Silvina Ocampo

¿Qué es poesía? Dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... ¡eres tú!

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Tom Sawyer
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Silvina Ocampo

Mensaje por Tom Sawyer »

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Silvina Ocampo
(Argentina, 1903-1994)

Escritora argentina. Realizó estudios de pintura con Giorgio de Chirico y estuvo vinculada al mundo literario a través de su hermana Victoria Ocampo y su marido Adolfo Bioy Casares. Se inició con un libro de cuentos no reivindicado, Viaje olvidado (1937). Luego cultivó una poesía cercana a las formas del clasicismo: Enumeración de la patria (1942), Espacios métricos (1945), Poemas de amor desesperado (1949) y Los nombres (1953). Volvió a la poesía en 1962 con Lo amargo por dulce y en 1972 con Amarillo celeste. Lo más reconocido de su obra son sus libros de relatos, donde incursiona en la literatura fantástica (fantasmas, monstruos, figuras persecutorias) mezclada con observaciones irónicas y de humor negro sobre las costumbres de la gente común: Autobiografía de Irene (1948), La furia (1959), Las invitadas (1961), Y así sucesivamente (1987) y Cornelia ante el espejo (1988). Colaboró con Bioy Casares en una novela policiaca, Los que aman odian (1946), con Bioy y Borges en antologías de la literatura fantástica y de la poesía argentina, y con Juan Rodolfo Wilcock en el drama Los traidores
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Tom Sawyer
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Mensaje por Tom Sawyer »

DIÁLOGO

Te hablaba del jarrón azul de loza,
de un libro que me habían regalado,
de las Islas Niponas, de un ahorcado,
te hablaba, qué sé yo, de cualquier cosa.

Me hablabas de los pampas grass con plumas,
de un pueblo donde no quedaba gente,
de las vías cruzadas por un puente,
de la crueldad de los que matan pumas.

Te hablaba de una larga cabalgata,
de los baños de mar, de las alturas,
de alguna flor, de algunas escrituras,
de un ojo en un exvoto de hojalata.

Me hablabas de una fábrica de espejos,
de las calles más íntimas de Almagro,
de muertes, de la muerte de Meleagro.
No sé por qué nos íbamos tan lejos.

Temíamos caer violentamente
en el silencio como en un abismo
y nos mirábamos con laconismo
como armados guerreros frente a frente.

Y mientras proseguían los catálogos
de largas, toscas enumeraciones,
hablábamos con muchas perfecciones
no sé en qué aviesos, simultáneos diálogos.
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malu_dlakbza

Mensaje por malu_dlakbza »

ENVEJECER

Envejecer también es cruzar un mar de humillaciones cada día;
es mirar a la víctima de lejos, con una perspectiva
que en lugar de disminuir los detalles los agranda.
Envejecer es no poder olvidar lo que se olvida.
Envejecer transforma a una víctima en victimario.

Siempre pensé que las edades son todas crueles,
y que se compensan o tendrían que compensarse
las unas con las otras. ¿De qué me sirvió pensar de este modo?
Espero una revelación. ¿Por qué será que un árbol
embellece envejeciendo? Y un hombre espera redimirse
sólo con los despojos de la juventud.




-------------------------------------------------------------



Quisiera ser tu predilecta almohada
donde de noche apoyas tus orejas
para ser tu secreto y ser las rejas
de tu sueño: dormida o desvelada

ser tu puerta, tu luz cuando te alejas,
alguien que no trató de ser amada.
Huir de la ansiedad que está en mis quejas,
poder a veces ser lo que soy, nada,

no tener nunca miedo de perderte
con variación y honda infidelidad,
jamás llegar por nada a concederte

la tediosa y vulgar fidelidad
de los abandonados que prefieren
morir por no sufrir, y que no mueren.


