el paisaje con las cortinillas
Echadas, apartar todo sentido al trayecto.
Re: El poema del día (o del mes, o de la estación...)
El 12 de marzo murió en Lima Blanca Varela, poeta peruana. Como homenaje a su valiosísima obra y como recóndito agradecimento porque entre sus versos se acunaron momentos innolvidables, este poema:
EL MAR PLIEGA LAS ALAS AL ATARDECER
El mar pliega las alas al atardecer,
tú no eres sino una pálida burbuja
navegando al golpe del aliento,
un negro trino,
el sol que sale en el centro del pecho
en mitad de la calle,
un silencio en la música dura
de la ciudad sin límites.
Para atravesar ese océano,
ese golpe de luz en la siesta,
no bastaría la eternidad.
EL MAR PLIEGA LAS ALAS AL ATARDECER
El mar pliega las alas al atardecer,
tú no eres sino una pálida burbuja
navegando al golpe del aliento,
un negro trino,
el sol que sale en el centro del pecho
en mitad de la calle,
un silencio en la música dura
de la ciudad sin límites.
Para atravesar ese océano,
ese golpe de luz en la siesta,
no bastaría la eternidad.
-
- Lector voraz
- Mensajes: 209
- Registrado: 19 Feb 2009 17:51
Re: El poema del día (o del mes, o de la estación...)
¿Como hacer transitable el paso por ese oceano? ¿Con qué debemos acompañar nuestro trayecto en este breve espacio? Mientras tanto CARPE DIE.
1
Re: El poema del día (o del mes, o de la estación...)
Precioso LeliaLelia Doura escribió:El 12 de marzo murió en Lima Blanca Varela, poeta peruana. Como homenaje a su valiosísima obra y como recóndito agradecimento porque entre sus versos se acunaron momentos innolvidables, este poema:
EL MAR PLIEGA LAS ALAS AL ATARDECER
El mar pliega las alas al atardecer,
tú no eres sino una pálida burbuja
navegando al golpe del aliento,
un negro trino,
el sol que sale en el centro del pecho
en mitad de la calle,
un silencio en la música dura
de la ciudad sin límites.
Para atravesar ese océano,
ese golpe de luz en la siesta,
no bastaría la eternidad.
1
Re: El poema del día (o del mes, o de la estación...)
Bueno, pues saludando a la primavera
A la Primavera
¡Salud, primavera, princesa encantadora!
saludo engrandecido las gasas de tu velo;
ya orlan tus vestidos el argentino suelo.
¡Salud, reina galana que el trópico atesora!
En la triunfal carroza que llegas, soñadora,
viene la diosa áurea con perfumado vuelo.
¡quién sabe de qué mundo! ¡quién sabe de qué cielo!
¡salud, gentil doncella! ¡tu túnica enamora!
De tus joyas de virgen, los rizos nacarados
se extienden tiernamente con sin igual candor;
por las grandes ciudades, por los desiertos prados,
tus tintes de armonías, tus ecos sublimados,
encierran luengas páginas de ensueños y de amor.
¡salud, reina que llegas de mundos ignorados!
ALMAFUERTE
A la Primavera
¡Salud, primavera, princesa encantadora!
saludo engrandecido las gasas de tu velo;
ya orlan tus vestidos el argentino suelo.
¡Salud, reina galana que el trópico atesora!
En la triunfal carroza que llegas, soñadora,
viene la diosa áurea con perfumado vuelo.
¡quién sabe de qué mundo! ¡quién sabe de qué cielo!
¡salud, gentil doncella! ¡tu túnica enamora!
De tus joyas de virgen, los rizos nacarados
se extienden tiernamente con sin igual candor;
por las grandes ciudades, por los desiertos prados,
tus tintes de armonías, tus ecos sublimados,
encierran luengas páginas de ensueños y de amor.
¡salud, reina que llegas de mundos ignorados!
ALMAFUERTE
1
Re: El poema del día (o del mes, o de la estación...)
Para que os contagie de entusiasmo, como si pudiéramos estrenar la vida cada mañana, este poema de Susana March
Saldré de amanecida
a beberme el rocío de las flores,
a morder los tallos verdes de los juncos
para sentir en los dientes
el ácido sabor de la vida.
Hundiré las manos
en el agua de los arroyos
y,
descalza,
caminaré sobre la yerba para sentirme joven,
inocente y perfecta,
como en otras edades lo fui.
El sol dormirá todavía.
Por Oriente,
irá levantándose su cáliz de oro.
Todo en torno mío
se vestirá de dulces galas primaverales.
Iré sola y sin nada,
desnuda de riquezas y malos pensamientos,
humildemente alegre,
el corazón sumiso
a la voz misteriosa que ordena y acompaña.
Saldré de amanecida
a beberme el rocío de las flores,
a morder los tallos verdes de los juncos
para sentir en los dientes
el ácido sabor de la vida.
Hundiré las manos
en el agua de los arroyos
y,
descalza,
caminaré sobre la yerba para sentirme joven,
inocente y perfecta,
como en otras edades lo fui.
El sol dormirá todavía.
Por Oriente,
irá levantándose su cáliz de oro.
Todo en torno mío
se vestirá de dulces galas primaverales.
Iré sola y sin nada,
desnuda de riquezas y malos pensamientos,
humildemente alegre,
el corazón sumiso
a la voz misteriosa que ordena y acompaña.