El épico relato de una vida apasionada y apasionante: la de Alejandro Magno, el rey de Macedonia. Rey a los veinte años, fallecido a los treinta y dos: doce años bastaron a Alejandro, llamado el Magno, para extender los límites del mundo helénico hasta las fronteras de la India, incluyendo las conquistas del poderoso imperio persa y del venerable y aún respetado imperio faraónico. Una carrera fulgurante, alimentada por sueños y proyectos de alcance universal, jalonada por brillantes victorias en el campo de batalla: Alejandro no solo era adorado por sus generales y sus tropas, sino que también supo ganarse el respeto de sus enemigos, haciendo gala de su genialidad estratégica. Esta novela es la más vibrante y fiel reconstrucción de una vida marcada por la pasión –la de rediseñar el mapa del mundo conocido primero, la de su propia gloria después– y por la prisa: por hacer y por vivir. Pressfield traza con maestría el retrato de un hombre cuyas hazañas han desbordado la historia para pasar a formar parte del mito en una obra que es tan apasionante como la historia en la que se inspira.
Me lo dejaron hace tiempo, pero lo leí deprisa, demasiado deprisa, ahora que ya lo tengo, ando por la mitad
Las situaciones son narradas por el mismo Alejandro al hermano de una de sus mujeres. Se centra sobre todo en el aspecto bélico y narra muy detalladamente (número de tropas, gente al mando, armas, tácticas...) algunas de las batallas y el resto de la campaña de forma resumida.
También da un repaso a personajes de su vida Filipo, Hefestión, Crátero...incluso Bucéfalo.
Habla de las sensaciones antes, durante y después del combate.
De momento destaco unos párrafos sobre lo que siente al iniciar una carga contra las líneas persas, las sensaciones de la acción, las que le trasmite Bucéfalo, el momento del choque, la lucha de jinete, caballo y compañeros por atravesar esa barrera.