Nunca pensé que envejecer fuera el más arduo de los ejercicios,
una suerte de acrobacia que es un peligro para el corazón.
Todo disfraz repugna al que lo lleva. La vejez
es un disfraz con aditamentos inútiles.
Si los viejos parecen disfrazados, los niños también.
Esas edades carecen de naturalidad. Nadie acepta
ser viejo porque nadie sabe serlo,
como un árbol o como una piedra preciosa.

Soñaba con ser vieja para tener tiempo para muchas cosas.
No quería ser joven, porque perdía el tiempo en amar solamente.
Ahora pierdo más tiempo que nunca en amar,
porque todo lo que hago lo hago doblemente.
El tiempo transcurrido nos arrincona; nos parece
que lo que quedó atrás tiene más realidad
para reducir el presente a un interesante precipicio.



Hermosos!! mis favoritos!!
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madison
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Re: Silvina Ocampo

Mensaje por madison »

Hace muchos años que te fuiste
y sin una lágrima te despedí.
Como el argentino de los tangos,
te quedaste solo en París
y ya lo canjeaste por neblina
al sol de tu país.
Hace muchos años que te quiero
y hace muchos más que te olvidas de mí.
Dicen que no vas a volver nunca
y tal vez yo no vuelva allí.
Te veré una noche por Corrientes
esquina Rivolí.
Cuando un amigo se va
nadie nos devolverá
todo el corazón que le prestamos,
tanta compartida soledad.
Un amigo nuevo no es lo mismo, Pepe,
nos quiere por la mitad.
Todo cambia desde que te fuiste,
ya los argentinos no somos así.
Estamos mirándonos por dentro
y olvidándonos de París.
De nuestras cenizas renacemos
humanos al morir.
Quedan pocos de los que decían
que en este país no se puede vivir.
Ya bajo las manos del escudo
el palito ha echado raíz
y un montón de efímeros laureles
supimos conseguir.
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madison
La dama misteriosa
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Re: Silvina Ocampo

Mensaje por madison »

