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Dibujo de la muerte. Obra poética (1966-1990)
Guillermo Carnero
Editorial: Cátedra Colección: Letras Hispánicas Páginas: 352 Publicación: 01 de Febrero de 2010 Precio: 14,00 € ISBN: 978-84-376-2634-5
Guillermo Carnero es catedrático de Literatura Española en la Universidad de Alicante, y ha sido profesor en las de Virginia, Berkeley y Harvard. Fue incluido en 1970 en la antología de José María Castellet, Nueve novísimos poetas españoles. Ha recibido los premios Nacional de la Crítica, Nacional de Literatura, de la Crítica Valenciana, Fastenrath de la Real Academia Española, Internacional de Poesía Loewe, y de las Letras Valencianas. Es un componente destacado y temprano de la llamada generación de 1970 o “novísima”. Se recoge aquí, en una segunda edición revisada, la primera época de su obra.
Ignacio Javier López es catedrático de Literatura y Cultura Españolas Modernas en la Universidad de Pennsylvania. Lo fue antes en la de Virginia, y en las de Madison-Wisconsin, Princeton y Johns Hopkins. Es especialista en Romanticismo, novela realista, Superrealismo, generación del 27 y poesía española de posguerra. Ha editado la poesía de Emilio Prados, y es uno de los mejores conocedores de la poesía de Guillermo Carnero, a la que ha dedicado numerosos estudios.
Contiene los siguientes poemarios:
Dibujo de la Muerte
Poemas del ciclo de Dibujo de la Muerte El Sueño de Escipión
Variaciones y figuras sobre un tema de La Bruyère
El Azar Objetivo
Ensayo de una teoría de la visión
Divisibilidad indefinida
Me apetecía acercarme a otros componentes de los Novísimos, y creo que Guillermo Carnero es uno de los más interesantes. A ver qué tal. Probaré con su primer poemario.
Sin ser yo muy amante de ediciones comentadas, en este caso he agradecido mucho todas las explicaciones y comentarios de Cátedra, en ocasiones tan interesantes como el propio poema.
No me ha parecido un poeta sencillo, pero hay premio si consigues meterte en su lirismo, maneja muy bien la palabra y deja imágenes muy potentes.
CONCERTATO
Qué míseras las voces. Llaman, imploran, gimen,
se desatan en llanto. En la espesura surte
una liviana flauta, tímidamente vibra, y resonante asciende y vigorosa turba
los reinos de la sombra.
Vibración de la música
derrumba las altísimas vidrieras. Qué deseo
para que brote el arpa, fluya el clave continuo,
irrumpa a contratiempo la vïola.
En las noches de estío
qué míseras las voces.
(...)
Porque en cada milímetro
de piel una memoria
maquilla su ficción y en ella vive,
repinta su cadáver, atesora la inercia
de los fantasmas cotidianos,
convierte los recuerdos
en estampas piadosas, adecuadas
para dar nacimiento
a la ficción poética (¿Y no a la inversa acaso?)
Y los ojos, las manos,
cada palmo de piel atruena el aire
reclamando tu cuerpo; nada saben
de humillación, y sí de ausencia ahora.
Y su clamor parece
la más firme razón. La razón de la piel
y de los labios, cierta
contra la voluntad:
Tierra de Nadie.