Opino igual que tú, Maia...
Se nos presenta al protagonista, Thibaud de la Jacquière, de una forma un tanto breve, en la primera página:
"Era un muchacho apuesto, pero también un tunante que había aprendido a romper cristales, a seducir a las chicas y a maldecir junto a los hombres de armas del rey, a quien servía en calidad de banderín", no os cuento nada interesante porque aparece todo en el primer párrafo.
Esta parece que es toda la "gran" mala conducta que ha tenido el joven en su vida y que es detonante de sus desgracias posteriores, como sospecharás, oh gran ávido lector
. Incluso hasta el rey, ahora sí que la ha armado buena el tal Thibaud, se escandaliza por su conducta y lo manda a Lyon para que se reforme un poco en la casa de su padre
.
Ahora viene un pasaje que pretende ser muy impactante al parecer, y es cuando en el festín que realizan sus parientes para recibirlo en casa, el tal Thibaud se dedica a echar espumarajos y a mentar al diablo sin que el lector sepa exactamente a qué se debe, ya que apenas sabemos nada de él y tampoco parece una mala persona, pero en fin, sólo que al parecer está loco de atar sin más
. La situación se vuelve a repetir más adelante con unos amigos del muchacho. Es ahora cuando se perfila definitivamente lo único que ocurrirá en todo el relato de marras y en el que no hay más misterio que ése:
"¡Sagrada muerte del gran diablo! A él le doy mi sangre y mi alma. Me siento tan inflamado por el vino que si la gran diablesa, su hija, acertara a pasar por aquí, le pediría su amor". |
Lector astuto, espera paciente la aparición
de la mujer, una mujer como siempre encantadora, joven, delicada, extraviada, que se ganará la confianza de Thibaud para cuando se descuide un momento poder engañarlo sin problemas, cuando ella haya conseguido tentarle a pecar . |
Como Maia, tampoco he entendido el final, pero de todas formas es un relato sin tensión ni ningún contenido en especial, en el que la historia que se narra es de lo más simple y los personajes están muy mal trazados, al igual que toda la evolución del relato...