LA CARA

Me sigue, sombra
latido del corazón,
sin hacerse ver por mí pero mostrándose a los demás
como una máscara
que jamás me quita.
Ventana donde están los ojos.
Deseaba a veces que no fuera mía
o por lo menos, no siempre aparentemente mía
asimismo, siendo menos mía que otras más amadas,
que corresponden exactamente a mis sentimientos,
tuve que sobrellevarla como si fuera realmente mía.
Ah, qué lejana en aquel tiempo, en cualquier tiempo está
lejana como un campo añorado.
Ah, cuánta sonrisa simulada
cuánto odio y amor
cuánto celo y terror, piedad y curiosidad
sin contar el asombro
marcan todas las facciones
con tatuajes que nada ni nadie puede borrar
del sitio donde están grabadas.
Queda y aún me sigue como las manos que puedo ver.
Luego en días más largos que el resto de la vida
modifica notablemente su propia y extraña invisibilidad.
La conocí diminuta
adentro de una luciente cuchara de plata
abría y cerraba la boca
cuando yo no sabía aún quién era.
Como a un simio curioso la contemplé.
Di vuelta la cuchara: la vi al revés.
¿Por qué al revés?
Para mirarla me sacrifiqué: dejé de comer el dulce que la empañaba.
Después la busqué ansiosa
como un perro busca un hueso
en cuchillos, vidrios, agua, ojos, fondos de aljibe,
en un botellón monstruoso.
Finalmente con más claridad y proporciones normales
en un verdadero espejito la arrinconé
o más bien ella me arrinconó con su mirada aviesa.
En otros espejos más importantes volví a encontrarla,
en el cuarto de vestir de mi madre, por ejemplo;
junto a un vestido de baile delirante,
cinturones de terciopelo,
largos guantes de cabritilla,
flores de plumas,
subiendo o bajando por los ascensores, en los trenes,
en las tiendas, en las confiterías, perturbada, desdichada, feliz,
a veces más a veces menos que yo.
Nadie sabe cuánto me esforcé por imaginarla preciosa
como una actriz de cine en boga
o una heroína de una novela leída por una institutriz
antes de llegar al espejo donde cambiaba mis subterfugios
pasando de la belleza perdida
a la inteligencia subrepticiamente hallada,
de la imagen fría de mármol que inspira amor
a la imagen sensible que da amor,
de la reina coronada de papel plateado
a la esclava rebelde con tintineos de pulseras de cortina.
La corregí, en vano, minuciosamente
juntándole las cejas
agregándole lágrimas
adornándola con levísima sonrisa
tirándole la lengua para volverla graciosa
mordiéndole los labios para volverla cruel
alejándola inclinada para volverla misteriosa.
Entonces, sólo entonces
creía encontrar la más conveniente
hasta que un "¿Qué hacés?" fatídico
me arrancaba de la representación;
porque era un pecado
para la dueña infantil de una cara
mirarse demasiado en un espejo.
Tal vez Narciso temblaba en aquellos ojos azules
y profería secretos eróticos
que la comunicaban inocentemente
cuando la luna se empañaba
con el diablo,
o tal vez ya iba urdiendo
las líneas que después, mucho después,
desearía ardientemente borrar.
Anhelo penetrar en el mundo del esteroscopio
donde su madre paseaba en misteriosos jardines
pero no se lo permitieron las frías instantáneas de papel
a las cuales se sometió urgida por el tiempo.
En la primera fotografía toda rosada
aprendió con mucha facilidad
la preocupación que puede expresar la boca mirando una mano
en el acto de lanzar una pelota
sin desanudar el moño del peinado.
En la segunda aprendió
con una muñeca de frondosa cabellera
la postura que requiere el amor maternal
para iluminar un retrato impuesto por la familia.
En la tercera
el ademán absorto que inspira la soledad
del mundo de las personas mayores
la crueldad secreta de los niños
en un patio de un hotel a la hora de la siesta.
En la cuarta
la falaz inocencia
del tul de la primera comunión,
el peinado recogido
el éxtasis del rosario de perlitas junto a la boca
herida por lo guantes de hilo blanco.
En la quinta
el rubor que revela hasta en blanco y negro
los ojos escondidos
debajo del ala del sombrero
y el pelo, el único esplendor visible, escamoteado
adentro de la copa alta de fieltro.
En la sexta
el incómodo atuendo de los quince años,
la organiza del vestido tieso, sin gracia
debido a la moda subsiguiente,
el monedero,
los zapatos de charol morderé
el polvo que vuelve opacas las mejillas
y los ojos fuera de foco.
En la séptima entre las piedras
vista a través del agua de una cascada su originalidad.
En la octava el mar
y la irisiada luz del sol ¿dónde está? No se ve. Por eso está tan bien.
En la novena, dos leones en Roma
escupen agua en una fuente acompañando sus primeras arrugas.
No. Miento. No son sus primeras arrugas.
¿En qué momento nacen? Nunca se sabe.
En la décima ¿dónde está? Ya tomó la costumbre de esconderse.
Entre las caras del barco, vestidas de odalisca,
De cocinero o de gitana, se pierde al pasar la línea.
Sus orejas escuchan la música de un piano desafinado.
En la onceava, en Zurcí, hojas de un bosque la esconden.
Cruzando tanta belleza ¿cómo no se embellece?
¿No existe acaso el mimetismo?
Y en otra, ya perdí la cuenta,
la llanura apenas la muestra.
Y en otra, la sierra.
Y en otra ¡Cuánta indecisión!
la policía marca su culpabilidad ¿víctima o asesina?
Y en otra, superpuesta; se recuesta contra ella misma.
con un título que podría ser "hermafrodita"
o "retrato de un espíritu bizco".
Y en otra, "cebú amaestrado".
Y en otra. No, no quiero otra. Basta.
Demasiadas fotografías son culpables.
Buscándole un parecido
en los perfiles egipcios
como de animales
que han quedado grabadas
en algunas monedas antiguas
pudo morigerar su antagonismo.
¡Cuchara, vidrio, cuchillo, aljibe, espejo!
No quiero más fotografías de esa cara
que no es la misma cara que estaba adentro de una cuchara
ni en el vidrio, ni en el cuchillo, ni en el aljibe,
ni siquiera en el espejo.
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madison
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Re: Silvina Ocampo

