Título original: Capitán Nadie
Autor: José M. Carrasco
Editorial: Edebé
Año de edición: 2005
Clasificación: Juvenil
Sinopsis:
Pues a petición de Eva Luna, aquí va la sinopsis y un fragmento crucial:
Un malentendido casual convierte a Paquito, un joven de 27 años que trabaja como animador de fiestas infantiles, en un auténtico héroe cuando colabora en una detención de una banda de atracadores del barrio. La noticia salta a la prensa local con un titular sensacionalista: “Sevilla ya tiene superhéroe”. Y a partir de este momento, todo se descontrola...
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Fragmento extraído del capítulo 1º de Capitán Nadie
Paquito estaba contento. La señora superpija le había dado un billete grande y, más por vergüenza que por otra cosa, le pareció a él, rechazó el cambio.
Animado, desató rápidamente la bicicleta y salió a todo gas por el estrecho hueco que le dejaba una furgoneta vieja. Justo al llegar a la esquina, antes de que comenzara a frenar para ver si pasaban coches, un tipo en chándal apareció corriendo por la calzada a toda velocidad y se le vino encima.
El choque fue brutal. La rueda delantera dio con la rodilla derecha del tipo del chándal. La bicicleta se inclinó violentamente hacia delante y hubo un choque de cabezas proverbial. Como Paquito llevaba el casco, apenas se hizo daño. Además cayó sobre el corredor, que amortiguó su caída, y quedó inmóvil tendido boca arriba con un enorme chichón en la frente.
La fuerte descarga de adrenalina hizo que Paquito reaccionara a toda velocidad incorporándose antes de saber qué había ocurrido. Una pequeña bolsa de plástico quedó a sus pies sin que él le prestase atención.
Apenas un par de segundos después llegó corriendo un tipo de aspecto entre hortera y desaliñado, incluso para el condescendiente gusto de Paquito. Primero miró con los ojos muy abiertos al que había quedado tirado en el suelo, y luego miró a Paquito como si fuese un dragón de siete cabezas. Paquito no alcanzaba a articular pensamiento ni palabra. Trataba de decidir qué hacer cuando el tipo hortera, con la cara desencajada, dio una carrera y saltó dentro de la furgoneta. Ésta se puso en marcha y salió a toda prisa del callejón.
Paquito decidió que lo mejor sería pedir que llamasen una ambulancia. Cuando se disponía a buscar un teléfono, casi una docena de personas llegaron corriendo. Antes de que pudiese decir nada, una chica regordeta y muy mona se adelantó. Miró al tipo del suelo, a Paquito, y rompió a llorar. Luego se agachó a coger la bolsa a la que Paquito no había prestado ninguna atención, y al levantarse le miró con una sonrisa adornada de enormes lagrimones ennegrecidos de rimel.
- ¡Gracias! ¡Creí que me moría! ¡Ay!
Un señor con aspecto de obrero de la construcción se adelantó y estrechó la mano de Paquito, dejándosela un poco dolorida.
- Muy bien chaval. ¡Así se hace!
Desde el grupo que se había detenido en la acera, un niño estaba gritando emocionado.
- Papá, papá. Es un Power Ranger.
De repente un tipo salió de un bar que había junto a la esquina del callejón. Llevaba una de esas cámaras de fotos de un solo uso. Se abrió paso entre el creciente barullo y empezó a hacer fotos una tras otra.
- La policía ya está en camino- dijo alguien.
Justo entonces llegó el encargado de la pastelería que estaba demasiado obeso para haber cubierto antes la distancia. Se hizo cargo de la bolsa del dinero y examinó el contenido.
- ¡Ay! Está todo ¡Gracias a Dios! Menos mal. - Y acto seguido fue a estrechar la ya estrujada mano de Paquito, que de repente lo entendió todo.
Justo entonces, lo que empezaba a ser una considerable aglomeración de gente prorrumpió en aplausos y vítores.
José María Carrasco