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Queridos ciudadanos, dicen que en américa los baños son magníficos.
Allí por ejemplo, llega un individuo, tira la ropa en un cajón especial y se va a bañar. Y no se preocupa de nada más, en el sentido de que lo puedan robar o se le vaya a perder algo, ni siquiera coge un numerito.
Bueno, puede que un americano nervioso le diga al encargado de los baños:
-Eh tú, gut boy, vigílame esto.
Y nada más.
Este americano se irá a bañar y al llegar de vuelta le entregarán la ropa limpia, lavada y planchada. Puede que le dejen los peales más blancos que la nieve. Y los calzoncillos, cosidos y remendados. ¿Vaya vida!.
Nuestros baños tampoco están mal. Pero son peores. aunque en ellos uno se puede lavar.
En nuestros baños lo malo son los numeritos. El sábado pasado fuí al baño (no me iré a América a bañarme, me dije) y me dieron dos numeros. Uno para la ropa blanca y el otro para el abrigo y el sombrero.
Y ahora dígame, ¿dónde mete los numeritos una persona en cueros? Si todo es tripa y piernas. Esto de los numeros es un desastre. No te los vas a atar a la barba, digo yo.....
En fin, que me até a las piernas los numeritos para no perderlos. Y entré en lo baños.
Ahora los numeritos me sacuden las piernas. Da tristeza andar así. Aunque hay que hacerlo, lo de andar. Porque necesitas una palangana. Porque, sin palangana, ¿cómo te vas a lavar? Un desastre.
Busco una palangana. Miro y veo a un ciudadano que se está bañando con tres palanganas. Metido en una, se enjabona la cabeza en la otra y sujeta la tercera con la mano izquierda para que no se la afanen.
Tiro yo de la tercera palangana queriendo como quien dice quedármela y el tipo que no la suelta.
-¿ por qué robas las palanganas que no son tuyas'-me dice-. Mira que te doy en medio de los ojos y te dejo contento.
Yo le replico:
-Oye, que el régimen zarista ya se ha acabado, para que te quedes con tantas palanganas. Esto no es más que egoismo. Los demás también tienen que lavarse. Que no estamos en el teatro, añado.
Y el tipo me da la espalda y se sigue lavando como si nada.
"Más vale que lo deje en paz, me digo. Porque si no se va a estar lavando tres días".
Así que seguí mi camino.
Al cabo de una hora veo que un tipo se ha despistado y ha soltado una palangana. O se había inclinado a por el jabóny se había quedado meditabundo, no sé. Lo que sis é es que me quedé con aquella palangana.
Pero ahora que tenía palangana no tenía dónde sentarme. ¿Y bañarse de pie no es bañarse ni es nada! Un desastre, vamos.
Bien. Estoy de pie, sujeto la palangana con la mano y me estoy lavando.
Y a mi alrededor, estrellas del infierno, la ceremonia del lavado sigue su impetuoso curso. Uno se lava los pantalones, otro está frotando los calzones y un tercero retuerce algo con las manos. Lo único es que por mucho que te laves, al rato ya vuelves a estar sucio. Cómo salpican, los condenados. Y el ruido es tal que hasta se te quitan las ganas de bañarte. Ni oyes donde pones el jabón. Valiente desastre.
"¿Qué los parta un rayo!-me digo-. Ya me acabaré de lavar en casa".
Y me dirigo al vestuario. Allí me enteagn la ropa. Miro y veo que todo s mío menos los pantalones.
-Ciudadano-le digo-, en los míos había un agujero aquí. En cambio, en éstos mira dónde está.
Pero el encargado me dice:
-Aquí no controlamos los agujeros. Que no estamos en un teatro, me dice.
Bueno. Me pongo estos pantalones y voy a por el abrigo. No me devuelven el abrigo, porque me piden el númerito. El numerito me lo he olvidado en el pie. O sea que a desvestirse. Me quito los pantalones, busco el numerito, pero el numerito no está. Encuentro el cordel atado a una pierna, pero el papelito no está. El papelito se ha esfumado.
Le doy al hombre el cordel, pero no lo quiere.
-Con sólo el cordel-me dice-no se lo puedo dar.
Así cualquier ciudadano podría traerme sus cordelitos y no ganaríamos para abrigos. Espera que el público se vaya, me dice y te daré el que quede.
A lo que yo respondo:
-Hermosura, ¿y si lo que queda es una porquería?.
Que no estamos en el teatro, le digo. Yo te daré los detalles y tú dame mi abrigo. Tieneun bolsillo roto, le digo, y el otro ya no existe. En cuanto a los botones, le digo, el de arriba está, pero los restantes se han esfumado.
A pesar de todo me lo dio. Y no se quedó con el cordel.
Me vestí y salí a la calle. Pero de pronto me acordé: me había olvidado el jabón.
Volví de nuevo. pero con el abrigo no me dejan entrar.
-Desvistase-me dicen.
Y yo replico.
-No puedo desvestirme por tercera vez, queridos ciudadanos. Que no estamos en el teatro. Devuélvanme al menos lo que vale el jabón.
Pero no me devuelven nada.
¿No quieren? pues no quieren. Así que me marché sin mi jabón.
El lector, claro, puede sentir curiosidad y preguntarse: ¡qué baños son estos? ¿Dónde están? ¿Cúal es su dirección?
¿Que qué baños son? Pués los más corrientes. De los de a diez kópeks.
(1924)
Los Baños.-Mijaíl Zóschenko
Es un autor irónico, que stuvo vedado mucho tiempo.
Le gustaba ller sus cuentos en voz alta para la gente, lo curioso es que era una persona muy triste y pesimista. En cambio todos sus relatos eran graciosos y cómicos. Nunca permitieron que sus libros fueran editados en Rusia.
También es de la editorial Acantilado,.
Le gustaba ller sus cuentos en voz alta para la gente, lo curioso es que era una persona muy triste y pesimista. En cambio todos sus relatos eran graciosos y cómicos. Nunca permitieron que sus libros fueran editados en Rusia.
También es de la editorial Acantilado,.
la librería que he visitado estos días me quedé sorprendida la cantidad de esta editorial que tienen, te pasas rato y rato, y todos son muy interesantes. La primera vez que vi esta editorial fue en el FNAC, desde entonces siempre me intereso por ella.
Tiene un libro que se titula Sin Destino, que es una pasada de novela, fué premio nóbel.
Tiene un libro que se titula Sin Destino, que es una pasada de novela, fué premio nóbel.