Mensaje por madison »

El sol iluminaba antiguos y húmedos
Árboles tropicales abrazados
Cuando sin arrancarla de su tronco
El tigre con sus garras perforó
Una hoja en la sombra, blanca y verde,
Que oscilaba en el aire suavemente,
Y luego con sus ojos amarillos
Vio en el centro horadado de la hoja
A un reclinado y dulce adolescente
Que yacía durmiendo sobre el pasto
Con la cabeza oculta bajo el ala
Del sueño, dialogando con su amado:
-¿Te agrada el color negro de mi pelo?
-Es como una cortina y huele a incienso.
-Hieres mis palmas y mis dos rodillas.
-Para la gente somos como tigres
Que se devoran en los matorrales.
-La gente es un reptil diverso, avieso.
No me toques. Tus manos me lastiman.
¿Por qué será que te odio en vez de amarte?
-Yo que te llevo en brazos como a un niño
Atravesando alfombras y vestíbulos;
Yo que te cubro con mi cuerpo amante
Para que no te vean en los cuadros
Ni los perros desnudo pues te celo
Ahora me abandonas al deseo.
-Es tu fidelidad la que me espanta.
No me toques. Quisiera, Dios, que un tigre
Me despedace y para castigarte
Salpique tu camisa con mi sangre.
En el silencio abierto como un pozo
La hoja cayó al suelo entre la hiedra
Y sin apuro el tigre obedeció.
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madison
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Re: Silvina Ocampo

Mensaje por madison »

No vengas, te conjuro, con tus piedras;
con tu vetusto horror con tu consejo;
con tu escudo brillante con tu espejo;
con tu verdor insólito de hiedras.

En aquel árbol la torcaza es mía;
no cubras con tus gritos su canción;
me conmueve, me llega al corazón,
repudia el mármol de tu mano fría.

Te reconozco siempre. No, no vengas.
Prometí no mirar tu aviesa cara
cada vez que lloré sola en tu avara
desolación. Y si de mí te vengas,

que épica sea al menos tu venganza
y no cobarde, oscura, impenitente,
agazapada en cada sombra ausente,
fingiendo que jamás hiere tu lanza.

Entre rosas, jazmines que envenenas,
¿por qué no te ultimé yo en mi otra vida?
Haz brotar sangre al menos de mi herida,
que estoy cansada de morir apenas.
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Jorel
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Re: Silvina Ocampo

Mensaje por Jorel »

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Si soy en vano ahora lo que fui,
como la blanda y persistente arena
donde se borra el paso que la ordena,
no he sufrido bastante, amor, por ti.

Ah, si me hubieras dado sólo pena
y no la infiel intrépida alegría
tu crueldad no me lastimaría,
no podría apresarme tu cadena.

Quiero amarte y no amarte como te amo;
ser tan impersonal como las rosas;
como el árbol con ramas luminosas

no exigir nunca dichas que hoy reclamo;
alejarme, perderme, abandonarte,
con mi infidelidad recuperarte.

.


Si la verdad se vuelve una mentira,
si se vuelve dolor la dicha aviesa,
si se vuelve alegría la tristeza
con sus falsas promesas cuando expira,

si la virtud a la cual en vano aspira
mi vida frustra la habitual promesa,
si el corazón de odio o de amor me pesa
y al helarse cual mármol, aún suspira.

