Pues acabado está. No he cambiado mucho de opinión, aunque sí he de decir que los capítulos finales me convencen un poco más que el resto del libro. No obstante, no puedo decir que me haya sorprendido. Únicamente dudé un poco cuando
la escena de la tumba de Vania y toda la historia que cuenta Noraima. Por un momento, pensé que podía estar realmente muerta, pero vale con mirar las páginas que quedan para deducir que no es así. |
Una cosa que me ha llamado bastante la atención a lo largo de todo el libro es
la facilidad con la que los distintos personajes acceden a hablar con Jon, incluida la propia Vania. Salvo los padres del novio de Jess, que se niegan, todos los demás parecen estar esperando a que alguien vaya a picar a su puerta a hablar del tema: si bien algunos en principio se resisten, no tardan ni medio minuto en ceder. |
Por otra parte, me he llevado un pequeño chasco con
la identidad del verdadero asesino del hombre que las metió en las drogas, y cuyo nombre no recuerdo. No sé, lo sueltan así de sopetón, sin misterio ni nada. Me esperaba alguna que otra vuelta más en ese aspecto. |
Y bueno, lo dicho, que me esperaba que tratasen más el tema de la anorexia. Es verdad que en las partes que lo menciona lo enfoca bien: pone mucho énfasis en todo lo que hay detrás del mundo de las modelos, en lo dañino que es. Pero esperaba que se extendiese más, que se recrease en ello.