John Banville, tras el seudónimo de Benjamin Black, nos ofrece una nueva novela negra de trama y ambiente apasionantes, en la que regresa su genial y oscuro patólogo, Quirke.
Edito para poner spoiler, que esta reseña (de Alfaguara) desvela demasiado (sobre todo del primer libro de la trilogía).
Ha pasado el tiempo para Quirke, el hastiado forense que conocimos en El secreto de Christine. La muerte de su gran amor y el distanciamiento de su hija han conseguido acentuar su carácter solitario, pero su capacidad para meterse en problemas continúa intacta. Cuando Billy Hunt, conocido de sus tiempos de estudiante, le aborda para hablarle del aparente suicidio de su esposa, Quirke se da cuenta de que se avecinan complicaciones, pero, como siempre, las complicaciones son algo a lo que no podrá resistirse. De este modo se verá envuelto en un caso sórdido en el que se mezclan las drogas, la pornografía y el chantaje, y que una vez más pondrá en peligro su vida. |
Esta novela de ambiente y trama apasionantes confirma a Benjamin Black como uno de los escritores contemporáneos de mejor estilo y mayor capacidad de persuasión en el género de la novela negra.
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