Si no pude enmendarme al recibir
la ingratitud de los que más he amado
ni pude ensombrecerme al eximir

de mi cariño a los que me han colmado,
será porque los dioses me han herido
del inocente horror de haber nacido.
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madison
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Re: Silvina Ocampo

Mensaje por madison »

Sobre un mármol

Tantos recuerdos juntos en el viento,
tantos jardines juntos que recuerdan
sin nadie nadie ya que los recuerde,
tantas fuentes con ángeles, sirenas,
tritones o cupidos o pescados,
tanto mar en el sueño hecho de mármol,
tantas flores de caña ya perdidas
detrás de las mareas de los ríos
y un “moriré o no moriré muy pronto”
que dicen deshojadas margaritas
en lugar de "me quiere" o "no me quiere".
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madison
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Re: Silvina Ocampo

Mensaje por madison »

Única sabiduría

Lo único que sabemos
es lo que nos sorprende:
que todo pasa, como
si no hubiera pasado.
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Onírico
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Re: Silvina Ocampo

Mensaje por Onírico »

Ruego

Quiero otras sombras de oro, otras palmeras
con otros vuelos de aves extranjeras,
quiero calles distintas, en la nieve,
un barro diferente cuando llueve,
quiero el férvido olor de otras maderas,
quiero el fuego con llamas forasteras,
otras canciones, otras asperezas,
que no haya conocido mis tristezas.
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madison
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Re: Silvina Ocampo

Mensaje por madison »

Caminábamos lejos de la noche,
citando versos al azar,
no muy lejos del mar.
Cruzábamos de vez en cuando un coche.

Había un eucalipto, un pino oscuro
y las huellas de un carro
donde el cemento se volvía barro.
Cruzábamos de vez en cuando un muro.

Íbamos a ninguna parte, es cierto,
y estábamos perdidos: no importaba.
La calle nos llevaba
junto a un caballo negro casi muerto.

Era de noche -esto será mentira.
Tal vez, pero en mis versos es verdad-.
Una arcana deidad
casi siempre nocturna que nos mira

vio que nos deteníamos y el día
suspendió sus fanáticos honores,
clausuró sus colores
pues también el caballo nos veía.
No digas que no es cierto: nos miraba.
Con la atónita piedra de sus ojos,
bajo los astros rojos,
nos vio como los dioses que esperaba.
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Aben Razín
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Re: Silvina Ocampo

Mensaje por Aben Razín »

Gracias por esta poesía, madi :60:

Es otra autora que tengo pendiente desde hace tiempo, pero ¡son tantos!... :roll:
Pasado: El coraje de ser de Mónica Cavallé.

Presente: Los perdedores de la Historia de España de Fernando García de Cortázar.

Futuro: La deseada de Maryse Condé.
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madison
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Re: Silvina Ocampo

Mensaje por madison »

La llave maestra

La luz de su cuarto me habla de él cuando no está,
me acompaña cuando tengo miedo,
y siempre tengo miedo porque soy valiente;
oye su paso sobre los mosaicos de la entrada
va a su encuentro cuando abre la puerta lentamente
cuando lo espero, y siempre lo espero;
lo mismo es para la luz eléctrica que para la luz del sol,
lo mismo para el sol que la luna o la estrella.
Un tapiz forma la luz complicada
es la vida y siempre la vida.
Si me quedara ciega la vería con mis patas
o tal vez con mi frente cuando llega.
El tapiz no lo forma la luz sino su llegada, el sonido
que cambia de oscuro en claro.
El tablero de la luz tiene varias llaves
pero una gobierna el resto:
se llama la llave maestra.
Del mismo modo el tablero de mi luz
tiene una sola llave que gobierna las otras
la llave que está en sus manos.
Apagaría todas las luces si quisiera
pero yo cierro los ojos para no ver
la oscuridad que podría ser luz
para no herirlo.
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Aben Razín
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Ubicación: Al lado del Torico.

Re: Silvina Ocampo

Mensaje por Aben Razín »

Gracias por la poesía, @madison :60:
Pasado: El coraje de ser de Mónica Cavallé.

Presente: Los perdedores de la Historia de España de Fernando García de Cortázar.

Futuro: La deseada de Maryse Condé.
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